En esta ocasión, presento en Mi Viky y Yo, un interesante paseo por la sierra de Mojantes, pero siguiendo un itinerario diferente al que hemos seguido otras veces. Recorremos la cuerda norte de su escarpada orografía, en la parte que da a la villa de Archivel, Los Derramadores, La Majada de las Vacas, Noguericas, El Roblecillo, La Vidriera, la Granja de la Rodea etc. Además, tiene para mí esta excursión el atractivo de lo inédito, lo desconocido y la ausencia en wikiloc de un track que pueda seguir. Por si esto fuera poco, tengo en el recorrido como sugestivo objetivo, hallar la localización de dos cuevas, figurando una de ellas señalizada sobre el mapa, (aunque de manera inexacta) pero no así la otra, y en ese rastreo radica parte del bonito aliciente que tengo entremanos, esto es, ubicarla e intentar acceder a ella. ¿Lo conseguiremos?
Es la de Mojantes, sierra buitrera por antonomasia.
Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA), precisamente por la presencia de numerosos buitres leonados. Será difícil patearla y no ver en algún momento de nuestra caminata, a esas magníficas aves, planear sobre nuestras cabezas aprovechando las corrientes térmicas que suben desde las rocas calentadas por el sol. Pues bien, en esta ocasión, yo no me iba a conformar con solo observar su majestuoso vuelo, meciéndose al compás de las corrientes atmosféricas, allá en las alturas. Esta vez no, quería algo más. Pretendía acercarme lo más posible para fotografiarlas, disfrutando embelesado de su cautivante y coreográfico vuelo.
Ni qué decir tiene que ya es primavera en el Corte Inglés y también en el monte, y las primeras florecillas silvestres de temporada, darán un toque de luminoso color, a las estampas que desde este instante y sin dilación, se irán sucediendo al ritmo y cadencia que tú, amable visitante, prefieras.
En la imágen de abajo, mediante una captura del recorrido en Google Earth, podemos observar mi primera incursión a la sierra, tanteando el terreno, hasta llegar a una profunda depresión, situada a nivel de la umbría de los Frailes, desde la que, dado el calor y mi fatiga reinantes, ya no tuve fuerzas para seguir adelante, hasta donde indico con un arbolito colocado en la cima. Lo dejaría para una posterior ocasión. Llegado a esta coyuntura, sin conocer todavía de la existencia de la cueva del Águila, que la tenía a escasos metros por debajo de mí, tuve que adentrarme por un verdadero laberinto de carrascas, hasta conectar con el track de otro recorrido (que tuve la prudencia y previsión de cargar en el gps por si las moscas) que a través del conocido barranco del Noguerón, nos guiaba de vuelta al punto de inicio en el Camino de la Cruz del Puerto.
Otras perspectivas de la sierra de Mojantes, una vez añadidos dos sucesivos recorridos que con posterioridad hice, para mejor ilustración, desarrollo y complemento del primero.
En mi primera y más larga exploración a esta zona de la sierra, busco como punto de inicio el corral del Chirrea pues el mapa me indica que la cueva de la Higuera no está muy lejos de este. Un archivelero me había hablado con entusiasmo juvenil de ella, contándome que a la entrada de la cueva nacía una higuera.
Que tenía varias salas y que de una de estas, desde su suelo, surgía una amplia, oscura y al parecer, profunda galería en descenso, que se iba estrechando según se bajaba, de límites al parecer, todavía desconocidos. Ni qué decir tiene que me embargó la emoción y haciéndome la ilusión de que por ser desconocida, en los círculos habituales de espeleólogos, aficionados y demás afines, podía encontrarse todavía inexplorada, me propuse llegar tan lejos como el sentido común y la prudencia me permitieran.
Que tenía varias salas y que de una de estas, desde su suelo, surgía una amplia, oscura y al parecer, profunda galería en descenso, que se iba estrechando según se bajaba, de límites al parecer, todavía desconocidos. Ni qué decir tiene que me embargó la emoción y haciéndome la ilusión de que por ser desconocida, en los círculos habituales de espeleólogos, aficionados y demás afines, podía encontrarse todavía inexplorada, me propuse llegar tan lejos como el sentido común y la prudencia me permitieran.
Aunque la situación de la cueva está mal señalizada sobre el mapa, no me llevó mucho tiempo el poder localizarla. Tanto sobresalen y desentonan las ramas peladas de la higuera respecto del resto de la típica flora de la zona, que medio ciego y lelo tendría que haber sido el que suscribe para no descubrirla.
Pero mi gozo en un pozo y nunca mejor dicho pues el denso ramaje hacia todas partes, que brotaba desde dos recios troncos de higuera, obstaculizaban por completo el acceso a la boca de la sima. Por más vueltas que di, no vi una manera fácil de bajar, sin riesgo de despellejarme vivo en el intento. Para ello habría la próxima vez que armarse de un serrucho y cortar por lo sano lo que nos estorbara. Pero muy extraño me pareció, ya no tanto descubrir allá abajo la existencia del cadáver en descomposición de una cabra montesa, sino la de todo un colchón pikolín espringuor. ¿Qué carajo hacía allí?¿Quien lo había trasladado? ¿Cual era su finalidad? Bueno, sí, la de dormir, solo o acompañado, echar la siesta, la de morar la cueva, bien, de acuerdo, sí, todo de lo más lógico y elemental, pero...¿lo dejamos ahí, hasta con su funda, a la intemperie para que si llueve, se moje, se ensucie, se deteriore...?, eh?, no se, habrá que investigar a ver el orígen y propósito de este cuerpo singular en tan insólito e inaccesible lugar.
Dejando la exploración e investigación de la cueva y su colchón, para una mejor ocasión, iniciamos la subida a la cuerda de Mojantes, buscando la dirección suroeste. La Serrata de Caneja, Engarbo, la carretera de Granada, Barranda etc nos quedan a nuestra espalda y La Granja de la Rodea, Archivel, El Gavilán etc en nuestro omóplato derecho. Los campos de cereales, con las últimas lluvias parece que por fin, quieren despertar de su hasta ahora marchito letargo.
Conforme subimos el horizonte se extiende y el paisaje se empapa de una tonalidad verde con cien matices que deslumbran.
Archivel con la sierra del Gavilán al fondo
Aunque frente a la cara sur de la sierra de Mojantes, se extienden hasta donde se pierde la vista, sobre todo cultivos extensivos de cereales, principalmente cebada y trigo, desde la norte en la que me hallo, puedo observar los trabajos de preparación y desarrollo de diferentes explotaciones agropecuarias que ultimamente han venido asentándose en este fértil valle, aumentando así la superficie cultivada de hortícolas, viveros, creación de infraestructuras, que utilizan su privilegiada situación y abundantes aguas subterráneas para medrar y proporcionar prosperidad a la zona.
El jaguarzo morisco (Cistus salviifolius) es un arbusto bajo perteneciente a la familia cistáceas, propio de los estepares de las tierras bajas en suelo silíceo.
La jara blanca (Cistus albidus), conocida también como estepa o jaguarzo blanco, a pesar de ser silicícola como la mayoría de congéneres, crece bien en terrenos descarbonatados. Se encuentra abundante en Mojantes. El nombre de jara blanca se refiere al color claro,
grisáceo a causa de la pilosidad, de toda la planta; no al color de sus
flores.
Cerca de Archivel, el campo fraccionado en parcelas, el cultivo más intenso, de mejor abono, de mucha variedad y esmero, constantemente removido y bien regado, produce diversos tonos que, dibujándose sobre el fondo pardo obscuro de la tierra, forman el bonito cuadro multicolor que se puede observar en las imágenes.
Líquen
Archivel y las Noguericas
FINAL PRIMERA PARTE
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