26 abril 2024

PEREGRINACIÓN A CARAVACA DE LA CRUZ, desde Mula (Año Jubilar 2024) I

JUBILEO: CARAVACA DE LA CRUZ, AÑO JUBILAR IN PERPETUUM

Importancia y singularidad de esta concesión

El día 9 de enero de 1998, por parte de la Santa Sede, se concedió en torno a la devoción a la Vera Cruz, la celebración de un Año Jubilar a perpetuidad modo similar a las concesiones tradicionales de Santiago de Compostela, y Santo Toribio de Liébana. El primero, después de esta concesión, se celebró en 2003, teniendo una periodicidad de siete años de uno a otro.

La singularidad e importancia de dicha concesión radica en que de este modo se revaloriza y pone de relieve la importancia de la Cruz y su devoción.

Este hecho singular ha marcado sin duda un nuevo hito en el devenir de la devoción cristiana de la Cruz, de la proyección futura de su Basílica y de la ciudad de Caravaca de la Cruz.

Principales causas motivadoras de este privilegio

Entre las causas que han motivado la concesión cabe destacar un hecho religioso, cuya trascendencia se remonta años atrás en la historia de España, de la Región de Murcia y de esta ciudad: la presencia de la Stma. y Vera Cruz en estas tierras desde el siglo XIII, cuyo origen oriental es harto comprobado y donde la tradición religiosa y la fe cristiana considera depositada tres astillas del Lignum Crucis en que murió Jesucristo.

Este hecho ha supuesto el desarrollo, a lo largo de siete siglos, de un culto religioso enraizado e ininterrumpido en el seno de la fe cristiana y admitido por la Iglesia Católica, hasta el punto de asignársele por el Vaticano el culto de “Latría” (siglo XVIII), culto que sólo se debe al Santísimo Sacramento.

Esta realidad transcendió los estrictos límites locales, comarcales, regionales e incluso nacionales, convirtiéndose Caravaca en un punto neurálgico y de referencia religiosa, teniendo su máximo apogeo en los siglos XVI, XVII y XVIII, épocas en las que primó el verdadero carácter religioso de la Stma. y Vera Cruz, frente a otros atribuidos con posterioridad (mágico-religioso, supersticioso o esotérico).
La fe regenerada en torno a la Santa Reliquia propició fundamentalmente en los siglos referidos, y aún con anterioridad, verdaderas corrientes de peregrinación hacia su Santuario desde los más diversos puntos de la geografía española; hasta tal punto que ya en pleno siglo XVI se hallaba establecido un Hospital en la localidad, del Buen Suceso, con el fin fundamental de atender a los peregrinos.

Asimismo, y con la finalidad de propiciar, difundir y mantener el culto a la Vera Cruz, nació la Real e Ilustre Cofradía de la Stma. y Vera Cruz de Caravaca, cuyos orígenes, documentalmente probados, se remontan a la Edad Media y que, ya en el siglo XVII, estaba canónicamente instituida, con base en las constituciones de Clemente VIII y Paulo V. A modo de muestra del valor de las referidas peregrinaciones nos pueden servir los jubileos decretados en distintos años de los siglos XVI y XVII, con motivo de las diferentes festividades de la Cruz (Mayo, Julio, Septiembre) o la solicitud concreta que dirigía la Cofradía en 1.663 al Papa Alejandro VII, para que se pudiera admitir en la misma cofrades procedentes de distintos puntos de España (lo que fue un hecho).

Otros dos motivos pueden servir de móvil justificativo a lo que ha sido la base para la concesión eclesiástica del Año Santo. Por una parte el hecho de que en 1.981 fuese concedido un Año Jubilar a Caravaca, con motivo de la celebración del 750 aniversario de la Aparición de la Vera Cruz en Caravaca y que posteriormente, en 1.996, se concediese otro Año Jubilar que atrajo hasta la localidad a más de 700.000 peregrinos. Por otra, el deseo de clarificar, a nivel nacional, el verdadero sentido de la Vera Cruz de Caravaca, como símbolo de fe cristiana, frente a la difusión simplista e incluso no religiosa, que de ella se viene haciendo en los últimos tiempos en España.
Razón no le falta, desde luego, si juzgamos en lo que se han convertido (casi fiestas paganas), celebraciones religiosas por antonomasia tales como la Navidad, Semana Santa, la Primera Comunión, el Camino de Santiago, etc...en fin, ¿pero era mi motivación para esta peregrinación algo simplista? pues tal vez; y poco o nada religiosa?, pues eso seguro, pero en todo caso, muy respetuosa para con cuantos de los allí congregados, no tenían otra motivación mayor para su cita con el camino santo, que su fe religiosa. No en vano, mi cultura, costumbres, acervo espiritual, tradiciones, etc, inculcadas, transmitidas por mis padres, es la cristiana, de manera que si algo puedo comprender y pondero es a quienes les impele su devoción católica para participar en este tipo de rituales religiosos. Entiendo mucho menos a todos esos españoles, tan beligerantes ellos, incluso insolentes y groseros para con la religión católica y que sin embargo, se muestran tan comprensivos y tolerantes, tan mudos e indolentes con tan avasalladora e intransigente religión, como es la mahometana. Bueno, a lo que vamos, que me voy por los cerros de la Muela de Don Evaristo, que mis motivaciones principales para hacer el camino de la Veracruz era la senderista, la espiritual y de paso, la de acompañar a unos amigos. 
Faltando diez días o así para el acontecimiento, caí en la cuenta de que los cuarenta kilómetros del recorrido no eran para subestimarlos y que se me podían indigestar. Que mis pies, piernas y rodillas, estaban más o menos hechas a las sendas y caminos de Burete, montes aledaños y otros allende nuestra provincia, pero no al ingrato y duro terreno de la Vía Verde, que siempre había tenido la sensación de dejarme las rodillas y cartílagos, hechos bicarbonato. Pero andaba equivocado. Dos sesiones previas de entrenamiento de veinte kilómetros, por la antaño vía ferroviaria, con buenos calcetines y mis zapatillas todo terreno Mizuno, pulverizaron mi equivocada idea de que eran mis rodillas quienes se mostraban incompatibles con la superficie a patear. Solo se trataba de una mera cuestión de adaptabilidad y preparación al medio, pues los algo menos de cuarenta kilómetros por la referida pista, fueron cubiertos por este andarín de los montes, en vísperas de cruzar el umbral de la inquietante sesentena, como aquel que dice, hecho un señorito.
Fotografías de Cristian Soriano
Hubo que pegarse el madrugón, para que nos recogiera un autobús en Caravaca, a las cinco y cuarto de la mañana, porque con estos valientes de la imagen de arriba, que ya habían cubierto el día anterior, los cincuenta y tantos kilómetros entre Murcia-Mula, habíamos quedado en torno a las seis (ellos salían desde Mula), en la ermita de El Niño de Mula. Que por cierto, dado el calor asfixiante, que tuvieron que soportar, a muchos, estas condiciones tan exigentes les hizo picar billete y al día siguiente, renunciaron a su propósito de culminar el camino. Algo muy comprensible, dicho sea de paso.
En esta otra toma, todos los peregrinos congregados junto a la referida ermita, tanto los supervivientes del día anterior como los nuevos que nos incorporamos al grupo.
Los primeros kilómetros fueron muy disfrutados por el que suscribe, porque no hay actividad que más me agrade que andar por el monte antes del amanecer, alumbrándome con el frontal, mientras escucho música y me dejo llevar y estimular por las piernas de quienes me preceden. En cuanto comenzó a despuntar el día, según rebasábamos la Estación de La Luz, saqué la compactilla Canon de su encierro, para intentar sacarle alguna interesante captura a su pequeño sensor, dadas las deficientes condiciones de luz que existían en esos momentos.
Las cagarrutas aéreas ya comenzaban a dejar disperso en el cielo, su batiburrillo de químicos y metálicos componentes.
Los peregrinos se mostraron en todo momento y ocasión, cálidos y encantadores con este diletante reportero gráfico.
El sol comenzaba a desperezarse.
Llegando a Bullas.
Las tres fotografías siguientes de Cristian Soriano, fotógrafo oficial del evento.
Cruzando Bullas en dirección a su parroquia, Nuestra Señora Virgen del Rosario.
Toma del fotógrafo oficial del evento, Cristian Soriano
Iglesia de Nuestra Señora del Rosario
En el interior de la parroquia, lugar donde sellaban la credencial o tarjeta del Peregrino.
La patrona de Bullas
Comenzó su construcción hacia finales del siglo XVII, poco después de que Bullas consiguiera la independencia municipal, y se finalizaron las obras en 1723. El nombre de la iglesia se eligió por votación entre los habitantes del pueblo. Inicialmente la iglesia era dependiente de la Parroquia de Santa María Magdalena en la localidad de Cehegín (Murcia), hasta que en 1804 se constituyó como parroquia autónoma.

A finales del siglo XVIII, debido al crecimiento demográfico que había experimentado el pueblo, se procedió a una ampliación del templo. Las obras dirigidas por el arquitecto Jerónimo Martínez de Lara consistieron en añadir dos naves laterales, la sacristía y la torre. Estas obras finalizaron en 1803.

Está dedicada a Nuestra Señora del Rosario Coronada, Patrona de Bullas. En 1981 el templo fue declarado Monumento de Interés Cultural y en 1982 Monumento Nacional.
Tras tomar un tentempié, me dediqué a fotografiar a los integrantes del grupo. He aquí una pequeña muestra. El buen ambiente era inmejorable.
Antigua Casa de los Melgares, reciclada a Casa de la Cultura. 
Dándole el último sorbo a la botella y preparando de nuevo los apechusques porque estamos a punto de reanudar la marcha.
Por los caminos del Ventorrillo, buscamos de nuevo reincorporarnos a la Vía Verde.
Dejando atrás el pueblo, despuntando en lontananza la emblemática, Torre del Reloj, de Bullas.
A punto de desviarnos a la izquierda para retomar el carril de la Vía Verde.
Las cuatro siguientes fotografías de Cristian Soriano.
Nunca antes había visto a la Vía Verde tan concurrida como aquel día.
FINAL PRIMERA PARTE

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