12 marzo 2020

LA MURALLA DE KING KONG I

Cuando a instancias de un amigo, tuve conocimiento de su existencia, este cinematográfico topónimo me sedujo lo suficiente como para prepararme una ruta que buscara su localización lo antes posible. ¡Hay que ver la de buenas sensaciones que a priori, el peliculero emplazamiento sugería y transmitía a mi imaginación! Y nada menos que King Kong, uno de mis personajes favoritos. No me lo podía creer...¿cómo pijos se me había colado hasta ahora tan fabuloso rincón por descubrir? ¡Inaudito! Y para más inri, sito en el mismo Murcia, dentro del Parque Regional Carrascoy y El Valle, como quien dice, a media hora de casa. ¡Ay la virgen lo que aún nos quedará por explorar...! ¡Vete al quinto pino cuando aún quedan tantos interesantes lugares por conocer, y como quien dice, a la vuelta de la esquina! Pero claro, eso si el Covid19 ese de los cojones nos deja y no nos pone antes en cuarentena por equis tiempo, que visto lo visto, todo puede suceder. Si hemos de sufrirla, esperemos que la plaga nos pille cuanto antes, y que lo haga, por así decir, de soslayo, sin demasiados virulentos síntomas, así que, de momento, entremos en materia, olvidémonos de la supuesta inminente vírica amenaza y vayamos en pos de la fabulosa Muralla de King Kong, a ver qué nos depara.
En el centro del término municipal de Murcia, y abarcado por buena parte de las sierras prelitorales murcianas, que ponen límite geográfico entre la Cuenca del Segura y la Cuenca del Mar Menor, se sitúa el Parque Regional El Valle y Carrascoy. Los límites del parque se establecen sobre la totalidad de las sierras de Carrascoy, del Puerto y Cresta del Gallo, estando repartida, sus superficie, entre los términos municipales de Murcia, Fuente Álamo y Alhama de Murcia. La ciudad de Murcia, goza privilegiadamente, de este parque, ya que se sitúa a menos de 6 km al sur del centro de la población. El Parque Regional El Valle y Carrascoy cuenta con una superficie total aproximada de 16.724 Ha y goza de la figura de protección regional desde 1992. En la actualidad este espacio natural esta propuesto para incorporarse a la futura Red Natura 2000 (Red Europea de Espacios Naturales). Además, amplias áreas del Parque está declaradas Zona Especial de Protección para las Aves (ZEPA) donde se alberga la mayor densidad del mundo en población de Búho Real, Gran Duque, como lo conocen los naturalistas y muy difícil de observar. También es Lugar de Interés Comunitario (LIC), ambas, figuras de protección a escala europea.
El espacio natural está atravesado en su zona Este por la Autovía Murcia-Cartagena, aprovechando el paso natural de la Rambla del Puerto. De esta forma el Parque queda dividido en dos sectores de forma natural y por la acción humana: Al Este de la autovía quedaría la Sierra de la Cresta del Gallo como única unidad geomorfológico de este sector. La sierra está dominada por las cumbres de “El Relojero” (609 m.) y el “Quijar de la Vieja” (528 m.). Al Oeste de la autovía quedarían las dos sierras principales que albergan la mayor superficie del Parque: la Sierra del Puerto, con una altitud máxima de 531 m. en el Cabezo del Puerto, y la impresionante mole de la Sierra de Carrascoy en la que se alcanzan las mayores altitudes del Parque, con la cumbre en Carrascoy a 1.065 m. El relieve de estas sierras es muy abrupto y quebrado, modelado a lo largo de la historia por las fuertes lluvias torrenciales que han ido provocando la formación de profundos barrancos y ramblas. Todas estas peculiaridades geológicas y topográficas, unidas a otros aspectos micro climáticos que afectan a distintas áreas del Parque hacen que dentro de los límites del mismo encontremos una gran diversidad de paisajes y ambientes (umbrías, solanas, roquedos, ramblas), con sus correspondientes comunidades vegetales y faunísticas asociadas. Uno de los parajes más conocidos del parque es el llamado “Paisaje Lunar”, que corresponde a los extensos badlands formados en todo el extremo oriental del Parque (vertiente meridional y oriental de la Sierra de la Cresta del Gallo). También encontramos una formación rocosa de dos kilómetros de largo con paredes de más de cincuenta metros de altura, a la que la voz popular conoce por la “Muralla de King Kong”, para los geólogos éstas paredes son conglomerados calcáreos del Puerto de la Cadena. (FUENTE) ( Y AQUÍ)
Existen un montón de rutas de senderismo por estos andurriales, de las cuales, muchas hay que compartirlas con la ingente cantidad de ciclistas que pululan por la zona. Realicé la excursión un día laborable y ya me tropecé con muchos. Supongo que los fines de semana y festivos, esto se tiene que poner a tope de deportistas en sus diferentes disciplinas. Es lo que tiene hallarse el parque a tan solo seis kilómetros de la capital. Bien mirado, todo un lujo para los amantes del deporte y la naturaleza de la capital murciana. Pero claro, nosotros estamos acostumbrados la mayoría de las veces a realizar nuestras excursiones, en completa soledad, sin cruzarnos con nadie en todo el camino y andar por aquí con tanto trasiego de personas de un lado para otro, nos incomoda y extraña un poco.
Bien sabíamos que no nos dirigíamos a la isla de la Calavera, pero sí a las murallas de King Kong, un topónimo, supongo yo creado en su día por algún avezado publicista, para vender como exótico, el cordón montañoso que en breve conoceremos. Durante la preparación de este recorrido, para llegar a buen puerto sin extraviarnos contamos con los servicios de un guía virtual que es sobradamente conocido en los ambientes wikileros murcianos por el apelativo de Isidoromf; todo un senderista aventurero, auténtico trazador de rutas que se ha pateado toda la región y limítrofes. De hecho, ya nos hemos aprovechado de sus cualidades monitoras en otras ocasiones. Así pues, utilizamos uno de sus track en el que nos propone un itinerario de aproximadamente 15 kilómetros (hecho a la contra de las manecillas del reloj) que como ya sabemos, transcurre por el parque regional El Valle y Carrascoy. Estudiamos la manera de llegar sin perdernos al punto de inicio. Conocemos la zona de otras ocasiones aunque el llamado Eremitorio de la Luz, nos era hasta hoy desconocido. El santuario de la Fuensanta, que este sí conocemos, se halla a escasa distancia de aquí.
Dejamos el coche en los aparcamientos que existen enfrente del añejo edificio, y una vez colgados los apechusques, iniciamos la marcha, no sin antes inmortalizar tan vetusto templo. Hay que advertir que la ruta no es precisamente moco de pavo. Hemos de acudir bien desayunados pues nada más comenzar, la cosa se pone cuestarriba. Tuvimos que lidiar además con el intenso calor que nos sorprendió y zahirió aquel día. Ello me ocurrió por no haber estado atento a las predicciones meteorológicas ¡Ya descubre y sufre uno en carne propia que ni en febrero te puedes librar de la proverbial calorina murciana!
Dicho esto, a las primeras de cambio la senda se empina y en poco espacio recorrido, hemos de superar un desnivel de cuatrocientos metros, a través de un sendero que llaman de la Tubería, que la madre que lo parió como se alza el condenado, pillándote todavía en frío y sin anestesia, con lo cual, ya se sabe, pasicos cortos y vista larga hasta ir calentando el sistema locomotor, progresivamente y con eficiencia.
En la Cueva del Agua (antiguas minas del Cerillar), nos tomamos un pequeño respiro aunque sabemos que ya estamos muy cerca de la cumbre.
Pronto alcanzamos terreno desahogado y abierto donde el paisaje se abre hacia el vasto horizonte. La ciudad de Murcia y poblaciones aledañas se ofrecen complacientes y obsequiosas a nuestra ansia pupilar. Con unos buenos prismáticos se puede realizar un amplia batida visual por todos los emplazamientos emblemáticos y singulares de la gran ciudad, incluido el de su catedral. Las montañas del noroeste murciano, nuestros dominios, se ofrecen apenas distinguibles sobre el difuso horizonte.
Ya atisbamos en la cercanía, la forma y sinuosidades del ocre paisaje que en breve nos irá acompañando, y nos referimos a las caprichosas y horadadas estructuras rocosas a las que pronto tendremos acceso, incluidos los singulares badlands que menciona la reseña arriba fusilada. Y también La Cresta del Gallo y su popular La Panocha, primera escuela de prácticas escaladoras, cuyos discípulos de ayer, maestros hoy, pasean la prestigiosa enseña alpinista murciana por el mundo entero. 
Ya observamos los apéndices de los antiestéticos repetidores, símbolos de la civilización y desarrollo tecnológico humanos, de obligada presencia en las alturas, que proporcionan cobertura electromagnética a la gran urbe. No creo que rodeado de tanto “signo de progreso”, nos parezca muy atractivo el emplazamiento del tubo del vértice geodésico. Fea, como todas las cumbres con presencia de antenas, se mitiga un poco su falta de atractivo gracias a un otero situado unos metros por debajo de la cima que forma un panorámico mirador hacia la metrópoli. No obstante, le tomamos una foto, registrando la caseta centinela y resto de infraestructura y tinglado tecnológicos.
Desde el Relojero, se continúa por la cuerda del Cerrillar, tomando hacia el mediodía una pista principal. Alcanzamos un tramo de senda que parece un tobogán por el que descienden los ciclistas a pijo sacao. Los tramos de pista son breves y lo que prima son los senderos muy trillados pero que conservan empero su encanto. Antes de que nos demos cuenta, hemos puesto tierra de por medio, realizado un giro hacia la izquierda en descenso, situándonos al poco enfrente de las antenas. Estamos a punto de abordar el bello sendero que discurre por la solana del Cerrillar, que recorre toda la cresta de La Muralla de King Kong.
Durante el trayecto y hacia el noreste contemplamos el paisaje lunar de los badlands, sierra de la Cresta del Gallo, Puntal del Romero, Loma de Siete Marías, Casa Turvinto, El Cañarejo; hacia el Este Los Bancalicos, sierra de los Villares, sierra de Columbares, etc, que nos irán acompañando en todo momento para deleite de nuestras pupilas. Lo fotografiamos hasta la saciedad. Es un paisaje ciertamente distinto al que estamos acostumbrados y por ello es nuestro propósito atraparlo para que quede indeleble, la huella de nuestro paso por estos lares.
La omnipresente Cresta del Gallo y a su izquierda, todavía asomando, La Panocha.
Resulta muy placentero caminar por este sendero, teniendo tan amplio horizonte despejado en derredor, y por lo ciertamente confortable de su trazado. No olvidemos que estamos a las puertas de la primavera y que, como pronto veremos, esta ya ofrece los primeros indicios de su próxima eclosión.
A medida que avanzamos, las variopintas formas rocosas van aumentando en cantidad y volumen. Los miradores naturales se suceden, obteniendo bellas y dilatadas panorámicas hacia el árido páramo de la quebrada, con miríada de dispersos montículos que como serruchos orográficos, confieren al paisaje, ese aspecto de tierra áspera y ruda, desolada y baldía que le es tan característico.
Recorriendo la arista encaramados a la testuz del escarpado precipicio, observamos profusión de variopintas formas calcáreas; oquedades, viseras, arcos, espolones, piedras con tonalidades diversas, torneadas, pulidas por la erosión.
La Muralla de King Kong en toda su orográfica apoteosis cromática.
El Texas murciano
Seguir la senda constituye toda una delicia, un éxtasis para los sentidos
Formaciones rocosas de la variedad Gruyere
Llamativas veleidades de la naturaleza dignas de la más atenta observación
En el fondo del barranco las picudas ondulaciones del terreno forman un pequeño circo en las cercanas cárcavas del paisaje marciano (no nos hemos confundido de vocal).
Casa de los Sánchez
¡Ay la virgen, con la Cresta del Gallo nos pasa lo mismo que con El Almorchón, no nos cansamos de atraparlo y dejarlo guardado a buen recaudo en la memoria de nuestra cámara.
FINAL PRIMERA PARTE

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