08 febrero 2022

CAMBRONES Y ALREDEDORES (Hacia lo alto del Almorchón) XIV

Hoy es el día D, hoy me he propuesto subir a ese cerro tan bello, mayestático, empinado y como ya hemos comprobado, ubicuo donde los haya, que tiene por denominación, Almorchón. Me ha estado acompañando durante mis últimas excursiones por el territorio más septentrional de Cehegín. En cuanto enfocaba hacia el nordeste, allí estaba el tío, perfilándose, destacándose sobre el horizonte para embellecer todavía más, los paisajes que se ofrecían a mis ojos. Por tanto, en agradecimiento a sus servicios, le voy a hacer una visita, voy a tratar de encaramarme a su cresta y disfrutar de las panorámicas que me pueda ofrecer y a la vuelta, espero que se porte bien, que no me juegue ninguna mala pasada, que ya solo faltaría que por hacerle un favor, que por honrarlo con mi presencia, en correspondencia, me hiciera dar con mis ya baqueteados güesos, en los suelos. ¡Bonico estaría...!
No obstante, acudo al desafío prevenido (nunca atemorizado) porque he visto en YouTube, que bajando el Almorchón, los traspajazos proliferan a norre, dado lo descompuesto y perpendicular de algunos tramos. Vamos para todo el día porque después de la subida, quiero echarle un vistazo y fotografiar el famoso DIENTE, ya que es uno de los puntos más frecuentados por los escaladores y deseo observarlo desde cerca, por mejor decir, in situ. 
Dejamos el coche a dos o tres kilómetros de la Fuente del Obispo, que es el paraje (merenderos) por donde comienza la ascensión hacia el Almorchón. Me gusta que el aparato locomotor y también el mental, vayan calentando un poquito, en preparación del julepe que les espera.
Pese a que voy equipado de mi inseparable gps, hay que andar muy atentos, porque la "huella principal" de subida, esto es, el paso más pateado, se puede confundir con otro que en determinado punto, surge por la derecha, cuyo propósito se infiere es eludir la progresión clásica por el barranco. Yo retomé este casi al final, cuando comenzaba lo más empinado, que dada su verticalidad, me costó sudar la gota gorda, el recuperar el camino correcto. Puedes seguir hacia arriba, monte a través, no hay peligro, ya que cuentas con todo tipo de arbustos y pinos donde agarrarte, pero corres el riesgo más adelante de tener que interrumpir el avance porque una pared te lo impide, sobre todo si te escoras demasiado a tu derecha.
La subida del Almorchón, en cuanto a exigencia física se refiere, viene a ser un As de Copas, menos uno o dos grados de dureza porque existe mucho matojo donde afianzarse para impulsarse, y eso, quieras que no, te alivia y descarga del esfuerzo absoluto que es preciso invertir para superar las más duras rampas que alcanzaremos casi a punto de coronar.
La subida es recia, abrupta y a la senda en vías de desarrollo, le cuesta abrirse camino y rendirse al cincelado. Está marcada pero no demasiado. Hacia la mitad de la escarpada ladera, la senda habitual de subida, aborda un barranco, (que involuntariamente, yo en gran parte eludí) que se va encajonando a medida que asciendes. Te viene a dejar prácticamente en el collado cimero, a caballo entre ambas cimas que vamos a dominar. Las siguientes fotografías están tomadas nada más arribar al mencionado collado.
En aproximadamente 800 metros de distancia, se salva un desnivel de 367m, esa es la pendiente que hay que superar en esta montaña. Por lo que puedo observar en el mapa, al paso de la segunda cima, camino ya del descenso, llegamos a los 767m, situándose la máxima cota, inalcanzable para nosotros, en los 773 metros. 
Yo me he ido deteniendo con frecuencia, para ir registrando estos paisajes, así que no me ha parecido una subida demasiado asfixiante, que yo he venido aquí a disfrutar, no ha descuajaringarme y quedarme sin resuello. 
Las vistas son apoteósicas, para disfrutarlas a tutiplén. Y los puntos de observación para otear el horizonte, inmejorables, no se puede pedir más, y si encima la climatología te acompaña...el instante vivido puede llegar a lo divino, a lo sublime; de esas sensaciones que trascienden los sentidos, que no se pueden describir con palabras.
Descolgarte del peso que soporta tu espalda, serenar las pulsaciones, mitigar el sudor que ahora te baña, echarte un buen trago de agua, coger los prismáticos e ir identificando los muchos lugares en derredor que ya han hollado tus pies...¡qué reconfortante, qué sensación más deliciosa, la virgen!
Aquella es la primera cumbre que vamos a someter. Hacia ella nos dirigimos. Según se llega al collado cimero, a nuestra izquierda.
Asomando ya el Embalse de Alfonso XIII y la monda y lironda por esta vertiente, Sierra del Molino. Más al fondo la del Cerezo.
El pantano nos da mucho juego como atavío del paisaje. Quedo prendado, encantado, fascinado y como tampoco sé si podré volver por aquí, preciso es que guarde "en la mochila" todo paisaje que pueda traerme consigo. Vivir de las rentas, de los recuerdos, es pobre consuelo, pero mejor eso que nada, que ya lo decía mi amigo, alias Lagarto, que en paz descanse...¡me podrán quitar la guitarra, pero no lo que he bailao...! ¡Venga afotos y que no haya miseria, me cagüen...!
Asomando la sierra de la Palera por la derecha, cuya aérea cresta recorrimos de un lado al otro. ¡Huy qué canguelo pasamos, por dios!
Moratalla la Bella
Lo cierto es que merece la pena el esfuerzo de subir hasta aquí
Pero vamos a ver, era de todo punto inconcebible que no me trajera a Yoda en lugar tan señalado. No me lo hubiera perdonado. Hoy nos pilla de buen talante y damos rienda suelta a sus ansias de postureo (a ver si Hulk visita el blog y apercibe de lo que se está perdiendo).
No tendrás queja, eh Yoda, hoy sí, ¿eh?
La orografía tortuosa, surcada de cárcavas y quebradas, donde se halla ubicado el Pantano del Cárcabo, me parece espectacular. Hace más de un siglo, el enclave de El Cárcabo, mucho antes de que se construyera el embalse, guardaba mineral de hierro entre sus paredes y grietas.
Creo que no sería mala idea que un día nos diéramos un garbeo por aquí a ver qué curiosos detalles y vistas nos depara. 
La Sierra del Oro y detrás la de Ricote y ese laberíntico y retorcido paisaje de barrancos y ramblas, al que de seguro se ha tratado de impedir su tendencia a los badlands, con el sembrado de pinos que tan bonito contraste origina. Las lluvias intensas y la vegetación escasa son la receta perfecta para una erosión devastadora.
La villa de Cieza, a su derecha, su emblemática Atalaya y al fondo, el Parque Regional de la Sierra de la Pila. Descollando los picos Caramucel (1025m) y de la Pila (1265m).
Las tierras de regadío y explotaciones de árboles frutales se aprovechan al milímetro. El paisaje se presenta ahíto en detalles interesantes en una simbiosis y armonía aparentemente perfectas entre la naturaleza (tierras) y la explotación que el hombre hace de ella. El aprovechamiento del agua disponible, debe estar tasado por estos lares como en tantos otros de nuestra región, al milímetro cúbico. Si dispusiéramos de ella con la abundancia de otras latitudes, seríamos como región, la primera potencia europea, dado lo ubérrimos de nuestros suelos. Estoy seguro de ello.
Mirando hacia el Norte, teniendo a la vista toda la fecunda vega del Segura, Almadenes, Rambla del Agua Amarga y los nuevos regadíos surgidos al socaire del trasvase y las aguas subterráneas en el glacis de la Sierra de la Cabeza del Asno.
Collado y estrechamiento o cuello de botella por el que hemos accedido para llegar hasta aquí. Todo lo que sea desviarse a la derecha o izquierda del camino correcto, es darse de bruces con estos espolones de paredes inexpugnables.
Me encuentro ya en la primera atalaya desde la cual, obtenemos un punto de observación privilegiado. Espacioso, seguro, confortable...lo dicho, no se puede pedir más.
Los pantanos que surten de agua a todo la explotación agrícola, verbigracia, el melocotón, sello estrella de los campos de Cieza, incluso con denominación de orígen. 
Salta a la vista que por estas latitudes, se aprovecha el terreno disponible al centímetro. Otrora, árido y baldío, ahora da gusto ver estos campos tan bien arreglados.
Ahora rivalizamos a ver quién de los dos es más presumido y se deja llevar del postureo abusivo.
¡No se vayan todavía, amigos, que aún hay más;)...!
FINAL DÉCIMO CUARTO CAPÍTULO


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