30 diciembre 2022

EN DERREDOR DEL ALMORCHÓN CIEZANO I

Y de la maravilla geológica que representa Bolvonegro nos trasladamos al Barranco de los Lobos, localizado en el paraje de El Cárcabo, en el término municipal de Cieza. Esto decía, al final de una entrada publicada en febrero de este mismo año que ya toca a su fin:

...y aunque despido ya sin más dilación, esta colección de excursiones que han tenido lugar por la pintoresca y sorprendente zona norte ceheginera, el ansia me puede y quiero finalizar con un pequeño avance de las fotografías que compondrán algunas futuras entradas blogueras que he ido cosechando estos pasados días en exploraciones por las inmediaciones del monte Almorchón. 
No creo que dé la cosa para 16 capítulos (jajaja😃, tranquilos) pero vamos a seguir fotografiando al cerro ciezano porque he quedado impactado no solo por su espectacular silueta sino también por un entorno que lo ensalza y embellece todavía más. Resulta que un domingo de principios de febrero del 22, salgo con idea de completar un recorrido de aproximadamente 22 kms que, entre otros puntos, recorre parte de la zona desecada del pantano del Cárcabo, barrancos aledaños a él, pistas tobogánicas que atraviesan vastas extensiones de tierras de secano donde se suceden incipientes sembrados de gramíneas, campos de almendrales y en menor medida, de olivares y hete aquí que descubro un universo nuevo, es decir, unos parajes supremos de belleza desconocida e insólita. Aquel día, cuando vine a darme cuenta, no había ni completado el ecuador de la ruta y se acercaba la hora de comer, que para más inri, tenía invitados en casa, así que, tuve que improvisar, renunciar a completar la ruta y buscar atajos para reducir el tiempo empleado hasta alcanzar el coche. No resultó nada sencillo por cuanto las pistas existentes tenían que salvar también, la sinuosa orografía surcada de barrancos y campos de labor, total, que en resumidas cuentas, pude regresar a casa a las cuatro de la tarde. El broncazo fue de órdago.
Así pues, ha llegado el momento de recordar aquellas excursiones que hice por las inmediaciones del Almorchón, en el mes de febrero, cuando se hallaban los almendros en flor, porque no olvidemos que esta es comarca agrícola de tierras de secano por excelencia, y por tanto, barrancos, bancales de almendros, olivos y sembrados de cereal, se alternan y son el patrón habitual del paisaje que delinea estos áridos contornos.
Para esta excursión, que como siempre, voy a tratar de recordar, ilustrándola con fotografías a norre, utilicé un recorrido por así decir, trailero. No tenía mucho donde escoger de manera que como coincidía con una gran parte del territorio adyacente al cerro que yo pretendía explorar, pues me dije, me viene como anillo al dedo y aunque la tirada es algo más larga de la cuenta, si el tiempo se me echa encima, ya trataré de atajar por donde pueda. Y así lo hice.
Se puede decir que al descubrir la vertiente sur del cerro Almorchón, quedé hipnotizado, embrujado, fascinado por ese grandioso porte dolomítico que muestra. Confieso sentir una atracción especial por esta montaña, cuya silueta, nunca me canso de admirar. Me parece bellísima, tan solitaria, tan desarraigada del resto que la rodea, tan aislada, tan subyugante y a pesar de que no es muy alta (773m), tan descollante y ubicua desde todo el noroeste murciano. Es alma gemela de La Sagra, me despierta idéntico influjo, la misma fuerza de atracción que aquella, o así me lo parece a mí y por eso, cuando al Almorchón tengo delante, no puedo evitar alzar la cámara y una vez lo tengo contenido, atrapado en el punto de mira del visor, clip clip clip y disparo a mansalva.  
No nos vendrá mal tener al alcance mediante enlace, este interesante a la par que instructivo apunte sobre "Lo que esconde el Almorchón".
Los primeros kilómetros del recorrido transitan por una pista nominada en el mapa como Camino de la Fuente de Francia. Muy pronto, nos vamos a tropezar con la efigie meridional del Almorchón, la más espectacular para mí, aunque la norteña no le anda a la zaga en cuanto a belleza se refiere, pero ofrece una fisonomía diferente.

Había estudiado previamente el mapa y observaba que el recorrido penetraba dentro de las márgenes del Embalse del Cárcabo. Deducía que eso solo podía ser factible durante la época seca, en que el pantano luciera raquítico de caudal. Que si los traileros lograron hollar parte del álveo sin hundirse en el cieno, que yo también podría transitarlo sin mayores problemas. Pero había que andar y estar ojo avizor.
La estampa monumental del Almorchón, está fuera de toda duda, me sugiere la joroba de un dinosaurio tomando la siesta.
Me quise inmortalizar teniendo el Almorchón a la espalda
Algunos de los barrancos del Cárcabo
Recordemos que esa formación rocosa en forma de agujas que se observa a la derecha del Almorchón la conocen los lugareños como Torres del Cárcabo; Peñón de Antonio según la cartografía.
Impresionantes las escamas de este descomunal animal dolomítico
Por aquí tenía previsto andar con pies de plomo, por si las moscas, aunque parecía el suelo sólido, muy ajado y reseco, acartonado, como las piezas de un puzzle. No hay más que verlo.
En todo caso, muy curiosas imágenes tomadas desde el lecho mismo del pantano.
Las paredes por esta cara tienen más de cien metros verticales.
El embalse de El Cárcabo, en el término municipal de Cieza, se sitúa en la mitad de la margen derecha del río Segura. El espacio sirve para recoger las lluvias de una cuenca relativamente pequeña pero que puntualmente origina caudales de cierta importancia, por ello su función principal es de protección, prevención de crecidas, más que de almacenamiento de agua. Fueron las catastróficas inundaciones ocurridas en la Región de Murcia durante el mes de octubre de 1973 las que sentaron la primera piedra para la construcción del pantano en una rambla que había sido explotada durante muchos años para la extracción del hierro. De ahí el atípico color ferroso de sus aguas (verde oscuro). Su construcción no estuvo exenta de vicisitudes e importantes demoras debido a la complejidad del terreno y obras de mejora que fueron surgiendo durante la construcción.
La zona es compleja debido a la naturaleza del terreno y cada equis tiempo en que sobreviene un temporal de lluvias torrenciales, hay que proceder a obras de reparación porque los caminos de acceso quedan hechos unos zorros. Sin ir más lejos, se tuvieron que ejecutar con urgencia obras de reparación en varios pasos de caminos ubicados en la cola del embalse, ya que quedaron impracticables con motivo de la gota fría acaecida en la región de Murcia en septiembre de 2019.
Aunque han transcurrido algunos meses desde que hice este recorrido, recuerdo que recibí sensaciones estupendas de todo lo que percibieron mis sentidos. De hecho, retorné por aquí en dos ocasiones más.
No resulta frecuente tener la posibilidad de andar por entre el lecho de un pantano. Se obtiene una impresión curiosa.
Mirando hacia una de las colas del pantano que atraviesa el Camino de la Murta, en el pasado conocido por Camino Viejo de Cagitán.
Para salir del lecho, el recorrido nos introduce por una senda en zona de frondoso pinar. Se nota muy frecuentado por ciclistas mtb. A cada paso veo una instantánea. No lo puedo remediar. Resulta estimulante el gran chance fotográfico que la silueta del Almorchón nos ofrece.
Y las Torres del Cárcabo también hacen su papel.
Helos aquí hermanados en tan bella estampa. No se sabe quien custodia a quien.
El dinosaurio sigue dormitando
El Almorchón, mayestático, imponente, soportando paciente y resignado el desgaste pausado de los siglos.
Nos situamos casi al pie de las torres.
Abandonamos el lecho y nos adentramos por el Barranco de los Lobos. 
El pasaje por este barranco me llena de asombro. Vestigios y detalles geológicos que nos hablan de eras remotas en la historia de la tierra.
Frailes calizos en el Cárcabo
Los pináculos acercados con el zoom
Cabezo del Mesonero
FINAL PRIMERA PARTE