Nos inmortalizamos junto a la cascada, aprovechando que he puesto la cámara sobre un trípode, utilizando un sistema de obturador inalámbrico que activo a voluntad.
Cuesta marcharse de este bonito lugar, sobre todo cuando lo disfrutas en soledad, sin interferencias, algo muy improbable durante el fin de semana. Aprovechemos pues este momento irrepetible.
Por fin decidimos abandonar tan bonito y arroyante paraje.
Regresamos por el mismo itinerario por el que hemos llegado hasta aquí. Son 6 kilómetros de alpargatazo entre ida y vuelta, apenas un paseo. Cuando giramos a nuestra mano izquierda, por el ya mencionado cortijo de la Artezuela, vemos que la superficie de su piscina pegada al camino, se encuentra todavía congelada. Son pasadas las doce y media y el abrigo no estorba nada. Tras pasar un corral de ganado, atravesamos el paraje Los Cantalares en dirección a las casas colgantes de la Molatica, mientras progresamos entre pequeños bancales aterrazados de origen morisco y bosquetes de almeces, rosales e higueras silvestres, nogales, zarzas y encinas, teniendo en todo momento la umbría de Letur, perpendicular a nosotros. En el recorrido en subida vamos atravesando pequeños e íntimos rincones provistos de asiento de los que emana un romanticismo insólito. Pronto nos saldrá una derivación de la senda a nuestra derecha que asciende hacia las casas abalconadas (colgantes) que antes veíamos desde la distancia. Según el track que sigo, este no es el camino, y por tanto, a punto de aterrizar en las calles del pueblo, me cercioro del desliz y he de desandar lo andado hasta recuperar el itinerario correcto. Tras avanzar por un corto tramo de senda sin desnivel, comenzamos de nuevo a subir entre roquedos y oquedades, hasta llegar a la Cueva del Frescor, que paso de largo porque olvidé echar la linterna y ya la han hollado mis pies. Continúo por la senda hasta llegar a una bifurcación que me sale a la izquierda. Se trata del bonito sendero balaustrado en madera que nos conduce a Charco Pataco, el segundo punto de especial interés en nuestra excursión. Aquí, en este bello rincón de Letur, entre foto y foto y bocados a una manzana, pasé un buen rato, porque en lugares así, el tiempo parece que se detiene aunque en realidad, pasa vertiginosamente.
Una vez abandonado Charco Pataco y reanudar la senda empedrada que habíamos dejado, superamos las últimas rampas, sembradas de intensa vegetación a ambos lados y de pronto estamos caminando por las calles de Letur. La primera que llama nuestra atención es la calle Puerta el Sol y un poquito más adelante, la calle Mayor, que seguimos camino de la plaza Mayor donde se halla la iglesia de la Asunción. Seguro que nos dejamos rincones interesantes (que ya recogen unos vídeos que tengo pensado incorporar en el último capítulo) pero ya se nos hacía muy tarde y aún teníamos que registrar algunos lugares de obligada visita. Andando por sus estrechas callejuelas encontramos a cada paso arcos y portalicos que singularizan la arquitectura popular de uno de los pueblos más bellos de España gracias a su fértil territorio y peculiar estructura urbana, herencia y vestigio preservado del legado andalusí.
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