En anteriores entradas vimos que, estos promontorios capturados desde la
distancia, habían llamado poderosamente mi atención y que, a instancias de
la cartografía, todo parecía indicar que se trataba de las peñas Jarota y
Jarota Chica. Así pues, hice las indagaciones pertinentes vía Internet
(Wikiloc), estudié varios itinerarios de aproximación al objetivo en
cuestión y me puse en marcha a la primera oportunidad que tuve.
El auto habría de dejarlo en el área recreativa Fuente de los Almeces,
lugar camino de la ermita Virgen de la Rogativa, de siempre enclave
acogedor y coqueto, poblado de almeces, nogales y encinas y hasta de un gran cerezo silvestre,
conjunto que encontré en esta ocasión bastante mustio, debido a la aridez
que imperaba por doquier. Aquella mañana, momentos antes de apearme del
vehículo, observé que el termómetro marcaba los -1º C, de manera que a pesar
de las previsiones de llegar a los 23º C hacia el mediodía, por lo menos al
inicio de ruta, debía abrigarme.
También quedé conmocionado al mirar hacia el cielo. Los pajarracos de acero
hallábanse en plena operación de vertido de su perniciosa mercancía lo que
me resultaba de lo más amenazador e inquietante. Un sentimiento de
impotencia me invadía pues convencido estoy que existe una causa efecto
entre "lo que se esparce" y un potenciamiento de la sequedad que reina en el
ambiente, aumento de la temperatura, calentamiento, falta de lluvias o
inundaciones, incendios (la mayoría provocados), alteraciones climáticas de
diversa índole, etc, y todo ello para justificar el cambio climático y demás
milongas relacionadas con una perversa agenda que para acabar con la pobreza
en el mundo y otras utópicas falacias, pretende "las ciudades de quince
minutos" y su famoso eslogan hacia el 2030 del "no tendrás nada y serás
feliz. Como si el clima, no hubiera demostrado ya, a lo largo de los siglos,
su gran veleidad al alternar años lluviosos con otros de empecinada sequía.
Al margen de estos cuentos para memos, el quid de la cuestión es conocer qué
grado de nocividad directa para el ser humano tendrán estas inyecciones
hacia la atmósfera y si afectan de forma menos evidente pero cierta, a los
productos agrícolas y animales de granja que también quedan "bendecidos" por
estas misteriosas sustancias, que luego consumimos nosotros. "¡Este mundo se
acaba!", decía aquel ministro de volátil recuerdo. Tengo para mí que sabía
de lo que hablaba cuando utilizaba esta expresión. Está todo orquestado y
muy bien planificado y esa convicción es lo que me llena de incertidumbre.
¿Hacia donde nos llevan...?. Eso me gustaría saber a mí, aunque a ningún
sitio bueno para el común de los mortales, eso seguro.
Aquella mañana hacía frío, sí, pero al cabo de una hora, ya podía ir en
manga corta, como si el altísimo o una praxis más terrenal" que saltaba a la
vista, hubiesen accionado la calefacción ambiental. Y a las pruebas gráficas
me remito, porque como reza la cita, una imagen vale más que mil
palabras.
El entorno del Calar de la Fuente del Pino y Rambla de la Rogativa lucían
de esta guisa.
Encontré al emblemático espacio recreativo bastante ajado, deslucido. Me di
una vuelta por sus inmediaciones.
De la fuente apenas manaba un finísimo hilillo de agua.
Los cenajos de la Fuente de los Almeces
Tengo pensado hacer en el futuro nueva incursión por aquí y para entonces,
dedicaremos algunos apuntes a la Rambla de la Rogativa.
¡Qué elementos nocivos para mi salud no respiraría yo aquella
mañana...!
Asomando la primera efigie de Peña Jarota. Vista más de cerca, su conquista
prometía. Luego veremos que superó todas mis expectativas. Tengo que
admitir, que antes de mi contemplación visual desde la sierra del Zacatín,
no sabía de su existencia.
Existen varias rutas publicadas en Wikiloc sobre Peña Jarota y tras indagar
sobre el mapa, descubrí con cierto estupor que el termino provincial entre
Albacete y Murcia, casi la dividía en dos, ya que pasa precisamente por
mitad del peñasco. ¡Qué casualidad!
Como pretendía sudar la camiseta y aprovechar la jornada como entreno para
una incursión a La Sagra que tenía proyectado realizar a dos días de esta,
elegí un itinerario de acceso a la Jarota, lo más abrupto y exigente
que fuera posible, en un matar dos pájaros de un tiro por así
decir.
Rodeo la peña por su vertiente norte, colándome por sendero difuso que
discurre entre los parajes El Balcón y el Barranco del Ruico, buscando
atacar el gran risco en línea recta y monte a través, por su flanco oeste,
ya que había leído, como así más tarde constaté, que su aproximación y
accesos a la cumbre más livianos, se hacían desde el lado sur. De hecho,
estuve dudoso si comenzar la ruta desde el área recreativa o el santuario
Virgen de la Rogativa. Finalmente creo que acerté con la decisión
tomada.
Un rebaño de cabras salvajes que al cerciorarse de mi presencia, pusieron
patas en polvorosa, y nunca mejor escrito porque polvorosos se encuentran
los campos y caminos de estas latitudes y tantas otras.
Un observatorio de caza, supongo.
La verdad sea escrita, es que la ascensión al risco se las traía.
Artificios cinegéticos (cebador).
Un antiguo y ahora inoperativo puesto de caza, que contaba "con todas las
comodidades".
Un cielo velado surcado de estelas.
Rodeando la peña buscando su cara oeste.
Peña Jarota Chica, con un aspecto por este lado de concha cóncava de
molusco que me sorprendió. También hollamos su cima.
Mirando hacia el norte, Loma de Alcaboche y Puntal del Aire, lugares que
hemos frecuentado en fechas recientes.
Cuando ascendamos un poquito más, podremos ver el pantano del Taibilla. Al
fondo, Cuerda de Cañada Galera y Sierra de Lagos, etc.
Alcanzar tan magnífica y estratégica atalaya me parece provechoso porque
las vistas en los cuatro puntos cardinales resultan extraordinarias, muy
despejadas, de amplios horizontes.
Aunque estas últimas semanas, por las razones ya esgrimidas, no se
presentan días de panorámicas especialmente nítidas, sino todo lo contrario.
Se le quitan a uno las ganas de salir al monte con cámara en ristre.
La vertiente de Jarota Chica que da al sudeste. Se hallan a tiro de piedra
la una de la otra.
Ya asoman las primeras aguas del embalse.
Campos del paraje La Matanza
La cima de La Jarota, desde este ala y a pie de muro resulta infranqueable,
inabordable, como una fortaleza. El peñón me pareció mayestático,
espectacular. Me gustó el lugar muchísimo. Para repetir, incluso cuando
llegue época más propicia, para hacer vivac.
La Jarota tampoco quedaba libre de una "propagación" cuya naturaleza, tal
vez algún día conozcamos.
FINAL PRIMER CAPÍTULO
PD
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