18 febrero 2024

POR LA CUERDA DEL CAMPANARIO-COLLADO ALTO-MORRA CENÓN

Mi amigo Juan me dice que si es posible, le gustaría recorrer toda la cuerda del Campanario, y me pregunta si la conozco, si la he franqueado en alguna ocasión. Le contesto que sí, y que además, tengo guardado en una carpeta del ordenador, un track que tracé yo mismo, hace ahora casi seis años. Pero que desde entonces, no he vuelto a andarla, aunque sí algunos tramos de la Falcotrail que discurren por ella. Que podemos intentarlo, y en función de lo que se presente en el camino, decidir si rematamos, modificamos o renunciamos al propósito de atravesar todo el penacho del Campanario. En fin, le sigo diciendo que en todo caso, será una actividad interesante, cuyo recorrido y paisajes, no nos van a defraudar. Ahora bien, le advierto de que hay que acudir a la cita, bien desayunados porque los apenas ocho kilómetros de que consta el recorrido, resultan arduos y un pelín exigentes.

Se vendrá también Antonio, el que nos acompañó a La Sagra, así que, la experiencia se presenta excitante, yo diría que hasta desafiante, sobre todo, porque recuerdo que había que afrontar el paso complicado de una tajadura, que trocea en dos la cuerda, con un cortado a la derecha de las inmediaciones del vértice, de varios metros de desplome, por el que hay que destrepar. Ya veremos si los vetustos montañeros que forman esta triada, serán capaces de salir airosos de semejante trance. En todo caso, la experiencia del senderista veterano tiene demostrado, que se han de asumir riesgos, los justos y necesarios, con actitudes prudentes, adoptando decisiones encaminadas siempre hacia la integridad física y conservación de la especie.

Le echo un vistazo a la entrada de blog de por aquellos entonces, en que recuerdo, andaba enfrascado en lecturas sobre dinosaurios. Al margen de las surrealistas licencias que se permite en ocasiones el autor de este blog, la crónica que entonces hice de la Cuerda del Campanario, sigue siendo válida para la peripecia de hoy.

También repaso una corta entrada (comparada con las de ahora), que publiqué durante las primeras andanzas de mí mismo y de este blog, allá por 2011, evolucionando por la cresta, acompañado de varios amigos. ¡Qué bonitos tiempos aquellos, cuando Viky y yo iniciábamos nuestros primeros pasos por el saludable y apasionante mundo del senderismo...!

Así pues, llegamos a los merenderos de la Hoyaleja, donde suele instalarse uno de los avituallamientos estrella de la Falcotrail. El recorrido se aconseja hacerlo según el sentido de las manecillas horarias, porque resultan más vistosos los paisajes ofrecidos hacia el frente (suroeste), tanto a un flanco como el otro de la cuerda. En las imágenes inferiores, se representa el trazo del itinerario seguido; track con algunas modificaciones respecto del anterior, que por ello ha sido actualizado en Wikiloc. 
Si bien en el anterior track, se regresaba por la pista de la umbría del Campanario, en el presente, lo hacemos un poco más exigente, esto es, volviendo por el sendero de la Falco que atraviesa Collado Alto. 
Día ideal para la práctica del senderismo. La Morra, Los Poyos y el As de Copas, tomados desde el Collado de los Marianos. Desde el minuto uno, una vez iniciada la marcha, la cosa se pone cuesta arriba. Mejor ir calentando los motores Perkins de tres cilindros con turbo ya algo gripado, de forma progresiva, hasta que los engranajes locomotores adquieran la temperatura adecuada.
Iniciando nuestro transitar a través del extremo noreste de la cuerda, con vistas despejadas hacia ambos lados de la misma.
Asomando la alargada silueta de Burete, por la derecha de la imagen.
Oteando el horizonte hacia el norte.
Llanos de Caravaca y Sierras del Gavilán, del Buitre, Peñarrubia, Nevazo, etc.
Próximos al vértice geodésico
Al fondo, sierra de las Cabras, y en lontananza, Mojantes.
Asomando por la izquierda del risco, la Hoya de Don Gil y Cerro de la Atalaya. También, Morras de Castellanos, Mayar Alto y la Alberquilla, etc.
Antonio, alcanzando el orondo vértice del Campanario, sito a 1081 metros de altitud.
Con mis compañeros de aventura en la cúspide del Campanario.
Tras el postureo de rigor, que casi siempre suscita la conquista del vértice geodésico, reanudamos nuestra evolución por la cuerda, tratando de superar una tajadura que aparenta partirla en dos. No se puede seguir porque existe al frente, un desplome de cuatro o cinco metros. En 2018, superé el escollo, realizando destrepe por una canaladura que le surge al asiento del vértice por su derecha. Arrojé el bastón al fondo del precipicio y con cuidado, de espaldas al vacío, fui apoyando pies y manos en los resaltes rocosos del pequeño cortado. Ahora sin embargo, no lo veía, no lo veíamos tan claro. Pero la solución como alternativa era bien fácil. Retrocederíamos unos metros, porque el sendero de la Falco en distancia de Ultra y Maratón, se halla a escasos metros del vértice. Bajamos por donde se observa en las fotos, para eludir la tajadura por la ladera (umbría), hasta alcanzar de nuevo, treinta o cuarenta metros más adelante la cuerda. Así pues, la solución al obstáculo indicado, la encuentro más segura de este modo, si bien, existe la otra posibilidad para los más ágiles, jóvenes y arrojados.
De nuevo en la cresta.
Juan y al fondo, dejado atrás, el monumental vértice del Campanario. Descollando como siempre y por estas latitudes, el ubicuo Almorchón ciezano.  
Espectacular balcón mirador con vistas hacia la Sierra de las Cabras.
Como hoy tuvimos la suerte de que apenas sobrevolaron los cielos, esos pájaros metálicos que vierten sus boñigas químicas en la bóveda celeste, las nubes lucían normales, las de toda la vida de dios.
Nuestro amigo Antonio, indicándonos siluetas de orografías caravaqueñas que él conoce tan bien.
Juan y Antonio, posando sobre uno de los incontables miradores naturales que se ofrecen por la cresta del Campanario.
Por aquí también el menda lerenda.
Y en esta, haciendo el ciruelo.
Reanudando la marcha
Otro de los lances de esta accidentada y abrupta orografía.
Observando estas fotografías, es preciso apuntar, que hallándose el terreno tan seco y ajado, ni te podías fiar de la solidez de las rocas donde apoyarte y mucho menos de los troncos fosilizados de estos cadáveres vegetales, que se convertían en polvo y descompuesto negro serrín, con solo rozarte en ellos o tocarlos. Asegurar siempre el asidero era una postura más que recomendable.
La Hoya de Don Gil, donde nace el Arroyo de Burete.
Este simpático montañero de Pinilla nunca pierde la sonrisa. Su natural bonhomía, salta a la vista, así se ponga el terreno más áspero y hostil que el de la cuerda del Campanario. 
Bueno, el diletante cronista también hace lo que puede, al menos, de cara a la galería.
Sierra de las Cabras, donde una vez se perdió la Viky, que en la gloria se halle.
El espectacular y abrupto relieve que vamos dejando a nuestra espalda.
Por aquí me coloqué en la 3ª edición (2013) de la Falco, tomando fotos a muchos de los andarines y corredores que pasaron a mi altura. He aquí enlace de aquel inolvidable certamen trailerosenderista.
Por fin, tenemos ya a tiro de piedra, el otro extremo de la cuerda; nos acercamos a su conclusión, salvando los últimos obstáculos antes de aterrizar en una zona boscosa previa a conectar con el camino del Estrecho de la Encarnación, encrucijada de pueblos y culturas ancestrales que otrora, pasaban por aquí, camino de las tierras del norte y sur, también del levante de la península ibérica. 
Cenajo del Estrecho de la Encarnación
Bajo las paredes de Collado Alto, metros antes de desviarnos a nuestra derecha por el sendero de la Falcotrail, que en la prueba se hace en descenso.
Una vez superado el empinado sendero, teniendo que trepar unos metros hasta alcanzar la cuerda de Collado Alto. Aquí la organización de la Falco, suele colocar una cuerda para facilitar el destrepe.
Una vez alcanzada la cuerda cimera de Collado Alto, solo resta disfrutar de las vistas hacia el suroeste y poniente. Un cincelado sendero nos pone a los pies de la Morra Cenón, la que supondrá nuestra última tachuela de afanoso esfuerzo en nuestra aventura de hoy.
Breve filmación de uno más de los coquetos rincones que hoy hemos pateado.
Observando enfrente la cuerda del Campanario y su tupida umbría.
Ahora toca vertiginoso descenso en dirección hacia la Morra Cenón
Cuya cima ya es objetivo conseguido
Al frente, Collado Alto y más al fondo, sierra de Las Cabras. Mojantes asoma por su derecha.
A punto de cerrar el círculo, sorprendo a un cazador equipado con arma láser, aguardando en el puesto, presto al disparo hacia algún incauto senderista.
Y colorín colorado...ha sido esta una ruta un tanto exigente pero muy disfrutona. Se requiere de un senderista polivalente que no le haga ascos a las fáciles trepadas y más que frecuentes destrepadas. Imprescindible calzones largos y alpargates con buen agarre. El bastón también viene muy bien. No fiarse nunca de la consistencia del terreno ni tampoco de los troncos secos y huecos, que nos puedan salir al paso, pues es muy posible que al apoyarnos, se tronchen. Cuidado también con las raíces traicioneras que nos pueden provocar más de un tropezón. No la encuentro peligrosa si se mantiene un mínimo de prudencia y cuidado adonde uno se sujeta y pisa. Atención a los días de calor, pues no me parece excursión recomendable para la temporada de estío. El agua por estos agostados andurriales brilla por su ausencia, así que, la que cada cual lleve consigo. El track es forzosamente orientativo, ya que algunos tramos, se podrán superar tanto por la solana como por la umbría, ahora bien, en mi caso, tras ir sopesando utilizar un flanco u otro, con mayor frecuencia encontraba mejor progreso por la umbría. Si te tropiezas con un paso complicado, eso es que te has equivocado al elegir el punto de ataque. Vuelve atrás o hacia un lado y busca una mejor pisada hacia un avance seguro. Modestia aparte, creo que seguir mi track al dedillo será tu mejor lazarill😃. Y otra cosa. A partir del mojón, es monte de titularidad privada. Cuanto menos algarabía se origine, mejor que mejor porque me consta que el dueño del coto suele tener malas pulgas y nada me extrañaría que te estuviera esperando en el camino para reprocharte que le espantas la caza, si antes hubiera advertido tu presencia, evolucionando por la cresta. Sobre todo si tu visita coincide en fin de semana o fiestas de guardar. Así pues, andar por aquí con la debida discreción, sin generar bullicio, resulta más que aconsejable.

E insisto, una vez en el vértice geodésico, donde existe una tajadura que nos impide la progresión, se recuerda que se puede eludir fácilmente por la umbría, con las alternativas ya apuntadas. Y superada la cuerda y dependiendo las fuerzas que nos queden, podemos iniciar el regreso y cierre del círculo, bien por la pista de la umbría del Campanario o bien por el trazado que nosotros seguimos y queda registrado en nuestro track. Y aún existe otra alternativa, atravesando el Estrecho de la Encarnación y cogiendo el sendero en dirección a la cantera y el Embudo de los Hiscos (que podemos pasar de largo), también conocido como "La Pedrera", una demoledora rampa (un pasito pa'delante y dos o tres pa'trás), que seguro los traileros de la Ultra y Maratón Falquianas, tienen apuntada en rojo, en sus anotaciones de escollos duros de pelar durante la prueba. Dicho esto e incorporando a continuación el perfil del recorrido, nos despedimos...
¡HASTA LA PRÓXIMA!