En esta nueva ocasión, la idea que me impulsa es hacer una excursión
motera, cámara en casco, por algunos de los parajes que he estado
recorriendo en las últimas semanas, para comprobar lo que han crecido los
arrozales en estos dos meses transcurridos desde su siembra, y de paso,
tomar algunas fotos con encuadres inéditos así como visitar la urbanización
inconclusa de Las Higuericas, que tuve oportunidad de saber de su existencia
gracias a la lectura de
Las Minas de Hellín. Huellas del pasado en un espacio olvidado,
trabajo de Cristina Tébar de 2014, que me despertó el suficiente interés
como para verificar por mí mismo el aspecto que presenta en la actualidad
ese pueblo fantasma, registrado como
urbanización por la misma cartografía, después de 17 años
transcurridos desde que se interrumpiera su construcción. El boyante negocio del ladrillo colapsó y entraría en barrena, con la
puntilla de la crisis financiera, donde los tejemanejes urbanísticos y la
mala praxis de unos y otros, coadyuvaron a que todo se fuera al traste. Las
viviendas y edificios de todo carácter y condición que quedaron inconclusos,
a lo largo y ancho de toda geografía española, fueron una constante en
aquellos aciagos años de especulación a lo cafre como si no hubiera un
mañana, que algunos presenciamos con verdadero asombro, cuyas secuelas y
ejemplo más paradigmático lo podemos constatar precisamente en Las
Higuericas, a la que llegaremos al final de esta entrada. Entretanto, seguiremos disfrutando de los bonitos paisajes que nos brindan Las Minas y sus alrededores.
Casa Nueva
Antes de darnos un amplio garbeo por la malograda urbanización,
visitaremos en moto algunos de los lugares ya conocidos para comprobar cómo
de crecido se encuentra el arrocico rico con denominación de origen de
Calasparra.
La burrica que me trajo hasta aquí, que como se puede apreciar, combina muy
bien con las tonalidades del entorno.
También nos acercamos al embalse de Camarillas y el Cañón de
Almadenes.
La moratallera y espectacular sierra de Pajares
El volcán y la iglesia de Las Minas
A pie de campo de los inmensos arrozales
Los bloques de pisos que construyó Franco en Las Minas de Hellín en la década de los 50.
El Instituto Nacional de la Vivienda (INV) fue un organismo español creado durante la dictadura franquista el 19 de abril de 1939 y suprimido en 1977 con el objetivo de fomentar la vivienda y asegurar el uso de la misma. Durante su existencia se construyeron miles de viviendas protegidas.
Interesante comarca. Su atractivo paisajístico, entre otros incentivos,
queda al margen de toda duda.
Por el camino de El Maeso, que también me brindó alguna que otra rutilante
captura.
La sierra de Pajares, por este lado de aspecto inexpugnable. Tengo unas ganas locas de hincarle el diente que visto lo visto en wikiloc, no parece muy en el circuito habitual senderista. Habrá que acometerla a la vieja usanza, esto es, a salto de mata, cerro a través y adonde el destino me lleve.
Tengo que hollarla, sí o sí. ¡Imponente!
En el punto que blanquea, redil y noria de Salmerón, que veremos in situ en próximas entradas.
¡Qué bonito es el entorno de Las Minas...!
He dejado para el final a las Higuericas.
Lo que más llamó mi atención después de conocer su existencia fue el
sobresaliente tamaño con que la urbanización aparecía señalizada en el
mapa. Lo primero que pensé fue que al final se había logrado su acabado y
consecución para los compradores y que una comunidad de británicos
jubilados la habitaban en la actualidad, tal y como observo en algunas de las afueras que
se construyeron por las mismas fechas en Calasparra, por las que paso con
alguna frecuencia, estas sí, rematadas, conducidas a buen puerto y hoy en
día asistidas de los servicios municipales como cualquiera otra dentro del pueblo, vg, La Cañada Verde, Coto Riñales, etc.
Pero lo que me encontré fue lo que sospechaba, a tenor de lo leído
de Cristina y otros artículos de Internet. Lo que vemos son las
secuelas, las consecuencias de esa especulación desenfrenada que
inficionó a toda España, saturándola de pisos, chalés, cortijos y
urbanizaciones por doquier que en muchos casos cuando sobrevino la
crisis, las pilló con los calzones bajados y a medio
hacer. Y así se quedaron. Estructuras y obras muy avanzadas de lo
que iban a ser unas espléndidas viviendas para cientos de miles de
personas, tanto nacionales como extranjeros, que de la noche a la
mañana se vieron estafados, sin casa y sin el dinero que habían
adelantado sobre la maqueta o el plano.
La quiebra de las constructoras, promotoras e inmobiliarias tras el
estallido de la "burbuja" fue la principal causa del abandono de
decenas de casas en construcción. Pero también las sentencias
judiciales dictadas a instancias de las denuncias que los
ecologistas interpusieron por los insensatos desastres
medioambientales que se perpetraron en aquella desaforada época en
que los linces ventajistas, "con información privilegiada",
compraban terrenos baldíos a precios de saldo y al poco tiempo se
declaraban urbanizables, mira tú qué causalidad. Claro,
muchas de las denuncias paralizaron obras que ya se encontraban en un proceso de
construcción bastante avanzado y ese intervalo de parón hasta que no
se resolviera el litigio fue letal para muchas de las constructoras que entretanto les llegó el sartenazo definitivo del estallido de la
burbuja inmobiliaria.
El tinglado se gestó en los métodos de financiación de los bancos a través de un sistema que provocó el endeudamiento de la población y de las propias entidades financieras. También en un modelo inmobiliario basado en la vivienda libre y en propiedad en el que la construcción nueva era condición sine qua non para participar en el lucrativo negocio de la recalificación de suelos.
Y entonces la tormenta perfecta se desató en todo su furor, dejando miles de casas a medio hacer por toda la geografía española. Lo de aquel tiempo fue un sindiós que llevaría a la ruina a muchos españoles y nuevos empresarios que creyeron poder hacerse ricos endeudándose primero hasta las trancas sin tener en cuenta los riesgos de la maniobra. Era una ocasión única de inversión para enriquecerse de forma fácil y rápida con solo mostrar audacia y perspicacia en las operaciones y hasta gente sencilla, parejas con sueldos estándar, pero que trabajaban los dos, vieron la oportunidad de su vida en la especulación, comprando hoy un inmueble por un equis para venderlo al poco tiempo por cuatro o cinco millones más. Fulanico así lo había hecho con increíbles ganancias y ellos no se iban a quedar atrás. Y no digo yo que los primeros no aprovecharan la coyuntura y en efecto, dieran el pelotazo, pero los que llegaron después, se comieron toda la bacalá al encontrarse con una vivienda que les había costado catorce que de pronto había bajado a diez, y claro, el presunto tiro de negocio les salió por la culata y muchos aún están pagando los platos rotos de aquella tremenda osadía. Cargarían con el mochuelo y como mal menor, alquilarían la vivienda para hacer frente a los plazos de la hipoteca pero claro, la inversión ya no iba a ser ni tan rentable ni tan rápida. En fin, mi padre que como todos los antiguos, era muy de dichos y sentencias, solía decir que la avaricia rompe el saco.
En muchos casos fueron las propias constructoras encargadas de las
promociones las que abandonaron el lugar y nunca más se supo. El estallido
de la burbuja las dejó en bancarrota como le sucedió a la que operó en
esta urbanización. Mientras los años pasan sin una solución clara a este
desastre ambiental, el turbador panorama deja paisajes desamparados en
pueblos y ciudades. Esqueletos de cemento y casas e instalaciones públicas
desvalijadas sobreviven junto a vallas que delimitan el perímetro y
carteles publicitarios difuminados por el sol, que en sus días de gloria y
halagüeñas promesas, seguro que anunciaron el paraíso terrenal en que se
iba a convertir el lugar.
Por lo que he leído en prensa de cuando acontecieron los hechos, corría
el año 2004, un 24 de noviembre, pronto hará 20 años, cuando en la
sesión plenaria ordinaria y urgente, presidida por el alcalde socialista
de Hellín, don Diego García Caro, se ratificaba un convenio
urbanístico suscrito por la Corporación y la empresa Cleyton Ges S.L.,
para la construcción de 668 viviendas en el paraje " La Herrada de las
Higuericas", situado al sur del término municipal de Hellín, entre las
pedanías de Agramón y Las Minas, con una superficie total de 48
hectáreas y unos potenciales 2.233 habitantes.
El complejo iría acompañado de todo tipo de complementos para sus
usuarios, tales como un hotel, restaurantes, supermercado, instalaciones
enólogas y sanitarias, vigilancia privada, aulas temáticas, salas de
reuniones y conferencias, espacios para la práctica de la equitación y
deportes náuticos sin motor en el cercano embalse de Camarillas.
Unos meses más tarde, el 9 de marzo de 2005, el Pleno municipal
aprobaba inicialmente la modificación del Plan General de Ordenación
Urbana, que daba vía libre al comienzo de la obra, una maniobra con el
objetivo de "saltarse a la torera" la clasificación de este suelo por el
Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) como ''Suelo de Especial
Protección Ecológica y Paisajística además de ZEPA.
Pese a todo, parece ser que la empresa constructora se hace la sueca y
para asegurarse mantener de su lado a los del consistorio y seguir con las obras, no escatima en gastos ni atenciones y así la tesorería del
Ayuntamiento recibe un cheque nominativo por valor de 39.000 euros, aunque según
otras fuentes, fueron 150.000 € los que se ingresaron, aunque solo
quedó reflejada la primera cantidad; de igual manera algunas asociaciones
significadas aceptaron talones de 800 euros, sin olvidar un viaje a
Londres a gastos pagados que disfrutaron algunas personas. Ya digo, según lo que publicaba la prensa local de la época.
Pero no tardaron en complicarse las cosas, porque primero fue la
organización "Ecologistas en Acción", quienes interpusieron en
septiembre de 2007 una demanda en el Juzgado de lo
Contencioso-Administrativo de Albacete, contra la decisión del delegado
provincial de Medio Ambiente, por la que se eximía a la urbanización
"Las Higuericas" del trámite de evaluación del impacto medioambiental.
El Juzgado daba la razón a los ecologistas por lo que la licencia de
construcción quedaba sin efecto y se paralizaban las obras.
Después, ocho meses más tarde, ocho concejales del PP de Hellín,
presentaban otra denuncia en el mismo juzgado que también se fallaba a
favor de la anulación del acuerdo.
La reacción de la empresa ante estas decisiones no se hace esperar y se recurren ante el
Tribunal Superior de Justicia de Castilla-La Mancha, con el fin de anular
estas sentencias, pero tuvieron que esperar 14 meses, exactamente el 4 de
marzo, para que este organismo judicial les concediera la razón.
Como es de suponer, de la acalorada controversia que surgió entre
socialistas y populares por aquel affaire saltaron chispas y por
aquellos días se tiraron los trastos a la cabeza y pusieron unos y otros a
caer de un burro. Vamos, lo habitual entre políticos que aspiran a conservar el escaño unos y a arrebatárselo otros.
Pero claro, lo que no se esperaba el ufano alcalde ni Cleyton Ges, era la fulminante quiebra de Lehman Brothers, la aterradora crisis económica y el reventón de la burbuja inmobiliaria que sobrevendrían después, que arrastrarían a la constructora
Dragados y Construcciones como a tantas otras, a interrumpir sus proyectos y trabajos por falta de
liquidez. Maniobrando a la desesperada, se intentó salvar los muebles, cediendo lo ya construido a la CAM, otra que tal mea, que como bien se sabe, también entraría en barrena, siendo absorbida meses más tarde por el banco
Sabadell.
Luego llegaron las cargas de profundidad o daños colaterales de este
enorme desaguisado que entre unos y otros habían propiciado.
Cleyton Ges fue denunciado por medio centenar de compradores ingleses, en
los juzgados de su país y también de Hellín, consiguiendo al fin y a la
postre y tras mucho batallar que les devolvieran 1,5 millones de euros;
también hubieron demandas de antiguos empleados y pequeños autónomos de
Hellín que se habían quedado sin cobrar, ante los responsables de la empresa,
que habían desaparecido de escena sin domicilio conocido. La estampida ahuecando el ala fue general, incluidos políticos y ecologetas, que como suele ocurrir en estos casos, entre unos y otros la mataron y ella solo se murió, pues en este caso, no otra analogía cabe hacer de una urbanización que se quedó en el esqueleto aún antes de hacerse cuerpo. El lavarse las manos como Poncio Pilatos fue una constante, a mí que me registren, que cada palo aguante su vela, pero lo cierto y verdad es que aquí queda este enorme estropicio producto de la ambición y mezquinas flaquezas del hombre.
Cristina Romera Tébar relataba el affaire en su tesis de esta
manera:
Referido a la urbanización Las Higuericas que se sitúa entre las
pedanías Agramón y Las Minas pertenecientes a Hellín, que apenas se
encuentran separadas por 14 km, si analizamos profundamente su historia
desde el momento de su creación, vemos como el proyecto se inició en el
año 2003 proclamándose desde entonces como uno de los grandes pelotazos
urbanísticos que iba a darse en España. Fue un proyecto iniciado por la
empresa Cleyton GES S.L que constaba desde sus inicios con la
construcción de más de 600 casas adosadas en donde algunas de estas
construcciones también se avalaron por la CAM.
Desde sus comienzos el megacomplejo urbanístico ya contó con un
inconveniente principal que en muchos casos se ha pasado por alto, ya
que el emplazamiento se encuentra en el espacio protegido de las Sierras
y Cañones del Segura y el río Mundo, ocupando un espacio de más de 60
hectáreas, declarado LIC (lugar de interés común) y ZEPA y por lo tanto
perteneciente a la Red Natura 2000. Este simple hecho tendría que haber
representado desde un primer momento una negativa rotunda a la
construcción debido al carácter del paraje, pero la Delegación de Medio
Ambiente de Albacete declaró la no evaluación de impacto ambiental de la
zona por lo que se procedió a la construcción sin más. En este primer
punto de partida es donde cabe cuestionar hasta qué punto la expansión
urbanizadora de las zonas rurales pueden afectar a un territorio, puesto
que la construcción en el referido lugar rompió por completo con la
dinámica natural de la zona y sus alrededores, provocando una gran
pérdida de valor paisajístico de la zona.
Si los comienzos de este proyecto ya contaron con algunas trabas, mucho
peor fue el desarrollo del mismo ya que en la actualidad y tras más de 9
años lo que nos encontramos al pasar por la zona es una gran cantidad de
casas casi sin construir que nos muestran la imagen de un paisaje
totalmente contaminado por “casas esqueleto”.
Los británicos eran el principal grupo atraído por esta nueva
urbanización que se decidió edificar para este sector concreto de
población que hacia el año 2008-2009 comenzó a invertir su dinero para
la compra de sus casas. A partir de este momento fue cuando se
desencadenó todo el pleito referido a este espacio puesto que para ese
año solamente se habían construido 36 de las 671 viviendas que se habían
planificado, sin ni siquiera la célula de habitabilidad. Desde entonces
y tras la decisión por parte de la empresa de abandonar la construcción
por falta de rentabilidad y de beneficios se ha desencadenado una trama
judicial en la que los ecologistas y el grupo de población británica son
los principales denunciantes de la situación.
Si bien es cierto que este plan de urbanización recibió en 2006 uno de
los premios a las cinco mejores promociones inmobiliarias de toda España
y a la mejor de Albacete, pero el próspero futuro del proyecto se vio
truncado desde el momento en que se camufló la ilegalidad del mismo. Al
igual que la constructora recibió un premio por lo brillante de su
trabajo, por otro lado los británicos afectados también deberían haber
recibido otro como ejemplo del colectivo que lucha por sus intereses,
demostrando que una solución justa se puede obtener. Así y tras la
fundación del FINCA PARCS ACTION GROUP que es el nombre bajo el que este
colectivo formó una asociación, se han llevado a cabo numerosas
protestas y denuncias para conseguir que este delito no quedara impune.
Un gran ejemplo de ello es el boicot contra la presencia de España en la
feria inmobiliaria que se realizó en Reino Unido y que este grupo
denunció poniendo su caso como ejemplo a los fraudes que se estaban
perpetrando.
En la actualidad y tras varios juicios realizados la sentencia ha sido
clara, ya que tanto la empresa como la entidad financiera tendrán que
pagar en total 1,5 millones de euros de indemnización a los 55
británicos que invirtieron dinero en estas casas que jamás les han sido
entregadas. Esta sentencia dictada por el juzgado de Primera instancia
de Hellín también le ha imputado a la CAM “mala praxis bancaria” ya que
la entidad financiera tendría que haber destinado el dinero ingresado
por los británicos (15292€ cada británico) a recursos para las
construcciones que sin embargo jamás se dieron.
Tal ha sido la ilegalidad en esta urbanización que incluso la empresa
Cleyton GES y la CAM se encuentran en disparidad de opiniones y en
graves conflictos puesto que después de que en esta zona se saqueara
todo el material de construcción, la CAM se ha otorgado la custodia de
los bienes de la zona para evitar los expolios, impidiendo además el
paso a estas instalaciones a trabajadores de la empresa, ya que en
numerosas ocasiones se ha querido volver a relanzar el proyecto sin
ningún éxito.
Tanto ecologistas como el colectivo británico en su incesante lucha,
han logrado por un lado parar la construcción de la urbanización y por
el otro obtener una sentencia legal acorde con las pérdidas que han
sufrido por invertir en la zona. Ahora bien, a pesar de ello el daño que
se ha hecho en este emplazamiento es irreversible puesto que se han
destruido cerca de 60 hectáreas de un espacio protegido de gran valor
paisajístico y todo ello por los intereses de obtener beneficios
económicos a costa del más débil: el mundo rural.
A toro pasado y después de transcurridos 20 años resulta muy fácil
hacer juicios de valor al respecto del desastre medioambiental y paisajístico acontecido aquí, como en tantos otros lugares de España, porque
lo primero que uno se plantea es, si ya que andaba el proyecto de
construcción de la urbanización en fase tan avanzada, por qué no se
llegó a la conclusión por parte de ecologistas y políticos de la
oposición de que sus acciones podían provocar que fuera peor el remedio
que la enfermedad, porque el resultado final a la vista queda, que no
fue satisfactorio para nadie. El éxito de
las construcciones de aquel tiempo dependió de que se llevaran a cabo y
concluyeran antes del estallido de la burbuja inmobiliaria. Todas las
que por azar, cumplieron esos tiempos, independientemente de que se provocaran
impactos medioambientales, que en unos casos fueron denunciados y en otros
no, se llevaron a buen término y están hoy funcionando a pleno rendimiento y con entera normalidad y por lo menos no se ve afectado de forma tan traumática el
paisaje y en muchos casos, lo que antes era un estéril secarral, hoy se ha logrado fructificar y hermosear gracias a las actividades humanas. No entro en si supuso un daño para estas o
aquellas especies animales porque esta intrusión, colisión o invasión del hombre
respecto al hábitat animal se produce desde el principio de los tiempos.
Había que estar del lado pragmático y esos dos años de parón esperando a
una justicia siempre lentísima y por tanto de más que previsible dilación, fue letal porque
entretanto dio tiempo a que sobreviniera la crisis y con ella el
pinchazo de la burbuja inmobiliaria. Ahora resulta, a pesar del fallo
judicial a favor de los permisos para su construcción, y tras años de
continuado expolio de todo lo que fuera aprovechable por parte de los
cacos, que de momento no resulta rentable el reemprender la urbanización dado que las
circunstancias socio económicas ya no son ni serán las mismas que se dieron por aquel tiempo. ¿Llegado a este punto, qué hacer entonces?
Por otra parte, algunas decisiones judiciales decretaron el derrumbe de
lo construido, pero a ver qué consistorio está dispuesto y dispone del
presupuesto necesario para acarrear con los cuantiosos gastos que ello
conlleva. Ninguno, porque la mayoría de municipios, por los anteriores
excesos, asistencia a la inmigración masiva que estamos padeciendo en
estos últimos años en toda España, y por tanto, imparable aumento de la deuda, se encuentra en un estado de quiebra técnica permanente. Así las cosas,
las Higuericas
de España me temo que continuarán en su actual estado de pueblos fantasma
por mucho tiempo más.
Y a continuación, las imágenes capturadas durante algunos de mis
recorridos por entre los parajes de Las Minas y sus alrededores y por
descontado, el garbeo que me di por la urbanización de la Herrada de las
Higuericas, con cierta intranquilidad he de decir, no fuera que me
salieran al paso unos okupas, con no muy buenas intenciones para conmigo, precisamente. Menos mal que los vestigios de aquel vasto ladrillazo que presenciaban mis ojos, parecían limpios de todo indicio que fuera humano, que ya bastante había con el infame sello y podredumbre inmoral que habían dejado aquí.
¡HASTA LA PRÓXIMA!
No hay comentarios:
Publicar un comentario