10 noviembre 2022

TRAVESÍA OTOÑAL (Pontones-Poyotello-Piedra Dionisia-Huelga Utrera) II

Regresamos hacia Poyotello, registrando las últimas panorámicas a este fastuoso enclave.
Divisando en la distancia el observatorio "La Campana".
Asomando parcialmente la inconfundible silueta de La Sagra
Traicionero terreno lapiaz del que antes prevenía.
Calar de Pedro Gil
Sobrepasamos la apacible aldea de Poyotello, donde sí que parecen morar algunos vecinos de forma permanente. He leído que hace dos años estaban contabilizados en 13 habitantes, la mayoría de edad avanzada. En las siguientes imágenes, paneles informativos que podemos encontrar al inicio del sendero Cueva del agua.
El sendero denota un pasado esplendor, con importante despliegue de medios y profusión de elementos decorativos, que ofrecen la impresión de que otrora se hallaba muy bien cuidado. En la actualidad ya no parece tan mimado, presentando algunos tramos, terreno roto o bastante descompuesto, con carteles informativos difuminados por efecto del inclemente sol que requieren repuesto, aunque la senda mantiene su operatividad y permanece bien señalizada. En algunos pasos un tanto aéreos, cuenta con oportunos elementos de seguridad, esto es, balaustrada de madera y pasamanos de cuerda, que vienen muy bien para los no habituados a andar por terreno escarpado.
Como ya he insinuado en la primera parte, terminé haciendo dos incursiones por aquí en la misma semana, limitándome en la segunda a hacer el clásico tramo entre Poyotello y Huelga-Utrera, ida y vuelta, cámara en ristre, intentando atrapar cuanto se me hubiera escapado en la anterior ocasión. Aquel sábado, a escasos metros de la cueva del agua me tropecé con un espécimen de cabra hispánica, al parecer, recién fenecida, seguramente de "repentinitis". Como venía detrás de mí un numeroso y ruidoso grupo de turistas, dejé que fueran ellos quienes informaran a las autoridades del infausto hallazgo. En todo caso, ya se encontraban algunos buitres al acecho desde la distancia, vigilando su expectativa de suculento almuerzo. Al regresar por la tarde, la senda ya se hallaba expedita. 
Comarca de gran tradición ganadera, aquí podemos observar a este ejemplar, ramoneando entre los arbustos. Me pasaron por delante al trote, entre cabras y ovejas, lo menos medio centenar, acompañados de la alegre fanfarria de sus cencerros y cascabeles.
Por las inmediaciones, ya se hallaba un Quebrantahuesos, oteando y tanteando la posibilidad de hincarle el pico al fiambre bóvido.
La Cueva del agua es monumental y al toparte con ella, impresiona por sus dimensiones colosales. Se trata de una oquedad de origen kárstico, de la que brota abundante agua que vierte al Segura. En el pasado, era utilizada como refugio natural para el ganado, de la que se dice, podía alojar a más de mil cabezas. Aquí, Alí Babá y sus cuarenta rufianes se hubieran encontrado a sus anchas, y ya no digamos Ayla, la del clan del oso cavernario, en su primera etapa existencial antes de conocer a Yondalar, aquella de la saga Los Hijos de la Tierra. Los neardenthales considerarían a este abrigo natural algo así como un aparta hotel cinco estrellas con capacidad sobrada para acoger a todo el clan durante el invierno, y por si fuera poco, cerca de un río. El súmmum de lo ideal y perfecto.
Vistas desde el interior de esta magnífica guarida. 
Por la tarde entra el sol a raudales.
El recorrido senderista entre Poyotello y Huelga Utrera o viceversa es un clásico de estas latitudes, sobre todo en otoño. Aunque tuve la impresión de que el más utilizado es el que parte de Huelga Utrera, y remontando el río por su margen derecha llega a la Cueva del agua y regresa. Es el oficial, el que sugiere la guía, pero obviando Poyotello, que tiene una subidica bastante recia que no todo quisque está dispuesto a afrontar. Realizado de este modo, el paseo resulta más amigable porque solo hay que superar un repecho de 400 metros que existe antes de llegar a la clásica estampa, foto obligada, popular mirador de los chopos (que más tarde veremos), que además se hace cuando las fuerzas se hallan todavía intactas. Los que solo pretenden hacer una visita turística a la Cueva del Agua, Charco del Humo e inmediaciones, inician su excursión desde Poyotello. En todo caso, andar por aquí y en esta época del año, supone toda una experiencia deliciosa, ahíta en aromas silvestres y refulgencias cromáticas para la pupila. 
Qué duda cabe, que en mi segunda incursión por estos lares, lo disfruté a pajera porque ya no me atenazaba la celeridad de la primera vez. Era sábado y me crucé con bastantes excursionistas que venían de Huelga Utrera con dirección a la Cueva del Agua. Pero yo iba a lo mío, deteniéndome a cada paso, disfrutando de este espectáculo de luz y color; casi apabullado por los dones que en ese instante me brindaba la naturaleza, a mí, pobre mortal, ser insignificante, sintiéndome empero afortunado, eufórico por el torrente de endorfinas que me invadía; escoltado a mi derecha por impresionantes paredones y todo un rosario de tornasolados chopos que durante mi caminar, se le ofrecían solícitos al sensor de mi cámara. También abundan por aquí a tajo parejo, el nogal, el avellano, el rosal silvestre y el agracejo, arbustos estos últimos, que como te descuides, si vas de manga corta, propinan zarpazos que te dejan moratón y arañazo estampillado en el brazo o las canillas durante al menos dos semanas.
Siguiendo el curso del río Segura, por su margen derecha observamos antiguos bancales que fueron huertos y grandes nogueras, en medio de un espléndido paisaje de pinares (laricios) de los que surgen poderosos y verticales cantiles calizos.
Llegamos al emblemático cruce que nos señala diferentes direcciones y enclaves. Nosotros cogemos hacia Huelga Utrera, dejando la visita al Charco del Humo para la vuelta. 
Y llegamos a la acogedora aldehuela. 
Damos un garbeo por sus principales calles y entorno. 
La ya aludida, refrescante fuente de cuatro caños de Huelga-Utrera.
FINAL SEGUNDA PARTE


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