En esta ocasión nos vamos a quedar cerquita de casa y pretendemos consumar un propósito que teníamos pendiente desde hace algún tiempo. La idea es trazar un itinerario por toda la abrupta cuerda del Campanario. Este monte, estaba llamado a ser, por su escabrosidad y situación en el ecuador de la prueba, el obstáculo estrella que habría de ser superado en sucesivas ediciones de la Falcotrail de Cehegín. Pero por unas razones u otras, todas debidas a desavenencias con el dueño de la finca, el paso por esta espectacular montaña, ha quedado bastante descafeinado. Nada que ver con aquella edición del 2013 en que se atacaba el Campanario en ardua subida por la solana, y tras alcanzar exhaustos la cuerda cimera, acumulados ya muchos kilómetros en las piernas, habíamos de crestear, trepando y destrepando, circunvalando los pasos más arriscados para en un punto concreto, caer en vertiginoso descenso por la umbría hasta la pista de camino al Estrecho de la Encarnación. Entonces sí que el Campanario inspiraba canguelo. Recuerdo que la siniestra intención primigenia, pendiente de desarrollo, era bajar la carrera por el Pico del Águila y tras conectar a través de pistas con su extremo norte, hacer toda la cuerda hasta ensamblar con la pista del Estrecho. La alargada montaña estaba en el corazón del recorrido, y daba mucho juego para endurecerlo a voluntad.
En la edición del año siguiente, las encontradas diferencias con el hacendado fueron tales, que horas antes de que se diera el pistoletazo de salida, el organizador viose obligado a modificar y señalizar un nuevo recorrido, evitando a toda costa traspasar, la linde de la finca Hoya de Don Gil. Así las cosas, insistir en perfeccionar el recorrido al paso por el Campanario, dejó de tener sentido, y se nos fue de la cabeza. En fin, eso ya pertenece a la historia y ahora comprendo que fue mejor así pues de sacrilegio imperdonable a la naturaleza se hubiera tratado si arrasamos el Campanario con quinientos o seiscientos pares de piernas cincelando a la par que triturando su cresta. El modo senderista, resulta menos hostil, menos ruidoso, más amigable con el medio ambiente sobre todo para con los genuinos moradores que pueblan su hábitat.
Pero yo me quedé con las ganas de establecer un itinerario que recorriera en su totalidad la cuerda del Campanario. No era la primera vez que lo atacaba desde el Collado de los Marianos, hasta llegar a su portentoso vértice geodésico, desde el que baja una senda hasta la pista de la umbría, vestigio de una antigua edición de la Falco. Las vistas despejadas desde esa columna hecha de piedra y hormigón, no tienen precio y además, hacia todas direcciones y distancias. Aparte de los cerros más inmediatos, como collado Alto, morra Cenón, As de copas, etc, podremos atalayar desde nuestra privilegiada posición la sierra de las Cabras, sierra de Mojantes, Revolcadores, El Gavilán, Nevazo, El Buitre, sierra de Moratalla, Almorchón, sierra del Molino, Ricote, Burete...pero al llegar aquí siempre me encontraba con el mismo obstáculo, una gran hendidura que parecía seccionar el Campanario en dos partes, impidiendo el avance. Para continuar la progresión, me propuse encontrar un paso, que permitiera el recorrido de toda la cuerda sin interrupción. Luego veremos si pudimos lograr tal empeño.
La ruta apenas tiene siete kilómetros pero como está realizada en su mayor parte, en modo asaltalindes, a monte traviesa, afirmamos que no resulta cómodo el progreso. Imprescindible pantalones largos pues el sotobosque es muy acusado en una sierra tan salvaje y exuberante como esta. Dejamos el coche en los merenderos de la Hoyaleja y por la labrada senda de un tramo de la Falco, abordamos el collado de los Marianos para enganchar con una de las puntas de la cuerda del Campanario. En la imagen inferior, Collado Alto y asomando por su derecha, la Sierra de las Cabras.
La Morra y la silueta inconfundible del As de Copas.
Mirando hacia Caravaca
As de Copas
La densa masa forestal de La Umbría del Campanario
Llanos de Caravaca, Sierra del Pinar Negro, Sierra del Gavilán, etc.
Peñarrubia, Nevazo, sierra del Buitre, Cerro Gordo, Caravaca, etc.
Fértiles explotaciones agrarias, campos de cereal.
Durante toda la ruta se nos ofrecerán bonitos balcones y terrazas con vistas al excelso horizonte.
Productiva explotación de árboles frutales
Desde el collado de los Marianos oteando la cima del Campanario y la Peña del Viento.
Sierra de Burete, Pico del Águila, Morra Calderón, Morra del Canalón, etc.
Cehegín y al fondo, las canteras de la sierra de La Puerta
Vamos cogiendo altura
Los horizontes se ensanchan...
As de Copas, La Morra, Sierra del Molino difusa en lontananza.
Estamos llegando a la cumbre.
La Sagra, Mojantes, Revolcadores y Las Cabras que se harán omnipresentes durante toda la ruta.
El formidable mojón hecho de piedra y argamasa. Mi amigo Pedro gusta al llegar aquí de zamparse un bocata de atún con tomate sentado en lo alto del mogote mientras disfruta del paisaje.
Las vistas desde aquí son estupendas, sobre todo mirando hacia la Hoya de Don Gil y la frondosa Sierra de Burete
¡Pero hombre, qué ven mis ojos...?
Un sucedáneo, un remedo, una interina, al parecer oriental de la inigualable, inimitable, inconfundible Viky...pero bueno, así me hago la ilusión de que anda conmigo. ¡Como se entere que utilizo un patético peluche de sustituta, una mala copia de feria ya veremos si no me pone a caer de un burro...!
¡Esperemos que nadie le vaya con el cuento y se chive!
¡Esperemos que nadie le vaya con el cuento y se chive!
Aunque entendemos que no da el pego, por lo menos se deja fotografiar y resulta bastante expresiva, pese a lo a priori, hierático de su rostro made in china.
De pronto nos tropezamos por las inmediaciones de la cima del Campanario, con una escena de lo más terrorífica, escalofriante...
Aterrados, contemplamos el combate a muerte entre estos dos colosos del cretácico, un Tiranosaurio rex y el Therizinosaurus. Los rugidos ensordecedores de estas bestias de otrora, se dejan sentir hasta más allá del As de Copas y el Salto del Usero.
Viky la suplente y el enajenado recurrente se quedan petrificados...observar el espantoso aspecto de la fiera tirana nos congela la sangre. Me coloco el braguero que para estas ocasiones suelo llevar en la mochila porque está claro que si advierten nuestra presencia, no nos escapamos ni pegando saltos.
Sabemos que el combate es desigual, por el tamaño descomunal y mayor fuerza potencial del tiranosaurio...ambos se miden las fuerzas, frente a frente los hocicos, mandíbulas batientes prestos al inevitable choque de titanes.
Solo confiamos en que sigan sin percatarse de nuestra insignificante existencia.
El ataque de uno de los dos contendientes parece inminente
El Therizinosaurus, que parece más nervioso, ataca primero y se sube a las mismas barbas del tiranosaurio...con sus garras cortantes y atenazantes lo subyuga y consigue hacer que el goliat casi bese la lona...
Pero se
trata de una efímera impresión pues la ley del jurásico se impone en
toda su crudeza. Entre carnívoros, el dinosaurio grande siempre se come
al chico, así ha ocurrido siempre desde tiempos remotos.
El ciclópeo dinosaurio se rehace y aquí lo vemos atenazando con sus poderosas mandíbulas el frágil pescuezo del Therizinosaurus.
Estas sobrecogedoras secuencias, producen al estupefacto cronista, un paralizante miedo a ser devorado, sensación muy humana y comprensible, dicho sea de paso. Pero este diletante aficionado a la narrativa gráfica, es capaz de sobreponerse, tirar de raza y arriesgarse a ser troceado y engullido, capturando empero estas imágenes, como fiel testimonio de lo aquí acontecido, en la cima del Campanario, en la fecha y hora señaladas "ut supra".
Fotografiando la solana, al otro lado de la brecha que divide en dos el Campanario, como Viky el vikingo, me toco la nariz, tengo un momento de inspiración, de lucidez diáfana y pasmado, comprendo la verdad...
Estos dinosaurios están amaestrados. Lo que yo interpreté como un combate mortal se trataba simplemente de un inocente juego entre amigables criaturas. Se mordían pero sin apretar, como lo hace tu perro cuando juega contigo. Todas las piezas comienzan a ordenarse y encajar en mi cerebro. Ahora lo entiendo todo. Lo que el señor Parreño quería impedir a toda costa, no autorizando el paso de la Falco por el Campanario, es que se descubriese su secreto. Lo de preservar la caza y todo lo demás era una falacia, una taimada trola. En el Campanario ha creado un parque jurásico parecido al de Spielberg. Parreño, eximio enólogo, docto investigador en sus ratos libres, hábil empresario, ha concebido a los dinosaurios a partir de la clonación genética de materia fósil hallada en tábanos prehistóricos, localizados en el Estrecho de la Encarnación, que se alimentaron de la sangre de dinosaurios durante la época jurásica, preservados en ámbar a través del transcurso del tiempo. El ADN incompleto de esos especímenes fue terminado con la adición de segmentos genéticos provenientes de lagartijas. Durante el proceso, fueron creados solo dinosaurios hembra estériles para prevenir su procreación y una posible e incontrolada sobrepoblación de dinosaurios en el Quipar y montes adyacentes. También se les ha diseñado con un defecto de fabricación endocrino que los hace incapaces de generar lisina, un aminoácido esencial, por lo que si no la consumen en sus alimentos, decaen sus constantes vitales y al poco estiran la pata, una medida de control y eliminación, en caso de que por instinto, les entrara ansia de conocer mundo. No descartamos por tanto, verlos emigrar hacia otros montes cercanos incluso de Cazorla y Castril. Ya me imagino que alguna asociación protectora de animales prehistóricos, haya de tomar en el futuro, cartas en el asunto, para controlar mediante chips, sus flujos migratorios. Pero ello, cuando el siniestro experimento salga a la luz pública y se tenga conocimiento de su existencia, que de momento, el señor Parreño, mantiene su extraordinario proyecto en el más estricto y riguroso secreto.
Después de tranquilizarme y comprobar su carácter inofensivo para con los humanos, le tomo una de tantas fotos a la bonita hoya de Don Gil, y comienzo a escudriñar a ver por donde demonios pasamos al otro lado sin rompernos la crisma en el intento.
Desciendo unos metros por la hendidura, ora por la solana, ora por la umbría, y en esta descubro un pasadizo que desde la cumbre permanece oculto.
Disparo unas fotos a la Sierra de las Cabras, a la suplente inanimada de Viky...abandonamos a los dinosaurios amansados (los echamos a la mochila quiero decir), apechusques en su sitio y reanudamos la marcha.
Está claro que no es la Viky, pero su aspecto y gesto displicente la evocan...
FINAL PRIMERA PARTE
¡Me has arrancado la risa en varias ocasiones!
ResponderEliminarMuy bueno el combate de dinosaurios, jaja y la suplencia de Viky llevada con mucha dignidad.
Continuo con la narración de tu ruta, gracias por alegrarme la tarde con tu ingenio!!!