Del Cerro de las Fuentes me desplazo hacia la Fuente de la Muralla. Los lugares que he pensado ilustrar para poner el punto y final a esta entrada que me ha salido más profusa de la cuenta. Apenas tengo que caminar unos cientos de metros pues se encuentran muy cerca el uno del otro. El campo impregnado de primavera, arrebolado y colorido, me envuelve. No puedo resistirme a capturar estas amapolas, que ya han iniciado el inexorable proceso de su marchitez.
Le llaman la Fuente de la Muralla porque el agua brota al lado de un muro de piedra. El lugar siempre ha servido para reunir a las gentes del pueblo y la comarca, independientemente de su clase y condición; también a otras que acudían de fuera. En el verano, aquello se ponía a reventar de bañistas y no pocas parejas de enamorados surgieron al socaire de chapuzones y roces subacuáticos. Casualmente, apenas había tomado dos fotos cuando acertó a pasar por allí, una mujer mayor que, dirigiéndose al cementerio, le llevaba flores a su recién fallecido hermano. La afable archivelera me vino pintiparada para conocer de primera mano, la historia del lugar.
La Fuente de la Muralla luce ahora bastante sucia y descuidada. Es de suponer que toda la maleza acumulada en el estanque, sea fruto del invierno y la entre temporada porque de lo contrario, muy lamentable sería que un lugar tan agradable, tan coqueto, quedara abandonado de la atención y esmero del hombre.
Estoy seguro que muy pronto se iniciarán las tareas de mantenimiento y limpieza, siendo que para el verano, lucirá tan desbrozado y radiante como el paraje merece.
Estoy seguro que muy pronto se iniciarán las tareas de mantenimiento y limpieza, siendo que para el verano, lucirá tan desbrozado y radiante como el paraje merece.
La buena mujer me ha explicado que en 1941, hizo un día tanto viento, que llegó a derribar todos los árboles que había en la Fuente de la Muralla, salvo el que se ve en la imágen, que logró aguantar las embestidas del terrible vendaval. Lo sabe porque fue el año en el que ella nació y sus padres se lo referían con frecuencia. En años lluviosos, bajaba tanta agua que el nivel de la alberca subía hasta casi sobrepasar el límite. En días calurosos del verano, se juntaban en la muralla, familias enteras, casi todo el pueblo que, entre bocadillos, juegos y chapuzones, pasaban el día sin enterarse de la caló y la mar de bien. Que los jóvenes, construían una especie de trampolín con tablones para "tirarse de cabeza a la balsa", y desta manera, deslumbrar a las zagalas.
Ha mencionado nombres de archiveleros, que ya no están, que vivieron sus últimos años, bajo las sombras de estos árboles. Uno de ellos, me dice entre incipientes lágrimas, era mi hermano. (Ensalcemos al árbol, que frondoso, lo mismo en la montaña que en el llano, ofrece a la persona grato reposo...)
La abundante broza existente, impide la fluidez del agua cristalina que brota del nacimiento, desluciendo sobremanera un paraje, venturosamente acuático, que debiera tratarse con más mimo y cuidado.
El agua de la Fuente de la Muralla es canalizada para el riego
El estanque parece estancado y destila porquería
Ahora que desde esta imagen se puede observar en el fondo superior, el santo del Cerro de las Fuentes, donde hemos estado antes, se me ocurre comentar lo que ya he oído de boca de más de un archivelero y es que, se ha ido transmitiendo desde tiempos remotos, de padres a hijos, que existe un pasadizo que construyeron los legionarios romanos, que comunicaba el castillo del cerro con un punto indeterminado en el pueblo. Y digo yo, visto lo visto, y teniendo en cuenta que la misma persona que me puso en conocimiento la existencia de la cueva del Águila, me dijo también que en el centro de Mojantes, existía una sima tan profunda que al poner el oído se escuchaba como un rumor de mar; en donde algunas cabras moribundas, me decía el pastor, buscaban el lugar y al llegar a él, se dejaban caer, antes de exhalar su último aliento, digo yo, me pregunto, ¿por qué no ha de existir ese pasadizo que, vaya usted a saber si no es incluso anterior a la época romana, que conecta el cerro de las Fuentes con la cueva de la Higuera, y desde esta a la sima en el centro de Mojantes, que actuaría de respiradero, y desde aquí, otro pasillo corredor que conduzca a la salida en la cueva del Águila...? Con ese entramado de túneles y pasadizos, no habría asedio sobre el castillo que no pudiera ser burlado. ¡Ay si lo hubieran conocido nuestros valientes desertores de la guerra civil, cuantas penas y fatigas no se hubieran evitado...!
Esta es la parroquia Santa Bárbara, de Archivel, situada en la plaza de Fray Pedro Hernández. Esta pequeña ermita data del siglo XVIII y aunque se tiene constancia de
pequeñas reparaciones en el año 1746, es casi veinte años más tarde
cuando parece que se encuentra en peligro de ruina, hecho que conocemos
por la petición de dos labradores de la pedanía, de licencia para talar
pinos con el fin de reparar la iglesia. Fue rehabilitada en 2008 gracias
a la caridad de todos los feligreses y al Excmo. Ayuntamiento de
Caravaca de la Cruz.
Y con estas instantáneas de las campanas de la torre de Santa Bárbara repicando, vamos dándole ya el punto y final a este apócrifo Quijote en el que camino lleva de convertirse esta entrada bloguera dedicada a la sierra de Mojantes y alrededores.
Hemos conocido la ubicación de la cueva de la Higuera, a la que no pudimos entrar por hacerlo imposible el cerco impenetrable de sus ramas. Hemos largamente disfrutado, observando el vuelo atmosférico, casi etéreo de los buitres. Hemos exprimido el cuerpo, regocijando el alma, subiendo y bajando cerros, oteando aquí y allá, dilatando la mirada. Hemos podido conocer la historia de los tres fugitivos desertores que por negarse a matar, hubieron también de renunciar a sus familias y sus vidas. Hemos conocido el épico lugar donde estuvieron escondidos y la trágica historia de aquel buen hombre que por dar cobijo a unas religiosas, fue años más tarde asesinado por su fe y creencias devotas. Hemos comprendido, una vez más, que defender unos ideales, no merece, no justifica el dolor, el sufrimiento, el horror, la barbarie de una guerra.
¡¡¡Hay que ver lo que da de sí el senderismo...!!!!
Como decía Don Quijote, "tienen mis deseos por confín estas montañas, y si de aquí salen es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera..."
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
Hemos conocido la ubicación de la cueva de la Higuera, a la que no pudimos entrar por hacerlo imposible el cerco impenetrable de sus ramas. Hemos largamente disfrutado, observando el vuelo atmosférico, casi etéreo de los buitres. Hemos exprimido el cuerpo, regocijando el alma, subiendo y bajando cerros, oteando aquí y allá, dilatando la mirada. Hemos podido conocer la historia de los tres fugitivos desertores que por negarse a matar, hubieron también de renunciar a sus familias y sus vidas. Hemos conocido el épico lugar donde estuvieron escondidos y la trágica historia de aquel buen hombre que por dar cobijo a unas religiosas, fue años más tarde asesinado por su fe y creencias devotas. Hemos comprendido, una vez más, que defender unos ideales, no merece, no justifica el dolor, el sufrimiento, el horror, la barbarie de una guerra.
¡¡¡Hay que ver lo que da de sí el senderismo...!!!!
Como decía Don Quijote, "tienen mis deseos por confín estas montañas, y si de aquí salen es a contemplar la hermosura del cielo, pasos con que camina el alma a su morada primera..."
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
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