Noticia publicada en abril de 2021.
El Plan de Regeneración de los Barrios medievales y renacentistas de Mula, Puntarrón, Carmen, Santo Domingo, de las Monjas y de los Molinos, asciende a 17,1 millones de euros, según informó el equipo de Gobierno municipal en la presentación de las actuaciones esta pasada semana. La primera fase se centrará en ocho intervenciones urbanas, entre ellas la de la plaza Martibáñez, la ermita del Carmen, la calle Revueltas, el Puntarrón o la Acequia Mayor. El acto tuvo lugar en el refectorio del Convento de San Francisco y contó con la presencia del alcalde de Mula, Juan Jesús Moreno, responsables municipales de las distintas áreas implicadas en el proyecto, así como el equipo redactor del Plan, el Estudio López-Aroca Arquitectura, formado por profesores de la Universidad Politécnica de Cartagena. Según explicaron, del total del presupuesto, 1,85 millones de euros van destinados a actuaciones en los ejes de accesibilidad, 12,1 euros se dedicarán a las unidades de actuación; 1,7 euros, a rehabilitaciones varias; y otro millón y medio, a gastos de gestión.
Por lo leído, después de décadas de litigio por la propiedad del castillo, entre los sucesivos gobiernos del ayuntamiento y sus herederos legales, parece ser que ¡por fin!, su apertura al gran público, parece inminente.
Dándole la vuelta y posicionándome en la umbría, la parte de la fachada más septentrional.
Divisando el vértice geodésico que en breve alcanzaremos
Almeces, de la Sierra de Ricote.
Cuando yo subía por aquí con alguna frecuencia, resultaba bastante factible el poderle hacer una visita al interior del castillo ya que solo una cancela, la mayoría de veces forzada y abierta, te lo podía impedir. Después superabas una pesada puerta con cerradura enorme, que te encontrabas reventada y franca y ya estabas adentro. Aunque apenas traspasé el umbral una o dos veces, no fuera que me hurtaran la bicicleta, sí que entré en una ocasión con otro ciclista para hacerle de cicerone. Pero entrados en faena, se nos cayeron los palos del sombrajo pues la mayoría de dependencias presentaban tan desolador y caótico aspecto que despertaba vergüenza ajena el constatar que edificio tan simbólico pareciera olvidado de la mano de dios y su concejo. Grafitos execrables, inmundicia, litronas vacías y vidrios de estas, botellas de alcohol, latas de cerveza, colillas, condones, zurullos resecos, hogueras extinguidas y más pintadas por doquier. Por no hablar de elementos sustraídos y otros destruidos con saña. Salimos de aquel estrago completamente descorazonados, sin ganas de repetir la experiencia. Recuerdo haber indagado en su momento por tan inexplicable estado de abandono por parte de las autoridades y obtener tras ello una explicación convincente. Siempre resulta mucho más cómodo despotricar a bote pronto que informarse del porqué de las cosas. El inmueble tenía sus propios dueños, dictaminado así, después de varios vaivenes judiciales, por el tribunal supremo. El consistorio de entonces, que llevaba décadas porfiando en obtener su titularidad, se la tenía que envainar y asumir sin más remedio, la sentencia judicial. Se precintaba el acceso al castillo con cadena y candado, pero los vándalos (okupas de hoy) lo forzaban una y otra vez para utilizarlo a modo de salón social, perpetrando en el inmueble, actos destructivos, por demás, de lo más incívicos. Y deambular por allí tenía su riesgo. De hecho, tuvo lugar el accidente de una niña, al precipitarse esta por una de las simas del castillo en la torre del polvorín aljibe, que no le costó la vida de milagro. Veinte años antes, otra niña no había tenido tanta suerte al caer por el mismo agujero y resultar muerta del fatal percance.
En 2015 tuvo lugar en Mula, una movilización ciudadana, muy emotiva, en pro de conseguir el concejo la adquisición del castillo, que como se ha mencionado más arriba, después de múltiples avatares, parece ser que está a punto de producirse. Corto pego después de las siguientes fotografías, un extracto del documento que fue publicado por entonces, para mejor conocimiento de quienes desconocen los antecedentes del asunto.
Apenas si los muleños habían digerido el fallo judicial cuando, el día de Santa Águeda, 5 de febrero de este fatídico año de 1999, un terremoto de 5.3º hace temblar los cimientos de Mula.
Los edificios son zarandeados como si fuesen de cartón. Los vecinos huyen de sus casas despavoridos a los descampados por miedo a las réplicas. Ésta no tardaría en llegar con bastante fuerza aún. El Castillo resiste la fuerte embestida, apenas si sufre daños aparentes, pero sí causa grietas preocupantes en sus muros.
Pasada la indignación de la sentencia y el susto del terremoto, el Consistorio recurriría al Constitucional, el cual ratifica al Supremo. En Estrasburgo no sería admitida a trámite. La batalla por el Castillo parece perdida.
Tras la sentencia del Supremo, los dueños ponen la fortaleza en venta en Internet. La astronómica cifra que piden por el inmueble no es atractiva para los ávidos de glorias pasadas. Sus dueños sólo quieren dinero por un monumento cargado de historia para los muleños, pero a los Bertrán la historia no les dice nada. Tampoco le importa los sentimientos de un pueblo que pelea por la dignidad de su Castillo. Ellos no tienen ningún tipo de afecto por una fortaleza que ni conocen, ni viene de lejanos parientes. Para ellos es simplemente una ocasión de hacer caja de una herencia que tiene su origen en Alfonso Chico de Guzmán cuando compra el castillo y casi todas las posesiones que tenía la Casa de los Vélez en Mula al duque de Bivona, a finales del siglo XIX.
A partir de aquí, el Castillo entra en una espiral de abandono, desidia y ruina. El estúpido vandalismo se ceba con él. La mayor parte de los elementos de seguridad son arrancados y destruidos. Matacanes y otros elementos decorativos caen como fruta madura mientras algunos sillares son arrancados de sus muros. La ignorancia e incultura va dejando su huella a modo de grafitis que van trepando por sus murallas de forma humillante sobre un monumento con más de cinco siglos de existencia. El Ayuntamiento apenas si puede contener esta ola de vandalismo sin freno. De esto se ahorraron los dueños, ya que hasta ahora no han querido hacer posesión de la propiedad, pese a los requerimientos municipales, tal vez para eludir responsabilidades. Ante esta situación, el Concejo se ve obligado a depositar las llaves del Castillo en el Juzgado de Mula en 2009. Perdida la posibilidad legal de recuperar el Castillo y su humillante degradación, lleva a los responsables del Consistorio a entablar conversaciones con los dueños para la adquisición de la fortaleza.
Un proceso que se inicia en 2004 y que termina en fracaso tres años después. En unas declaraciones del alcalde tras una entrevista con el presidente de la Comunidad en noviembre de 2005, el edil muleño decía que se había llegado a un acuerdo de compra con los propietarios por la suma de 2.1€ millones. Dos años más tarde, la historia es muy diferente. Cuando parecía cerrado el acuerdo de compra del 85% del Castillo por 1.8 millón de euros, unos empresarios liderados por un industrial lorquino se meten en el proceso y hacen una oferta de compra del restante 15% por una cantidad muy superior. Esto lleva al traste el acuerdo. Seguramente, los dueños romperían el acuerdo y pedirían más dinero. Lo que sigue es de sobra conocido por todos. No hubo compra, la crisis echa por tierra cualquier oferta ya que no hay dinero para esto, ni lo va haber en muchos lustros.
Mientras tanto, el diputado regional Diego Cervantes en una moción presentada en 2005, instaba al consejo de gobierno al cumplimiento de la Ley 16/85 del Patrimonio Histórico Nacional y obligue a los propietarios a realizar las actuaciones necesaria para la conservación del castillo.
Bastantes años después, en 2013, de nuevo el fatídico enero nos trae malas noticias sobre el Castillo. Una niña cae por el brocal del aljibe de una profundidad de siete metros causándose varias lesiones. La niña fue rescatada por el cuerpo de bomberos y protección civil varias horas después dado la dificultad de sacarla con la máxima seguridad por un agujero de unos cuarenta centímetros de diámetro. Un mes después de este accidente, el diputado regional José Iborra presentaba una moción en la misma línea que la presentada por Cervantes. La moción salió aprobada en estos términos: "La Asamblea Regional insta al Consejo de Gobierno de la Región de Murcia a que, dentro de las disponibilidades presupuestarias, se acometan las acciones legales necesarias para la recuperación del castillo de Mula, tanto respecto a la propiedad como a la conservación y restauración de tan emblemático edificio".
A raíz de este accidente y moción asamblearia, unos meses después la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia da un ultimátum a los dueños del Castillo para que pongan las medidas necesarias para evitar más accidentes. En esta resolución se indica que si los dueños desoyen la orden se les impondrá una multa coercitiva de 3000 € cada mes. Ni los dueños cumplieron el ultimátum, ni la Comunidad Autónoma tampoco. Pasado un año, vuelta a lo mismo: «Cultura amenaza con multas si los dueños no garantizan un acceso seguro al castillo», titulaba La Opinión de Murcia. En esta ocasión las multas coercitivas por desoír la orden son de 500€. En la resolución se señala que el coste de las obras para acceder al Castillo con seguridad son de 25000€. Cantidad irrisoria bajo mi punto de vista. Incomprensiblemente, pocos meses después el Ayuntamiento de Mula pide a la Comunidad Autónoma suspender provisionalmente la resolución que obliga a los propietarios a tomar medidas urgentes para la conservación del Castillo.
En la actualidad, el Ayuntamiento sólo posee el 5.5% de la propiedad, donación de uno de los herederos al cual hay que agradecer su generosidad. Se habla de otra donación de un 21%, incluso del cincuenta, pero muchos meses después, esto aún no está consumado y da la sensación que el tema de la donación está cerrado por parte de los propietarios. Incluso uno de los herederos parece ser que está comprando a los otros su participación. Por tanto, no podemos dar por buenas algunas informaciones de prensa.
Pero la batalla por el Castillo de Mula aún no ha terminado. 25 años después, el pueblo de Mula despierta de su letargo y se enfunda las “armas” de la democracia para una nueva reconquista de la Fortaleza. Forman una plataforma ciudadana, “MULA POR SU CASTILLO”, para devolver al inmueble la dignidad perdida a lo largo de este tiempo de pleitos y abandono. El pasado 23 de julio era constituida formalmente con la participación de todas las asociaciones culturales, deportivas, profesionales... y muleños en general. La misión principal de la plataforma, según el manifiesto lanzado, es presionar a las autoridades regionales para que se cumpla la Ley del Patrimonio 4/2007 de la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. El cerco está forjado, comienza el asedio del pueblo de Mula para una nueva reconquista de su Castillo. El final aún no está escrito, la batalla continúa.
Mula, 8 de septiembre de 2015
Juan Gutiérrez García
Ya se ha visto que he alcanzado el vértice geodésico y desde aquí las vistas son privilegiadas, no solo hacia el castillo y la histórica villa que lo hospeda sino hacia todas las serranías circundantes, y como se atisba en la imagen, la población de Pliego.
El viento soplaba con tanta fuerza aquí arriba que me hacía lucir en el autorretrato, to espeluznao. El de la gorra que corra que decía aquel cuando el viento se la desencajaba de la testa y tenía que salir afanoso tras de su aleatorio vuelo. Tan era así que ante algunas rachas, me veía obligado a sostener el palo con ambas manos.
Bonitas panorámicas desde este majestuoso emplazamiento
Al indagar sobre el castillo de Mula me he tropezado con una historia apasionante, no solo de este y su villa sino también del linaje de los Vélez, que logró mantener su autoridad y prestigio durante casi tres siglos. Don Pedro Fajardo y Chacón, aparte de ser al parecer, un cabrón con tirantes de los de antes, lo que hoy se considera un perfecto tirano, fue también Adelantado Mayor del Reino de Murcia (s.XVI) y Primer Marqués de los Vélez. Estas dignidades se obtenían, principalmente, por servicios a la monarquía y la guerra ofrecía posibilidades de todo tipo a los intrépidos, los que siempre hemos conocido por "hombres de fortuna y carácter". En el caso de Pedro Fajardo, labró su bienaventurado destino defendiendo las fronteras del Reino de Murcia contra los ataques de sus variopintos enemigos. En agradecimiento y recompensa, el rey, a estos adalides de la patria les pagaba en especie, esto es, con territorios, que con el tiempo fueron acumulando, contribuyendo a acrecentar su dominio y poder hasta límites insospechados. Resultaba por tanto, comprensible, que estos aguerridos soldados de fortuna, tuvieran el ego enaltecido, que creyeran que estaban por encima del bien y del mal y considerasen que todo quisque les debía pleitesía. Serían varios los siglos, desde XIV al XVII, en que disfrutarían de ese inusitado ascendiente, hegemonía cuasi intacta que perduraría durante todo el reinado de los Habsburgo, hasta el arranque mismo de la era borbónica en que comenzaría su declive.
Pero no voy a caer en el error, tan común en nuestros días de interpretar la historia con el punto de vista de hoy, porque la estirpe de los Fajardo, protagonizaría momentos relevantes en la historia de España. Sobre todo, las biografías del segundo y tercer marqués, nos indican que fueron aristócratas que participaron de forma destacadísima en la vida política de nuestra todavía recién nacida nación, con suma lealtad a los Habsburgo, y que como todos, conocieron los sinsabores de una corte ambiciosa e inmoral que se aprovecharía de ellos y que tras de exprimirlos, los acabaría traicionando y desechando como juguete viejo que ya no sirve.
Durante mis indagaciones por la red, he dado con este suculento escrito que me ha resultado de lo más interesante e instructivo para conocer la genealogía de los Fajardo y de su importancia para con la historia de Murcia y por ende de España.
El establecimiento de los Fajardo en el reino de Murcia supondría la iniciación inmediata de una larga etapa de lucha y permanente avance familiar con la consecución de una posición consolidada en el orden político-militar y socio-económico. En ellos predominará la vida militar que perdurará durante siglos al frente de los destinos del territorio murciano, Con Alonso Yáñez Fajardo, que obtuvo el adelantamiento mayor del reino en 1387, se inicia el período hegemónico que, a excepción del período de un cuarto de siglo en que este oficio estuvo desempeñado por el condestable Dávalos, se haría hereditario en la familia Fajardo.
No fue esto solo, porque si sus comienzos son modestos y oscuros, muy pronto se extendió por todo el reino, y los castillos y fortalezas, aldeas y villas, lugares y ciudades quedaron sujetas a su poderío militar o a sus alianzas familiares o políticas. No hay hecho de armas, guerra fronteriza o civil, debates políticos o cuestiones puramente locales, en que no intervenga algún Fajardo. Las cuantiosas rentas, privilegios y mercedes que obtuvieron de los reyes, sus alianzas matrimoniales, el desempeño de encomiendas militares, la posesión más o menos legal de algunas poblaciones junto a las suyas propias, o las delegaciones de infantes y magnates, les llevó a las cumbres del poder en el reino de Murcia, con alcance e influencia a veces decisiva en numerosas ocasiones en la política castellana y aun en los reinos vecinos. Por ello ha podido escribir Válgoma : "Uniendo su sangre a la de otras preclaras estirpes regionales, cuyo nombre cuenta rotundo y sonoro en múltiples empresas patrias, políticas, bélicas y nobiliarias, prestigiando a Murcia y a España toda".
El poderío alcanzado por los Fajardo fue de tal magnitud que hasta fines del siglo XV no intentaron discutírselo los monarcas, aunque sí procuraron en más de una ocasión enfrentar a unos con otros, sin más resultado que proporcionar un poder insospechado al vencedor, como sucede con don Pedro Fajardo, que llega a su cenit cuando la totalidad del reino le proclama virrey y ciudades y municipios se negaron a reconocer a monarca alguno, sometidos por entero al gobierno directo, firme y hábil de su adelantado mayor, el cual supo llevar al reino murciano a su destino político con mano segura y sin vacilaciones de ninguna clase.
Junto a la intervención política se encuentra la incansable y brillante actividad guerrera, que les permitió usufructuar, junto al adelantamiento mayor la capitanía de guerra del reino; aparte de que todos los Fajardo participarían de una u otra forma en cuantas acciones bélicas se promovieron con Aragón y Granada, cuando no en la guerra civil. Lope de Vega, que conocía bien las hazañas de los Fajardo, quizá por haber vivido algún tiempo en Murcia junto a su protector el obispo Jerónimo Manrique, escribió su famosa comedia "El primer Fajardo", basada en los hechos y leyendas atribuidas a los Fajardo medievales, y personificó las glorias de esta estirpe en Juan Fajardo, el supuesto primer Fajardo murciano, acumulándole los hechos más gloriosos de tres generaciones de Fajardo. Por esta razón Menéndez Pelayo califica a esta obra de genealógica, opinando que debería haberse llamado "Los Fajardo" como primeramente la denominó el propio Lope, ya que así la menciona en "El peregrino en su patria".
No solo fueron políticos y guerreros los Fajardo, sino que en las horas de la quietud no dejaron de interesarse por la cultura, expresiva de una formación y de una sensibilidad no embotada por las asperezas de la lucha. Es así, sin alejarnos del siglo XV y sin necesidad también de recurrir a la excelsa calidad humanista del primer marqués de los Vélez como ha puesto de manifiesto Marañón, en el reinado de Juan II podemos valorar la formación cultural de tres primos que rimaban los actos bélicos con su brillante personalidad intelectual, puesta a prueba en sus escritos, poesías o en el patrocinio de obras culturales y artísticas.
Entendemos que no interesa aquí ofrecer una panorámica del horizonte político murciano durante el siglo y medio final de la Edad Media en que podemos precisar la actividad de numerosos Fajardo. Tanto en su afiliación a los bandos políticos que dividían a Castilla, como también, y al mismo tiempo, en la dura pugna sostenida entre los propios Fajardo al dirimir personalmente sus ambiciones e intentos hegemónicos, son hechos bien conocidos y que hemos tratado en diversas publicaciones. Por ello, en lugar de enumerar encuentros armados, conquistas y ocupaciones de fortalezas y los innumerables privilegios, rentas, mercedes y franquezas alcanzadas por unos y otros, nuestro objeto será el de señalar, hasta donde sea posible, la relación familiar existente entre los principales personajes que participaron en la larga contienda bélica que se mantiene en el reino de Murcia. Para ello debemos ir reseñando las diferentes ramas familiares que nacen del mismo tronco común y que sirven de base a la pléyade de los Fajardo más desatados en el siglo XV, y que es Alonso Yáñez Fajardo, el primer adelantado mayor de la estirpe de los Fajardo.
El castillo de Mula se alza sobre un cerro, alto y solitario, mirando amenazador a las casas de la población. De hecho, tenía dispuestas troneras para cañones apuntando hacia la villa, pues un Pedro Fajardo, que andaría ya en el ocaso de su otrora azarosa vida, ordenaría erigirlo con el fin de amedrentar y al mismo tiempo protegerse de los contestatarios muleños que, aprovechándo la Insurreción Comunera en Castilla, le harían jurar al señor marqués, respetar sus costumbres y privilegios a cambio de consentir entregarle el control del castillo y aceptarle SER también, el señor de la villa. En fin, yo creo que es mejor que leamos la historia de la pluma de quienes han estudiado con detenimiento y detalle lo acontecido por estos pagos, hace la friolera de más de quinientos años. ¡Qué rica e interesante es nuestra historia, la virgen...!
500 años de la construcción del Castillo de Mula (1520-2020)
El Castillo de Mula es uno de los monumentos más importantes del municipio, es el estandarte por antonomasia de una ciudad que tiene en su castillo un icono, no sólo geográfico sino simbólico, como bien puede verse en el propio escudo de la ciudad. En 2020 se cumplen los 500 años del inicio de la construcción del castillo de Mula por el I Marqués de los Vélez, cinco siglos de presencia en lo alto del cabezo, señoreándose sobre la villa y forjando una historia inseparable entre el muleño y su monumento más señero.
Tras la construcción del Castillo-Palacio de Vélez Blanco, obra insigne del renacimiento español, el marqués de los Vélez mandó construir la fortaleza de Mula, otra obra destacada de la arquitectura militar renacentista en el sureste peninsular.
La edificación de esta fortaleza hay que entenderla dentro del marco de poder y de configuración del reino de España que se inició con los Reyes Católicos y que se definió completamente con la llegada al trono del emperador Carlos I. Es incuestionable la importancia y la trascendencia que el marquesado de los Vélez tuvo durante cerca de tres siglos en el sureste peninsular, donde las villas de su Estado se distribuían por los Reinos de Granada y Murcia.
Dentro del marquesado, Mula siempre tuvo un papel destacado ya que aquí estaba situada la administración a través de la Contaduría Mayor y el archivo distribuido entre la fortaleza y las Casas de Palacio.
El 5 de mayo de 1520, el primer marqués de los Vélez, Pedro Fajardo Chacón, ordenaba desde Cuevas de Almanzora el comienzo de la construcción de la fortaleza. Su fábrica, de recios muros construidos en sillería evidencia la habilidad del tracista y la perfección en la ejecución de los canteros vizcaínos.
Una inscripción sobre la entrada a la torre del Homenaje relata que bajo los cimientos de este castillo hubo otro de origen romano.
Nunca debió existir esa fortaleza romana pero los Fajardo debieron recurrir a la colocación de la lápida para justificar su construcción. La monarquía, tras la conquista del reino nazarí, trató de impedir la construcción de fortalezas defensivas que ya no resultaban necesarias desde la desaparición del peligro fronterizo con los musulmanes de Granada.
Lo que sí existió bajo la edificación de los Marqueses fue una construcción musulmana que sirvió de germen a la actual y desde donde partía la muralla medieval de la que aún vemos restos en la ladera de la colina. La desnuda arquitectura del edificio (declarado Bien de Interés Cultural) deja a la vista la perfecta obra de cantería.
Destaca la bóveda de cañón que cubre la sala que hay inmediata a la puerta de acceso al castillo y sobre la que se asienta el patio de armas. La gran torre del Homenaje y el torreón del aljibe completan la estructura del edificio que se asienta sobre un sinuoso y escarpado terreno del que parece que haya sido labrado.
La ornamentación es casi nula, limitándose a los proporcionados escudos de armas de don Pedro Fajardo Chacón y su segunda y tercera esposa, situados casi todos ellos en la fachada sur.
Al contundente almenado, que con su relieve establece un juego de luces y sombras que corona todo el castillo, podría dársele el apelativo de ornamental, sobre todo teniendo en cuenta que estos elementos se encuentran, fundamentalmente, en las fachadas que pueden divisarse desde las calles de Mula y no en la de la parte trasera del castillo. Esta característica otorga al edificio cierto carácter escenográfico. La austeridad del castillo y ese cuidado en la fachada sur no pretendían otra cosa que mostrar a los habitantes de Mula el poder de la casa de los Fajardo y recordarles continuamente quienes eran los nuevos Señores de la villa. Arquitectónicamente el castillo se divide en cuatro cuerpos claramente diferenciados:
*Patio de Armas: se localiza en la zona norte del complejo, aprovechando el amplio espacio que formaban las murallas de la celloquía de la alcazaba musulmana. En el interior de la misma aún se observan restos de un aljibe y un pozo realizado mediante sillares de piedra. Desde el patio, aprovechando el adarve oriental de la antigua muralla musulmana, se accede hasta la puerta de entrada, que se unía al adarve mediante un puente levadizo, protegido por una ladronera situada en la parte alta del muro.
*Baluarte: de forma rectangular y terminado en punta hacia el oeste, como si se tratase de la proa de un barco, en esta zona se sitúan las dependencias de la guarnición o cuerpo de guardia y las mazmorras. Traspasado el umbral de la puerta se accede a un pequeño patio al que da el cuerpo de guardia, una gran sala abovedada desde donde se accede tanto a las mazmorras situadas en el sótano como a la zona de vigilancia de las mismas o a la escalera de acceso al primer piso. Se localiza aquí una amplia terraza denominada azotea baja, principal área de defensa organizada en dos niveles donde se abren diversas aspilleras y troneras de tipo buzón y donde sobresale un gran arco escarzado rebajado que sostiene una especie de tribuna situada encima y asomada a la plaza de armas. Esta tribuna presenta aspilleras y troneras así como un parapeto al que se adosa un adarve que conduce hasta la ladronera que defiende la puerta principal de acceso. Desde el extremo oriental de la azotea se accede, mediante otro puente levadizo, a la torre del homenaje.
*Torre del Homenaje: es la zona noble del castillo y estaba separada del resto de dependencias, ya que servía de alojamiento para los marqueses o para su representante (alcaide). El acceso se producía desde la azotea baja, mediante puente levadizo, al último piso de la torre, que estaba ocupado por el salón principal o sala de audiencias, donde destaca un gran ventanal abierto en el muro meridional desde donde se divisa perfectamente toda la villa y la huerta. Desde esta sala se accedía por una escalinata muy empinada a la denominada azotea alta o terraza, donde volvemos a encontrar aspilleras y troneras, así como un adarve perimetral en parte sostenido por un voladizo de piedra. Otra escalera arranca desde la sala principal para dar acceso a dos pisos situados por debajo de la misma, que servían como zona de dependencias y almacenamiento. El último piso da acceso al polvorín.
*Torre del Aljibe: se trata de un cuerpo anexo pero independiente a la fortaleza, con un tejado a tras aguas realizado a base de placas de piedra. Al parecer su uso era el de almacén de municiones, al que se acedía, como hemos dicho, desde el sótano de la torre del homenaje. Consta de dos niveles, el polvorín propiamente dicho y un gran aljibe, posiblemente de origen musulmán, con un brocal situado en el sótano.
Meses después de iniciar las obras el Marqués será expulsado de la villa de Mula por no guardar sus privilegios, usos y costumbres, solicitando perdón y jurando ante las sagradas escrituras que acataría las leyes que regían el concejo, entregadas siglos atrás por Fernando III y Alfonso X el Sabio. El desafuero al que fue sometido el señor de la villa tendría sus consecuencias, la fortaleza de sillería estaba prácticamente terminada tras una década de trabajo, lo que permitió al marqués artillar la fortaleza y contratar a los mejores mercenarios de su ejército para someter las pretensiones de la Villa. Los enfrentamientos con los vecinos derivaron en un pleito con el marqués que se resolvería parcialmente en 1555 a favor del Marqués. Aunque los vecinos conseguían que se respetaran sus privilegios, el pleito con la familia marquesal continúo durante más de 300 años.
A principios del siglo XVIII, el castillo de Mula jugaba un papel destacado en la Guerra de Sucesión, siendo decisiva su artillería en la defensa y triunfo de la causa borbónica que le valió el trono a Felipe de Anjou, el primero de los borbones que reinó en España bajo el nombre de Felipe V. Tras la abolición de los señoríos a lo largo de la primera mitad del siglo XIX, el castillo quedó abandonado, iniciando el Ayuntamiento a partir de la década de los 60 del siglo XX su lenta recuperación mediante diversas actuaciones.
Sin embargo, la lucha de Mula por su castillo no terminó felizmente, pues a partir de 1990, un nuevo pleito por la propiedad surgió en el horizonte con la familia heredera de la fortaleza. En 2001, el Tribunal Supremo falló en favor de la familia, lo que provocó un enorme perjuicio para este monumento llevándolo a un grave estado de abandono. En la actualidad, el Ayuntamiento de Mula, recogiendo el clamor y la movilización de los muleños por su castillo, ha realizado intensas gestiones y negociaciones con algunos de los herederos y hoy día ya es propietario del 66,67 % de la fortaleza. Esto ha permitido que el Ayuntamiento retome la iniciativa en su recuperación y hoy día está redactado el Plan Director del Castillo de Mula y su entorno, cuyas consideraciones y conclusiones dará las pautas para su conservación, restauración y puesta en valor. Web Fuente
Durante mis búsquedas en pos de la historia del Castillo de Mula, me he tropezado con lecturas muy interesantes, algunas recientes, otras no tanto, cuyos enlaces reúno y comparto aquí, para mí mismo y futuros navegantes que puedan buscar información sobre esta cuestión y de casualidad aterricen en este blog.
Y sin duda recomiendo este blog, de Juan Gutiérrez García, de fina pluma y buen conocedor de la historia de Mula, del que ya hemos insertado uno de sus trabajos editado en pdf y otro que incluiremos en el siguiente capítulo.
Y retrocedemos hacia el casco viejo de Mula
FINAL QUINTO Y PENÚLTIMO CAPÍTULO
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