12 marzo 2019

EL PORTÚ-CABEZO DE LA AGUJA II

Este tramo, que a posteriori he comprobado en el mapa que corresponde al topónimo de la Trompa del Burro, me pasó factura. Después de haberme desviado para conseguir unas fotos, pretendí obviar el curso natural del sendero, y por no volver a este, escogí un itinerario rompepiernas trepador, que cuando vine a darme cuenta, me vi enrriscado y tuve que emprender la vuelta para recuperar la senda previamente abandonada, pero soportando en el esfuerzo, un calor abrasador sin soplo de aire que por momentos parecía consumir mis últimos haces de energía.
Por fin recuperé la senda perdida pero con mis constantes vitales bajo mínimos.
Pinturas rupestres recientes
El edificio que se observa en lontananza, el emblemático cuartel abandonado del Bolete. Existe una cala con el mismo nombre en sus inmediaciones.
Siguiendo el sendero de gran recorrido GR-92, comenzamos la ascensión, muy encajonados, en dirección al cabezo de la Aguja. El excesivo calor siempre me pasa factura y sustrae de mi mecanismo de locomoción, cualquier atisbo de energía muscular. Hace tiempo he comprendido que tengo que dosificar el agua disponible y eso supone un problema. En momentos así es preciso agachar la cabeza, y pasito a pasito ir haciendo camino. Sentirse desfallecer no es tan apabullante como notar angustia y mareo. Son síntomas de deshidratación. Me he quedado corto echando agua. Litro y medio con estos calores, han resultado insuficientes para un motor cuyo radiador ya tiene fugas por todas partes. Sin embargo, la perspectiva visible de alcanzar en la cumbre, un edificio de piedra, semi camuflado con el entorno, que se halla en sombra, me anima a seguir hasta alcanzarlo. Aunque se encuentre cerrado, al menos podré descansar bajo la sombra que proyecta.
La intimidante cara sur del Cabezo Colorado (486m), picacho de la Muela, que más tarde ascenderíamos hasta casi alcanzar su cima.
Lo haremos por esa antigua senda que discurre en zigzag, cuyos algunos tramos se hallan asentados sobre muretes de mampostería.
Adquirida cierta altura, la senda atraviesa en línea recta casi todo el cabezo, hasta alcanzar la otra cara.
He llegado al collado de la Aguja y a mi izquierda ando los últimos metros que me separan hasta alcanzar el refugio que ha resultado ser un edificio desmantelado semi ruinoso, pero todavía aprovechable y en uso, que he leído en internet denominan "La casa del Comandante". Para pasar una noche o servir de refugio ante un temporal, viene que ni pintado. Apenas he logrado recuperar el resuello cuando oigo unas voces. De arriba bajan tres personas. He intentado preguntarles si la senda que veo enfrente conduce hasta El Portús, pero son británicos y no me entienden. Me contestan con el  socorrido aunque educado "sorry", y siguen su camino.
Bueno, ya que estamos aquí, vamos a echarle un vistazo al Melrose Place del cabezo de la Aguja, a ver que tal aspecto presentan sus estancias. La guía Michelín le otorga una homologación de cuatro estrellas.
La cocina aún conserva parte de su ajuar
Así como la habitación dormitorio, su decoración original
A la sala de estar le falta la tele pero se observa limpia y recién barrida, exenta de polvo. Como aún andaba algo grogui, no me entretuve en leer las notas a ver de qué iba la cosa. El lugar me resultó harto extraño, como de utilización y ocupación frecuente. Puede que esta sea de índole senderista.
Los artistas grafiteros proliferan como la "yerba mala".
Aún me dio tiempo sorprender a los ingleses en plena ascensión.
Por el trazado orográfico de la senda, bien se podía colegir que si el cabezo de la Aguja no me había rematado, la subida al Colorado me pondría la puntilla.
¡La Virgen Santaaaa!
Sobrecogedoras las paredes de este Cabezo Colorao
La Casa del Comandante, mimetizada con el entorno
FINAL SEGUNDA PARTE

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