Durante la caminata vi a unos cuantos ciclistas. Algunos deben residir en la cercana Agramón o Hellín.
Curiosas formaciones rocosas producto de la erosión.
Los tubos pétreos del monumental "órgano" del Pajares.
Impresionante farallón rocoso colmado de incisivos dientes.
Según me decía con cierto pesar, una buena mujer de las casas de Mobarque, cuando fue mozuela, subió alguna que otra vez a la cima, en plan excursión con sus compañeros de escuela y el maestro que hacía de guía, utilizando para ello un empinado sendero de herradura que evolucionaba entre centenarios pinos. Comprendo su tristeza. Es como si un mal día se prendiera fuego la sierra de Burete. Es humilde, pero es mi sierra por donde hago la mayoría de mis recorridos anti colesterol durante todo el año. Le terminas cogiendo cariño por las sensaciones vividas y los recuerdos que te trae. De hecho, son las andanzas que más me evocan a mi Viky, la criatura infatigable, noble y leal compañera de aventuras con la que hasta el final de mis días y más allá mantendré un vínculo eterno.
Y por lo que me indicó, la senda de subida debió existir más o menos a la altura que se insinúa en las siguientes imágenes.
Debió tratarse de un sendero trazado en zig zag, para atemperar la ascensión, que al alcanzar un estratégico pasillo, atacaba el tramo final a la altiplanicie y de ahí al vértice geodésico. Según me dijo, toda la sierra estaba poblada de denso pinar, con árboles de recio porte. La sierra de por entonces, no reflejaba ni la sombra de la aridez y desolación que hoy en día exhibe. Los incendios representan una verdadera tragedia medioambiental que no cesa. Llegado el verano, en un lugar u otro, el monte se quema o le prenden fuego, porque muchos de ellos se originan de forma intencionada.
Yo ascendí a la cumbre, a los dos días de esta excursión, por el lugar que ya he dejado más o menos vislumbrado en algunas de las fotografías que hemos visto en el anterior episodio. Y después de recorrer toda la altiplanicie, comprobando los estragos del incendio y los vertiginosos cortados que se presentan hacia la umbría, aparecí por el lado izquierdo de esta imagen de abajo. Me había estudiado las fotografías y sabía que la bajada era mejor hacerla por este flanco, ya que prefería no tener que destrepar por el canal que había utilizado para alcanzar la cima. Lo hice en el modo instintivo, con mucho cuidado, porque la perpendicularidad de esta vertiente también es notable, pero muy alejada de la inviabilidad, sin equipo ni hechuras de escalador que presenta la otra vertiente. Sin duda, que debe existir un itinerario de subida a la cumbre por este flanco, que resulte más lógico y cómodo pero claro, hay que conocerlo o en varias incursiones, identificarlo.
Los estragos que por estas latitudes causó el incendio de 2012 fueron terribles, con consecuencias nefastas para el equilibrio medioambiental de la zona. Después del incendio, las escorrentías y los daños que al año siguiente causaron las fuertes lluvias en la umbría, resultaron catastróficos, sobre todo para algunas infraestructuras del río (azud y presas) y por ello, los expertos en la materia tuvieron que poner cartas en el asunto para evitar males mayores. Con todas esas operaciones que describe el artículo de más abajo, se tuvo que difuminar cualquier otra hechura de una configuración anterior a la del siniestro, incluidos los caminos hacia la cima que hubieren.
La umbría del Cerro Pajares es una pequeña ladera que se vio afectada en 2012 por un incendio forestal con origen en Hellín (Albacete). La extrema vulnerabilidad del suelo tras el incendio junto con la aparición de fuertes fenómenos torrenciales en 2013 iniciaron una dinámica erosiva de gran importancia, viéndose afectadas diversas infraestructuras como la rotura de un azud sobre el río Segura y la colmatación del canal de riego de la comunidad de regantes de la zona. El aumento de la capacidad de erosión de las cárcavas existentes y la formación de nuevas cárcavas hacía prever que estos problemas se repitieran en el futuro.
La solución propuesta integra varias actuaciones, entre las que destaca un trabajo directo para frenar la dinámica erosiva de profundización del lecho de los cauces temporales de agua. Propusimos trabajar sobre la geometría de las cárcavas buscando que, una vez realizados los trabajos, la forma de los cauces se asemejara lo máximo posible a la forma natural de los torrentes de montaña: es decir, con una secuencia longitudinal del tipo “salto-poza”. Estas secuencias que se producen de manera natural en los cauces de montaña suponen un sistema flexible, muy optimizado para la disipación de energía, lo que posibilitaría que se rompiera la dinámica erosiva actual.
Los trabajos en las cárcavas se completaron con el diseño de empalizadas para las estabilización de las laderas a partir de los fustes de madera quemada que quedaron en el monte, albarradas de mampostería para el cierre de las cárcavas de mayor poder erosivo y tratamientos sobre el terreno para mejora de la infiltración consistentes en un subsolado con acaballonado en las proximidades del canal de riego.
Para el dimensionamiento de estas soluciones se dispuso de un modelo digital del terreno realizado con UAV de ala fija con un paso de malla de 1 metro y una imagen aérea ortorrectificada, que permitieron un estudio sumamente detallado de la zona. FUENTE
Toda esta zona debió arder como una tea y convertirse en un verdadero infierno. Ahora bien parece evocar la estampa de un paisaje lunar.
Enfocando a la abrupta sierra de Cubillas, 609 metros.
Intimidantes cuchillares.
Aspecto de todo el flanco de SO a NO del Cerro de Pajares, cuyo cilindro del vértice geodésico se halla a 657 metros de altitud y el pico más alto, en el extremo más al NO del cerro, situado a los 662 metros sobre el nivel del mar. El cerro desde luego, dado su aspecto inexpugnable merece tratamiento de usía.
El Hondón, por donde discurre el río Segura.
Sierra Seca, ¡vaya, tiene el nombre y los hechos!
Los Arrayanes y el Cortijo de la Cañada.
El pico más alto del cerro Pajares.
Bajando por una pista hormigonada mientras nos acercamos al curso del río Segura. Me parecía que caminaba a través de un mirador permanente. El enclave se me antojó espectacular, ideal y perfecto para la práctica ciclista BTT y GRAVEL.
Una lástima el aspecto de aridez y desolación que reflejan estas escarpadas montañas, aún así, en mi opinión, de inusitada belleza.
Aquí no llegó el fuego abrasador que todo lo aniquila. Debieron escaparse por los pelos.
Bonitas imágenes caminando en paralelo al cauce del río se suceden. Este tramo, como todo el precedente, es para disfrutarlo a rabiar.
Ahora habremos de cruzar aquel puente con piso de láminas de chapa para pasar a la izquierda orográfica del río por un paraje que se denomina La Hoya. La frondosa vegetación riparia, apenas nos permite disponer de zonas despejadas para el encuadre del cauce, lo que contrasta con la gran aridez de su entorno más inmediato.
Así que aprovechamos el paso del puente. El río baja con un caudal y fuerza de la corriente bastante notables, que por inexperiencia y algo de imprudencia también, no supe evaluar en su justa medida. Ya relataré la anécdota acontecida, con final feliz, que solo se quedaría en un susto, en próximos capítulos. Aprendí muy bien la lección.
Precioso tramo de nuestro recorrido de hoy, con la existencia de un mirador con vistas hacia los descollantes cerros de La Chamorra y el exuberante follaje de ribera del río Segura. Composición preciosa que disfruté durante largo tiempo porque el cuadro me resultaba en verdad embriagador.
Con Jose, ciclista de Agramón, estuve hablando un buen rato. Pronto hicimos buenas migas. Me confirmó que hacía unos años había subido al Pajares por el punto que yo mismo había barajado como posibilidad, que a los dos días de este encuentro, yo mismo intenté y consumé. Pilotaba bicicleta eléctrica y se estaba preparando el camino de Santiago francés que va a realizar en próximas fechas. Desde aquí le envío mi más afectuoso saludo. Me pareció muy buena gente, de esa clase de personas que te cae bien, que a los cinco minutos de charla recibes la sensación que conoces de toda la vida. Cuando ya se marchaba, apenas reaccioné a tiempo para capturar las siguientes instantáneas que tengo pensado enviarle.
La cabeza y frontal de La Chamorra me evocan, salvando las notables diferencias entre uno y otro, la silueta que tengo en mente del pico Banderillas, la cota más alta de la sierra de Segura. Creo que le da un aire...
Capturando la Hoz del río Segura que ya hemos dejado atrás y aproximándonos al cruce de caminos, en las inmediaciones de la rambla del Prado Piñero, que siguió Anibal con vistas a su particular contienda contra los romanos, pasando por este territorio en dirección a la cercana sierra de Los Donceles.
Estuve atento para registrar a Jose en su evolución por el camino hacia El Maeso. Al poco lo vería regresar acompañado de otro ciclista. Debió cambiar de planes sobre la marcha, algo que yo hago con frecuencia según me dictan las sensaciones.
Bonita composición tornasolada. La jornada senderista de hoy me estaba deparando lienzos inopinados y de lo más bellos. Estaba superando todas mis expectativas y con creces. Yo creo que es la presencia del agua lo que me alegra el alma y prodiga verlo todo como ensalzado, con otros ojos. Ser de secano es lo que tiene, aunque, ¡menudos secarrales se crían también por aquí...!
Bonito meandro que describe en este punto de su curso el Segura.
¡Oh, qué lienzo más bonito, no me canso de capturarlo en sus diferentes matices, detalles y reflejos...!
FINAL DEL SEGUNDO CAPÍTULO
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