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07 febrero 2017

EL GIGANTE DE LORCA III

Agapito Malasaña, el guardián de la montaña, todavía indemne y lozano antes de sufrir tan fatídico y truculento desenlace.
Que disfrute el pobre su cuota de protagonismo en esta sala que sus minutos de gloria están contados
Tan fatuo, ufano y radiante fantoche se sentía, dominando pinturero las alturas, que no pudo predecir la fuerte ráfaga de viento traidor que le venía, que disparado contra las rocas, en dos trozos lo partía.
Réquiem por Agapito Malasaña, el que fuera guardián de la montaña, ahora extinto, finito, esperando que su cadaver de sulfato de calcio hidratado duerma el sueño de los justos para la eternidad
Macabra, lúgubre, trágica escena. Una pérdida irreparable. La montaña y cuantos tubos de vértices geodésicos, tuvieron la dicha de servir de apoyo a sus botas, elevarán una plegaria a tan inconsolable pérdida. Elegía por Agapito Malasaña, el que fuera protector, guardián de la montaña. 
Suplico una oración por su alma desmochada.
Pero ojo que este monigote aún no ha dicho su última palabra.
Amenaza con resucitar y como el ave fénix, resurgir de su deslustre y ruina gracias al Super Glue-3
Eso el tiempo y destino lo dirá, pero solo un coloso como El Gigante podía acabar con él. 
Que conste en acta.
De momento elevemos un responso por su cuerpo desmembrado y recemos una oración por su alma de escayola, amén.
Pero la vida sigue y con el cadaver todavía yaciente en un bolsillo de la mochila hemos de seguir relatando nuestra ruta
Tristes y abatidos buscamos un collado para atacar el descenso
Antes de abordar la pedrera, echamos unas últimas fotografías al inmenso paisaje que tenemos a nuestro frente
Aspecto de la primera pedrera, pues hemos de atravesar varios de estos tramos pedregosos durante la bajada; simpática, verdad?
Aquí otro canchal, para disfrutarlo a rabiar
Algunos privilegiados saben construirse buenas chozas en bonitos y aislados lugares, destinados para el solaz y descanso
La interminable bajada por intermitentes tramos de pedriza, desemboca en un bosque muy tupido, casi laberíntico que resulta muy entretenido de atravesar, sobre todo si vas guiado por el gps.
Al poco de superar ese bosque denso que antes mencionaba, aterrizamos por fin en la civilización en forma de una ancha y hermosa pista que nos va a conducir sin demora al principio de ruta en el camino que viene de la Parroquia.
De allí arribotas venimos, parece mentira
Sin duda, una ruta que merece la pena y que nos ha sorprendido grátamente. Arriba del todo, soplaba un viento casi huracanado, que se lo digan a Agapito que en paz descanse, que salio literalmente volando, pero bueno, estas cosas ocurren y por ello hemos de asumir los daños colaterales que se puedan producir, en toda aventura que se precie de serlo.
Con la imágen de esta gallarda y valiente trotalindes, que esta sí que sabe sobreponerse a condiciones climatológicas adversas, por hostiles que estas sean, ponemos fin a esta nueva y última entrada de Mi Viky y Yo
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S!


EL GIGANTE DE LORCA II

En la cresta principal soplaba un viento glacial del copón bendito. Y sudando como llegaba, es que no tuve más remedio que hacer un alto en el camino para abrigarme y cubrirme bien el bigote y la cabeza pues de pronto noté que se me congelaban las ideas. Os voy a confesar una cosa, el vendaval es lo que más náusea y tirria me despierta en la montaña. No lo puedo remediar. Si me invitan a una ruta con amenaza de lluvia o nieve, oye, acepto encantado pero un día ventoso, que lo aguante su tía la de Tomelloso, porque yo soporto muy bien el frío, por mucho que haga, y la nieve, la lluvia, el relámpago, el tsunami, el granizo, la subida de la luz, hasta la del gas me la trae al pairo, incluida la gasolina que suba o baje yo siempre echo veinte euros y si no tengo mas remedio, hasta calor si hace falta con su plaga de tábanos incluida, pero ¡ay! la ventisca o el huracán, qué asquito me dan, y si es el tifón, en mi casa me quedo bien a gusto, tocando la gaita o el saxofón, que con el ventarrón me entra el sarampión. (porque rima y eso)
Viky, diciéndose así misma, a ver si salimos a la solana y se nos calienta un poco la persiana. Pues cuando sopla con tanta fuerza, hay que concentrarse en los movimientos, porque se te escapa el abrigo y volando sale aunque persigo, mierda viento incesante que yo maldigo, pero que sin prenda me quedo oh castigo, en fín, que todo lo ligero vuela, de modo que es preciso como digo, controlar bien lo que uno trae consigo, de lo contrario, a pasar frío y estragos varios toca porque ¡menudos cortados tenía a mi izquierda y ganas de quedarme sin prenda, poca...! 
El Cerro de la Cruz, ya por debajo de nosotros
Sin duda estas imágenes no hacen justicia a las magníficas panorámicas que desde la cresta de ataque a la cima, se comenzaban a divisar por doquier
Como diría mi amigo Pedro, el mundo a nuestros pies
Cuando se te ofrecen a la vista estos horizontes cuasi infinitos te sientes grande y diminuto a la vez
Embalse de Puentes
En esta montaña también tienen su hogar una comunidad de buitres leonados
Mi mochila y al fondo el vértice geodésico, ya a tiro de piedra
Desde lo más alto de esta montaña se divisa sin dificultad la irisada estela del mar
Viky, dejándose arrullar por el viento
Sierra de María y Mahimón desde el vértice
FINAL SEGUNDA PARTE