Aquel domingo, que tenía proyectado un garbeo en burrica, la cosa se torció y me quedé compuesto y sin compañera de baile. Mientras desayunaba, se me ocurrió que podía unirme al grupo Amigos Senderistas, y aunque lo pensé un poco tarde, me puse las pilas y acudí a la hora y lugar del encuentro (ejem, me tuvieron que esperar unos minutill😏s), en el Parque Coto de las Maravillas. A la peña senderista la mueve una filosofía práctica a la par que flexible, es decir, adaptable, de manera que el organizador y guía propone una excursión para el domingo, y lo hace días antes mediante WhatsApp. Se establece lugar de reunión y hora, dependiendo donde tenga lugar la ruta, y así acudan 3 ó 33 senderistas, se lleva a efecto el itinerario programado. A mí, esta metodología o enfoque, exento de compromiso previo, me viene de perlas, porque puedo acomodar el disfrute del domingo, a mi libre albedrío y circunstancias, de manera, que preveo futuras confluencias con esta abierta y campechana familia de amigos senderistas.
Como reza el título de esta nueva publicación, la ruta tenía lugar por el Coto de las Maravillas. Algunos de mis esporádicos visitantes recordarán, que a este frondoso territorio norte de Cehegín, le dediqué, nada menos que 16 capítulos, según me iba desplazando durante mis exploraciones, por un sector u otro, comenzando la saga "CAMBRONES Y ALREDEDORES" en aquel primer episodio que discurría por los Villares, concluyéndolo semanas después, en el Almorchón ciezano. ¡Qué de recuerdos gráficos, conocimientos y sensaciones varias, me dejaron aquellas excursiones...!
Pues esta ruta senderista, hecha con los amigos cehegineros, aparte de propiciar que abriera mi círculo de amistades, me sirvió también para conocer algunos barrancos y senderos, que habían quedado velados, escondidos, ignorados, durante aquellas batidas exploratorias, hechas por el coto de las Maravillas e inmediaciones del Cerro de Cambrones.
Abajo👇, el trazo del recorrido sobre la cartografía, abordado según el sentido de las manecillas horarias y aquí👉 su track.
Durante la primera parte del recorrido, vamos progresando paralelos a una pista que discurre a nuestra izquierda, pero siempre eludiéndola todo lo que permita el paso alternativo, a derecha o izquierda, por ramblas y ramblizos que la flanquean. Hasta que llegamos al ancho cauce del Arroyo de Gilico, momento en que extraigo la cámara de su encierro. Hemos acudido once senderistas, en esta agradable mañana de domingo, donde se intercalan nubes algodonosas y claros en la cúpula celeste.
Nos salimos del amplio lecho del arroyo para enfilar hacia el camino de Las Casas Coloradas.
Javi, nuestro guía, siempre encabezando la marcha. A nuestra izquierda, los Cabezos de Farín (518m).
En el cruce del camino de Gilico, breve parada para leer unos carteles y aligerarnos de ropa, que ya nos va sobrando.
Este trozo de sendero, creo que sí lo había pateado, camino de coronar el Cerro Cambrones. Pero un poco más arriba, ya giré en modo intuitivo atraviesa montes, en dirección al cilindro del vértice geodésico.
Los compañeros de ruta resultaron ser todos muy joviales y simpáticos, haciendo gala de una gran camaradería que reinó en todo momento. Solo conocía al guía y a dos o tres de vista, pero al poco tiempo, ya me sentía "como en casa", completamente integrado en el grupo. Este es Antonio, con el que hice buenas migas y recibí la impresión de que compartimos similar filosofía de la vida. Y lo que me tiene propendido de forma positiva hacia él es su también predilección por el tono amarillo y los colores vivos. Coincidir también en nuestras compras compulsivas en Aliexpress, fue ya el acabose y dejaron mi empatía completamente predispuesta hacia su persona. Se puede decir que una química especial, surgió de manera espontánea, entre nosotros. Al menos por mi parte, claro.
El cielo parecía comenzar a desencapotarse.
Cerrando el grupo mientras vamos atravesando en dirección Sur, la ladera Oeste del Cerro Cambrones (605m), cuya cima va quedando a nuestra espalda e izquierda.
Este tramo de sendero, ya era inédito para mí, y me gustó mucho conocerlo y recorrerlo. Las panorámicas que nos ofrece, bien merecen la pena.
Las vistas despejadas hacia los montes de Caravaca, Umbría de Bermejura, Cabezos de Juan González y Cerros de los Lomos eran para admirarlas y disfrutarlas.
El sendero a veces se difumina un poco, pero nuestro lazarillo nos sabe guiar por la buena senda.
El semi oculto sendero, en ocasiones muy enmarañado por espeso matorral de sotobosque mediterráneo, sigue evolucionando en dirección a Collado Blanco, aunque en sus inmediaciones, gira bruscamente a derechas, orientándose hacia el Cabezo del Sacristán y El Acebuchal. Las vistas a nuestra diestra siguen mostrándose magníficas.
Dos amigas del grupo que posaron para este fotógrafo de circunstancias, sobre un árbol de singular fisonomía, que se prestaba pintiparado al retrato.
Bonita atalaya también para disfrutar de familiares vistas en lontananza tales como hacia el Cerro Gordo de Caravaca, Peñarrubia, Nevazo, El Gavilán, El Buitre, Sierra de Los Álamos, Pico de los Pájaros, Villafuerte, etc.
Mirando hacia Calasparra, Cerro de San Miguel y Sierra del Puerto.
Bonitos cúmulus, como los de siempre.
Javi, más o menos situado sobre la prominencia, a 585 metros, donde íbamos a tomar el tentempié, acercado este con el zoom.
Entretanto, vamos llegando al punto, el resto del grupo.
La espectacular, aislada e inconfundible silueta del Almorchón ciezano.
Durante el bocata, con fantásticas vistas hacia los llanos y cañadas de Calasparra.
Valentín, Los Madriles y Calasparra.
FINAL PRIMER CAPÍTULO
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