Una vez metidos en vereda, ya solo toca disfrutar del paseo.
Evolucionando a lo largo del soto, observamos que esta vegetación denominada riparia, no depende tanto de los factores climáticos de la zona (precipitación y temperatura) como de la humedad del suelo, ya que su proximidad al cauce le dota de provisiones hídricas propias.
Las formaciones vegetales que se desarrollan en las riberas de los ríos no presentan una distribución uniforme, sino que esta va a venir determinada por los requerimientos hídricos de cada especie, su resistencia mecánica a las avenidas y su capacidad de soportar inundaciones periódicas totales o parciales. La disponibilidad de agua para la vegetación es mayor cuanto más cerca nos encontremos del cauce y va disminuyendo a medida que nos alejamos del río.
Las postales y los bellos rincones se suceden. Nosotros solo intentamos atrapar lo que se pueda, para en la medida de nuestras modestas posibilidades, recrearlos y recordarlos una vez en casa. Hasta parece que el delicioso, tónico y relajante rumor de las aguas fluyendo en dirección al embalse, queda añadido a cada una de las fotografías.
La senda a veces se nos antoja una alfombra mullida y acogedora.
Tranquilos, que no hemos de cruzar por aquí...
Aunque por aquí sí.
Las riberas de los ríos cumplen todo un abanico de funciones ecológicas ya que actúan como hábitat para especies de flora y fauna y como corredores ribereños que permiten a las diferentes especies dispersarse, siendo fundamentales para el mantenimiento de la diversidad biológica en los ecosistemas acuático y terrestre. Además actúan como filtros frente a la contaminación difusa procedente de la agricultura y son las principales responsables de la estabilización y conformación de las márgenes de los ríos.
Uno de los atractivos de esta excursión, entre los variados que atesora, es que se puede hacer y disfrutar de ella en pleno verano, por aquello de que permite refrescar el pellejo en las innumerables pozas asequibles al baño que nos vamos a encontrar durante todo el recorrido, aunque yo prefiero la primavera o el otoño, por aquello del singular y penetrante colorido que adopta la vegetación en estas épocas del año.
En ocasiones nos parecerá hallarnos inmersos en medio de una jungla pues tal es la espesura de la floresta que reina por aquí.
Emblemáticos apriscos que hay por aquí, a todas luces, restaurados. No recordaba verlos tan lucidos y bien enlucidos, valga la rebuznancia.
Este es otro punto emblemático o de referencia por así decir, de esta bonita excursión. Lugar para recrear la mirada y lo sentidos. Y para darse un baño ya que la amplitud del remanso y profundidad de las aguas (a la cintura, no más) lo permiten. Aunque caminando por la margen izquierda, como es lo habitual, habremos de culebrear o reptar un poquito para acceder a rincón de tan singular encanto.
Abordamos ahora uno de los tramos, según mi subjetivo punto de vista, de los más bellos y deliciosos de toda la ruta.
FINAL SEGUNDO CAPÍTULO
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