15 diciembre 2023

Del PUERTO DE LAS CRUCETILLAS (en moto) a La SAGRA I

La última semana del mes de noviembre 23, en cuanto a actividades lúdicas se refiere, dio bastante de sí porque el lunes realizaría una ruta en motocicleta de más de 300 kilómetros, visitando entre otros lugares, los embalses del Cenajo y Talave, Bogarra, puerto de las Crucetillas, Riopar, etcétera, y al día siguiente, martes, me desplazaría a La Sagra, para alcanzar su cumbre desde Las Santas. La idea era cubrir esos aprox 14 kilómetros entre ida y vuelta, lo más raudo posible, empleando el trote cochinero lo que la orografía y mis aptitudes físicas me permitieran, al objeto de que me sirvieran de entreno y puesta a punto para afrontar la media senderista de la Falcotrail 23 que tendría lugar al sábado siguiente, ya metidos en el mes de diciembre.
Al paso por Bogarra, lo primero que hice fue conocer la iglesia de la Asunción y su mirador, que dejé pendientes en aquella excursión tan bonita e inolvidable (coscorrón incluido) que hice por la ruta de las Esculturas
Vistas de Bogarra desde el mirador de la Asunción.
Padrastro (1502m), desde el mirador.
La burrica que me trajo hasta aquí, atada a la reja.
Interior de la iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción
Bogarra desde otros miradores
Un día de estos, habrá que darse un garbeo por el Padrastro.
Entre Bogarra y Paterna del Madera
Bonito y albugíneo pueblo, Paterna del Madera
Cerca de Riopar
Al fondo Riopar Viejo, que recordarán algunos de mis más antiguos visitantes, le hicimos en 2016 una visita in extremis, con ocasión de aquella inolvidable travesía senderista por la Cuerda de las Almenaras, que hice acompañado de mi fiel, sufrida e intrépida compañera de fatigas, Viky. 
Los colores del otoño, a punto de exhalar su último aliento cromático.
El vídeo editado de esta excursión motera, que subí hace algún tiempo a Youtube, presenta la mengua de calidad que es propia de esta plataforma, cuando la resolución raíz, como es el caso, no es muy alta, pero bueno, cuando no hay pan, buenas son las tortas. En muchos tramos de este tornasolado recorrido, a la cámara le pilla el sol a contrapelo, por lo que centelleos en las imágenes se suceden (efecto luces de discoteca😄), al ritmo de una excelente música funky, de claras reminiscencias ochenteras, sonido que mueve mis resortes más bailongos. En fin, cada loco con su tema, que como diría el chiflado aquel de Nietzsche, "la vida sin música sería un error", y ¡hay que ver el menda cuánto la disfruta...! Pero mermas de calidad en las imágenes aparte, creo se puede atisbar cuanto menos, la belleza otoñal que desprende una Castilla La Mancha segureña, siempre hermosa y sorprendente.
Cambiamos de tercio y al día siguiente, hemos dejado a nuestra izquierda la Puebla de Don Fadrique y por la carretera de los Collados de la Sagra nos dirigimos a Las Santas. Desde este emblemático lugar, parte un recorrido hacia la cumbre muy trailero. Tiene un poco de todo, tramos de pista, senda y empinadas subidas y vertiginosas bajadas, en definitiva, un excelente entrenamiento para preparar una prueba de senderismo trail cualquiera. Llevo idea de estar para comer en casa y me voy a entretener durante el camino lo menos posible, dado que me conozco sobradamente el paisaje y no hace mucho realicé casi idéntico recorrido con unos amigos. 
Pero mi propensión senderista, ojeador de paisajes siempre es más fuerte que mi apenas residual predisposición competitiva y cuando llego a Las Santas, me encuentro allá por lontananza, neblinas la mar de fotogénicas. Lamenté al instante el no haber venido provisto de cámara, porque por fuerza la cumbre de La Sagra debe lucir hoy espectacular, de otro color. ¡Mecachisss...! ¡Ah, llevo la mochila negra, la de 40L, la que me permite llevar ropa de muda y recio cortavientos con que protegerme en la siempre ventosa y fresquita cima de la carismática montaña, lo que quiere decir que por defecto, en uno de sus bolsillos, ha de estar la pequeña y antediluviana Fuji, de 8 megapixeles y 12X de zoom. Mejor disponer de esta antigualla que el todavía más prehistórico terminal Xiaomi Redmi 4 (creo que va por el 15), del tiempo de los argáricos, que toma buenas fotos pero sin abusar del acercamiento. Me aseguro de que la llevo consigo y ¡oh aleluya, qué suerte!, que sin que represente nada del otro jueves, al menos podré tomar fotos decentes de aquello que se me pueda poner a tiro.
Pronto dejamos atrás la ermita de Las Santas Mártires del Monte.

El tramo de ida hasta alcanzar el collado de las Víboras, exceptuando unos pocos metros de pista, discurre la mayor parte por sendero, que siempre evoluciona en progresiva subida, lo que supone un excelente calentamiento para atacar la parte final de ascensión a los 2383 metros en que si sitúa la cumbre de La Sagra. 
La primigenia idea de mantener un ritmo fuerte de subida, se va al carajo por una causa de estímulo y aliciente mayor. Con este bonito panorama hacia oriente, ¡a hacer pijos lo que antes llevara en mente!
Aquel es el Castellón de los Mirabetes, (1944m), también lo he visto escrito en los libros como de Mirabeles, sin embargo, la forma más frecuente de verlo referido en Internet, es con uve. La cartografía lo indica como Piedra de los Miravetes y Castellón de los Mirabeles. Supongo que será correcto escribirlo de todas las formas posibles. Así de caprichosos y veleidosos suelen ser los topónimos. Excursión por cierto, también muy recordada por el que suscribe, pues supuso aquella en la que Hulk me dejara tirado como una colilla, y la de astados que me vi obligado a eludir, por si las moscas. Recorrido en todo caso, muy recomendable, con excelentes vistas hacia Guillimona y La Sagra.
Muy próximos al collado de las Víboras, donde comienza lo bueno...entretanto, a mi izquierda y por debajo de mí, flotando en suspensión, un océano de nubes.
Los Riscos Gordo y Flaco.
Breve parada para evacuar, reajustarnos las trinchas, beber y apretarnos los machos porque ahora es cuando lo matan, toparriba, pero se trata de una ascensión muy llevadera, con numerosas "repisas" donde recuperar el resuello y expandir la mirada. Se hace lo dura que uno quiera. Representa sin duda, el itinerario de subida más asequible y sencillo a lo más alto de La Sagra.
FINAL PRIMERA PARTE

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