De las cuatro o cinco vaeras bañables, que te llegue el agua por lo menos al ombligo, esta debe ser una de las mejores, la más óptima y coqueta. Este año de 2023, en un día de intenso calor impropio del mes de marzo, me di un chapuzón que me sentó como dios. El agua estaba gélida, tal y como a mí me gusta. A través de esta cascada se puede colegir el volumen real del caudal que surge del nacimiento. En esta ocasión, normalico, tirando a flojo, pues lo he visto bastante más recio, pero lo suficiente para que flora y fauna en esta ribera, de momento, puedan subsistir.
El estoico Yoda, sudando a mares en su estantería de siempre, tan sufrido y resignado que nunca se queja de nada, ni tan siquiera por mi indiferencia, me preguntó, cuando me vio preparar los bártulos, que adonde iba, y yo le contesté que al río, y casi me suplicó que lo llevara con él, que se le estaban friendo las neuronas y blandeando las orejas, que necesitaba refrescar sus partículas de cloruro de vinilo, que olían ya a chamuscado. Me dio pena y lo traje conmigo para que se remojara un poco en las Fuentes de Mula. ¡Pobrecillo, que mal me porto con él! ¡Lo tengo casi abandonado!
FINAL DEL SEGUNDO CAPÍTULO
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