16 marzo 2019

LA AZOHÍA-BATERÍA DE CASTILLITOS II

Después de haber visitado en completa soledad y tranquilidad El Atalayón, pues no todo visitante está dispuesto a subir hasta aquí, vuelvo sobre mis pasos y me dirijo hacia Castillitos. Es un día laborable y no se observa demasiada gente pululando por el lugar. Salvo alguna joven familia, la mayoría con los que coincido corresponden a extranjeros jubilados.
Nada más adentrarse en el complejo, sorprende el estilo arquitectónico de la fortaleza y al instante comprendes de donde le viene el topónimo. 
El lugar parece extraído de un cuento mágico. Princesas, reyes, dragones voladores, mazmorras, puentes levadizos salvando trincheras inundadas llenas de voraces monstruos y cocodrilos esperando que caigas para saciar su legendaria hambre, se suceden en mi imaginación. 
El conjunto de la batería presenta cinco tipos de construcciones:
Pórtico de entrada a los fosos de las piezas. De estilo historicista, imitación de castillo medieval con cubos almenados enmascarando los accesos, que apuntan formas de arcos de medio punto. Torrecillas almenadas semicilíndricas enmarcan el ingreso principal. Decoración de arquillo ciego y ventanas abocinadas. Paramentos de mampostería de piedra irregular.
Túneles y estancias que forman dichos fosos para cada pieza con muros y bóvedas de hormigón armado. Para cada pieza existen las siguientes estancias: sala de máquinas, chillera de proyectiles, depósito de pólvora, cámara de carga y almacén de repuestos. Además está la estación central de dirección de tiro. Cuenta también con una salida subterránea de emergencias que lleva al exterior por el monte.
Talleres generales de la batería con fachadas imitación al neoclásico.
Puestos de mando, telemétrico y observación semienterrados y con sus partes emergentes mimetizadas con el entorno.
Edificios sueltos para alojamiento, vida y servicios al personal destinado como residencias de oficiales y suboficiales, dormitorios para la tropa, cocina, comedor, aljibes, instalaciones deportivas, cantina, sala de lectura, sala de juegos, etc.
Uno de los lugares más pintorescos es la batería militar de Castillitos que se encuentra situada en Cabo Tiñoso, en la zona de poniente de la costa de Cartagena. Un escarpado paraje dominado por acantilados desde donde se domina toda la bahía de Cartagena. La batería se construye entre los años 1933 y 1936, sobre una cota de 257 m., en la llamada Loma de Los Castillitos, dentro del Plan de Defensa de Primo de Rivera. En 1929 se realizaron las obras de explanación, bajo las órdenes del coronel de ingenieros Mariano Campos, siguiendo el proyecto realizado por el capitán Nicanor Martínez Ruiz. En la explanada se montan a barbeta dos cañones Vickers de 38’1, modelo 1926, fabricados en Sheffieid (Inglaterra), para proteger la base naval de Cartagena. Estas piezas tenían un alcance de 35 km., lanzando un proyectil de acero con un peso de 885 Kg, bien perforante con 18 Kg. de TNT, o de alto explosivo con 76 Kg. del mismo material. El traslado de estos proyectiles desde las chilleras hasta los pozos se realizó a través de una red de railes.
Para acceso al enclave se realizó una carretera de 9 km., con amplias curvas y suave pendiente, para que pudiese una locomóvil, apodada La Cotorruela, remolcar los pesados tubos de 80 Tm y 17 m. de longitud que tenían los cañones. El camino se completa con otro auxiliar para suministrar arena desde Cala Salitrona hasta la batería. El 27 de febrero de 1935 da comienzo el transporte de material.
Al comenzar la Guerra Civil, la batería está casi terminada, a falta del montaje de la dirección de tiro y el telémetro, y sin realizar la prueba de explanada —comprobación de los anclajes de la pieza— y a pesar de no estar terminada del todo jugó un papel decisivo cuando el 25 de abril de 1937 se presentan en la zona los Cruceros Canarias, Cervera y Baleares siendo las piezas de esta batería las que intimidaron a los cruceros que no presentaron batalla ante la superioridad demostrada por el armamento de Cabo Tiñoso.
En 1945 recibe la denominación oficial de Batería C-1 y en 1949 se instala una moderna dirección de tiro, marca Costilla y para facilitar las mediciones de distancias se construyen una serie de puestos grafométricos que enlazan por cable subterráneo, o submarino, con el telémetro de Gran Base.
La batería de Castillitos se complementa con la batería secundaria situada en la loma de Jorel, en una cota de 218 m. El 1 de junio de 1977, la batería de Castillitos efectúa el último ejercicio con fuego real al mando del teniente D. Salvador González Pola de la Granja. En el año 1990 permanece en situación de Taponada y en 1994 queda fuera de servicio por la aplicación del Plan Norte, destinado a la modernización y racionalización de los recursos de las Fuerzas Armadas. Actualmente, esta batería, propiedad del Ministerio de Defensa, está declarada Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español y está abierta al público. La batería de Castillitos quedó cuarta en el concurso de la Guía Repsol para elegir el Mejor Rincón de España en 2013.
El complejo defensivo de Castillitos, a las puertas del estratégico Puerto de Cartagena, se alza imponente sobre la cresta de Cabo Tiñoso, atalaya natural desde la que un grupo de baterías, con gran alcance de disparo, conjuraron cualquier peligro de agresión naval durante la Guerra Civil. Hoy declarado de Interés Cultural, es un lugar sobrecogedor y lleno de sorpresas, un espacio donde entender un poco mejor nuestra historia reciente. Baterías costeras como las desplegadas en la zona de Castillitos son en cierto modo herederas de las atalayas defensivas o torres de vigilancia que se desplegaron a lo largo del litoral a partir del siglo XVI para defender nuestro territorio de las persistentes incursiones de los piratas berberiscos y, pese a que este rosario de torres fue creado por orden de Carlos V y en mayor medida de su hijo Felipe II, en muchos casos se mantuvieron en pleno funcionamiento hasta bien entrado el siglo XIX. Su función consistía en crear un campo visual que favoreciera el avistamiento temprano de cualquier embarcación para, de este modo, emitir señales a núcleos próximos, así como buscar protección y refugio contra los intrusos. Pero las torres defensivas del siglo XVI en realidad tuvieron un efecto disuasorio,lo mismo que infraestructuras modernas como la de Castillitos, cuya mera presencia evitó cualquier intento de penetración de naves enemigas en Cartagena durante el periodo de la contienda civil.
A partir del siglo XVIII, bajo el reinado del monarca Carlos III, una serie de acuartelamientos e instalaciones irán ocupando su espacio en la ciudad de Cartagena. Entre ellos, emblemáticas infraestructuras militares como las del Arsenal, el Parque de Artillería, el Hospital Militar o la Capitanía General, a los que se unirán importantes recintos como la imponente muralla de la ciudad. Castillitos podría definirse como la culminación técnica y arquitectónica de las atalayas costeras, un alarde de ingeniería dotado, a su vez, con una capacidad de maniobra y un alcance de disparo inéditos hasta entonces y revolucionarios para su época. La puesta en marcha de Castillitos comienza en el primer tercio del siglo XX. La idea de su construcción se inscribe como parte del Plan de Defensa de las Bases Navales que Primo de Rivera impulsó a partir de 1926, en el que Cartagena, junto a otros puertos emblemáticos, tenía una importancia capital. Su ejecución debió suponer para sus artífices una empresa inconmensurable. Geográficamente, el lugar elegido era óptimo: un escarpado saliente costero, a poniente de Cartagena y encaramado sobre un vertiginoso acantilado cuya altura rondaba los 257 metros sobre el nivel del mar. Desde tal posición, en un día claro la vista alcanzaba dede el Cabo de Gata al sur, hasta más allá del Cabo de Palos al norte.
Es en 1929 cuando tienen lugar los primeros trabajos de explanación. Será entre 1933 y 1936 cuando, bajo la dirección del capitán Nicanor Martínez Ruiz, el proyecto de construcción se ejecute. Castillitos estaba flanqueado por otras dos instalaciones, dotadas con sus correspondientes baterías. A levante y una cota inferior, en concreto a 218 metros sobre el nivel del mar, se encuentra la batería de El Jorel, que vigilaba la entrada a Cartagena. A poniente y en una cota superior de Castillitos, a 345 metros sobre el nivel del mar, se ubica El Atalayón, cuyo arco de visión cubría hasta el Puerto de Mazarrón. Junto a la batería de Castillitos, en El Jorel se disponía de cuatro piezas de menor calibre apuntando a la bocana del Puerto de Cartagena, mientras El Atalayón estaba dotado con cañones antiaéreos. Las tres infraestructuras completaban un complejo inexpugnable para la época.
El sistema defensivo que exhibía Castillitos era resultado de una nueva forma de hacer la guerra que surgirá durante y tras la Primera Guerra Mundial. Casualmente, la Guerra Civil española estallará coincidiendo con la finalización del complejo Castillitos. Sin embargo, las baterías no estaban operativas, pues aún quedaban por hacerse las pruebas de explanada, que no era otra cosa que comprobar el correcto anclaje de las baterías a la superficie del terreno, así como el montaje en la dirección del tiro y del telémetro. Pero Castillitos jugó un papel importante en algunos episodios de la contienda, como el acaecido el 25 de abril de 1937, cuando los Cruceros Canarias, Cervera y Baleares se aproximaron a Cartagena, retirándose sin presentar batalla al constatar la superioridad estratégica y de armamento presente en Cabo Tiñoso. Terminada la Guerra Civil las instalaciones de Castillitos permanecieron operativas algunos años. En 1977 tuvo lugar la última maniobra con fuego real. (fuente)
Me he acercado al final de aquella explanada y practicamente la batería de El Jorel ya está envuelta en la niebla.
La niebla se acerca hasta aquí y comienzo a plantearme suspender la excursión y emprender el camino de vuelta porque dentro de poco, la bruma lo cubrirá todo. He comprendido que la fortaleza, bien merece una inspección más detenida y por tanto, requiere una nueva visita ex profeso.
El enclave me parece extraordinario. Para tomárselo con calma y disfrutarlo a pajera.
Parece la fortaleza el digno escenario de un cuento de hadas.
Llevo ya algún tiempo sintiendo empellones como en él es costumbre cuando le puede el ansia. A Hulk le pierde el afán por salir en la foto. Le pasa como a la Viky cuando le doy jamón de York, que piensa se lo van a quitar y ni lo degusta, se lo traga sin masticar. Este en cuanto barrunta un lugar propicio al postureo, se pone de los nervios. Como si ya de por sí, no me pesara lo suficiente la mochila con todos los aperos que llevo.
Así que, no tengo más remedio que darle gusto, y ante la mirada extrañada y divertida de algún espontáneo turista, le tomo estas fotos al lado del Vickers.
¡Jope como lo disfruta el tío! ¡Da gusto presenciar con qué pasión lo vive...!
¡Bueno hombre, me tomo un par de ellas contigo...!
FINAL SEGUNDA PARTE


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