28 mayo 2024

POR EL BARRANCO DEL INFIERNO Y LA RAMBLA DE LIBRILLA II

Seguimos discurriendo por los entresijos de "El Órgano".
Hace unos 25 millones de años, la tectónica se reactiva, la orogenia alpina comienza a deformar las formaciones rocosas que limitan el Mediterráneo. Los más de tres mil metros de rocas, que hasta este momento se habían formado en nuestro acelerado viaje a través del tiempo, se pliegan, se fracturan, se desplazan unas sobre otras y comienzan un lento peregrinar hacia la península Ibérica, acompañadas de otras muchas formaciones rocosas. Un viaje de centenares de kilómetros que duró cerca de una decena de millones de años y que concluyó con el choque entre las formaciones rocosas existentes en el sureste español y las emigrantes del Mediterráneo central, entre las que se encontraban las rocas que originan nuestra sierra.
Estos acontecimientos tectónicos condujeron a la formación de un estrecho marino (el Estrecho Norbético), que permitía el paso de aguas atlánticas hacia el Mediterráneo, que sometido a la dinámica atmosférica de un clima cálido, era deficitario en agua. Este estrecho se extendía desde la actual depresión del Guadalquivir, pasando por Granada, hasta desembocar en el Mediterráneo a la altura de Murcia y el sur de Alicante. Nuestra sierra (Espuña) pasó a estar, en gran parte, emergida y sometida a fuertes procesos erosivos que generaron diversos depósitos de conglomerados y arenas en sus faldas, depósitos que aún se conservan en las inmediaciones del Berro, entre otros.
Accionamos nuevamente los resortes de la máquina y nos situamos hace unos 10 millones de años, nuevamente, en las inmediaciones del Berro. Desde aquí, vemos que el centro y sureste de Murcia es un archipiélago de islas, del que Sierra Espuña forma parte y en el lugar que nos encontramos, se desarrollan numerosos arrecifes de coral, que actualmente podemos observar desde la intersección de la carretera del Berro con la de Pliego-Alhama, en dirección a esta última población.
Desde aquí, caminando sobre el fondo marino hacia el este, llegamos a lo que hoy conocemos como Gebas y que en nuestro viaje es una profunda zona marina donde precipitan fangos margosos.

Posteriormente, el Estrecho Norbético se cierra, hace unos 6 millones de años, y cesa la llegada de agua al Mediterráneo y éste se seca. Sierra Espuña, lentamente, deja ser una isla y desde ella vemos que Murcia es una gran salina, donde al evaporarse sus aguas precipitan grandes cantidades de yeso y sal. Actualmente, la sal rara vez aparece en superficie, pero su existencia ha sido constatada por numerosos sondeos y de ella se han beneficiado diversas explotaciones como las del Guadalentín, Molina de Segura o Fortuna. Los yesos se pueden observar por todo el centro de la región y cerca de Sierra Espuña, en la carretera del trasvase a su paso por el trayecto del norte de Alhama de Murcia. En Gebas, al este, en el cerro del Castellar o en el barranco del Infierno, que desagua en la rambla de Librilla, donde las aguas de escorrentía disuelven la sal para posteriormente volver a precipitarla en los charcos.
Llegando ya, casi al final de nuestro viaje, hace unos 5 millones de años, las aguas atlánticas consiguen abrirse paso hacia el Mediterráneo, es el nacimiento del Estrecho de Gibraltar. El Mediterráneo se llena de agua, pero Sierra Espuña y su periferia no volverán a ser colonizadas por el mar. Los agentes atmosféricos atacan sus rocas y al pie de sus relieves comienzan a sedimentar gravas, arenas y arcillas, más o menos rojizas, recordando sus orígenes hace 260 millones de años. Estos nuevos sedimentos que marcan el comienzo del Cuaternario, dan lugar a diversos depósitos que en forma de abanico parten de la sierra, especialmente en sus extremos norte y sur. Estos abanicos son posteriormente erosionados, dando lugar a lo que los geólogos llaman glacis, zonas relativamente planas y casi horizontales que parten de las zonas bajas de los relieves montañosos. Por sus niveles más porosos circula bajo la superficie, aguas ricas en carbonatos, procedentes de la disolución de los relieves calizos que se carstifican, carbonatos que precipitan formando caliches o costras, sobre los que miles de años después caminaran los seres humanos.
Como cierre de nuestro viaje, nos desplazamos, hace unos 7.000 años, al noreste de Sierra Espuña, al futuro paraje de Gebas, cuyos sedimentos margosos, ya “vimos” como, se depositaron bajo el mar, hace entre 10 y 6 millones de años, a finales de la Era Terciaria. Y que a principios del Cuaternario, en el Pleistoceno, hace 1,6 millones de años, estas rocas fueron cubiertas por depósitos de color rojo, a veces encostrados, que correspondían a las partes distales de los glacis y abanicos aluviales de Sierra Espuña. En esta época, el microclima es relativamente seco aquí y la vegetación está formada principalmente por quenopodiáceas y elementos arbóreos como el pino, el acebuche y la encina. Pero la región montañosa del Alto Guadalentín es algo más húmeda, lo que junto con la actividad de deforestación llevada a cabo por las comunidades de agricultores y pastores de la época, propicia la llegada de sedimentos finos procedentes del propio Río Guadalentín, que desemboca en una depresión semiendorreica (palustre), limitada aguas abajo por un alto en Librilla.
Saltamos hasta hace unos 4.000-3.000 años, el clima se vuelve más árido, los episodios torrenciales se acentúan, la cuenca del Guadalentín se hunde a favor de las grandes fracturas que la limitan, incrementando el desnivel con las cuencas hidrográficas de Librilla y Algeciras, la actividad antrópica se extiende por la zona y todo ello genera en Gebas los primeros procesos erosivos de gran intensidad.

Si prosiguiéramos nuestro viaje, podríamos ver como Gebas continua erosionándose por la confluencia de estos mismos factores a lo largo de varios miles de años. Factores que se resumen en: una fuerte presión antrópica de tipo agrícola y ganadera que provoca su deforestación, el clima con episodios de lluvias torrenciales que genera fuertes erosiones hídricas y quizás el más decisivo; la existencia de una fitología margosa afectada por diversos eventos tectónicos, que a su vez generaron diversos cambios topográficos.

Apuntes extraídos de la estupenda obra: Descubrir Sierra Espuña.
Muy próximos a llegar a la bifurcación que forman el Barranco del Infierno con la Rambla de Librilla.  
Nos desviamos hacia nuestra derecha, siguiendo el cauce de la Rambla de Librilla. Lo que esta nos brinda no es menos espectacular, como ya vamos viendo.
Por la rambla, como enseguida queda de manifiesto por la espesura, sí corre el agua. Iremos cruzando a un lado y otro del cauce, según la orografía demande.
Aquí, hemos de cruzar por el tronco.
¡Que me aspen si este paisaje no es acojonante...!
FINAL SEGUNDA PARTE

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