He vuelto a la "suiza manchega" porque aún me quedan varios enclaves que explorar de sus inmediaciones, y uno de ellos era conocer un paraje que llaman Fuente de la Parra y también recorrer el tramo de sendero trailero que discurre por Casas de la Fuensanta, en la margen derecha del río Mundo, y de paso, también será muy interesante entrarle a la aldea de Royo Odrea desde el norte, para contemplar el aspecto que presenta esa tríada de peñascos tan vistosos que la custodian y embellecen. El recorrido no es muy exigente y lo conforman alrededor de 18 kilómetros que si se realizan a la contra de las manecillas del reloj, tal y como propone el titular del track, se hacen más livianos por cuanto los tramos de bajada superan a los de subida. Se ve a las claras que estamos en invierno, esto es, en la última quincena del año, y por tanto, el paisaje no luce igual de colorido que en otoño o primavera, que si a eso sumamos que tampoco cae una gota por estas latitudes, encontré el paraje de Fuente de la Parra bastante mustio, y las ruinas del cortijo homónimo, poco o nada estimulantes para con la fotografía, por lo que no cumplió mis expectativas, aunque tengo programado en primavera darle otra oportunidad, en una ruta de 26 kilómetros, y a ver entonces, qué aspecto presenta respecto de lo chuchurría que se ha ofrecido en esta ocasión.
El recorrido, como se aprecia en el plano superior, tiene su inicio y final, en Aýna.
Y como a esta bonita villa, ya la hemos fotografiado hasta la saciedad, en pasadas entradas de este blog, pues apenas nos detenemos para tomar instantáneas que ya nos resultan harto familiares. Apuntaré no obstante, que el empinado sendero, con tramos de mampostería, que lleva dirección la carretera y el mirador del Diablo, resulta muy bonito y agradable de patear, aunque sea cuesta arriba.
Aderezos graffiteros en el Mirador del Diablo. ¡Hatajo vándalos y cafres!, de cuyas deleznables prácticas no se escapa ni este bonito y estratégico enclave.
Después de hacer un breve tramo de carretera, nos salimos a nuestra mano izquierda para coger una prolongada y ancha pista forestal, que discurre por los parajes Los Molinicos y La Dehesa, con dirección a la Fuente de la Parra. Hacia el frente, vamos obteniendo estupendas vistas a El Calentín, Los Luisos, Peña del Caballo y La Albarda (1254m), este último, pico emblemático de estos pagos que tenemos pensado hollar en la próxima primavera.
Llegando al paraje Fuente de la Parra, existiendo un cartel informativo con breve descripción del lugar.
Aunque el rincón aparecía bastante mustio, poco invitador a la captura fotográfica, me di un garbeo por las inmediaciones, por si divisaba algo que llamara mi atención. En la Casa de la Fuente de la Parra y sus alrededores solo encontré polvo y desolación.
Las verticales paredes del Calentín.
Tras dejar atrás La Casa de la Parra, a punto de dar vista a Royo Odrea y Las Hoyas.
Vamos evolucionando en descenso, por una preciosa senda de herradura que discurre en umbría, pegada al Calentín, cuyo terreno se presenta en la actualidad, bastante suelto y descompuesto. Por aquí hay que llevar cuidado a los deslices. La falta de lluvias causa estragos por estos contornos y tantos otros. Nuestros campos y montes se cuartean y fenecen de pura agonía hidrópica.
Ya se infiere que mi inicial idea, cuando volviera por aquí, de trepar hasta el prado inclinado que existe al pie de la pared dolomítica, no era muy realista. La trepada sería cuasi vertical y total pa ná.
Pero a pesar de la aspereza y desnudez propia del invierno, estos parajes no pierden su caché paisajístico y continúan luciendo muy dignos.
Detalle del sendero, sembrado de "tropezones".
Albarda
Puente sobre el valle del Mundo y Mirador del Infierno
Royo Odrea
Transitamos por algunas de las angostas calles de Royo Odrea. No parece tan deshabitada como vislumbré desde lejos, en mi anterior visita.
El Calentín
Salimos de Royo Odrea y cruzamos el puente hacia Las Hoyas.
Esa superficie inclinada luce de forma muy distinta en invierno.
Saliendo de Las Hoyas
Desde el Mirador del Infierno nos hacemos unos selfies y zampamos el bocata para reponer fuerzas.
A espaldas del mirador y tras breve subida por una pista hormigonada, surge un sendero a su izquierda que cogemos para en suave descenso, conducirnos a la vera del río. Es la vereda que ya había visto con anterioridad y que llevaba en mente explorar, en cuanto se me presentara la oportunidad.
Nos despedimos por enésima vez de estos singulares promontorios y pronto nos colocamos a nivel del río, no sin antes tener que sortear dos puertas correderas muy sofisticadas (es un decir), instaladas junto a una vivienda. Supongo que su objeto será impedir el paso de animales.
También encontramos singular esta vivienda colonizada de enredadera, que parece embrujada.
A partir de aquí, repetimos casi de forma idéntica, el remate del recorrido de nuestra primera incursión por estos pagos.
Este es el paraje que por aquí llaman "el pequeño Benidorm", lugar muy concurrido en verano, por razones obvias.
Y estamos ya de vuelta en Aýna, completando el círculo o por mejor decir, el rectángulo.
Y ya que pasamos próximos, nos acercamos a la cascada de la Toba, a ver qué traza nos presenta en invierno y época de galopante sequía.
Como colofón a esta ruta, pensamos que da la talla.
Un gracioso y hippioso graffiti que se halla próximo al semillero de hombres.
Y colorín colorado, la ruta por Fuente de la Parra, Royo Odrea y Aýna se ha terminado.
¡HASTA LA PRÓXIMA!
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