Vamos de regreso y pasamos nuevamente por el Monasterio de la Encarnación, del que ya hemos brindado alguna información en forma de enlace.
Tenía lugar una visita guiada.
Y con esta fotografía finalizamos aquella fructífera excursión de domingo que nos ha dado para conocer un poco de la interesante historia de Mula y su castillo.
A los pocos días volvimos por aquí, en esa ocasión, motorizados, para darnos una vuelta por La Puebla y algunos lugares de las inmediaciones de Mula, incluida la otra pedanía, la del Niño, cuya célebre ermita, también quedó registrada con la cámara.
El Embalse de la Cierva
La Cuenca del Segura es, entre todas las del territorio nacional y a lo largo de la historia, la que más catástrofes ha sufrido como consecuencia de las inundaciones acaecidas.
Existen reseñas históricas de casi quinientos años donde se mencionan los desastres soportados en la zona a causa de estos fenómenos meteorológicos, entre los que se pueden destacar pérdidas de vidas humanas.
Los primeros estudios conocidos del pantano del Corcovado (La Cierva) datan del año 1847, cuando el arquitecto Jerónimo Ros presentó un proyecto a la superioridad. Este primer proyecto del pantano del Corcovado no prosperó.
Posteriormente en el año 1876 se realizaron una serie de estudios preliminares en el estrecho del Corcovado. Sin embargo, no se tiene constancia ni de los tipos de estudios realizados ni de los resultados arrojados.
Las abundantes crecidas acaecidas en la década de 1870 y en especial la que se produjo el día de 15 de Octubre de 1879, denominada de “Santa Teresa”, con 761 muertos, provocaron que en marzo de 1885 se realizara un Congreso Contra las Inundaciones de la Región de Levante. Como consecuencia de dicho Congreso se llegó a una serie de conclusiones encaminadas a paliar las inundaciones que ocurrieran en un futuro. Para ello, se creó un plan de defensa contra las inundaciones denominado “Proyecto de Obras de Defensa Contra las Inundaciones en el Valle del Segura”, que se firmó en Zaragoza, en agosto de 1886, por los Ingenieros D. Ramón García Hernández y D. Luis Gaztelu Maritorena. Este Plan de Defensa contra Avenidas es el primero que se realizó en España. Sin embargo, este plan no contemplaba la construcción del pantano de Corcovado, ya que únicamente pretendía fijar las prioridades en obras de defensa, con el objeto de poder paliar los daños ocasionados por las riadas.
Apoyándose en el estudio anterior fue redactado el Plan Nacional de Obras Hidráulicas, que se aprobó, por Real Decreto, el 25 de abril de 1902 y cuya vigencia duraría hasta 1926, año de creación de las Confederaciones Sindicales Hidrográficas. Entre estas confederaciones estaba la Confederación Sindical Hidrográfica del Segura, que comenzó a realizar una serie de estudios.
Dentro de este Plan Nacional, también llamado Plan Gasset, estaba contemplada la construcción del Pantano de Corcovado y de los canales de aguas turbias de Yéchar (Barranco de Perea, en Mula).
El Proyecto del Pantano de La Cierva fue aprobado con fecha del 11 de mayo de 1914 por un Presupuesto Total de 1.119.520 pesetas.
Para terminar esta breve exposición de antecedentes que dé una clara idea de la gestación y desarrollo del actual embalse de la Cierva, se debe añadir lo siguiente:Entre Enero de 1915 y Mayo de 1929 se construyó la primera presa de la Cierva.
El recrecimiento de la presa hasta su estado actual fue recogido en el Real Decreto-Ley 4/1987 de 13 de noviembre (BOE del 14 de noviembre de 1987), en el que se adoptaron medidas urgentes para reparar los daños causados por las catastróficas inundaciones que asolaron la Comunidad Valenciana y Murciana en julio y octubre de 1986 y 1987.
Las obras del recrecimiento tuvieron lugar entre Marzo de 1988 y Agosto de 1996, momento en el que la presa alcanzó sus características actuales.
(Foto de Wikipedia, aderezada por el bloguero que suscribe)
Y esa casa de inconfundible estilo arabesco, que llama mucho la atención, a propios y extraños, situada entre la carretera antigua y la Vía Verde, había que inmortalizarla sí o sí para nuestro reportaje.
Aquí queda.
El Castillo de los Vélez, tomado desde otra perspectiva
El Castillo de Alcalá, al que Ana Belén le dedicó una canción...o fue a una puerta...?
¡Ay que ver, qué güevos tuvo Pedro Fajardo y Chacón, construir todo un castillo, cuando ya estaban desfasados y muy restringidos los permisos para su construcción, y todo para amedrentar, someter, subyugar a los muleños, como en sus mejores tiempos, cuando aún contaba con la anuencia del rey. Pero aquellos no se lo pusieron nada fácil y pinchó en hueso. No sabía el primer marqués de los Vélez que se metía en camisas de once varas, con gentes mucho más recalcitrantes que aquellos ablandabrevas con los que habría contendido en la corte. Y es que a algunas viejas glorias les cuesta asumir que ya no son lo que fueron (vg, Ronaldo) y suelen acabar escaldados; porque ya lo decía Napoleón (Nabulio para los amigos), que una retirada a tiempo, es una victoria. ¡C'est la vie, oh là là...!
La ermita de El Niño de Mula
La Historia de El Niño de Mula está vinculada a sus dos roles tradicionales: como fonda y lugar de avituallamiento en la ruta de Murcia a Caravaca de la Cruz y como centro de peregrinación religiosa. En las inmediaciones de la pedanía abundan abrigos y cavidades, que atesoran pinturas rupestres pertenecientes al arte prehistórico esquemático y levantino, que confirman la presencia del ser humano en la zona desde la Edad de Bronce.
En época medieval, este rincón muleño comenzó a denominarse Campo de Albalat o de Balate, y ya en el siglo XVII recibe su nombre actual, fruto de la aparición milagrosa de El Niño Jesús al pastor Pedro Botía. Con motivo de este episodio se levantó el Santuario y comenzó a gestarse el actual núcleo poblacional.
Territorio musulmán
Con la conquista musulmana en el siglo VIII, Mula recibe su denominación actual. El topónimo árabe designa a quien domina diferentes lugares, refiriéndose al poder que ejercía el núcleo principal sobre varias poblaciones circundantes. En esta época la zona que comprende la pedanía de El Niño de Mula era conocida como Campo de Albalat o de Balate, que en árabe significa camino o acequia. Se encontraba próxima a la frontera entre musulmanes y cristianos. La indudable importancia estratégica de estos lares ha posibilitado la pervivencia de una gran diversidad de monumentos, que constituyen interesantes conjuntos histórico-artísticos como es el caso de los castillos de Alcalá y de los Vélez.
Adelantamiento de Alonso Yánez-Fajardo
Reconquistados estos territorios por los castellanos en el siglo XIII, pasaron a ser gestionados por las órdenes militares de Santiago y del Temple. En el siglo XV, el rey Juan II entregó el señorío de Mula al adelantado Alonso Yáñez-Fajardo, en agradecimiento por la ayuda prestada en el conflicto que mantuvo con el marqués de Villena. Este derecho de señorío desencadenó abundantes enfrentamientos entre los lugareños y los herederos del privilegio, los marqueses de los Vélez. Las disputas fueron sofocadas poco tiempo después del levantamiento comunero de 1520, lo que no evitó que el denominado "Pleito de Mula", que cuestionaba los derechos de los señores feudales, se prolongase durante casi tres siglos.
La actual denominación de la pedanía se remonta al siglo XVII. En esta época la familia Botía era propietaria de tierras situadas en el paraje de Balate y el conjunto de la comarca muleña sufría las consecuencias de plagas, epidemias de peste bubónica y otros padecimientos, que dejaron el negro saldo de más de dos mil muertos en pocos años.
Según la leyenda, un miembro de la familia Botía, de nombre Pedro y pastor de profesión, elevó sus oraciones rogando por la remisión de aquella terrible situación. Estas plegarias obtuvieron sus frutos el 21 de septiembre de 1648 cuando, en el paraje mencionado, el pastor asistió a la aparición milagrosa de El Niño Jesús. A partir de este insólito episodio, las penurias cesaron y Pedro Botía hizo profesión de fe, cambiando su nombre por el de Fray Pedro de Jesús. La familia Botía levantó una ermita en el mismo lugar de la aparición, que se convirtió en lugar de peregrinación de la comarca y centro aglutinador de una pequeña población, que fue creciendo bajo el nombre de El Niño de Mula.
La fecha ofrecida por la leyenda no se ajusta completamente al rigor histórico, puesto que las epidemias ya habían remitido y la ciudad de Mula había sido declarada libre de enfermedad en el mes de julio. Sin embargo, este apunte no parece contradecir el hecho de que se erigiese la ermita como acción de gracias. La aparición de El Niño Jesús en la actual pedanía se convirtió en el remedio cristiano para conjurar la plaga de peste, que amenazaba con despoblar Mula y el reino de Murcia desde 1648.
Primeros devotos del Santuario
A finales del siglo XVII comenzaba el pequeño santuario a contar con sus primeros devotos, hecho favorecido por la presencia de Fray Pedro de Jesús en el Real Monasterio de la Encarnación. Allí vivía con fama de santo y siendo objeto de un profundo respeto por los lugareños, manteniendo, de igual modo, un cordial trato con la nobleza.
La talla de El Niño, enviada a la reina María Luisa en 1707, no fue devuelta tras la entronización de los Borbones, linaje con el que fray Pedro no consiguió establecer buenas relaciones antes de fallecer en 1717. Se sospecha que la imagen pudo desaparecer, como otras muchas obras de arte, en el gran incendio del Alcázar Real, acaecido en 1734. Perdida la imagen y fallecido Fray Pedro, el estado de la ermita y el número de peregrinos se resintieron gravemente. Para evitar este declive, algunos hombres del pueblo constituyeron una cofradía en 1733, fiel centinela del santuario y del culto al Niño de Balate.
En 1780 comenzaron las obras del actual Santuario, aunque ya antes los cofrades habían conseguido que los traslados de la nueva talla de El Niño a Mula y viceversa se convirtieran en un espectáculo de gran atractivo popular en el que no faltaban música, fuegos artificiales, soldados uniformados lanzando arcabuzazos al aire y una multitud de devotos, que acompañaban a la imagen en su trayecto.
Llegamos al final de esta singladura, que contra todo pronóstico, nos ha llevado por senderos que no estaban previstos. Y como viene siendo habitual, el remate a estas entradas que le hemos dedicado al Castillo de Mula, tenía que ser en forma de imágenes tomadas desde las alturas. Y de entre unos cuantos vídeos echados al coleto, he seleccionado estos para darle finiquito a esta serie de seis capítulos que han discurrido por un trozo del variopinto y heterogéneo territorio muleño, condimentados con pinceladas de su bien conservada historia, pese al azaroso transcurso de tiempos y culturas.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
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