Mi amigo Juan me dice que si es posible, le gustaría recorrer toda la
cuerda del Campanario, y me pregunta si la conozco, si la he franqueado en
alguna ocasión. Le contesto que sí, y que además, tengo guardado en una
carpeta del ordenador, un track que tracé yo mismo, hace ahora casi seis
años. Pero que desde entonces, no he vuelto a andarla, aunque sí algunos
tramos de la Falcotrail que discurren por ella. Que podemos intentarlo, y en
función de lo que se presente en el camino, decidir si rematamos,
modificamos o renunciamos al propósito de atravesar todo el penacho del
Campanario. En fin, le sigo diciendo que en todo caso, será una actividad
interesante, cuyo recorrido y paisajes, no nos van a defraudar. Ahora bien,
le advierto de que hay que acudir a la cita, bien desayunados porque los
apenas ocho kilómetros de que consta el recorrido, resultan arduos y un
pelín exigentes.
Se vendrá también Antonio, el que nos acompañó a La Sagra, así que, la
experiencia se presenta excitante, yo diría que hasta desafiante, sobre
todo, porque recuerdo que había que afrontar el paso complicado de una
tajadura, que trocea en dos la cuerda, con un cortado a la derecha de las
inmediaciones del vértice, de varios metros de desplome, por el que hay que
destrepar. Ya veremos si los vetustos montañeros que forman esta triada,
serán capaces de salir airosos de semejante trance. En todo caso, la
experiencia del senderista veterano tiene demostrado, que se han de asumir
riesgos, los justos y necesarios, con actitudes prudentes, adoptando
decisiones encaminadas siempre hacia la integridad física y conservación de
la especie.
Le echo un vistazo a la entrada de blog
de por aquellos entonces, en que recuerdo, andaba enfrascado en lecturas
sobre dinosaurios. Al margen de las surrealistas licencias que se permite en
ocasiones el autor de este blog, la crónica que entonces hice de la Cuerda
del Campanario, sigue siendo válida para la peripecia de hoy.
También repaso una corta entrada
(comparada con las de ahora), que publiqué durante las primeras andanzas
de mí mismo y de este blog, allá por 2011, evolucionando por la cresta,
acompañado de varios amigos. ¡Qué bonitos tiempos aquellos, cuando Viky y yo iniciábamos nuestros
primeros pasos por el saludable y apasionante mundo del
senderismo...!
Así pues, llegamos a los merenderos de la Hoyaleja, donde suele instalarse
uno de los avituallamientos estrella de la Falcotrail. El recorrido se
aconseja hacerlo según el sentido de las manecillas horarias, porque
resultan más vistosos los paisajes ofrecidos hacia el frente (suroeste),
tanto a un flanco como el otro de la cuerda. En las imágenes inferiores, se
representa el trazo del itinerario seguido; track con algunas modificaciones
respecto del anterior, que por ello ha sido actualizado en
Wikiloc.
Si bien en el anterior track, se regresaba por la pista de la umbría del
Campanario, en el presente, lo hacemos un poco más exigente, esto es,
volviendo por el sendero de la Falco que atraviesa Collado Alto.
Día ideal para la práctica del senderismo. La Morra, Los Poyos y el As de
Copas, tomados desde el Collado de los Marianos. Desde el minuto uno, una
vez iniciada la marcha, la cosa se pone cuesta arriba. Mejor ir calentando
los motores Perkins de tres cilindros con turbo ya algo gripado, de forma
progresiva, hasta que los engranajes locomotores adquieran la temperatura
adecuada.
Iniciando nuestro transitar a través del extremo noreste de la cuerda, con
vistas despejadas hacia ambos lados de la misma.
Asomando la alargada silueta de Burete, por la derecha de la imagen.
Oteando el horizonte hacia el norte.
Llanos de Caravaca y Sierras del Gavilán, del Buitre, Peñarrubia, Nevazo,
etc.
Próximos al vértice geodésico
Al fondo, sierra de las Cabras, y en lontananza, Mojantes.
Asomando por la izquierda del risco, la Hoya de Don Gil y Cerro de la
Atalaya. También, Morras de Castellanos, Mayar Alto y la Alberquilla,
etc.
Antonio, alcanzando el orondo vértice del Campanario, sito a 1081 metros de
altitud.
Con mis compañeros de aventura en la cúspide del Campanario.
Tras el postureo de rigor, que casi siempre suscita la conquista del
vértice geodésico, reanudamos nuestra evolución por la cuerda, tratando de
superar una tajadura que aparenta partirla en dos. No se puede seguir porque
existe al frente, un desplome de cuatro o cinco metros. En 2018, superé el
escollo, realizando destrepe por una canaladura que le surge al asiento del
vértice por su derecha. Arrojé el bastón al fondo del precipicio y con
cuidado, de espaldas al vacío, fui apoyando pies y manos en los resaltes
rocosos del pequeño cortado. Ahora sin embargo, no lo veía, no lo veíamos
tan claro. Pero la solución como alternativa era bien fácil. Retrocederíamos
unos metros, porque el sendero de la Falco en distancia de Ultra y Maratón,
se halla a escasos metros del vértice. Bajamos por donde se observa en las
fotos, para eludir la tajadura por la ladera (umbría), hasta alcanzar de
nuevo, treinta o cuarenta metros más adelante la cuerda. Así pues, la
solución al obstáculo indicado, la encuentro más segura de este modo, si
bien, existe la otra posibilidad para los más ágiles, jóvenes y
arrojados.
De nuevo en la cresta.
Juan y al fondo, dejado atrás, el monumental vértice del Campanario.
Descollando como siempre y por estas latitudes, el ubicuo Almorchón
ciezano.
Espectacular balcón mirador con vistas hacia la Sierra de las Cabras.
Como hoy tuvimos la suerte de que apenas sobrevolaron los cielos, esos
pájaros metálicos que vierten sus boñigas químicas en la bóveda celeste, las
nubes lucían normales, las de toda la vida de dios.
Nuestro amigo Antonio, indicándonos siluetas de orografías caravaqueñas que
él conoce tan bien.
Juan y Antonio, posando sobre uno de los incontables miradores naturales
que se ofrecen por la cresta del Campanario.
Por aquí también el menda lerenda.
Y en esta, haciendo el ciruelo.
Otro de los lances de esta accidentada y abrupta orografía.
Observando estas fotografías, es preciso apuntar, que hallándose el terreno
tan seco y ajado, ni te podías fiar de la solidez de las rocas donde
apoyarte y mucho menos de los troncos fosilizados de estos cadáveres
vegetales, que se convertían en polvo y descompuesto negro serrín, con solo
rozarte en ellos o tocarlos. Asegurar siempre el asidero era una postura más
que recomendable.
La Hoya de Don Gil, donde nace el Arroyo de Burete.
Este simpático montañero de Pinilla nunca pierde la sonrisa. Su natural
bonhomía, salta a la vista, así se ponga el terreno más áspero y hostil que
el de la cuerda del Campanario.
Bueno, el diletante cronista también hace lo que puede, al menos, de cara a
la galería.
Sierra de las Cabras, donde una vez se perdió la Viky, que en la gloria se
halle.
El espectacular y abrupto relieve que vamos dejando a nuestra
espalda.
Por aquí me coloqué en la 3ª edición (2013) de la Falco, tomando fotos a
muchos de los andarines y corredores que pasaron a mi altura.
He aquí enlace de aquel inolvidable certamen trailerosenderista.
Por fin, tenemos ya a tiro de piedra, el otro extremo de la cuerda; nos
acercamos a su conclusión, salvando los últimos obstáculos antes de
aterrizar en una zona boscosa previa a conectar con el camino del Estrecho
de la Encarnación, encrucijada de pueblos y culturas ancestrales que otrora,
pasaban por aquí, camino de las tierras del norte y sur, también del levante
de la península ibérica.
Cenajo del Estrecho de la Encarnación
Bajo las paredes de Collado Alto, metros antes de desviarnos a nuestra
derecha por el sendero de la Falcotrail, que en la prueba se hace en
descenso.
Una vez superado el empinado sendero, teniendo que trepar unos metros hasta
alcanzar la cuerda de Collado Alto. Aquí la organización de la Falco, suele
colocar una cuerda para facilitar el destrepe.
Una vez alcanzada la cuerda cimera de Collado Alto, solo resta disfrutar de
las vistas hacia el suroeste y poniente. Un cincelado sendero nos pone a los
pies de la Morra Cenón, la que supondrá nuestra última tachuela de afanoso
esfuerzo en nuestra aventura de hoy.
Breve filmación de uno más de los coquetos rincones que hoy hemos
pateado.
Observando enfrente la cuerda del Campanario y su tupida umbría.
Ahora toca vertiginoso descenso en dirección hacia la Morra Cenón
Cuya cima ya es objetivo conseguido
Al frente, Collado Alto y más al fondo, sierra de Las Cabras. Mojantes
asoma por su derecha.
A punto de cerrar el círculo, sorprendo a un cazador equipado con arma
láser, aguardando en el puesto, presto al disparo hacia algún incauto
senderista.
Y colorín colorado...ha sido esta una ruta un tanto exigente pero muy
disfrutona. Se requiere de un senderista polivalente que no le haga
ascos a las fáciles trepadas y más que frecuentes destrepadas.
Imprescindible calzones largos y alpargates con buen agarre. El bastón también viene muy bien. No fiarse
nunca de la consistencia del terreno ni tampoco de los troncos secos y
huecos, que nos puedan salir al paso, pues es muy posible que al
apoyarnos, se tronchen. Cuidado también con las raíces traicioneras que
nos pueden provocar más de un tropezón. No la encuentro peligrosa si se
mantiene un mínimo de prudencia y cuidado adonde uno se sujeta y pisa.
Atención a los días de calor, pues no me parece excursión recomendable
para la temporada de estío. El agua por estos agostados andurriales
brilla por su ausencia, así que, la que cada cual lleve consigo. El track es
forzosamente orientativo, ya que algunos tramos, se podrán superar tanto
por la solana como por la umbría, ahora bien, en mi caso, tras ir
sopesando utilizar un flanco u otro, con mayor frecuencia encontraba
mejor progreso por la umbría. Si te tropiezas con un paso complicado, eso
es que te has equivocado al elegir el punto de ataque. Vuelve atrás o
hacia un lado y busca una mejor pisada hacia un avance seguro. Modestia
aparte, creo que seguir mi track al dedillo será tu mejor lazarill😃. Y
otra cosa. A partir del mojón, es monte de titularidad privada. Cuanto
menos algarabía se origine, mejor que mejor porque me consta que el dueño
del coto suele tener malas pulgas y nada me extrañaría que te estuviera
esperando en el camino para reprocharte que le espantas la caza, si antes hubiera advertido tu
presencia, evolucionando por la cresta. Sobre todo si tu visita coincide
en fin de semana o fiestas de guardar. Así pues, andar por aquí con la
debida discreción, sin generar bullicio, resulta más que
aconsejable.
E insisto, una vez en el vértice geodésico, donde existe una tajadura que
nos impide la progresión, se recuerda que se puede eludir fácilmente por
la umbría, con las alternativas ya apuntadas. Y superada la cuerda
y dependiendo las fuerzas que nos queden, podemos iniciar el regreso y
cierre del círculo, bien por la pista de la umbría del Campanario o bien
por el trazado que nosotros seguimos y queda registrado en nuestro track.
Y aún existe otra alternativa, atravesando el Estrecho de la Encarnación y
cogiendo el sendero en dirección a la cantera y el Embudo de los Hiscos (que podemos pasar de largo),
también conocido como "La Pedrera", una demoledora rampa (un pasito pa'delante y dos o tres pa'trás), que seguro los
traileros de la Ultra y Maratón Falquianas, tienen apuntada en rojo, en
sus anotaciones de escollos duros de pelar durante la prueba. Dicho esto e
incorporando a continuación el perfil del recorrido, nos
despedimos...
¡HASTA LA PRÓXIMA!
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