24 diciembre 2022

POR LA SIERRA DEL CEREZO III y FINAL

Abandono el Arrayán por su antiguo y empinado camino de acceso, visible en la pantalla del gps, pero en la actualidad, parcialmente oculto por la maleza, que en algunos momentos sobrepasa mi cintura.
Aquella es la pista que cogeremos para regresar al coche. Como ya he dejado dicho, el camino (servicio del Taibilla) hasta el cortijo del Campanero, está muy malo. Quiero decir, pedregoso, áspero, que baquetea mucho el coche. La mayor parte del tramo, hay que ir en segunda, para mitigar en lo posible el riesgo de bocado con mala baba al neumático.
Una vez alcanzado tramo de camino un tanto más amigable, nos podemos dedicar a disfrutar del paisaje que nos ofrecen las sierras de Los Engarbos y del Lote Seis, situadas en la margen izquierda del arroyo de las Murtas, invisible a nuestra vista pero de aguas permanentes.
Por lo que se puede colegir tras examinar el mapa, tiene su origen el arroyo de las Murtas en el Rincón de Salamanca, por las aguas torrenciales y alguna que otra surgencia que proceden de la sierra de la Muela.
Después de recorrer unos cuantos kilómetros, poco antes de desembocar en el río Segura, se mezcla con la aguas del arroyo del Chopillo, en el paraje Cañaverosa, de Calasparra.
Y no hemos de subestimar la fuerza desatada de estos caudales en épocas de intensas lluvias, como los que acaecieron a principios de este mismo año de 2022.      
 
Durante este tramo de camino que hice andando, lo que más llama la atención del caminante es la denominada Piedra Pedro Ruiz, que nos fue ofreciendo diferentes encuadres para nuestro reportaje. Me di cuenta que la circunvala una pista a media altura, por lo que no debe resultar muy arduo alcanzar su cumbre.  
Bancal de Socovos
Dique al pie de Piedra Ruiz, sobre el cauce del Arroyo de las Murtas
A partir de aquí, las fotografías ya corresponden a otra excursión, la última por estos lares en que alcanzamos el Peñón del Serrano.
Nos movemos por el lado más hacia el Oeste de la sierra del Cerezo, la que da a La Muela y los Engarbos.
Todos estos pagos ardieron como una tea y dada la gran superficie que verdea, ya parecen bastante recobrados de aquel infierno devastador que sufrieron, ahora bien, la natura se toma su propio tiempo de recuperación, que siempre resulta demasiado lento para nosotros.
La pista hacia el collado del Gamonal (cerrado con una puerta) que facilita el alcance del cerro hacia el que nos dirigimos, permite buenas panorámicas hacia las sierras vecinas.
Poco antes de abandonar una senda e introducirme en modo asaltalindes por un monte muy cerrado, me volví a tropezar con otro cazador, que ya regresaba con una pieza cobrada (una cabeza de macho montés); en vida, de gran porte, a juzgar por la regia cornamenta que a duras penas lograba ocultar con una bolsa de basura. Este me pareció incluso más instruido y sofisticado que el anterior. No le faltaba detalle en cuanto a despliegue de medios se refiere, pues hasta bípode de carbono y prismáticos con distintivo del águila (Swarovski Optik), formaban parte de sus trebejos (no como los míos que son de Aliexpress). Seguro que portaba muchos miles de euros en material cinegético. Iba cargado hasta las trancas pero parecía soportar el peso con aparente liviandad y suficiencia, no en vano, el hombre era de complexión fuerte, hercúlea yo diría, ciento ochenta y cinco centímetros de estructura acerada que podía cargar con lo que fuera menester. Un tío con semejantes atributos y bien equipado, que parecía Terminator, y en medio del monte, se te pone farruco y a ver qué haces, solo puedes tragar saliva, rezar todo lo que sabes e impetrar que al madelmán le caigas bien y no se indisponga contigo. En este caso, el hombre desplegaba una educación, acento y erudición exquisitos que parecían dimanar de la alta alcurnia o cuanto menos, de la capital. Prescindiendo de ese tono admonitorio, que resulta tan común de algunos monteros al sentirse superiores con el arma en bandolera, coincidió con el otro en advertirme de los peligros que corría al adentrarme en el monte por estas fechas. Que le había parecido que salía a su encuentro un verdadero tropel de personas, pues ya llevaba escuchando voces desde hacía unos minutos. En efecto, siempre llevo en previsión del peligro, ropa de colores vivos (azul, rojo o amarillo) y un altavoz inalámbrico que cuando me adentro en el monte por estas fechas, suelo llevar zumbando, porque mejor recibir la filípica de un cazador enojado porque le espanto una pieza que la de un cañonazo por confundirme con un jabalí, pongamos por caso. El cazador parecía tranquilo (había tenido tiempo de ocultarse, caso de tratarse de un furtivo sin autorización), sin atisbo de apremio alguno, supongo que por estar en posesión de todos los permisos y licencias para con la actividad profesada. No quise entretenerle más con mi cháchara (no olvidemos que iba cargado) y tras despedirnos cordialmente, entonces sí, decidí que había que adoptar medidas y tomar en consideración las advertencias dadas, que ya eran demasiadas. Sería del género imbécil hacer caso omiso. Por cierto, qué sigilosos suelen ser estos cazadores solitarios, que siempre dejan los coches muy bien escondidos. 
Después de no pocas dificultades para llegar al Peñón del Serrano, por lo tupido de monte joven y cerrado sotobosque que domina estos contornos, conseguimos nuestro objetivo aunque enfrente de donde nos hallamos, existe otro cerro, unos metros más elevado de donde nos encontramos. Decido también encaramarme a su punto más alto, descolgándome la mochila, para librarme de su peso durante esta breve derivación a mi incursión. Solo llevo consigo cámara y prismáticos. 
El alcance a la cumbre del Cerezo no parece operación muy complicada desde el collado. Ya tengo claro por donde hacerlo cuando vuelva por aquí en primavera.
Una vez encaramado al Peñón del Serrano, se pueden obtener estas bonitas panorámicas de todas las sierras circundantes a él, y darse cuenta, tomar conciencia de la vasta superficie que resultó arrasada, pasto de las llamas. Tuvo que ser en verdad, apocalíptico.
El Peñón del Serrano, que se subdivide en dos promontorios, este situado en los 1146 metros...
...y aquel situado en los 1160 metros de altura.
Desde este otro cerro se pueden obtener vistas grandiosas hacia toda la rosa de los vientos, sobre todo la localizada en los escarpados montes del noroeste murciano. Es un montículo idóneo para disfrutar con binoculares, aunque sean de construcción low cost.
Por la sierra de la Muela se observa una extensa pista que serpentea. Me pregunto si será amigable para hacerla en bicicleta y por supuesto andando. Habrá que investigar.
Mirando hacia Moratalla y Cehegín
Adviértase lo apretado del nuevo manto forestal.
Sierra de Moratalla, con el pico, Los Obispos, 2014 metros, techo de la provincia de Murcia y la sierra de Villafuerte, despuntando su cima Cerro de Villafuerte, elevada sobre la vertical hasta los 1743 metros.  
Farallones del Majal de la Cruz, donde se encuentra la cueva de la Capilla, frente a la población de Fotuya.
Mis apechusques de este día
Las paredes del Cerezo más orientadas a poniente
Sierras de San Miguel y del Molino, Cerro de la Atalaya y al fondo el Parque Regional Sierra de la Pila.
La vuelta por donde indica el autor del track se hace mucho más amable, por eso aconseja hacer la ida y regreso por el mismo itinerario. Si alguna vez volviera por aquí, ya lo tendría en cuenta.
Pues nada, hemos llegado al final de esta serie de entradas dedicadas a la sierra del Cerezo, a la que volveremos un día de estos, cuando pase el fervor cinegético, que como ya he dejado dicho en diferentes ocasiones, nada en contra tengo de una actividad tan oportuna como necesaria. Todos los que despotrican de ella son la mayoría, ecologetas de salón, que no se han preocupado en conocer, aunque sea por encima, el mundo de la caza y sus múltiples niveles y derivadas, formas de entenderla y practicarla, las problemáticas que de forma intrínseca le afectan, ayer, hoy y siempre y de lo crucial que resulta para coadyuvar al equilibrio del ecosistema y la prevención de incendios, que esa es otra función de quienes cuidan el monte en pro de la caza y actividades que le son afines, que los ecologistas de postureo y perfil urbanita, con intención aviesa, suelen obviar y pasar por alto.
En fin, no hace falta más que navegar un poco por la red, leer las respuestas a los artículos de opinión sobre la caza para darse cuenta que la abierta rivalidad, incomprensión, polémica en definitiva entre cazadores y practicantes ecologistas de alguna actividad deportiva por el monte, ya hace tiempo que está servida y más virulenta y enfrentada que nunca, porque el actual gobierno ha puesto en pie de guerra, se podría afirmar sin ambages, a todas las sociedades de cazadores, ganaderos, agricultores, etc, por su política ecologeta a ultranza. Estamos de sandios progres hasta los cojones, siempre impelidos de esa obsesión por imponer su ideología, trocada en religión, prohibiendo por decreto aquellas actividades que no comulgan con su credo, condenando a muchas personas a la quiebra del que hasta hace poco fuera su medio de vida. Y luego hablan de democracia y erigirse en dique de contención frente a la fractura comunitaria. Cínicos e hipócritas en grado sumo, cuando no contribuyen a otra cosa que a la división, a la polarización de la sociedad.
 
 Si a todo lo expuesto, sumamos el verdadero tropel, marabunta yo diría, de aficionados de todo tipo, que de un tiempo a esta parte, se han echado al monte para practicar su actividad favorita, que espanta, que aterroriza la caza, pues hay que entender y ponerse en el lugar del dueño de un coto que contempla frustrado como su a veces exigua fuente de ingresos, sale corriendo tras la búsqueda de espacios más tranquilos, de ahí la necesidad de vallar los montes de titularidad privada para que los animales permanezcan en un determinado contorno y no puedan salir huyendo.
Mucha gente ignora que la caza también se “siembra”, esto es, se cría, se introducen en la propiedad (coto) parejas jóvenes para que procreen y tengan descendientes, los cuales puedan convertirse mañana, en hermosos ejemplares con vitola de trofeo, y todas estas operaciones no resultan precisamente gratuitas sino todo lo contrario, precisan de fuertes inversiones que quienes las llevan a cabo, pretender amortizar y rentabilizar. Por esta razón, los dueños o arrendatarios, procuran mantener los montes limpios y bien conservados para que la caza no se convierta en una actividad selvática, penosa y sobre todo, les mueve la intención de procurar un hábitat adecuado para que los animales puedan procrear y subsistir, no solo en cuanto a posibilidades de alimentación se refiere sino también en aprovisionarles de agua, si esta llegara a escasear en periodos de sequía.   
Por demás, también entre los que utilizamos el monte presuntamente de forma inocua, se producen incomodidades y hasta tocados de pelotas. Ahora, a los que practican motor en su variedad trial (hubo una época en que estaban de moda los quads), que ya nos podemos imaginar el impacto que todo ese ruido causa en los animales, por no hablar de cómo destrozan las sendas y caminos, ahora como digo, hay que sumarles esa actividad de reciente creación, cada vez más en alza que consiste en meterse por cualquier sitio, por inexpugnable que sea, con una bicicleta eléctrica. El otro día, haciendo una ruta por Burete, fue el acabose. Aunque la culpa fue mía porque los domingos me tengo prohibido a mí mismo andar por el monte, habida cuenta el trasiego de gentes por aquí y por allá, practicando esto y lo otro que no te permiten andar con tranquilidad y te tienes que ir apartando cada equis metros, pues bien, a una prueba multitudinaria de orientación, hubo que añadir practicantes de bicicleta eléctrica por el monte, que van mitad dando pedales, mitad arrastrando la bicicleta, otrosí traileros que estaban ultimando la preparación a la Falcotrail que tendría lugar a los pocos días (este año también participé yo en la distancia media senderista), andarines, caballistas, ciclistas de montaña…¿¡la virgen, como pijos no van a estar los cazadores al borde del infarto o el patatús, si los montes ya se han convertido en un trasunto del 2 de mayo y los Caballos del Vino…!?

El monte es de todos, claro que sí, todos tenemos derecho, pero cuando se da lugar a la saturación, a la proliferación, a la excesiva afluencia de público es cuando comienzan los problemas. Ya lo estoy observando, cada vez mas vallas, más cercas acotando las propiedades, más obstáculos en el camino de manera que la manida frase de que no se le pueden poner puertas al campo es una falacia, ha quedado mil veces obsoleta, claro que se le pueden poner y cada vez con más extensión y frecuencia. Los propietarios con diferentes intereses, intentan defenderse de la marabunta y a no tardar mucho, en cuanto los ayuntamientos (titulares de los montes públicos) vean el filón, acotarán también, y si quieres practicar tu deporte preferido en el monte, tendrás que pasar previamente por caja. ¡No des ideas!, paréceme escuchar una vocecita por ahí. Acaso no nos parecía inconcebible, hace unos años, que se impusieran peajes en las autovías...? Pues si nada lo remedia, tal medida está a punto de producirse, todo sea por la recaudación de una administración elefantísiaca que precisa exprimir cada día más a los sufridos ciudadanos para poder financiarse. En fin, damos ya por concluidas estas entradas que han transcurrido por la sierra del Cerezo. La próxima, como ya apuntaba en el primer capítulo, tendrá lugar por entre el río Alhárabe (Bolvonegro) y el cerro de Moratalla La Vieja, cuya magnífica atalaya y balcones desde los que contemplar el bonito paisaje en derredor, me sorprendieron gratamente. Que por cierto, en Bolvonegro me tropecé con una imagen de lo más insólita, adelanto un anticipo.
Y con las paredes calizas del monte Cerezo de Moratalla, damos por finiquitada esta nueva aventura que ha discurrido, una vez más, por un trocito del bello entorno y paisajes que siempre dibujan y configuran los montes del noroeste murciano.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!

2 comentarios:

  1. Yo también vi el coche del Estrecho de Bolvonegro este verano. Es la cosa más loca que he visto en mi vida. Llamé al ayuntamiento y me dijeron que lo trajo la riada.

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    1. Increíble, casi me da un patatús cuando me tropecé con él, pero al instante comprobé que ya llevaba tiempo permaneciendo en el lugar. Al llegar a casa indagué sobre el asunto y no encontré información de siniestro alguno salvo que un wikilero ya informaba en agosto del insólito hallazgo con que se había topado en Bolvonegro. Yo pensaba que se habría precipitado en ese lugar en algún punto desde arriba pero si es como dices, la virgen, las vueltas que tuvo que dar y la suerte de no haber quedado finalmente encajonado entre las paredes del cauce del Alhárabe. Yo creo que las autoridades competentes tendrían que haberle dado giro ya al residuo sólido porque cada vez que llueva, más contaminación que le llega al río, en fin, a lo peor lo consideran un atractivo más del recorrido y por eso le están dando largas a su evacuación..., te agradezco el comentario y que te pases por aquí. Saludos

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