Transcurridos unos días de mi vivificante correría por los hermosos parajes
de Aýna, retorné a ellos, en esa nueva ocasión, acompañado de la parienta y
con propósitos algo más turistas y relajados. Por razones obvias, como guía
de excursión, me pude lucir a pajera, aunque aproveché la ocasión para
hacerle una primera incursión a la zona de Royo Odrea y El Cárcabo, que tal
como intuía, se merece una excursión ex profeso. Pero por muy de recreo que
fuéramos, tampoco era cuestión de dormirse demasiado en los laureles, ya que
tenía intención al regreso, de hacerle una rápida visita a Liétor. Esta casa
cueva se halla justo enfrente de la escalera de acceso al Mirador del
Diablo, sito en el Estrecho del Gargantón. Entremedias se halla la carretera
de Las Peñas.
Después de las fotos de rigor en el Mirador del Sidecar, nos dirigimos
directamente al entorno de Royo Odrea y la presa de los Cárcabos. Me pareció
un lugar interesante que precisa de una visita más pormenorizada. Lo dejo
como tarea pendiente. En la imagen inferior, el Cortijo de los Cárcabos y
una prominencia que le sale algunos metros por debajo a la Peña de la
Albarda(1254 m.), que desde esta captura, queda oculta.
En este recóndito y coqueto rincón, ideal para perderse, se alternan
refugios particulares con algunas casas rurales. Y también los dispositivos
o mecanismos propios de la presa. El sonido del agua (acequias) discurriendo
por doquier produce cierta distensión de vejiga. Vamos, que te entran ganas
de mear.
Nos encantó el lugar.
Versión de un atrapasueños que hay por aquí. Yo puse, "muncha
salud".
Y alguna que otra choza (particular) muy apañada, idílica yo diría, que hay
por aquí.
Dirigiendo el objetivo de la cámara hacia Royo Odrea y Peñas del Prado y
del Pico.
Nos dimos un breve paseo por la aldea pero viendo los cuestarrones que se
presentan entre calles, y el intenso calor que ya se dejaba sentir hacia las
once y pico de la mañana, decidimos dejarlo para una ulterior ocasión en que
retorne yo por estos barrios.
A la peña del Pico que ya hemos fotografiado hasta la saciedad, le surge
una pequeña meseta inclinada (pradera) por su flanco sudoeste. A mí esta
prominencia vista desde aquí me parece de una belleza singular. Si
uno observa el mapa, advierte que este escondido territorio de las
postrimerías de la sierra de Segura, se encuentra surcado de ramblas y
arroyuelos de aguas permanentes que las tributan al río Mundo. Se escucha el
fluir del agua por doquier, la vegetación es abundante y los desniveles son
bruscos y profundos. Por otra parte, he leído en alguna que otra crónica
senderista de hace unos años, que en las Hoyas de Arriba, existía un bar,
regentado por un tal Basilio, que se había hecho muy popular entre los
andarines de estos primorosos parajes. Al parecer, también era conocido por
la bien elaborada artesanía del esparto que confeccionaba, exhibía y ponía a
la venta en su bar. Aunque no lo puedo aseverar, sospecho que la taberna
lleva clausurada desde hace algunos años.
No creo que sea muy complicado encaramarse a esta insólita encimera oblicua
que presenta la peña por este lado. Habrá que investigar si volvemos por
aquí.
La Peña del Prado que desde este ángulo, ofrece su más corriente y anodina
versión, al contrario que la del Pico, que se embellece y ensalza.
Ahora ya sí, la Peña de la Albarda a nuestra merced visual.
Enfrente y a nuestra derecha, Los Luisos, 955 metros.
Desde esta instantánea se aprecia mejor el posible y más lógico acceso
a la pradera de la peña.
La Fuensanta, Las Aliagas y valle del Pontarrón. Al balcón, punto de
observación que por designios de marketing turístico, ahora se le denomina
De los Infiernos, antes se le conocía por el Mirador del Pontarrón.
¡Elemental querido Watson!
Desde este lado, la Peña del Prao presenta una postal muy diferente
a la ofrecida desde El Cárcabo.
Y tras las fotos de rigor desde el Mirador del Pontarrón (De los Infiernos)
volvemos a la villa de Aýna, que callejeando por entre sus empinados y
estrechos callejones, nos evoca su ancestral origen árabe. El calor aprieta
y apenas nos tropezamos con visitantes o lugareños. Somos los únicos
insensatos y por tanto, la arriscada población se nos brinda casi
desierta.
Después de tomarnos unas fotos en los lugares más emblemáticos y populares
de Aýna, visitamos la Parroquia Santa María de lo Alto que también se nos
ofrece en exclusiva.
Aquí hace fresquito, y por ello el templo representa para nosotros un
respiro, un verdadero alivio y refugio respecto del fuego abrasador que
impera fuera. Nos tomamos la visita parsimoniosos, con la debida gravedad y
respeto. No obstante, realizo un amplio registro de su arquitectura
interior, así como de las imágenes y enseres que la componen y adornan. Nos
pareció una iglesia muy coqueta, y sobre todo, moderna y funcional.
La Iglesia Santa María de lo Alto es en la actualidad, la iglesia principal
del pueblo, construida sobre una antigua Ermita de la Virgen de la Raja de
principios del siglo XV, de la cual sólo se conserva la torre.
La iglesia, cuyas obras de construcción estuvieron paralizadas durante más
de cuatro cientos años, fue inaugurada en 1953, y es la morada de la
patrona, Santa María de lo Alto. Destacan sus pinturas del altar, realizadas
por el pintor madrileño Cruz José Calderón en 1963, utilizando a personas
del pueblo como arquetipos para las caras de todos los personajes del mural,
entre otras curiosidades.
En cuanto a imágenes, además de la patrona, destaca El Niño a la Pata Coja,
siendo Aýna uno de los pocos pueblos de España donde la resurrección de
Cristo, en Semana Santa, se representa con un niño pequeño.
A la entrada de la iglesia, junto al portón a su derecha, existe una placa
donde se hallan impresos estos versos que fueron compuestos en 1981 por
Josico, sacerdote que lo era entonces del templo, que dicen reproducía la
misa por los altavoces de la iglesia para que la oyese todo quisque,
quisieran o no.
Aquí en esta parroquia se guarda su réplica principal, ya que la original,
como en tantos otros lugares, fue quemada durante la Guerra Civil.
Antes conocida como Virgen de la Raja, el epíteto se trocó en más discreto
con el tiempo, más refinado por así decir, para evitar los inevitables
chascarrillos del doble sentido del apelativo. Porque el nombre actual, se
aleja bastante de la leyenda asociada a su aparición entre grutas, pero se
decidió cambiarle el nombre para evitar tener que rajar o despeñar a
cualquier lechuguino con ínfulas de impío, que osara ridiculizar a la
protectora local. Para hacer befa de la religión de los que no comen jamón,
se muestran menos insolentes y osados.
Y como una parroquia parece huérfana y desangelada sin sus feligreses, he
aquí una muestra de la vida y devoción que bulle bajo su techo en épocas de
ferviente conmemoración religiosa:
Y en
PARROQUIA SANTA MARÍA DE LO ALTO, AYNA, enlace de Facebook, muchas más fotografías de los ayniegos, durante la
celebración de sus eventos religiosos donde la parroquia y por ende su
patrona, se erigen en máximos protagonistas de la villa. A través de este
tipo de celebraciones es de donde se obtiene la auténtica esencia e
idiosincrasia de los habitantes de un pueblo.
Llegando a la plaza Mayor, donde se encuentra el Ayuntamiento.
Callejuelas estrechas y muy empinadas. Por aquí el colesterol de los
ayniegos debe andar muy contenido.
Esta es la entrada de la ermita de Nuestra Señora de los Remedios y actual
Centro de Interpretación de “Amanece, que no es poco”. Como decía en el
primer capítulo de esta serie, se cree que fue sinagoga judía, que pasó a
formar parte del legado cristiano tras la reconquista en el siglo XIII,
siendo a partir de entonces y hasta el año de 1953 la iglesia parroquial.
Situada en la calle Mayor, su apariencia externa es la de una casa más, pero
se puede apreciar en la puerta de entrada, un arco de medio punto con
grandes dovelas (piedra labrada en forma de cuña, para formar arcos o
bóvedas). Para su acceso tiene un horario bastante restringido que nos quedó
muy a desmano su posibilidad de visita. Por la tarde, de 19:30 a 20:30
horas, si mal no recuerdo.
Dejo en cartera también para más adelante, una interesante excursión, que
discurre por la margen izquierda del río Mundo, para conocer enclaves tales
como El Salero y el pueblo deshabitado de Alcadima, lugares al parecer,
interesantes y dignos de visita.
Pululan muchos mininos de esta jaez por aquí. Deben tener a esos miserables
roedores a raya.
El reloj del campanario se hallaba, a todas luces, escacharrado.
Los archifotografiados Castillicos
Camino del semillero de hombres y la Cascada de la Toba, lugares
fotogénicos por antonomasia de estos parajes, que dieron para muchas risas y
sudores, porque estaba cayendo una...
Y hasta aquí, de momento, mi deambular por estos bonitos andurriales. Me
traje una magnífica impresión de Aýna y sus inmediaciones, que creo ha
quedado bien reflejada y representada en este blog. En el bar de La Toba, de
pura casualidad, estuve charlando con uno de los actores de circunstancias
que interpretó un breve y testimonial papel en la célebre película que en
1988 se rodara por estos parajes. En el transcurso de la conversación me
atreví a decirle que la película era algo tostón, y me contestó que cuando
la estrenaron en Albacete, lo mismo le pareció a él pero que a medida que ha
ido entendiendo el sentido de las frases, interpretaciones e intenciones de
su director, que ha cambiado su parecer. Hace unos días, andaba yo
comentando la película con unos amigos, mientras nos tomábamos unos helados
y a la joven camarera que nos atendía le hicieron los ojos chiribitas al
escuchar parte de nuestra conversación. Resultó que era una entusiasta
admiradora de Jose Luis Cuerda, que de pronto, entre risas y de corrido,
comenzó a recitarnos frases de su mítica película. ¡Inaudito! Las
casualidades o causalidades de esta vida a veces me dejan perplejo aunque
suelo captarlas y atraparlas al vuelo. Me habló de dos libros y de otros,
que el director manchego cuenta en su haber, y me pareció de lo más
interesante. Por ello, creo que le voy a dar otra oportunidad, no sea que
por absurdos prejuicios, me pueda estar perdiendo algo interesante. Aunque
eso sí, voy a tratar de leerme primero el libro, a ver si con ello
entendiera y le encontrara algo de sentido a "Amanece que no es poco". Que
por mí no quede. En fin, de Aýna nos trasladamos a Liétor y su entorno, a
través del río Mundo, excursión que también disfruté a norre.
"Aýna, un pueblo con acento". Documental HD
¡HASTA LA PRÓXIMA!
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