Tengo el blog muerto de risa, sin publicar nada desde el mes de junio, y estoy dispuesto a que ese aparente letargo que me invade, toque a su fin. Todo es comenzar y coger brío. Puede que los resortes de la escritura y demás fuelles y soportes blogueros se hallen un poco oxidados, por no decir, atrofiados, pero ya irán adquiriendo empaque y consistencia según vayamos publicando nuevas aventuras y excursiones andarinas. Lo mejor y más efectivo en estos casos, por lo menos, a mí siempre me ha funcionado, es auto someterse a una terapia de choque, esto es, pegarse un palizón de órdago que te cruja la piel, y de paso, comprobar como anda uno de facultades psicofísicas y si sales medio airoso del envite, retomar de forma progresiva empero decidida la actividad extraviada, que al fin y al cabo es de lo que se trata. Para ello dimos preferencia en mi particular lista de pendientes, a esta ruta cuyo momento más propicio y vistoso para hacerla es en primavera u otoño. Se trata de un recorrido de 29 km, durante el cual disfrutaremos, no solo de espléndidos paisajes sino también de ese bellísimo color otoñal del que estos días se hallan revestidos los chopos, que durante nuestra travesía se irán sucediendo por doquier. Una verdadera gozada el disfrutar de tan colorista espectáculo. Mi preocupación no obstante, radicaba en saber si sería capaz de completar el recorrido antes de que se me hiciera de noche, reconociendo el que suscribe, que cuando de tomar fotos se trata, se me va el santo al cielo, pierdo la noción del tiempo y cuando vengo a darme cuenta, ¡ay la virgen!, es mediodía y aún no he completado ni un cuarto del recorrido. Que no es la primera vez que una ruta larga me sorprende y pilla desprevenido porque es precisamente hacia su final cuando la marcha se enlentece y complica. Pero en esta ocasión, contaba con la tranquilidad de saber que los últimos kilómetros se desarrollaban por pista, es decir, que si a pesar de todo, se me echaba la noche encima, linterna en prevengan y como decía aquel, aquí no hay miedo. Otra cuestión eran los casi 30 kilómetros de que consta esta excursión, que yendo en solitario, siempre representa una incógnita el prever si surgirán o no imponderables durante su transcurso.
Pero todo se desarrolló con normalidad. Disfrutando de la caminata lo indecible, pudiendo completar el redondel hacia las cinco de la tarde. En poco más de ocho horas logré finiquitarla, aunque eso sí, acabando extenuado y para el arrastre.
El track del recorrido y mi particular lazarillo en esta ocasión pertenece a alexandermágina, todo un referente en wikiloc, que sabe describir como nadie los itinerarios. Este y Alsamuz, en cuanto a recios trayectos se refiere, se llevan el canto de un euro, pues son igual de esmerados y exigentes en la publicación de sus recorridos. Creo que hay que ser un poco masoca para decidirse a completar cualquiera de sus track. Las emociones las tienes aseguradas; las agujetas y dolor de pies también. Pero en fin, ya decía el sabio aquel que palos con gusto no pican.
Adolecí de excesiva premura, para lo que a mí me gusta recrearme en los detalles y paisajes que observo durante la caminata. Pero es que el tiempo disponible de luz, lo llevaba tasado al minuto, y más desde que cambiaron la hora. Y para más inri, el día que escogí para hacer esta ruta, apretó el calor de lo lindo. Llegando a Huelga Utrera, sentí un amago de visita del tío del mazo que me alarmó. Tras saciar mi sed en su hermosa y exuberante fuente (nada menos que cuatro profusos caños derramando refrescante agua a pajera) me senté en un banco para comer y cambiarme de camiseta y calcetines, entablando conversación al poco con un agradable morador discontinuo que tiene casa en esta villa desde hace treinta años, lorquino para más señas. Me refirió de las inmediaciones de esta coqueta aldea, dos rincones de obligada visita que mis zaheridas piernas ya no parecían estar en condiciones de avalar, sobre todo si pensaba en la distancia aún por sortear. Así que en ese momento y lugar, tomé la determinación de volver por allí, en una visita más sosegada. Me hallaba en el ecuador de la ruta, las agujas en las dos y media de la tarde y no olvidaba los fuertes repechos que tenía todavía que desandar, amén de una orografía en trámite todavía por desentrañar.
En fin, recapitulamos y comenzamos la ruta hacia las nueve de la mañana. Procuré escoger un día en que la AEMET pronosticara buen sol y vistas limpias sobre el horizonte. Las casicas que asoman en la fotografía superior corresponden a la bonita villa de Santiago Pontones, de la que ya comenzaba a poner tierra de por medio. En su inicio, tras recorrer un tramo de carretera en dirección a Santiago de la Espada, torcemos a nuestra izquierda para tomar el sendero GR247 (Bosques del Sur) que nos conduce tras de unos pocos kilómetros al primer punto de referencia en un corral de ganado denominado Tiná de Enmedio.
Despuntando sobre el horizonte, valga la rebuznancia, el Puntal de la Misa (1622m).
El cerro de la Misa lo tengo en lista de espera. Un día de estos habrá que darse un garbeo por allí a ver qué nos depara su entorno.
Cabezo del Masegoso y al fondo, cubierto de antenas, El Yelmo.
Tornajos de la Hoya del Cerezo, ya muy próximos a Poyotello.
Apriscos para el ganado con rastros (cagarrutas) de utilización reciente.
Panorámica cerros del Masegoso
Llegando a las inmediaciones de la elevada aldea de Poyotello, ubicada en la azotea del Cañón del Segura.
Inicio senda hacia la emblemática Cueva del Agua y Huelga-Utrera. Todo es cuesta abajo, pero luego hay que subir.
Mirando hacia el Cortijo de José Fuentes
Dejando atrás Poyotello, camino hacia Piedra Dionisia
Primeros vislumbres del paraje Risca de las Buitreras
Oteando en la distancia el Parque que conforman las sierras de Cazorla, Segura y Las Villas, Sierra del Pozo etc.
Los Poyos de la Toba
Calar del Pino
Despuntando en la lejanía, El Yelmo (1808m).
El acicalado villorrio de Huelga-Utrera
El paisaje que se divisa desde las inmediaciones y sobre el vértice geodésico es impresionante. Para otearlo y disfrutarlo con prismáticos. Y máxime en un día plácido y soleado como el de hoy en el que no sopla ni un pelo de aire. También se puede adivinar la pista asfaltada JF-7038 que viene de Las Juntas y La Toba y que pasa muy cerca de Huelga-Utrera, a la cual se llega mediante un desvío que sale desde la mencionada vía.
El enclave de Huelga-Utrera parece aislado e idílico. Pero en invierno, parecerá todavía más aislado, sobre todo si ha nevado, pero en caso de necesidad para las personas que lo habiten, no tan poético, o quizá sí, dependerá de las circunstancias y provisiones de cada cual. Hablando con el lugareño antes mencionado, le pregunté cuantas personas vivían en la aldea de forma permanente, y me respondió que ninguno. Que todos los que el conoció habían fallecido. Que acudían para pasar unos días algunos de sus descendientes que todavía se esforzaban en mantener las casas habitables, pero cada día con más inconvenientes, habida cuenta de las restricciones que establecía la administración a la hora de conceder obras de mejora para las viviendas, verbigracia, prohibición de fosas sépticas y nuevas conducciones eléctricas. Me llamó la atención no obstante, que corriera el agua a raudales por toda la aldea. ¡Qué hermosura! Varios arroyos canalizados por pequeñas acequias, atraviesan la aldehuela. Conserva una pródiga fuente que se halla bajo la sombra de una enorme noguera. Se me antoja un lugar ideal para descanso y refrigerio del caminante, sobre todo en verano.
En estos lugares que se prestan al detenido avizoramiento con anteojos no se puede llegar con prisas. Pero aquel día no debía entretenerme demasiado.
Divisando el vértice geodésico hacia el que me dirijo, aunque antes de llegar a él, hay que salvar una valla cinegética, afortunadamente, no tan elevada como la del coto de las Maravillas, en Cehegín. Teniendo cuidado de no pillarse las gónadas, se supera sin problemas.
Panorámicas grandiosas hacia los encajonados valles del río Segura, río Madera y parte de los calares y montañas segureñas.
En un par de horas, arrequestarde, estaremos allá abajo. ¡Con lo fácil que parece desde el plano desplazarse de Piedra Dionisia a Huelga-Utrera! ¡El mapa induce a engañ😊!
Calar del Pino y por encima, el Puntal de la Misa
Un buitre desplegando las ruedas antes del aterrizaje, camino de su hangar. Todo un espectáculo observar la maniobra desde una posición más elevada, como es el caso.
Calar del Pino y Cerro de la Misa
Poyos de la Toba y Puntal de las Buitreras
Asomando el estrechico embalse, Anchuricas-Miller
Puntal del Madroño y Calar Cabeza de la Mora (1687m)
El Yelmo, plantado de antenas propagadoras de ondas electromagnéticas.
Mi mochila sobre el vértice de Piedra Dionisia, a casi 1700 metros de altitud.
El menda lerenda, tomándose un autorretrato para dejar testimonio de su visita por estos contornos.
Y a pijo sacao, porque hoy el tiempo es oro, vuelta hacia Poyotello, con cuidado de no tener un percance en este terreno calcáreo denominado lapiaz, que si no andas atento, puede resultar fatal, y con esto y un almendracao, hasta el capítulo siguiente.
FINAL DE LA PRIMERA PARTE
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