29 octubre 2013

NUEVO INTENTO DE COMPLETAR FALCOTRAIL 2013 DE UNA TACADA...¡PRUEBA SUPERADA! FINAL

Bajar el As de Copas no es fácil. En algunos tramos, es un descenso muy vertical que machaca las rodillas. Supongo que la capacidad de bajar más o menos rápido es directamente proporcional al peso del individuo. Cuanto menos peso, menos sufren las articulaciones  y por tanto, con mejor potencial y confortabilidad se pueden utilizar y exprimir. Yo me las tengo que cuidar, porque los cartílagos andan ya muy estropeados, y los excesos de hoy, los tengo siempre que pagar mañana. Amén de que me gasto peso trofeo de jabalí.
Juan bajaba con técnica depurada y con la agilidad de un felino. Se nota que lleva a sus espaldas muchas carreras y que se desenvuelve en el monte como arrui entre riscos.

Daba gusto verlo zigzaguear como al esquiador por la ladera nevada.  
En todo caso, bajamos los tres a buen ritmo y en poco más de 21 minutos, habíamos llegado al camino. Hasta ese momento había hecho una temperatura ideal, maravillosa, muy diferente de la que había padecido yo, una semana antes, pero comenzaba a sentir bochorno y la necesidad imperiosa de refrescarme la cara y las piernas en el río, soñaba con ello, no en vano, eran pasadas las tres de la tarde. Pero cuando llegamos al sitio, nuestro gozo en un pozo, y nunca mejor dicho, porque el lecho estaba seco, y la poca agua que existía, estancada y negruzca, con aspecto muy poco saludable, así que, cuando ya comenzábamos a resignarnos a nuestra suerte, exclamó Juan...

Más adelante, corre siempre agua por la acequia, vamos a ver si allí nos podemos remojar.

Nuestro amigo estaba en lo cierto.
Yo creo que se trata de un ramal de la acequia de la Pollera, porque en efecto, por este bendito canal, corría el líquido elemento, que permitió que nuestro sufrido y machacado esqueleto, se refrescara en él. Fue un bonito momento que disfrutamos al máximo porque aquel "chapuzón" fué muy tonificante.
En la imágen de abajo, Josepaco, espatarrado sobre el mencionado canal mientras Juan observa atentamente sus evoluciones, y en la otra...el menda lerenda.
Después de la acequia, viene un tramo de terreno, que llamaremos Loma de la Morena, que a más de un@, con las fuerzas muy justas, se le puede indigestar porque cuenta con tres o cuatro repechos, la mar de ingratos y fastidiosos. A esas alturas de carrera, lo que uno ya quiere es cruzar la meta e inflarse de estrellas y arroz del Cuqui, y cada tachuela y dificultad gratuita con que te encuentras, te hace pensar que el organizador es un tocapelotas de tomo y lomo. Menos mal que es un trecho que no llegará a los 500 metros. Y cuando coronamos, toca pegarse el alpargatazo hasta meta. En este tramo, sí que hay algunas variaciones con respecto al del año pasado.
Pero veámoslo antes de describirlo, en una imágen aérea:
Al llegar a la carretera del paraíso, el año pasado tuvimos que andar hasta donde indico con una chincheta. Este año, salvo que cambie de parecer, me dijo el conde que pretendía echar la carrera por un atajo que existe antes de llegar a ese punto, y que conecta, como se puede ver en la imágen, con la senda definitiva que nos conducirá a meta.
Por eso, nada más salir a la carretera, estuve atento a mi izquierda para echar por el surco formado por el paso de ciclistas del que él me había hablado, y que localicé sin dificultad.
Luego también me di cuenta, que antes de cruzar el puente sobre la autovía, previo a la entrada al pueblo, ha añadido unos tramos que tampoco se recorrieron el año pasado. Al final, la llegada al albergue se me hizo interminable.
Supongo que a mis compañeros de travesía, también.

En resumen, el recorrido de la FALCOTRAIL 2013 se las trae.
Creo que empleamos mucho tiempo. ¡Casi once horas!
¡Una barbaridad!
¿Realmente somos tan lentos como el caballo del malo o es que el recorrido requiere emplear ese tiempo e incluso algo más...? 
A priori, cualquiera puede pensar que hicimos el recorrido tocándonos los güevos en las cuestas arriba, y tocando el arpa en las cuestas abajo, pero lo frustrante es que no fué así.
Humilde y honestamente me pregunto, ¿cuanto tiempo podría yo restarle a las once horas menos diez minutos?
Me temo que muy poco o más bien nada, sopena de perecer en el intento. Al menos, andando, como la hicimos nosotros, y realizando todas las subidas a un excelente ritmo, creo que se le puede restar bien poquito. Me encantaría saber cuanto tiempo tarda en hacerla un primer espada. De esos que la hacen corriendo y utilizan las subidas para descansar. Está claro que esa gente juega en otra liga; están a años luz de nuestra condición física, por ende, nuestra filosofía deportiva, en otra dimensión por así decir. Eso lo entiendo. Pero conociendo el recorrido, ¿Será alguien capaz de hacerla en menos de cinco horas...? ¿Que soy un ingenuo? Probablemente.
Pero, ¡como me gustaría verlo...! Si asi fuera, creo que colgaría los hábitos, el bastón, la mochila, y me dedicaría a la cría del cangrejo peludo en el arroyo Burete. No lo diré muy fuerte, por si acaso, que esa gente, más que correr por el monte, parece que vuela. Son un espectáculo. A nosotros nos queda el honor de haber sido los primeros en hacer todo el recorrido de un solo tirón. 
No está mal.  
Podemos decir que hemos desafiado al recorrido y lo hemos vencido. Algo baladí para algunos, pero a nosotros de vez en cuando nos gusta marcarnos metas, imponernos retos, más que nada por salir del aturdimiento en el que mente y cuerpo tienden a caer. Porque cada cual tiene su pasión, que le muerde en el fondo del corazón, como a cada fruta su gusano.  
A unos les da por la pesca y a otros por patear el monte con la fresca. Así tiene que ser. Como decía el fragmento de un escrito muy antiguo, de esos que, como el padre nuestro, nunca se olvidan y que en mis tiempos de adolescente me aprendí de memoria: "...evita a las personas ruidosas y agresivas, sin vejaciones en el espíritu. Si te comparas con otros puedes volverte vanidoso y amargo, porque siempre habrá personas más grandes y más pequeñas que tú. Disfruta de tus logros así como de tus planes. Mantén el interés en tu propia carrera, aunque sea humilde, es una verdadera posesión en las cambiantes fortunas del tiempo..."  
La Falcotrail de este año, con terminarla ya tiene mérito.
Independientemente del tiempo que se emplee en ello.
Los corredores y participantes con afán competidor tratarán de ir sustrayendo tiempo nada más salir hasta que comience lo más empinado de la ascensión a la Peña Rubia. Una vez en las antenas, tendrán muchos kilómetros por delante para no dejar de correr, hasta justo al pie del As de Copas, cuya subida aprovecharán para descansar jajaja, (me río por no llorar). Volverán a trotar por el pedregal hasta los poyos y la morra que subirán y bajarán unas veces corriendo y otras andando. El terreno no permite más.
Cuando vuelvan a la pista, tendrán otra vez algunos kilómetros por delante hasta cruzar la carretera y llegar a lo más empinado de las rampas de Burete que echarán a andar para descansar. Una vez arriba, otra vez a correr hasta llegar a la rampa del barranco del Canalón, que subirán andando unos metros hasta llegar a la pista del camino del reventón que les permitirá seguir corriendo aunque a un ritmo más lento puesto que todo es subida hasta llegar al avituallamiento principal más surtido de todos, sito en el pico del Águila, techo de la prueba. Estos tendrán un cartel imaginario parpadeando en rojo en su cabeza que les indicará: prohibido ni siquiera probar las migas de los Andapijo. Comerán algo de fruta, y cogerán otras piezas y barritas que echarán en su morral, y desde aquí hasta la Hoya de D. Gil que se las pelan, donde tienen muchos kilómetros para adelantar. 
En el campanario más de un@ picará billete. Sobre todo aquellos que no anden prevenidos de la dureza global de la prueba.
Y si no, los dejará lo suficientemente macerados para que Collado Alto los remate. Cuando lleguen de nuevo a la pista de la Umbría que es todo cuesta abajo...pretenderán echar de nuevo a correr, pero las piernas...¡ah, demonios, madre mía!, les dirán ¡que corra tu tía! 
Pero el que pueda seguirá corriendo hasta un nuevo avituallamiento en los merenderos de la Hoyaleja que muchos pasarán de largo pues creen que para lo que queda, ya me aguanto.
Aún queda subir de nuevo el As de Copas y luego bajarlo, entonces sí, volando y bueno, más que escribiendo, de imaginarlo, parece que estoy sudando...ufff, en fin, esto se está haciendo ya, demasiado largo, así que, agradezco desde aquí a mis amigos Josepaco y Juan, el día tan bonito que en su compañía me brindaron.
Este tostón que en cómodos plazos he estado largando, está pensado para mis amigos senderistas, mil excusas les pido, si acaban bostezando.
Cehegín, la hermosura se hizo pueblo...


HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS

27 octubre 2013

NUEVO INTENTO DE COMPLETAR FALCOTRAIL 2013 DE UNA TACADA...¡PRUEBA SUPERADA! 2ª Parte


El otro día, por asuntos de mi curro, le estaba yo echando unas fotos a un jabalí despanzurrao sobre la carretera y en el rostro estupefacto del animal, me vi yo mismo reflejado, cuando subiendo Collado Alto, el aliento del tío del mazo noté cerca de mí.

¡Míralo!,  me dije, tiene la misma cara que debía tener yo el otro día subiendo el dichoso collado.
Cuando terminé la sesión de fotos, marqué las coordenadas de mi amigo Jose Paco.
No tuve que rogarle mucho...pues el tío es mu echao palante.
¡Venga, no se hable más...el viernes nos llamamos para acordar la hora de salida!, me dice.
Nada más colgar, me invadió esa sensación del ¡ya no hay vuelta atrás!, y al mismo tiempo, cierto acojonamiento pues si solo quedas contigo mismo, en cualquier momento puedes recular, pero si comprometes a alguien para hacer algo, y luego te rajas, la cosa cambia, porque corres el riesgo de ser considerado un malqueda.

El viernes nos volvimos a llamar para quedar en el albergue a la hora de costumbre, es decir, a las cinco y media de la mañana.

Para esta ocasión, dejaría a la Viky en casa, pues con sus efluvios florales de "estar en celo", corríamos el riesgo de que, a poco que nos diéramos cuenta, lleváramos detrás olisqueando, a todos los machos cuadrúpedos de Burete, Quipar y El Campanario.

No podía volver a fallar. Tenía que arrancarme la espina, de modo que, en ese convencimiento, comencé a dar los primeros pasos, plenamente consciente del desafío que teníamos por delante.

Me encanta andar de madrugada, alumbrado por la luz del frontal, mientras el crujir de las zapatillas sobre los guijarros, resuena monótono e incesante.
Me inducen a sentir eso intangible que llaman, armonía del espíritu.

Corría una brisilla deliciosa, que hacía que el cortavientos que ambos usábamos, fuera muy oportuno, sobre todo en las alturas, donde el viento, aunque no sea frío, puede helarte el sudor.

 Peña Rubia la subimos a buen paso, sintiendo en mi caso la alegría contenida, de llevar "buenas piernas".
¡Qué diferente sensación a la experimentada, una semana antes!

Al pie del As de copas, pedí a JosePaco que me desenfundara el bastón. Comenzaba a despuntar el día.
Pasicos cortos, sintiendo a cada paso, esta vez sí, la agradable tensión de los gemelos, los cuadriceps; la espalda ligeramente arqueada...mientras el rechinar de los bastones, alteraba la quietud de un inminente amanecer.
Coronamos, enfilando por la pedregosa pista hacia Los Poyos y La Morra. Hermosos y marmóreos mojones nos escoltan e indican el camino correcto a seguir.
 De vez en cuando, volvemos la cabeza para admirar la belleza del entorno, la majestuosidad de un As de Copas que de momento, ya es historia.
Atravesamos las casas de la Hoyaleja, en dirección a la pista de Burete, que es mejor tomarse con calma, porque si te descuidas, te la mete. Es una subida necia, que no parece tener fin.
Te crees que la subes silbando, y sin darte cuenta, las fuerzas te va mermando.

Cuando llegamos al pico del Águila, le propuse a Jose Paco comernos el bocadillo. 
Y así lo hicimos. 
Por el camino del reventón, que mejor refacción, que zamparse un bocata, de mortadela y salchichón.
 Decía el otro día, que muy poquito antes de abordar el camino hacia la Hoya de Don Gil, había que sortear una rampa de un par de metros, que bien podía hacerse al estilo arrui, esto es, describiendo una parábola en triple salto mortal carpado con doble tirabuzón, o bien, apoyar el trasero en la rampa, y utilizarla como un tobogán.
Pues no, existe una tercera modalidad, de lo más natural, que me enseñó mi amigo, que consiste en sentirse seguro de la adherencia de tus zapatillas y del apoyo que te presta el bastón, para bajar tranquilamente y sin más historias, como por las escaleras del templo maldito, bajó Indiana Jon.
Después de bajar la rampa, aterrizando en el camino del Bancal de la Sierra, se cruza este para volver a introducirte por un nuevo tramo de senda hasta desembocar de nuevo en la pista. En la imagen de abajo, está indicado con una flecha.
 Ese kilómetro escaso, que existe hasta cruzar la carretera, lo hicimos trotando para desentumecer los músculos. A todo esto, acababan de dar las once, empleando hasta el momento, un tiempo bastante razonable, sin apenas paradas, salvo para aliviar la vejiga y poco más.  
Y encarando la parte final de la pista, vemos a lo lejos y junto a la carretera, a cuatro personas y la familiar silueta de Ramón, que meneando el rabo y como un rayo, viene directo hacia mí. Se pone loco de contento y nada más abordarme parece que lamenta, la ausencia de Viky. 
Como habrán adivinado ustedes, nos habíamos topado con una fracción del comando Falco. Eran Lajosa, el conde, su hermano Antonio y un eventual invitado de honor que no era otro que nuestro amigo Juan. 
A partir de aquí, se produciría un punto de inflexión en nuestra particular aventura, porque después de las debidas salutaciones, los FALCO tomaron directos hacia Collado Alto, eludiendo el inminente Campanario, y Juan se vino con nosotros.
Yo hacía de guía, porque ninguno de mis dos compañeros de fatigas, la subida al Campanario conocía. 
Así que, ora vistazo al track del gepese, ora fijarse en las señales, ora recordar lo que ya mis pies, de pasados sufrimientos distinguían llegamos a la cresta, cuando aún no era mediodía.

El Campanario engaña. Desde el camino ofrece la imágen de una montañita amigable, accesible, asequible, cercana, poco más que una loma. Pero hemos de recordar que a esas alturas de carrera, antes de abordarlo, llevaremos 26 km en las piernas. 

Hay que subirlo con inteligencia, porque luego hay que bajarlo y es muy técnico. Tener un percance, en este accidentado terreno, me parece a mí que es relativamente probable. Por tanto, mejor perder aquí unos minutos, asegurando bien en donde se ponen los pies y las manos, que ya tendremos tiempo de sobra, para recuperarlos.  

Una vez en la pista, camino de Collado Alto, no íba mal, solo miraba hacia adelante y ni rastro del tío del mazo advertía sobre el horizonte. Pero no podía evitar andar con la mosca detrás de la oreja. Subía con prudencia, sin alardes, sin fiarme, ayudándome en lo posible del bastón que me estaba prestando una ayuda impagable durante toda la travesía. Ignoro como irían de fuerzas mis compañeros, a los que escuchaba tan solo a unos metros tras de mí, hablar sobre su experiencia en marcas de zapatillas de trekking, pero antes de llegar al murallón de roca, inicio de la travesía por la cresta, noté un leve desfallecimiento, ¡ahhhhh!, exclamé para mis adentros...¡la sombra del tío del mazo siempre es alargada...!
Me acojoné porque aún quedaba un mundo, tal vez de tinieblas, para llegar al final del camino, y si me entraba un patatús, a ver como me las apañaba...
¿lo sabes tú?

Pero en momentos así, es mejor ahuyentar los pensamientos negativos, y comer y beber. La mente juega un papel esencial, y se convierte en el músculo que para bien o para mal, coge las riendas y asume la función principal.
No hay dolor; la puta ampolla en mi planta del pie derecho que me está triturando la moral, me cago en su puta madre, y en la del mazo, que como se me acerque, con la punta del bastón, la ensarto sin piedad. 
Fueron solo diez minuticos en los que me costaba seguir el track. 
Pero hay que guardar la calma y esperar que pase el temporal.
¿Qué tendrá Collado Alto, que de todas las subidas, parece que es siempre, la que peor me va...? 

Me recuperé como por ensalmo. 
Todos los deportistas sabemos, que estos altibajos se dan.
En una de las bonitas y evocadoras atalayas del collado, paramos unos minutos para descansar.
Para entonces, ya me sentía completamente recuperado y de fuerzas hecho un animal.
A todo esto, hay que decir, que en el recorrido, ya se nota la mano y el ímprobo trabajo del conde, colocando aquí y allí mojones, para que la gente durante los entrenamientos, obtenga la confirmación de que va por el camino correcto y no se pierda. No obstante, el día de la prueba, habrá que poner especial atención sobre este particular, no sea que algun@ acabe en la sierra de las Cabras o todavía peor, en la del Gavilán.

Cuando llegas al punto más elevado del collado, hay que hacer un suave viraje a la derecha y en descenso, para ir de nuevo buscando la pista de la umbría del Campanario,
Los que conocen la zona, comprobarán que aterrizamos justo sobre una arqueta con tapa de alcantarilla, que siempre vemos con alegría, porque significa que hemos llegado al punto más alto de la pista. Una vez aquí, iniciaremos vertiginoso descenso por la umbría hacia los merenderos de la Hoyaleja, donde nos espera, un nuevo avituallamiento que habrá de servirnos para recuperar fuerzas, al objeto de atacar la bonita subida por un As de Copas que nos parecerá original e inédito.
Esta vía, que sospecho se hará popular en poco tiempo, pues entiendo que representa una alternativa, visualmente más atractiva a la de siempre, fué abierta por Amancio, Antonio y el que suscribe, hace ya algún tiempo. Forma parte de un recorrido circular a través de un valle precioso y me atrevo a decir que, casi desconocido, cuyo paso despierta constantes reminiscencias romanas y de otros antepasados que moraron por aquí.


Pero aún no hemos llegado, porque el conde, que es un lince, casi un arrui de la especie bípeda, astuto y perspicaz, sabía que tenía que existir un paso accesible entre los merenderos de la Hoyaleja y el principio del As de Copas por la solana.
Y lo encontró, o por mejor decir, se lo inventó.
Ves al conde con una azada, y ríete tú de las obras del AVE en Granada. Porque Angel, Juan y yo íbamos con él cuando embastó este tramo del recorrido, pero como es tan retorcido, aún todavía más lo ha endurecido.
 El conde, cuando pone un mojón, no pone una mierda de mojón. Sus mojones se ven a distancia, fácilmente reconocibles, inclusive por los satélites americanos. Primero están los mojones del conde y luego, todos los demás...son un espectáculo. ¡Como para perderse...!
 Preciosidad de mojón, recórcholis...todo un monumento. Si parece un tótem...
Subiremos por aquí, en la divisoria que forman el monte y los bancales de almendros
 Los mojones del conde son tan enormes que son capaces de proyectar hasta sombra...
 Después de irte confiando cuesta abajo, por una bonita y divertida rambla que fué limpiando con los amigos de la asociación BETANIA, aprovecha la línea divisoria que existe entre monte y tierras de labor para ponerte mojones en bancales de almendros en rápida ascensión, que iremos superando hasta que, ¡oh, aleluya!, echando el hígado y con la lengua fuera, llegaremos a un último e inexpugnable bancal que ya por terreno llano, nos conduce al principio de la subida del As de Copas...y así, maduricos, cocinados al baño maría después de 33 kilómetros en las piernas, miramos hacia arriba y...

¿Hay que subir al depósito?
Me pregunta en apenas un hilo de voz mi amigo JosePaco.
Sí, le contesto yo en apenas un suspiro.  

Llevamos un rato callados, concentrados, guardando fuerzas porque sabemos lo que nos espera.
Estos tres mosqueteros de la serranía, son veteranos de guerra y saben cuando hay que guardar silencio.

Comenzamos a atacar la subida sin vacilar.
El conde ha señalizado y mojoneado muy bien el recorrido.
Es increíble, estoy a punto de echar a correr de puro gozo, pero siento ramalazos, torbellinos, chispazos de vigor, de fuerza, de empuje y por el repiquetear de bastones de mis compañeros, se que ellos me pisan los talones. 
Es la última "gran subida" y siento que nuestra particular hazaña la tenemos al alcance de nuestros piés. Ahora sí, la victoria es nuestra. Salvo hecatombe o desfallecimiento repentino y fulminante, síncope, que no se puede descartar, la FALCOTRAIL 2013 parece que bien podemos decir, que la tenemos metida en el bolsillo.
Pero es preciso contenerse, guardar la calma y ahora que las fuerzas, parece que nos acompañan, disfrutar la subida, sin alardes, con cabeza, que todavía queda bajar y atravesar la Loma de la Morena y luego patear esa senda por detrás del cementerio que se hace más larga que un día sin pan.
Hemos coronado y jubilosos decidimos tomar un tentempié.  
Señales de fatiga y también de satisfacción denotan nuestros rostros, porque los tres sabemos que lo peor ya ha pasado.
Sin embargo, aún no podemos cantar victoria porque hasta el rabo todo es toro, y todavía nos queda por recorrer un espacio de terreno ingrato, rompepiernas que con las fuerzas justas, se puede convertir en un tormento infinito.
 
Llegados a este punto, hemos de comentar, que durante los entrenamientos, merece la pena detenerse unos minutos en el collado chico del As de Copas, para embelesarse con las despejadas vistas que sin duda nos ofrece el paisaje en dirección norte. Luego tendremos una breve transición para abordar por un terreno bastante quebrado, la atacada final a la cima, que con fuerzas, se puede hacer muy estimulante.

FIN 2ª PARTE