Ya iniciado el regreso y una vez salido de Aýna, he dejado el coche en un anchurón existente en la fuerte revuelta pasado el mirador del Sidecar. Solo tengo intención de fotografiar los tejados del pueblo, ya sin sombra, pues son pasadas las cuatro de la tarde; y acercarme al mirador del Diablo para tomar unas rápidas instantáneas, pues nos pilla de paso. Le tomo la enésima foto a los Picarzos.
Sin embargo, se me ocurre andar unos metros por el camino Viejo, cuya vertiginosa pendiente cuesta abajo me hace pensar que luego la tengo que subir. En fin, ya puestos, ¡que más da subir o bajar alguna cuesta más cuando de capturar bonitos paisajes se trata! Hay que aprovechar y en ello estamos.
Enfocando hacia la parte superior de la bóveda del Castillo de la Yedra. Por aquí también existe un aljibe de la época mora.
Enfocando hacia la parte superior de la bóveda del Castillo de la Yedra. Por aquí también existe un aljibe de la época mora.
El enclave de Aýna me parece espectacular. Su bien merecida fama la suscribo.
La Torre de la Iglesia de Nuestra Señora de lo Alto, que se construyó sobre las ruinas del castillo de la Yedra. La visité hace unos días y el interior es sencillo, sin alardes y de una sola nave. Me pareció bonita y espaciosa y por ello más que suficiente para los 580 habitantes, más o menos con los que cuenta el pueblo.
Mirando hacia Los Calderones
Impresionantes contrafuertes que hay por aquí para evitar los temibles desgajes o desprendimientos en las paredes de la montaña San Urbán.
Pilares de contención formidables
Entrada al Castillo de la Yedra y el Mirador de Los Mayos.
Hacia el bonito Balcón de los Mayos
La bóveda natural existente en los restos del antiguo castillo.
Paisaje que se divisa desde el Balcón de los Mayos.
Muro de mampostería bajo el Mirador de la Rodea Grande
La torre campanario de Nuestra Señora de lo Alto
FINAL CUARTO CAPÍTULO
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