09 junio 2024

POR EL CRISTO DE LOS BUZOS, LA PARAJOLA Y EL CERRO ROLDÁN (Cartagena) II

El Cristo de los Buzos es un lugar que inspira paz espiritual. Enclave bello y sugerente donde los haya, que invita al recogimiento, no me extraña que para algunas personas se haya convertido ya en un solemne santuario de obligada visita.
Al leer esta placa tuve un presentimiento, una corazonada por así decir. Me sonaba mucho el apellido, lo había leído en alguna parte y las vibraciones que me surgían no eran precisamente halagüeñas. Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue indagar en Google. En efecto, la triste noticia me la daba a conocer Facebook el 10 de junio del 2021, ahora hace tres años.
Fallece un sargento del Ejército de Tierra en un accidente paracaidista.

Por circunstancias que se desconocen y que se están investigando, el personal de seguridad encargado de recuperar a los saltadores lo ha hallado inconsciente y boca abajo.

Un sargento de 34 años destinado en La Legión de Ronda (Málaga) ha fallecido hoy en un salto paracaidista en agua dentro de un curso de Operaciones Especiales del Ejército frente a la costa de Cartagena (Murcia).

Fuentes del Mando de Operaciones Especiales (MOE), que tiene su sede en Alicante, han informado a Efe de que el sargento es Rafael Gallart Martínez, natural de Hellín (Albacete) y que pertenecía al Tercio Alejandro Farnesio 4º de La Legión (Ronda).

Por circunstancias que se investigan, el personal de seguridad encargado de recuperar a los saltadores del LXV curso de Operaciones Especiales se lo ha encontrado inconsciente, boca abajo, y se le han practicado técnicas de reanimación antes de ser evacuado al hospital, donde ha fallecido.

El sargento había ingresado como soldado en el Ejército en 2008, ascendiendo a sargento, después de ingresar en la Academia General Básica de Suboficiales, en julio de 2020.

Destinado en el Tercio Alejandro Farnesio 4º de La Legión en Ronda, Gallart Martínez había participado en misiones en Afganistán, la República Centro Africana y Senegal, y se encontraba en posesión de una Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco.

El Ejército de Tierra ha manifestado en un comunicado que se une al dolor de sus familiares y compañeros de unidad en estos trágicos momentos. FUENTE
D.E.P
A todo esto, mis coincidentes senderistas se habían marchado, aunque antes, el que parecía llevar la voz cantante, me había aconsejado que no dejara de visitar la isla Torrosa, uno de los rincones, junto con este, con más encanto y atractivo de la zona. Tomé buena nota de la sugerencia y en este sagrado lugar, que me costó un mundo abandonar, aún permanecí en solitario, abandonado a la plácida contemplación durante un buen rato.
Por fin reanudé la marcha con rumbo a mi próximo y cercano objetivo, en la batería de la Parajola, de reminiscencias terriblemente trágicas pues a tan solo 25 días de finalizar la Guerra Civil, desde este lugar, un 7 de marzo de 1939, se disparó el fatídico proyectil que causaría el hundimiento del buque Castillo Olite, y con ello la muerte de mil quinientas personas, la mayoría gallegos.
Apenas he abandonado el Cristo de los Buzos, ya veo a otro senderista que ocupa mi lugar. La atalaya es tan carismática, que ya constaté camino de la cima del Roldán, lo muy visitada que es.
En apenas diez minutos, me tropiezo visualmente con lo que queda de los primeros edificios ruinosos del antiguo complejo militar.
Observo movimiento de personal castrense por las inmediaciones y el típico sonido sordo de un grupo electrógeno en funcionamiento. Albergo la inquietud de que me prohíban la entrada a la batería.
Es un destacamento al mando de un joven teniente que está de maniobras. Le pregunto si puedo moverme por la zona con seguridad y me dice que sí, que no hay problema. Que procure no tocar nada del equipo y que puedo andar con entera libertad. ¡Qué servidor y defensor de España más guapo y simpático! Con las ganas me quedé de tomarle una foto. Pero no procedía. ¡Viva el ejército carajo!
La batería fue proyectada y construida en 1926, durante el programa de dotación de un cinturón defensivo a la estratégica plaza de Cartagena por la dictadura de Primo de Rivera. La Parajola se encuadraba en las instalaciones militares de La Algameca, y contaba con cuatro cañones construidos por la Sociedad Española de Construcción Naval en la factoría de Reinosa, bajo licencia de la empresa británica Vickers-Armstrongs. El modelo de las piezas de artillería era el cañón de costa de 152,4/50 cm (seis pulgadas). La Parajola fue utilizada contra objetivos militares exclusivamente durante la Guerra Civil Española, haciéndose necesaria por primera vez para responder a los bombarderos que sobrevolaban la ciudad descargando sus proyectiles, y posteriormente contra buques del bando sublevado que, como el crucero Canarias, se atrevían a acercarse a la costa.
Desde el cañón número uno se efectuaría el funesto disparo que provocó el hundimiento del carguero Castillo Olite, el 7 de marzo de 1939, provocando la mayor tragedia de la Guerra Civil Española. Ni una simple reseña, ni un cartel informativo, un sencillo homenaje o recordatorio hacia aquellos pobres desdichados, aunque solo fuera una cruz...nada. Sensación de vacío, triste y sobrecogedora al mismo tiempo, rabia la que siento al ser consciente de la afrenta que supone el olvido imperdonable que se lleva perpetrando durante décadas. Algo inadmisible a lo que hace mucho tiempo se debiera haber puesto remedio. Como reza el título de un libro que estoy leyendo estos días de un tal Luis Mollá Ayuso (el militar del primer vídeo que adjunto), tal que...Perdidos en la memoria.
Barbetas de los cañones. 
Se denomina barbeta al trozo de parapeto ordinariamente colocado en los ángulos de un bastión destinado a que tire la artillería al descubierto.
Se convierte la barbeta, en consecuencia, en el perfil, la altura de apoyo en altura de rodillera porque la cresta del parapeto llega a las rodillas de los sirvientes de las piezas.
Cuando se dice que una fortificación está construida a barbeta, su parapeto no tiene troneras ni merlones ni cubre a los artilleros y cuando la artillería se coloca sobre este género de fortificación, ya sea en las plazas, ya en campaña, se dice que está colocada a barbeta. Igual denominación tiene en los buques de guerra.
En 1994, la batería fue desartillada en aplicación del Plan NORTE, y aún con la declaración de Bien de Interés Cultural en 1997, su acceso permanece restringido al encontrarse en una zona militar propiedad del Ministerio de Defensa. Sin embargo, esto no ha impedido que el monumento entrase en un estado de prolongado deterioro que llevó a que, en junio de 2014, la asociación Hispania Nostra la incluyese en su lista roja de patrimonio en peligro.

Situación actual

El cinturón defensivo cartagenero constituye en la actualidad uno de los atractivos más significativos de la ciudad; aunque ya no tienen utilidad militar el propio estilo de construcción de estas baterías son un referente hoy día que esperan su oportunidad para ser explotadas turísticamente.

En el caso de ''La Parajola'' la inspiración de sus edificaciones la encontramos en la mitología egipcia, tanto en las fachadas de los repuestos y municionamiento de las piezas, y en la entrada con sus columnas.
El Proyector de la Parajola
Algameca Grande y Chica, Cabeza del Caño y Castillo de Galeras.
Una de tantas casamatas o nido de ametralladoras que hay por aquí.
Los gallegos "caídos" en el "Olite"
La mayor tragedia naval española contemporánea, el hundimiento del buque "Castillo de Olite", fue al mismo tiempo uno de los episodios más silenciados de la Guerra Civil. El hecho de que el conflicto bélico estuviese a punto de concluir, sumado al fracaso de la operación del Ejército nacional en Cartagena, llevó al régimen de Franco a ocultar la magnitud de un desastre que se cobró la vida de 1.476 soldados, en su gran mayoría gallegos.

En el mes de marzo de 1939 las tropas franquistas controlaban casi todo el territorio español, a excepción de la zona del Centro y Levante. La guarnición de Cartagena, sede de la poderosa flota republicana, se alzó el día 4 de ese mes contra el Gobierno de Madrid. Franco quiso aprovechar la oportunidad para tomar la base naval y propiciar el final de la guerra, por lo que ordenó que todos los buques de transporte disponibles acudiesen en auxilio de los sublevados.

El "Castillo de Olite" había sido requisado el año anterior frente a Gibraltar cuando, bajo pabellón soviético, intentaba burlar el bloqueo. El buque pasó a formar parte de un convoy compuesto por 30 barcos y 25.000 soldados que Franco envió a Cartagena para apoyar al contingente militar que se había levantado en armas y arrestado al coronel Galán, representante del gobierno republicano en la ciudad. A mediodía del día 5, mientras los fieles a la República peleaban en Cartagena contra los sublevados y la Flota republicana abandonaba la ciudad con rumbo desconocido, el "Castillo de Olite" zarpaba desde Castellón. En sus bodegas, más de 2.000 soldados, la mayoría gallegos, creían que la ciudad estaba conquistada y navegaban entre bromas y canciones, al son de alguna gaita, celebrando el final de la guerra.

Sin embargo la misión era muy arriesgada, pues los barcos debían navegar frente a una costa en poder del enemigo y sin protección de ningún tipo, ya que la urgencia de la operación lo impedía. La descoordinación en el bando franquista provocó además que los mandos del "Castillo de Olite" -el buque carecía de comunicaciones- no fueran avisados de que las tropas republicanas habían sofocado la sublevación y que el barco debía regresar a su punto de partida.

En la mañana del 7 de marzo, al llegar frente a la batería de costa murciana conocida como La Parajola, el barco recibió un solo impacto de la artillería enemiga. El proyectil impactó en la bodega en la que transportaban la munición, reventando al buque, que se hundió en menos de 15 minutos, quedando depositado sobre el fondo marino a unos 24 metros de profundidad. El combate se saldó con la muerte de 1.476 soldados, la mayoría de ellos gallegos. Otros 342 resultaron heridos y 294 fueron hechos prisioneros hasta el inminente final de la guerra.

"Lo que nos hundió fue toda la munición que llevábamos a bordo, así como la caldera de vapor, ya que al entrarle agua reventó y partió el barco en dos", recordaba hace unos años el gallego Enrique Jaspe Leira, uno de los soldados que salvaron la vida en la tragedia, y que presidió la Hermandad de Supervivientes del "Castillo de Olite" hasta su fallecimiento en 2012.

La mayor parte de los soldados murieron ahogados en las bodegas del barco, pero otros muchos fueron víctimas de la explosión. Algunos de los que consiguieron sobrevivir agarrados a los restos que flotaban sobre el agua fueron tiroteados por los milicianos desde la costa. El barco quedó hundido frente a la isla de Escombreras y los pescadores locales pasaron la noche rescatando a los náufragos. Todos los supervivientes reconocieron que salvaron la vida gracias al heroísmo de los marineros.

Veinte años más tarde, el Gobierno decidió instalar una refinería de petróleo en la zona de Escombreras. Al construir el puerto petrolero se observó que los restos del "Castillo de Olite" impedían la entrada de los buques, por lo que se optó por desmontar los mástiles del infortunado navío. Cuando los buzos bajaron hasta el pecio, quedaron sorprendidos pues la bandera de combate permanecía asida al mástil, por lo que fue recuperada y enviada al Museo Militar de A Coruña.
Durante décadas, uno de los mástiles del barco estuvo colocado en el acuartelamiento del Regimiento de Artillería de Campaña nº 28 en A Coruña, después se trasladó al cuartel de Atocha de la ciudad herculina, y en la actualidad se encuentra en el cuartel pontevedrés de Figueirido, sede de la Brilat. FUENTE
Reveladora entrevista a Luis Mollá Ayuso, autor del libro: Perdidos en la Memoria, el relato novelado del suceso, de emotiva y muy amena lectura.
Y  excepcional trabajo el del autor de este vídeo: "La Tragedia Olvidada". En el artículo precedente (enlazado) se dice de la farera que: "Entre los héroes que ayudaron a salvar a decenas de aquellos náufragos, se encontraba la farera de la isla Escombrera, Mª Carmen Hevia, una ferrolana que no dudó en hacer lo necesario para ayudar a sus paisanos..."
Parece ser que no fue exactamente así, ya que según testimonio de algunos de los damnificados, lo que hacía la esposa del farero según iban llegando los agónicos supervivientes a tierra, era registrarles y sisarles todo cuanto encontraba de valor entre sus escasas pertenencias (relojes, anillos, cadenas, etc...😢). ¡Menuda pieza la ferrolana...!
En el siguiente enlace, otra interesantísima página, de lectura muy recomendable, con informe, reflexiones y conclusiones sobre:

Algo se ha escrito y estudiado sobre el hundimiento del Castillo de Olite, lo conocemos en su proceso, formando parte de aquellos confusos días que precipitaron el final de la Guerra Civil, sin duda no ha merecido la importancia real que la muerte de 1500 hombres pueda tener, cierto que estamos en una guerra, y en ella la muerte es casi lo cotidiano, pero aquí no es la muerte de unos soldados en combate, es más, la forma tan absurda de morir por nada y para nada.

Culpables, claro que existen, víctimas muchas pero lo que se desprende de todo este incidente es un ''tufillo'' de desorganización, improvisación e incompetencia que misteriosamente no aparece reflejado por ningún sitio como un error militar, ni asumido por quien era su creador y responsable, el vencedor de esta Guerra.

De poco sirvieron a los que murieron aquella brumosa mañana cerca de la isla de Escombreras los homenajes póstumos y la pantomima de concesión de la Laureada de San Fernando, que por cierto nunca les fue concedida, si después fueron condenados al olvido oficial, como algo que molesta y es necesario arrinconar, y aún menos les sirvió aquellos que dispararon sobre el infortunado barco, en su decadente derrota, todo había acabado y esto nos supondría ninguna gran victoria que celebrar sobre el enemigo.

Escasas veces nos encontraremos ante una realidad como ésta, una serie de despropósitos encadenados entre sí conducirían a la mayor tragedia marítima ocurrida en nuestras costas en todos los tiempos, errores, desatinos y burradas que llevaron a la muerte a los hombres que embarcaron a bordo del Castillo de Olite.

El hundimiento del buque de transporte nacional Castillo de Olite por las baterías republicanas frente a las costas de Cartagena, el 7 de marzo de 1939, constituye uno de los episodios más oscuros y menos conocidos ocurridos durante La Guerra Civil Española...
Esta frustrante sensación de incomprensible dejadez y abandono de nuestro patrimonio por parte de la administración, la volvería a experimentar en la batería antiaérea de Roldán. 
Las dependencias militares se encuentran en galopante proceso de ruina y desolación. Pero muchos de los inmuebles que se construyeron a conciencia, aún aguantarán en pie durante algunos años, dada su solidez cuasi romana. Ya sabemos que mientras aguante el tejado, el resto del edificio se sostiene.
Reza un dicho muy popular en Cartagena que "cuando el Roldán lleva montera, llueve aunque Dios no quiera...", pero en esta ocasión se trataba más bien de una bruma pasajera...
De vuelta hacia el cerro del Puntal de la Cruz, pero en esta ocasión, lo pasaré de largo.
El sendero del Oso, muy concurrido hacia las dos de la tarde por un grupo de guiris, a mi parecer, de nacionalidad británica, camino de una Cruz de los Buzos, de clara proyección ecuménica.
El impertérrito Vigilante...
En el collado del Lobero, me he desviado a mi derecha para enganchar la pista que sube a la batería de Roldán. Me encuentro bien y llevo suficiente agua para el resto del camino, aunque hace un sol de justicia y la subida es mejor tomársela con filosofía pues se presenta algo necia e interminable. De vez en cuando, me detengo un instante para inmortalizar el bonito paisaje que se me ofrece en derredor.
Todos los viejos edificios militares se encuentran abandonados de la mano de dios y de los hombres. El inexorable proceso de destrucción que sufren, resulta desolador, pues por su estado, ya no sirven ni como refugio eventual ante una tormenta intempestiva que te pudiera sorprender por aquí.
Aspecto de la estrecha y empinada pista en dirección a la cima del Roldán, presentando un firme en estado de uso muy practicable.
La escollera e islote de Escombreras. Allí llegaron muchos de los cadáveres y personas que sobrevivieron a la catástrofe, rescatadas por los pescadores, los verdaderos héroes de esta tétrica historia.
El Cristo de los Buzos, nutridamente acompañado. Por poco no me veo rodeado de una marabunta.
Un banco de niebla, procedente del mar que pronto se desvanece. La playa de Fatares y asomando Isla de la Torrosa.
Los Aguilones, La Fausilla, Monte de las Cenizas, etc. 
El sendero que discurre por la Cresta de Fatares, en su último tramo hacia la playa.
Y por fin llegamos a la Batería de Roldán. Nos damos un rápido garbeo porque se nos ha hecho más tarde de lo previsto. 
La batería antiaérea de Roldán se encuentra en el monte del que recibe su nombre, a poniente del núcleo urbano de Cartagena, en la pedanía de Canteras. Desde su considerable altura (495 m sobre el nivel del mar) domina buena parte de la costa, como los embarcaderos de las Algamecas, la playa de la Parajola, la pequeña ensenada del Portús, etc.

El acceso se efectuó por una pista militar que parte de la Estación Naval de la Algameca, que actualmente, y tras años de abandono, se encuentra en muy mal estado. No obstante, existen diversas sendas, muy frecuentadas por excursionistas que, generalmente partiendo desde las áreas de Tentegorra, suben a la cima del Roldán.

La batería antiaérea de Roldán fue creada conforme a los diferentes proyectos para fortificar Cartagena y su base naval emanados del Plan de Defensa de 1926. De esta forma, los emplazamientos artilleros contemplaban también, además de las piezas preparadas para efectuar fuego a los buques enemigos, la lucha contra una nueva y terrible arma: la aérea. Tuvo un papel muy activo durante la Guerra Civil (1936-39), y fue finalmente desactivada en 1965. Actualmente está dentro de los terrenos pertenecientes al Ministerio de Defensa, y se encuentra en total estado de abandono. Fue declarada Bien de Interés Cultural por la Disposición Adicional Segunda de la Ley 16/1985, de 25 de junio del Patrimonio Histórico Español.
Arquitectura
Básicamente, y al margen de otras dependencias, la batería se compone de cuatro emplazamientos a barbeta para otras tantas piezas de artillería alineadas en línea recta sobre los depósitos que las municionaron, que tienen su acceso en la parte posterior. Los cuatro cañones de la marca Vickers, calibre 105/45 y modelo 1923, estaban situados tras un antemural que delimitaba las barbetas, creando una planta compuesta por cuatro círculos comunicados entre sí, en los que se abren las correspondientes chilleras de amunicionamiento.
Existen, además de éstos, diversos elementos arquitectónicos, como los lugares donde se situaron los elementos de cálculo para el tiro, los polvorines, cuerpos de guardia, trincheras, pozos de tirador o nidos de ametralladora, y las edificaciones para el alojamiento y administración de la dependencia militar. Todas estas construcciones se caracterizan por perfiles bajos e imitan las texturas de la roca a base de conglomerados de piedra irregular para confundirse con el paisaje. Y todo ello con un característico estilo que podríamos asociar al modernista o al ecléctico, que tanta importancia había tenido en el urbanismo cartagenero de la época. Así la utilización de vanos adintelados enmarcados con ménsulas de piedra no muy ornamentadas y el entablamento de la cubierta, constituyen una curiosa referencia a los elementos estructurales del clasicismo, mientras que la piedra en sillares rústicos parten de conceptos no tanto de estética como de mera funcionalidad.
HISTORIA

La batería de Roldán fue construida conforme al Plan de Defensa de 1926 (el llamado Despliegue Vickers) del gobierno de Primo de Rivera, destinado a fortificar las bases navales de El Ferrol, Mahón y Cartagena. Se trataba de un despliegue defensivo global, que contemplaba, además de la defensa contra los buques, la protección contra los aviones, una nueva arma que había demostrado ya su potencial eficacia durante la I Guerra Mundial (1914-1918).

Las obras comenzaron por realizar un camino que conectase la ciudad con la cima del cerro, lo que se hizo entre 1931 y 1932. Así, la batería fue artillada en 1933 con cuatro cañones antiaéreos Vickers modelo 1923 (una de las mejores piezas de la época), que tenían un alcance de más de 13 kms.

Durante la Guerra Civil (1936-1939) el emplazamiento fue encuadrado en la DECA (Defensa Contra Aviones), un organismo militar que se encargó de la defensa antiaérea de la plaza, cuya posesión mantuvo el gobierno de la II República hasta el último año de la guerra. Así tuvo un papel muy activo contra la aviación nacional, cuyos bombardeos, frecuentemente realizados por aparatos italianos o alemanes, llegaron a ser cotidianos durante el conflicto. Tras el fin de la guerra, la batería continuó activada hasta 1959, año en el que realizó su último ejercicio de tiro. En 1965, ya totalmente desfasada con los nuevos artefactos aéreos, quedó definitivamente fuera de servicio.
La captura al esbelto mojón cilíndrico no podía faltar. Se encuentra a 471msnm y ofrece vistas amplias y despejadas hacia los llanos del norte y litoral de poniente.
De por aquí al lado surge la Senda del Jabalí, señalizada con pequeñas marcas de pintura. Me costó un tiempo decidir si me dejaba caer por la vertiginosa fuerte pendiente hacia el ya conocido Mirador de Roldán, repitiendo así el tramo de la ida o afrontaba el sendero por el que se bajaba en la Ruta de las Fortalezas. Elegí este último por rememorar antiguas sensaciones, ya que representaba el postrero escollo exigente, dado el importante desgaste ya acumulado en los cuádriceps, antes de enfilar los últimos eufóricos kilómetros hacia la meta.
Le había prometido a Yoda, traérmelo cuando decidiera conquistar el Roldán, y cumplí mi promesa, no fuera que me echara alguna de sus maldiciones galácticas.
Y ya que lo llevaba conmigo, pues le hice una pequeña sesión fotográfica para que quedara a gusto. 
El descenso por el sendero de las Zetas se encuentra igual de deslizante y descompuesto, con altas posibilidades de acabar en traspajazo, tal y como yo lo recordaba de mi concurso en las primeras ediciones de la Ruta de las Fortalezas, allá por el 2010. Muy parecida a la última bajada de la Falcotrail, antes de enfilar la vía Verde en dirección a la meta. Sobre todo el tramo del zigzag. Pero pude llegar al cierre del círculo, indemne y sin novedad, con las piernas vacías y la mochila sudada desde luego, pero a tope de sensaciones físicas y emocionales. Y no me enrollo más que algo tendré que dejar para cuando afrontemos la excursión por la playa de Fatares e Isla de la Torrosa. Así pues...
¡HASTA LA PRÓXIMA!

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