Este recorrido, clásico donde los haya, de ascensión al techo de Albacete, el que pilla más a mano de los senderistas murcianos, fue realizado a mediados de octubre del año pasado. Para salir del sopor estival, viene que ni pintado y durante su transcurso, el disfrute de bonitos paisajes, lo tienes asegurado.
Y es para mí una excursión muy socorrida porque, excepción hecha del techo de Murcia, situado en Revolcadores (Obispo, 2014m), es el segundo dosmil, que más cercano me pilla de casa, y en honor a la verdad, si tuviera que elegir entre las vistas de ambas montañas, me quedaría sin duda con la manchega. Ahora bien, en presencia de nieve y buena compañía, cualquier itinerario se ensalza, porque así a bote pronto, según estoy aporreando el teclado, recuerdo las rutas sucesivas que hice, primero con mi amigo Juan y más tarde con Pedro, de camino a la cima murciana, tras de una intensa nevada. Es de esas rutas de cuyos recuerdos emanan sensaciones y momentos que nunca se olvidan.
Ubicada en el entrante de la provincia de Albacete entre Murcia, Granada y Jaén, es en la sierra de las Cabras donde se manifiesta con más claridad la caprichosa administración y división geográficas, pues en realidad, las alineaciones de montañas que dominan el territorio en sentido SO-NE, pertenecientes a los entornos prebéticos, no son, pese a su artificiosa individualización (sierra de Huebras, Hoya del Espino, de las Cabras, Taibilla, de Moratalla, etc,) más que apéndices de la inmensa sierra de Segura, a cuyo río madre terminan convergiendo todos sus drenajes. A propósito de esto que digo, se originan en las redes sociales, apasionadas trifulcas dialécticas, cuando alguien pone en tela de juicio, si ese emplazamiento, esa fuente, nacimiento de río, paraje, calar, estribación, pico o cerrada pertenece a una sierra u otra. A los apasionados defensores de las montañas de su niñez, les fastidia sobremanera que un dominguero, un campista ocasional que visita su terruño para pasar el día, no solo ofrezca comida a los animales salvajes que los amansa y encanija sino que a la hora de referir los lugares que visita, no lo haga con propiedad y conocimiento. ¿Puede caber mayor afrenta para un segureño, que alguien ubique el pico Empanadas en la sierra de Cazorla? ¡Por dios, como es la más divulgada y promocionada para el turismo, todo el monte es orégano, todo es Cazorla, pues no señor, a cada montaña lo suyo! Si ya los topógrafos no se ponen de acuerdo a veces, sobre la denominación que corresponde a un mismo lugar y a qué demarcación administrativa, por unos metros, pertenece tal o cual rincón, mucho menos los foráneos a quienes estas polémicas y diatribas sobre linderos les deben importar un pimiento.
Al hilo de lo que dejamos expuesto más arriba, en esta misma excursión que nos ocupa, se presenta una antigua confusión, muy extendida, de la cual, uno no acierta a concretar de donde nace la errata, todavía no corregida. Si deviene del senderista aficionado, que al fin y al cabo es quien en mayor medida contribuye a su difusión mediante el cómodo cortapega o el error procede de la misma cartografía moderna. Me refiero a que en todas las crónicas que he leído, se señala el vértice de la sierra de las Cabras, donde se encuentra el cilindro de hormigón, con el topónimo de La Atalaya. Según el mapa, no es así, ya que el punto de mayor altura corresponde al marcado con un mogote, cifrado en los 2083 metros, con topónimo, LA ATALAYA. El otro punto, siempre según el mapa, tiene por denominación LAS CABRAS, donde se ubica el mojón del vértice geodésico, cuya altura se reseña en los 2080 metros, tres menos. ¿Quién persevera en el error? Tengo la sospecha que somos nosotros, los senderistas.
Nada más comenzar, la ruta se pone muy cuestarriba, pues hay que salvar una primera altura al pico Calderón de aprox quinientos metros, por tanto, hay que tomarse al principio la caminata, con mucha moderación, para ir calentando el aparato locomotor.
Antes de ir remontando, me di cuenta, que a mi derecha, partía una senda hacia el oeste en dirección al barranco de las Yeseras, para más tarde enfilar hacia el cordal del pico Calderón, al norte. Si vuelvo por aquí, que resultará probable, tengo idea de explorar la zona y comprobar si esa presunta senda que surgía a mi izquierda, existe, o se trataba tan solo de una alucinación.
Mirando al sur, hacia las sierras de María, Orce y Baza.
La siempre espectacular silueta de La Sagra, la mires por donde la mires.
Asomándome hacia la lindante sierra de Taibilla y el barranco del Rincón.
Contrafuertes en las inmediaciones de La Atalaya
Rocas que adoptan formas curiosas, cinceladas por la erosión.
La senda que antes mencionaba y que creí advertir, está señalizada con mojones. Nos acercamos a ver de donde viene. En efecto, la derivación es para mí, inédita. En la próxima ocasión, lo tendré en cuenta.
Si existe una sierra con puntos de observación, donde merece la pena tomarse el tiempo de escudriñar el horizonte mediante unos prismáticos, es la sierra de las Cabras. Mirando hacia Castril, La Cabrilla y Sierra Seca, todas ellas pateadas por el que suscribe.
La Guillimona
A la izquierda de la Sagra, asomando en lontananza difuminado, el cerro Javalcón, de Baza, Granada. Que también visitamos.
El pico Calderón, que cada vez que lo veo me entra una mala hostia del copón. Resulta, de esto hace ya unos cuantos años, que me encontraba yo encaramado en lo alto de ese pedrusco que llaman Calderón, sito a 2071 metros, oteando el horizonte, mientras me comía una manzana, completamente ensimismado en el paisaje, con los auriculares puestos, y de pronto siento un estruendo, como un terremoto en que todo retiembla, me atraganto, me acojono y de pronto veo el fuselaje de un avión caza que pasa bajo mis pies a velocidad supersónica, en un espectáculo impresionante, difícil de describir. Fueron solo unos segundos, la travesura de algún piloto, sin duda, aquello parecía la guerra, Putin que atacaba España y empezaba por la sierra de las Cabras y claro, en ese momento, todo lo tenía desconectado, cámara de vídeo, de fotos, que cuando vine a reaccionar, ya se encontraba el avión en cadiós. Una pena. Desde entonces, cuando me acerco por estos andurriales, voy con todo conectado y al acecho, por si las moscas. Sigo viendo a los cazas de Albacete, de maniobras por aquí, pero nunca ha vuelto a depararme ninguno, semejante exhibición como aquella.
Por ahí abajo cruzó como una exhalación, a media altura, todos aquellos campos. Se trataba de un F-18. Hasta creí ver al piloto que me saludaba.
Por aquí podemos disfrutar de buenos paisajes, sin duda. Enfocando hacia el Cagasero, situada su cúspide, a unos más que respetables 2043 metros de altura. Pronto lo abordaremos y detendremos en su apacible y confortable cima.
El pico Calderón, tomado desde la atalaya de enfrente, en línea con La Sagra (2383m)
¡Hombreeee, el tío Yoda no podía faltar en lugar tan descollante!
La verdad es que no parece muy expresivo, hasta tiene cara de asustao. Yo creo que el Putin lo tiene acojonao. Se está planteando hasta el volver a su galaxia, que a este planeta barrunta que, entre unas cosas y otras, le quedan cuatro telediarios. No tengo suerte pa na, otro títere que me abandona.
La Guillimona, exhibiéndose en todo su esplendor y por delante, los Miravetes, también conocidos, por Castellón de los Mirabeles
La población de María y su sierra homónima
Los Cacarines, otro pico que rebasa los dos mil (2034m)
La Atalaya, el punto más elevado de la sierra de las Cabras, techo de Albacete, señalizado con este mojón.
Y aquí el menda, de postureo en la susodicha techumbre manchega. Había perdido unos kilos durante el verano, dándole a la cipola. Pero ya recuperados con creces, oh, mundo cruel...!
Mirando hacia los cerros del Mosquito
A lo lejos, el Muladar de Mingarnao
El vértice geodésico de Las Cabras, que en esta ocasión, obviamos.
Cruzamos en diagonal para conectar con la cuerda del Cagasero
El Cagasero, por su cara orientada al NNE, que cuando se cubre de nieve, supone todo un espectáculo visual.
Paredes buitreras
¡Qué bella es nuestra España, la virgen...! Las bonitas postales se suceden a tajo parejo.
El Calderón, visto desde la cuerda del Cagasero
Cañadas de Abajo, que permanece habitado. Lo mantienen unos cuantos vecinos que faenan la tierra y el ganado.
En lo alto del Cagasero, lugar precioso, lleno de paz que cuesta abandonar, poco antes de atacar la escurridiza bajada, de terreno algo descompuesto en algunos tramos.
Ya hemos descendido de aquel pico y solo nos resta, hasta completar el círculo, regresando a la Fuente de la Carrasca, un alpargatazo de varios kilómetros que cubrimos a buen ritmo, disfrutando de las sensaciones, que nos ha dejado esta bonita excursión que ha transcurrido por la sierra de las Cabras.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
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