Un día de este pasado verano, iba yo con la fresca, a lomos de la burrica gualda, dándome un paseo por las inmediaciones de Nerpio. Tras sobrepasar el Mirador de Mingarnao, se me ocurrió torcer a la derecha y hacer una breve parada para estirar las piernas en Yetas de Abajo. Hacía mucho tiempo que no pasaba por la estrechuja pista asfaltada que va de Beg hacia Vizcable, así que, decidí investigar a ver en qué estado se encontraba. Fue durante las frecuentes detenciones que realicé para capturar el paisaje del entorno, oteando hacia el valle de Taibilla y sierras de La Angula y Umbría de la Mata, cuando se me ocurrió la idea de que Vizcable y sus inmediaciones merecían un paseo más pormenorizado con mochila y cámara en ristre, explorando sus, a buen seguro, bonitos rincones por descubrir para mí. Tras dejar atrás las cortijadas Los Belmontes, Casa de la Noguera y Los Casares, me encontré que un tramo de la pista se hallaba inundada por el curso del río Taibilla. ¡Pude constatar que por fin, habían conseguido, oh aleluya!, los vizcableños, su caudal ecológico durante tanto tiempo reivindicado! ¡Y qué esturreo de agua! Pero no me atreví a vadear el cauce por si debido a la superficie deslizante, la jumenta se encabritaba y pegaba el talegazo padre, de modo que, buscando por pistas de tierra un vado óptimo que me permitiera cruzar al otro lado, acabé en la cortijada Los Herreros, con su camino de acceso sin otra salida que no fuera volver por donde había venido. Mientras charlaba con dos afables herrereñas que moran estos cortijos, apareció la panadera de Nerpio a bordo de un furgón de considerables dimensiones, que tras cuatro o cinco ágiles maniobras para darse la vuelta, dado el escaso espacio disponible en la plazoleta donde nos hallábamos (pasó de la maleta izquierda de la moto a medio palmo y del tronco de un pino a cuatro dedos), situó el vehículo en óptima disposición de salida, como si tal cosa, dando muestras de un dominio y habilidad en el pilotaje, en verdad, prodigiosas. Ni me dio tiempo preguntarle si le estorbaba la moto. Debe conocerse los rincones y estrechas callejuelas de todas las pedanías de Yeste, Letur y Nerpio, donde sirve el pan, como la palma de su mano, incluso mejor. Acto seguido y de manera jovial, nos dio a todos los buenos días y abriendo las puertas traseras del furgón con mucho brío, procedió a cumplir con su sagrado y acaso rutinario cometido de servirles el pan y ofrecerles variadas piezas de repostería a aquellos apacibles vecinos que, de momento, viven tranquilos en estos apartados contornos.
Tras despedirme de estas buenas gentes, pronto conecto con la carretera local, L3, la que viene de la presa del pantano del Taibilla, con dirección a Vizcable, El Tobar, que estos días están arreglando, pero que según el parecer de algunos jubilados de por aquí, con los que estuve departiendo, son parches que con las primeras heladas y cuatro tormentas que les caigan, se levantarán, y de aquí a cuatro días, la carretera volverá a estar igual que antes si no peor, en fin, nada nuevo bajo el sol, lo que sí está claro es que, el día en que pasé por aquí con la moto, la susodicha estaba hecha unos zorros, con baches traicioneros e irregularidades a cascoporro.
Mirando el mapa, y observando por donde discurre la línea divisoria, constatas que la mitad de Vizcable pertenece al consistorio de Yeste y la otra a Nerpio. De ahí que pese a estar casi pegados, La Molata y el Torreón pertenecen a jurisdicciones diferentes. Asimismo, un escrutinio atento a la cartografía evidencia que al entorno de Vizcable lo conforman en realidad, un conglomerado disperso de pequeñas pedanías y miríada de cortijos diseminados por toda una extensa comarca.
De hecho, Yeste se caracteriza por estar compuesta de 13 pedanías, estando estas a su vez fraccionadas en pequeñas aldehuelas o caseríos, que contabilizados todos suman más de cien. No sería mala idea recorrer todos estos caminos en bicicleta, para un mejor conocimiento del entorno. Yendo por la referida carretera local en dirección a la CM- 3225, se ven abajo, junto al río Taibilla, entre Vizcable y Claras, unas cuantas poblaciones y aislados cortijos (Casas de Pedro Tomás, entre otras) que algún día de estos habrá que echar un vistazo. De momento, ahí lo dejo.
Bueno, vamos a lo nuestro que se me va el santo al cielo. Después de fijado mi punto de atención en Vizcable y darme un garbeo por la web de referencia, decido cargar en el Garmin este track que reúne los propósitos que pretendo, esto es, pintorescos paisajes que fotografiar y buen julepe que atizarle al esqueleto y así, cambiar del chip ciclista al senderista, pero a lo cafre, sin anestesia ni periodo de adaptación ni leches, que no siempre sale bien pero cada uno sabe sus cosas y el que suscribe, cree que es lo que mejor le va. Pero al recorrido le hago unas modificaciones para adaptarlo a mis circunstancias e idiosincrasia. En vez de partir desde donde lo hacen nuestros amigos, en Las Casas de la Dehesa, ya que ellos vienen de Albacete, yo lo hago desde un punto de la carretera en que convergen los pasos, porque provengo del otro lado, desde el SUR. Luego también improvisaré sobre la marcha, porque veo que la orografía me permite trazar algún que otro acortamiento, aunque ya se sabe, que no hay atajo sin extra de trabajo. El de abajo viene a ser el contorno de mi recorrido, realizado en el sentido de las manecillas horarias y casi idéntico al de mi lazarillo pero con alguna ligera variación para visitar objetivos que llamaron mi atención. Por eso me salieron algo más de 23 km pateados, que cuando llegué al coche, me sentí derrengado, deshidratado, a punto de la extremaunción.
Dejo el coche, fuera de la carretera, en un apartadero con forma de media luna, a la sombra todo el día de unos pinos. Luego descubro que lo he dejado más lejos de la cuenta del punto de inicio que tenía previsto, por lo que aumentará en algún kilómetro el recorrido total. Adentrándome en el itinerario propiamente dicho, el primer punto de interés es una cortijada denominada El Rincón. Le doy una amplia batida capturando todo lo que llama mi atención. El entorno donde se halla ubicado me parece idílico. Esta primera parte del recorrido se realiza por la margen izquierda del renacido río Taibilla.
A la cortijada no le falta detalle y goza de todo tipo de prestaciones que rememoran lo antaño, desde lavaero, horno de leña, fuente de agua cercana y por supuesto luz. No descarto que alguna de estas viviendas en la actualidad, sea utilizada como casa rural. Seguro que en aquellos tiempos difíciles de pocas comodidades y mucho trabajo en aras de la subsistencia, fue un buen lugar para vivir. El "RINCÓN" es tranquilo y acogedor y se deja sentir la proximidad del agua discurriendo por doquier.
Un abstraído jumento que se hallaba ramoneando por aquí.
Me tropecé con varios lugareños que andaban faenando sus huertos y todos coincidían en quejarse de la falta de lluvias. Yo veía el agua fluyendo por todas partes y me preguntaba a qué cantidad de caudal y proliferación del líquido elemento, a qué grado de exuberancia vegetal estarían los vizcableños realmente acostumbrados...
A lo largo de nuestro recorrido, nos cruzaremos a cierta distancia con varias cortijadas, entre otras, Los Hipólitos, Molino de los Cachorros, Los Belmontes, Casa de la Noguera, Los Herreros, etc
El caudal ecológico del río Taibilla al paso por Vizcable e inmediaciones, ya es una realidad, al parecer, desde el mes de agosto de este año, es decir, en fecha muy reciente. Y puedo dar fe que ya se nota la proliferación de vida a todo lo largo de su cauce. ¡Enhorabuena, por fin lo han conseguido! De esta problemática, nos hicimos eco durante aquella reedición dedicada al Zarzalar. Hela aquí.
Una de tantas muestras de la infraestructura de la Mancomunidad de los Canales del Taibilla que se pueden observar por estos andurriales. El agua sustraída a la presa de toma es conducida a la potabilizadora (E.T.A.P) de Letur, para que más tarde la podamos beber los murcianos.
Esta excursión, aunque solo sea para conocer los bellos rincones que atesora Vizcable y sus inmediaciones, es muy recomendable. Recorrido que por razones obvias, resultará realzado si se hace en otoño o primavera.
Tal y como se denuncia en el vídeo, quedan todavía muchas obras que emprender por parte de la mancomunidad, entre otras, la construcción de vados para que los vecinos puedan moverse con seguridad, sin tener que hacer equilibrios para no mojarse los pies, o sucumbir al riesgo del siempre amenazante traspajazo.
Los Herreros
Algunos indicios de vados antiguos con todos los visos de haber sido construidos por los mismos lugareños.
Otro paso en que un calzado con membrana impermeable viene muy bien.
Las inmediaciones y el propio curso del río ya parecen un vergel.
Asomando el elemento arquitectónico que más destaca de Vizcable, su torreón árabe, que nos proporciona un indudable juego fotográfico, que no desdeñamos.
Los chopos suelen ser por aquí altísimos y muy exuberantes.
En Los Casares y por este puente pasamos a la vertiente derecha del río buscando la Casas de la Dehesa. Por aquí también desembocan las aguas del Arroyo y Rambla del Almez, cuyo volumen de su caudal me sorprendió sobremanera.
Los bonitos paisajes se suceden. Dirigiendo la cámara hacia Aceas y Casas del Alto, que como ya dejamos apuntado más arriba, pertenecen a Yeste.
El Torreón enmarcado entre la floresta
Te tropiezas por aquí con rincones bucólicos muy bonitos, rebosantes de reconfortante y plácida naturaleza. El caudal ecológico ensalzará todavía más estos andurriales a no tardar mucho. El único "pero" que podría yo interponer es que me comieron literalmente los tábanos o moscas del ganado como les llaman algunos. Al día siguiente de esta excursión, la picacera que tenía por todo el cuerpo se me hizo bastante insufrible. Seguro que los del Coto Real de Burete les avisaron a estos para informarles de que tendrían disponible por sus latitudes, un manjar exquisito, cosecha del 64, un pata negra serrano de lo más ecológico, engordao en el monte a base de collejones, cerrajas y bellota coscoja, que del género estúpido sería desaprovechar. En fin, nada hay perfecto. De manera que si eres proclive a que tu epidermis sea del gusto de estos bichos, ya sabes que te van a acribillar, y lo peor es que cuando realmente molestan es en los días siguientes.
Aceas y Casas del Alto
El bar que existe en Casas de la Dehesa, pegado a la ermita que ahora veremos. He leído que no dispone de cocina, de modo que una cervecita, aperitivos fríos..., y bastante servicio brinda para una población permanente que oscila entre los cuarenta y sesenta habitantes. Sin embargo, parece ser que durante la pandemia, este censo se multiplicó por 15, algo inaudito aunque comprensible si se piensa que, ante el obligado confinamiento, muchas personas trataron de mitigar o eludir sus perjudiciales y tediosos efectos, "perdiéndose en el campo". Como es propio del ser humano, ante las dificultades, " el que no corre...vuela; y el más tardo hace relojes...".
FINAL PRIMER CAPÍTULO
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