Aýna, incrustada en lo más profundo de la garganta del río Mundo, en el
estrecho del Gargantón, asomada a un balcón natural esculpido en la
roca.
La pista hacia El Salero y Alcadima se encuentra en bastante buen estado.
Se puede hacer con un 600.
El río Mundo discurre por aquí muy encajonado
En el Salero te encuentras este cartel informativo. Nos salimos del camino
para echarle un vistazo y comprobar qué nos ofrece de interesante.
Accedemos en subida para ver lo que queda de la garita de vigilancia de la
factoría. Desde este enclave se obtienen buenas vistas en derredor.
Desde este punto tan estratégico se obtiene una vista privilegiada no solo
de El Salero sino de todo su entorno. Aquí hago un receso para reponer
fuerzas.
De origen árabe, surtieron de sal a la villa de Aýna y sus alrededores.
Parece ser que estuvieron en funcionamiento hasta los años ochenta. Hoy son
una completa ruina. De aquí hasta La Alcadima, no hay mucha distancia, un
breve paseo.
El montículo donde se halla la garita, visto desde el camino
Lo que queda de las antiguas salinas
Y estamos de vuelta en La Alcadima. Hace tanto calor que llevo pensando en
su fuente desde hace un rato. El trago de agua y el capuzón en la pila no me
los quita ni dios.
No me entretengo mucho porque a la vuelta, llevo idea de fotografiar las
casas de Los Terceros, coger agua de la fuente de Liétor y darme una vuelta
por el embalse de Talave, adonde van a parar y se remansan las aguas del río
Mundo.
La pequeña Central Hidroeléctrica, periódicamente renovada desde el punto
de vista tecnológico, que en la actualidad gestiona Iberdrola.
Villarones y el Ginete
En los cielos se siguen viendo trayectorias aéreas muy extrañas. Un inciso.
Ayer estuve haciendo una excursión por Vizcable (Nerpio), provincia de
Castilla La Mancha. ¡Un rutón de 23 km, la virgen!, en la que acabé hecho
fosfatina; por el calor y porque mis zancas precisan de una reconversión del
modo ciclista al senderista. A mitad de camino, yendo en el coche, me tuve
que parar porque el cielo era un escándalo. ¡Los "anticonspiranóicos" os
podéis ir a tomar por el recto! El cambio "lumbático" lo producen las
mierdas con que nos rocían estos aviadores secuaces.
Dicho esto y habiendo dejado testimonio gráfico de lo expuesto, volvemos a
la ruta senderista, cuya conclusión tenemos a tiro de piedra.
La Gran Vía de Híjar
En la venida, me había fijado en esta cortijada que se halla pegada a la
carretera, entre los parajes El Cerrón y el cerro de Doña Josefa. Me dije
que a la vuelta, les echaría un vistazo. He aquí las denominadas en el mapa,
"Casas de los Terceros". Me doy un garbeo, incluso por su interior,
diciéndome que he de llevar cuidado con sus quebradizos techos, por si las
moscas. Asomar la cámara desde el umbral y con mucho tiento.
La mayor parte de las viviendas ofrecen la impresión de estar sólidamente
construidas por lo que aguantarán todavía las inclemencias de varios
inviernos. Su depauperación y proceso de derrumbe definitivo se gesta en el
tejado.
Casas de Los Prados Terceros
En algunas casas, nos asomamos a su interior, pero estando muy atentos para
al menor indicio, salir pitando.
La botella con remanente de algún tipo de bebida espiritual, sobre la
cornisa de la chimenea, no puede faltar. Es todo un clásico en estas
viviendas con marchamo de inexorable ruina.
La idea es tentadora, pero se queda solo en eso.
El gran salón comedor de la casa
Después de pasar por Liétor para el fin ya citado, nos desviamos hacia el
embalse de Talave, que me sorprendió por su envergadura.
Una cabra que sorprendí en la orilla de la carretera. Se alejó unos metros,
pero sin azorarse mucho, con toda tranquilidad y parsimonia. Sin bajarme del
auto le tomé estas fotos.
Algunos apuntes históricos sobre este embalse
Antecedentes
Los primeros estudios sobre la viabilidad de un embalse en ese
emplazamiento datan de finales del siglo XIX. Las obras de la presa se
desarrollaron entre los años 1903 y 1918, y fueron ejecutadas por el
sistema de Administración, excepto el suministro y montaje de las diversas
válvulas que fue sometido a concurso.
En 1888 se redactó un anteproyecto de la presa de Talave como elemento
del Sistema de Defensas para evitar los efectos de las inundaciones en los
valles del Segura y del Guadalentín. La presa diseñada era de mampostería,
tenía 43 m de altura y un desagüe de fondo sin elementos de cierre dado
que la presa se concibió con la misión exclusiva de laminar las avenidas
de la cuenca alta del río Mundo.
El Proyecto de Pantano de Talave sobre el río Mundo fue redactado en
1.894, reducía la altura de presa a 41 m e introducía compuertas en los
desagües de fondo.
Las obras comenzaron en diciembre de 1896 con los trabajos preparatorios
y en la primavera siguiente dieron comienzo los trabajos de cimentación.
Desde el principio se presentaron dificultades de todo género (avenidas,
excesiva profundidad del cimiento, epidemias de paludismo, etc.)
En abril de 1899, construido ya el macizo central y en condiciones de
emprender la construcción del macizo de aguas abajo, resultaba necesario
fijar de una manera precisa la situación del muro. En consecuencia, tras
reiterados y escrupulosos reconocimientos de las laderas y del fondo del
cauce, se procedió al replanteo definitivo del dique, resultando una
curva de 250 metros de radio en lugar de los 190 metros que tenía en el
proyecto aprobado.
En septiembre de 1901 se iniciaron nuevos sondeos, con su ejecución se
puso de manifiesto que el lecho del río en la cerrada se encontraba muy
alterado y que la roca sobre la cual se había cimentado la presa no era
más que una escollera de grandes bloques incrustados unos sobre otros,
dando al exterior todo el aspecto de un macizo irreprochable.
A la vista de lo anterior se descartó el emplazamiento, abandonando la
obra ejecutada hasta entonces, y se escogió en su lugar otro situado 140
metros aguas abajo, en un estrechamiento donde la inspección ocular
indicaba que el terreno ofrecía condiciones de seguridad. Se realizaron
tres sondeos, cuyo resultado no pudo ser más satisfactorio.
En junio de 1903 se redactó el Proyecto de nueva presa para el Pantano
de Talave, suscrito por los ingenieros de Caminos D. Domingo Muguruza
Ibarguren y D. Juan Romero Carrasco. La solución propuesta consistía en
una presa de gravedad de planta circular, de 38,50 m de altura sobre
cimiento y 145,5 m de longitud de coronación. La fábrica era mampostería
con mortero de cal.
La presa de Talave se clasifica en función del riesgo potencial de su
posible rotura o funcionamiento incorrecto en la categoría A, de acuerdo
con lo establecido en la Directriz Básica de Planificación de Protección
Civil ante el Riesgo de Inundaciones.
En diciembre de 1907 salió a la luz el Proyecto definitivo de la nueva
presa del Pantano de Talave, la altura de la presa contemplada en el
proyecto era de 38,00 m, con paramento de aguas arriba vertical y el de
aguas abajo con un talud del 84,7 %. El ancho de coronación era de 4,00
m y el ancho en la base de 32,20 m. En el tramo de presa correspondiente
al cauce del río se disponía un rastrillo en la base. En los planos se
acotaba en 100,00 m el radio de la directriz circular del paramento de
aguas arriba y en 144,86 m su desarrollo.
El Proyecto conservaba la disposición de desagües y tomas de su
antecesor; en cuanto al aliviadero de superficie se mantenía la
organización de conjunto, pero se modificaba la ubicación y se reducía
notablemente la longitud del túnel de descarga.
La presa original, finalizada en 1918, responde en líneas generales a
lo previsto en el Proyecto de 1907. La presa tiene una altura de 38,00 m
sobre cauce, con un perfil triangular de taludes vertical aguas arriba y
de 0,847/1 aguas abajo. El ancho de coronación original era de 4,00 m y
el ancho en la base de 32,20 m. Desde entonces, se han realizado una
serie de actuaciones, bien para dotar a la presa de dispositivos con los
que no contaba (como por ejemplo el sistema de drenaje o la galería), o
bien para renovar algún elemento de la misma, como la coronación.
En junio de 1921, pasados ya tres años de la puesta en explotación de la
presa, se redactó el Proyecto de obras accesorias y complementarias del
pantano de Talave, en el que se recogían una serie de actuaciones
necesarias, derivadas algunas de ellas de las nuevas funciones asignadas a
la presa, que no se limitaba a la laminación de avenidas sino que atendía
también la demanda de riegos de las vegas bajas. Algunas de estas
actuaciones eran: la construcción de estaciones de aforos aguas arriba y
aguas abajo del embalse, reparación del camino de servicio y reposición de
servidumbres como consecuencia del aumento en la cota del labio del
aliviadero. En febrero de 1930 D. Donato Paredes Granados redactó el
Proyecto de terminación de las obras en el pantano de Talave, que fue
aprobado en abril de ese año por la Junta de Gobierno de la Confederación
Sindical Hidrográfica del Segura.
Y llegando aquí, damos por finalizada nuestra aventura senderista de esta
ocasión, cuyas excursiones precedentes por estos pagos, me suscitaron la
curiosidad de conocer lugares tales como Híjar, su central Hidroeléctrica,
Alcadima, sendero El Pinico y embalse de Talave, entre otros. Aprovechar la
coyuntura para traerme agua de Liétor, también formaba parte del aliciente
de visitar de nuevo esta hermosa región de Castilla La Mancha, no exenta de
problemas y conflictos con el agua, como suele ser habitual cuando
tantos intereses dimanantes del líquido elemento, chapuzas varias y
trasvases desacertados, con un túnel que lo complica todo, entran en liza. En fin, nada nuevo bajo el sol, el eterno problema entre
los recursos naturales finitos y la avaricia inagotable del hombre por
obtener lucro de un bien tan preciado y escaso como el agua. Animadversión
sin ambages a todos esos "aguatenientes" y comunidades de regantes, que por
asegurar el riego de las mega explotaciones de lechugas y brócoli, dejan
contaminados de nitratos, titiritando y exhaustos a los acuíferos. Aunque el
problema del agua no se queda aquí y a futuro, me temo que es mucho más
grave. Como no nos rebelemos, dentro de poco tendremos que pagar el agua que
bebemos a precio de oro, como ya está sucediendo con el aceite, al
tiempo...
Y con esto y un bizcocho, cabras montesas a pajera. Por cualquier roal de
pinos te las encuentras. La sobrepoblación y riesgo de futuros problemas
(enfermedades) resulta evidente. ¡Qué razón tenían aquellos cazadores de la
sierra del Cerezo!
¡HASTA LA PRÓXIMA!
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