23 agosto 2024

ASCENSIÓN A LA CIMA DEL CERRO PAJARES (Moratalla) V y FINAL

Echo un último vistazo alrededor del cilindro (657msnm) y ahora viene cuando lo matan porque tengo que encontrar un escape para el descenso. En el peor de los casos, si no lo hallo o no lo veo claro, he dejado algunos mojones (olvidé el gps sobre el asiento del conductor; ¡qué cabeza de chorlito la virgen...!) como puntos de referencia por si me viera obligado a destrepar por donde he hecho la subida, aunque estoy casi seguro que podré hacerlo por la cara que da al Suroeste (SO) del cerro. A lo lejos, identifico algunas de las siluetas montañosas que se delinean sobre el horizonte, entre otras, la sierra de La Cabeza del Asno, sierra del Puerto, sierra del Oro, sierra de la Pila, etc.
Así que levantamos los bártulos y salimos pitando en dirección a la otra punta del cerro. Entretanto, último vistazo a los arrozales. ¡Qué extraordinario me parece, en medio del secarral, su refrescante y reconfortante lozanía...!
Última toma al vértice y espero no tener que volver a verlo, por lo menos hoy.
A diestro y siniestro todavía se observan algunos restos fosilizados de los pinos que sucumbieron al ímpetu devorador de las llamas, y en efecto, como decía Teresa, algunos de gran porte. Aquel 1 de julio de 2012, esta demarcación tuvo que parecerse al mismísimo infierno. 
¡Qué tristeza y desolación me despierta contemplar esta escena...!
Me he tropezado en Internet, con un archivo PDF muy interesante, ilustrado con fotos, editado en su día por la UDIF (Unidad de Defensa contra Incendios Forestales) que relata la sucesión de los acontecimientos. Al parecer el origen del siniestro tuvo lugar en un vertedero de Hellín, que se propagaría a la región de Murcia, siendo informada esta sobre las 14:18 horas del día 1 de Julio de 2012 (domingo) y dado por extinguido a las 17 horas del 6 de julio, 5 días después. Hacía finales de junio habíamos sufrido una intensa ola de calor y al estar todo tan seco, el incendio cuando se originó, impulsado por los vientos, se hizo imparable, llegando a recorrer 16 kilómetros en apenas 3 horas. Se intentó contra atacar el fuego por la umbría de la sierra de Pajares, pero resultó imposible dada la virulencia y rápida propagación de las llamas, llegándose a producir incluso deflagraciones. Todo ardía como el cascabillo, incluidas las sierras de Cubillas y Los Donceles. La situación se tornó tan peligrosa que hasta se evacuaron las poblaciones de Salmerón (39 personas), que alojaron en la vecina Agramón y más tarde la población de Las Minas (40 personas), que albergaron en Calasparra. 
He aquí otro articulo de La Verdad que por entonces escribía sobre el suceso cuando el incendio ya andaba controlado: 

Llorando ceniza
Llorando ceniza. De esta forma amanecieron la pedanía moratallera de Salmerón, las sierras de Pajares y Cubillas hasta las inmediaciones del embalse del Cenajo, por las que se extendió el incendio que en la jornada del domingo saltó desde las fronteras de Albacete hasta la Región, y que, todavía hoy, mantiene en jaque a más de cuatrocientos efectivos del Consorcio de Extinción de Incendios, la Unidad Militar de Emergencias (UME), Guardia Civil, Protección Civil y Policía Local.

Por no hablar de la sensación de impotencia que invade a los aproximadamente 30 vecinos de Salmerón que ayer sumaban dos jornadas lejos de sus casas, instalados en la localidad albaceteña de Agramón. Unos desalojos que ayer también afectaron a cerca de 40 vecinos de la pedanía albaceteña de Las Minas, que fueron desprovistos de sus domicilios familiares y reubicados en el albergue de Las Lomas, en Calasparra.

El alcalde de esta localidad, Jesús Navarro, no se movió durante toda la mañana del lunes de los puestos de mando avanzado de Protección Civil y de la UME, situados en el Santuario de la Esperanza, porque se temía que el viento de levante cambiase por poniente, y el fuego regresara a la Región a través de las juntas del río Mundo y el Segura, en el embalse de Camarillas.

El técnico de extinción de la Unidad de Defensa Contra Incendios Forestales (UDIF), Manuel Paez, explicaba que esta posibilidad «dejaría el fuego fuera de control porque en esa zona no hay infraestructruras; no podrían acceder los vehículos al tratarse de un cañón y habría que esperar. Entonces el fuego saldría a Calasparra». Y lo podría haber hecho en la Ribera de Cañaverosa, un paraje natural protegido. «La joya de la corona, y la cosa se pondría jodida», zanjaba el alcalde. De hecho, hubo un retén movilizado en esa zona pero finalmente no actuó porque el viento no cambió su tendencia de levante.

Una situación que favoreció la labor de los tres helicópteros de la Comunidad Autónoma que, durante todo el día, llenaron sus 'helibaldes' jugándose el tipo, al sobrevolar el río Segura, a su paso por Salmerón, a solo diez metros de altura. Y todo ello para refrescar las zonas de monte alto, bajo, umbrías, zonas boscosas y pino carrasco del perímetro de afección del incendio. Una extensión que el Consorcio de Extinción de Incendios cifró en 1.104 hectáreas. De las cuales las llamas podrían haber afectado a 800 hectáreas, según las primeras estimaciones de la Consejería de Presidencia.

Y es que el peligro se concentraba en cada uno de los focos controlados, en las raíces de los pinos calcinados y en trozos de tronco quemados, cuyo interior está experimentando una combustión lenta que en cualquier momento puede volver a hacer brotar el fuego. Unos frentes que fueron continuamente refrescados por los forestales, tres hidroaviones 'Foca' y dos 'Air Tractor' que lanzaban retardante para evitar que la superficie quemada volviese a combustionar.

A esta labor también se sumaron dos helicópteros 'Kamov' que repostaban agua en el Cenajo. Una continua lluvia de agua que permitió que, pasadas las 14.30 horas de ayer, la Dirección General de Emergencias cediese el testigo de la coordinación del operativo al Gobierno de Castilla-La Mancha, porque la situación se volvía especialmente conflictiva con 7.000 hectáreas calcinadas y dos enormes columnas de fuego y humo en Las Minas y Agramón (Albacete), a 4 y 10 kilómetros de Moratalla.

Estos dos núcleos de población albaceteños se encuentran dentro del radio de acción del foco del incendio, que, según el Consorcio de Extinción de Incendios, «se ubica en el vertedero de Hellín». El gerente del Consorcio, Mariano Sánchez, explicaba «que hace solo dos semanas esta zona ya ardió y esto resulta sospechoso». Aunque todavía se desconocen las verdaderas causas del incendio.

Lo único claro anoche era que el Nivel 2 del Plan Infomur se mantendría activo para hoy, se había establecido un perímetro de seguridad de unos 20 kilómetros y un dispositivo nocturno para atajar los dos focos que permanecían activos al cierre de esta edición: uno en Salmerón y otro en el embalse del Cenajo.
Las previsiones para hoy son esperanzadoras en lo que al viento se refiere, según fuentes del 112. «Para las próximas 48 horas se espera viento de levante con rachas de 10 a 20 kilómetros por hora». A las siete de la mañana, con los primeros rayos de sol, regresaran las brigadas helitransportadas de Zarcilla de Ramos, Alcantarilla y la Sierra de Pila, a los que se suman las seis secciones de la UME: 207 soldados y 33 vehículos, de ellos 19 son autobombas, 5 nodrizas y 5 vehículos de transporte. Todo es poco para aplacar un verano que desde hace años no comenzaba con tantos incendios.
En 2017 también sufriría esta zona una nueva ola de incendios, por lo que su paisaje lunar, árido, devastado, resulta de lo más comprensible. Así es imposible que levante cabeza y pueda resurgir de sus cenizas.

Seguramente la presa de las Casas del Rey fue la que tras el incendio, resultó afectada por las fuertes escorrentías que se produjeron al año siguiente. Es un lugar precioso al que me acerqué a fotografiar, una vez concluida mi aventura con el Pajares.
El camino que discurre paralelo entre el río y los bancales yermos solo se puede realizar andando, habida cuenta que está invadido de carrizos que hemos de ir sorteando, consecuencia de las abominables y absurdas leyes ecolojetas.
La Chamorra, 531 metros.
El puente de chapa de La Hoya, que cruzamos dos días antes.
La sierra de Cubillas que también sufriría los estragos del incendio y detrás, la sierra del Buho y su pico Peña del Sol, 847msnm. A su derecha, el pantano del Cenajo.
Sierra Seca y El Hondón
Atentos por aquí a alguna que otra horcada que es mejor eludir.
Asomando ya a la vertiente por la que pretendo bajar. Me había salido bien la apuesta. Despacico y buena letra, no hay prisa, en evolución diagonal descendente. Por aquí, el bastón viene de perlas.
Muy próximos a conectar con el camino.
Nada me extrañaría que el antiguo sendero hubiera remontado por aquí, conectando con aquellas rampas, a derecha e izquierda, que se adivinan de ataque final a la loma.
Aterrizando sin novedad sobre el terreno seguro del camino.
Reparando y capturando algunos detalles que se observan desde el camino.
La escarpada sierra de Pajares
Promontorios satélites que le surgen por el Sureste (SE) a la sierra de Pajares (515m).
Una vez de regreso al coche, hice un trayecto en el mismo, de camino a las Casas de la Presa del Rey, donde pasadas las ruinas de Torrearenas, lo estaciono a la vera de la acequia homónima. Existen grandes charcos y posibilidad de entrar en un barrizal, amén del ya mencionado profuso carrizal, que obstaculizan el camino. Mejor hacerlo andando, aunque la calorina de pasadas las doce del mediodía ya se deja sentir. 
Los yesares rojizos que ya conocíamos, tomados desde el otro lado del río.
El camino va discurriendo paralelo a la margen derecha del río.
En trazo azul por donde más o menos hice la ascensión según el terreno e instinto me indicaban. En ningún momento me vi inmerso en un paso arriesgado. 
Aunque escorándome más a la derecha, igual hubiera encontrado un cuele más propicio, pero como se suele decir en estos casos, bien está lo que de forma óptima y práctica se consigue.
Cerquita ya de la Presa del Rey, topónimo regio en la orografía nacional, muy socorrido y frecuente.

La casa que hacía un rato, había visto desde lo alto del cerro.
La omnipresente Chamorra.
El rincón es espectacular y lo encontré como a mí me gusta hallar este tipo de enclaves idílicos, completamente solitario.
Hice unas tomas con la cámara de vídeo. 
Calidad máxima disponible, 720p.
Aquí me aconteció una anécdota con sobresalto incluido, aunque analizado el caso a posteriori, no creo que hubiera llegado la cosa a mayores. Resulta que como dos días antes me había salido bien la jugada, esto es, la de remojarme en el otro azud de aguas más abajo a este, pues pensaba que aquí sería lo mismo, sin reparar en el fuerte torrente que fluía por este tramo del río. Ni se me pasó por la cabeza pensar que las aguas pudieran arrastrar mi orondo cuerpo, cual si de una miga de pan o un zoquete de madera se tratara, corriente abajo. Qué sensación de impotencia, agobio y zozobra más grandes. Ahora me hago una ligera idea del calvario y pánico previos que debe experimentar quien se ve arrastrado y perece durante las inundaciones que se producen tras de un fuerte temporal. Que por nadie pase. Creo que anduve intentando aferrarme a cuanta vegetación riparia de la margen derecha se me ponía por delante, mientras iba cobrando progresivamente velocidad, durante al menos treinta metros o más.
La corriente me empujaba hacia la otra orilla mientras yo me agarraba como podía a toda mata que se me ponía al alcance, que al instante se me escapaba, hasta que surgió en mi ayuda una inmensa junquera a la que pude aferrarme con uñas y dientes mientras el ímpetu de la corriente tiraba de mi cuerpo río abajo. Finalmente, a fuerza de brazos, pude lograr ganarle metros a la espigada mata de juncos, y ya sobre ella, escalarla hasta hallarme a salvo y fuera del embravecido río. Parecía indemne aunque con las pulsaciones a mil, y ahora tocaba regresar desnudo y descalzo adonde tenía la mochila, ello a través de una selva inextricable que me infligió numerosos pinchazos; mal menor, dicho sea de paso. Sobre la fotografía inferior, más o menos, por donde me metí y más tarde pude salir. ¡paverme ahogao! También he de decir, que la vegetación de ribera es tan frondosa que no hay por donde meterle mano al río en casi todo su recorrido, al menos, que yo advirtiera. Las medidas ecologistas hacen de este accidente natural algo extremadamente silvestre e indómito, colonizado por la floresta, algo por demás, muy peligroso en caso de fuerte avenida. He leído varios artículos que justifican tales medidas y no hay por donde cogerlos desde un punto de vista lógico. Estas decisiones tendrán consecuencias y no precisamente buenas, al tiempo.
Analizado el lance a posteriori, no creo que mi integridad física se hubiese visto realmente comprometida, habida cuenta el largo tramo de río sin quebradas que tenía por delante, donde las aguas, algo se hubieran remansado al aflojar la fuerza de la corriente, que me posibilitaran ganar la orilla, aunque claro, el susto me lo llevé porque yo eso no lo sabía, pero la sensación inquietante con que me quedo es la velocidad que se adquiere río abajo por el estrechamiento, con la aterradora impresión de pérdida de control del cuerpo. Quedas a merced del torrente igual que un guiñapo. La enseñanza adquirida, porque a base de palos aprende el burro, es que con el río revuelto, lo admiras desde la distancia y le tomas fotos, pero ni mojarse los pies, oye, por si las moscas, porque hay que ver, qué vulnerable e impotente se siente uno arrastrado por la fuerza incontenible de las aguas. ¡Vaya si he aprendido la lección! Aunque al fin y a la postre, insisto, igual no fue la cosa para tanto y lo que me sucedió fue que con ese "sentirme arrastrado" no estaba familiarizado y por eso me acojonó.
Aquí aún me temblaban algo las piernas, la sonrisa es forzada pero como reza uno de mis refranes preferidos y más socorridos: Bien está lo que bien acaba (aunque no empezara muy bien)". Por lo menos, logré el objetivo de bañarme, que en definitiva era de lo que se trataba😂. Al regreso, en las casas de Mobarque, vi a una octogenaria pareja de saludable y extraordinario aspecto, tomar la sombra bajo unos altísimos árboles que hay por allí. Se trataba de Ángel y Teresa, naturales de estos contornos que en la actualidad residen en Benidorm, aunque acuden a su patria chica con frecuencia. Les pregunté si había alguna fuente o lugar cercanos donde poder llenar la cantimplora e hidratarme de camino a casa,  y se mostraron tan afables, cordiales y caritativos conmigo que no solo me obsequiaron con litro y medio de agua recién sacada de la nevera, cantidad suficiente para saciar mi sed en ese instante y el regreso, sino que también estuvimos de amena charla durante un buen rato. Muy buena gente con los que quedé encantado. Fue Teresa quien me dijo que de joven había subido más de una vez al Pajares, que por entonces lucía verdor y masa forestal por los cuatro costados; que lo del incendio había significado una tragedia para la zona cuyo paisaje ya nunca luciría igual que antes, que ni ellos ni yo veríamos su recuperación y antiguo esplendor, si es que ello llegaba a producirse algún día. Como les relaté mi pequeña peripecia tenida con el río, me admonizaron un poco, ya que no había sido el primero que por imprudencia, había perecido en el río. Que cuando viene crecido, resulta muy arriesgado meterse, pudiéndolo evitar, si de bañarse se trata, con las más tranquilas aguas de la acequia. En fin, jornada pletórica e intensa, desde todos los puntos de vista, una vez más, en esta preciosa comarca que de momento, por más que frecuente, parece que nunca me harto de conocerla y disfrutarla.
¡HASTA LA PRÓXIMA!

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