30 mayo 2024

POR EL BARRANCO DEL INFIERNO Y LA RAMBLA DE LIBRILLA V y FINAL

El track veo que se desplaza en descenso, hacia otros puntos de observación, alejados unos cientos de metros del mirador, discurriendo por la base del Castellar y en dirección a la presa. Lo sigo para cambiar yo también de enfoque, y obtener así un excelente campo visual hacia La Muela y Sierra Espuña, con los barrancos de Gebas presidiendo todo el conjunto.
Me hago unos autorretratos con el utensilio que, si no se me olvida, casi siempre llevo en la mochila para tal menester y salgo echando chispas del magnífico entorno del Mirador del Infierno, con intención de llegar a casa para la hora de comer, aunque me cuesta abandonar el lugar pues me magnetiza como un imán.
Hay que desandar lo andado algo menos de un kilómetro y enganchamos el Camino del Castellar, que durante un tramo, va faldeando Lo Ramón. La pista se encuentra acotada medio kilómetro antes de llegar al Mirador del Infierno, supongo que para evitar la saturación de vehículos. En el punto donde se encuentra la valla, existe un anchurón que permite el estacionamiento de varios coches. Por ello, hay que hacer un tramo caminando, algo que no afecta a los vehículos de dos ruedas que pueden colarse por el hueco disponible. 
El camino de regreso o de cierre de círculo, aún nos reserva alguna que otra imagen interesante que echarnos a la pupila, por ejemplo, este viejo puente sobre el cauce de la Rambla de Librilla o del Río Orón.
Un tramo del camino del Castellar, discurre paralelo a la carretera RM-C2, aunque a una cota inferior de esta, pegado a la rambla.
Y hemos llegado al final de este torrente de imágenes que durante sendas caminatas, hemos ido vendimiando por entre los barrancos de Gebas y alrededores. Quiero pensar que habrá quedado una idea más o menos aproximada del insólito paisaje que impera por este territorio. Conste, que el primer sorprendido he sido yo pues no esperaba encontrarme tanta belleza y espectacularidad concentrada en una bien delimitada región de Murcia. Ya he dejado de manifiesto en repetidas ocasiones, que como dice el sabio, la belleza siempre depende de los ojos que la miran y que tal vez con la edad, pierden agudeza algunos sentidos pero la ganan otros, de tal suerte que reparas en detalles que antes te pasaban desapercibidos. Por tanto, no faltarán pupilas que solo vean en esta cadena ininterrumpida de cejos y barrancos, un inmenso e inhóspito erial, sin el más mínimo atractivo ni interés y más feo que un frigorífico por detrás. Por el contrario, el que suscribe piensa que es un lugar mágico, asombroso, de obligada visita para todo senderista curioso que es capaz de disfrutar con todo aquello que le ofrece la madre naturaleza durante sus caminatas. Y como diría aquel, la tierra siempre nos susurra una música, que solo resulta audible para aquellos que abren sus sentidos y escuchan...
Ni qué decir tiene, que a la hora de programar una excursión por estos lares, hemos de tener en cuenta que en los días previos, no haya llovido, porque el barrizal que se puede formar por estos contornos, puede ser de aúpa y desde luego, prever la climatología con suficiente antelación para que durante la ruta, no nos veamos sorprendidos por una fuerte tormenta, ya que si te pilla una lluvia torrencial, encajonado entre uno de estos barrancos, puedes acabar occiso, desembocando lo que quede de tu descuajaringado esqueleto, en el embalse de Algeciras. Mejor dejarlo para una jornada de tiempo más propicio. Y tampoco me parecería razonable que se eligiera uno de esos días de intenso calor y sol de justicia para hacer una ruta de más de 15 kilómetros por estos pagos, pues la experiencia se podría tornar infernal. El problema no sería tanto el calor, que también, sino la sensación de asfixia, de falta de aire. El verano por tanto, no parece la mejor época para excursionar estos áridos parajes, por tiempo más luengo de lo aconsejable.

Por otro lado, los apuntes incorporados a esta crónica sobre la orogenia de este lugar, creo que son pertinentes, por cuanto nos informan de cómo y por qué se forjaron estas abruptas morfologías terrestres con origen en antiquísimas eras geológicas.

Quien ama a su patria, como decía el bueno de Unamuno...ha tragado el polvo de la patria, se ha dejado los pies en el santo suelo de la patria, lleva agujetas de la patria y seguramente también estiércol, mugre y arañazos de la patria. Todo él está cubierto de patria. La patria y el senderista son una misma cosa, inseparable e indistinguible: "Para conocer una patria, un pueblo, no basta con conocer su alma, lo que dicen y hacen sus hombres; es menester también conocer su cuerpo, su suelo, su tierra.

Pocos países habrá en Europa en que se pueda gozar de una mayor variedad de paisajes como en España. Costas llanas y mansas y costas bravas de rocosos acantilados, vegas y llanuras, páramos desiertos, montañas verdes y sierras bravas…, de todo, en fin.
¡Ay el día en que España esté a la altura de su paisaje...!

En efecto, qué razón tenía y aún preserva nuestro insigne Miguel de Unamuno, porque del casi páramo de los Barrancos de Gebas, nos trasladamos, sin salir de nuestra provincia, al bello litoral cartagenero. ¡Cuánta variedad de paisajes atesora también nuestra Murcia! He aquí un anticipo de la que será nuestra próxima excursión, relatada en imágenes en Mi Viky y Yo.
¡HASTA LA PRÓXIMA!

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