10 febrero 2022

CAMBRONES Y ALREDEDORES (Bajando del Almorchón) XV

Pues ya va siendo hora de pensar en la retirada, que con lo bien que se está aquí, se me va el santo al cielo y a ver ahora, quién es el guapo que reanuda la marcha. Volviendo sobre nuestros pasos, regresamos al collado que hace de portalón de ingreso a esta soberbia azotea con vistas al infinito. La arista por la que vamos progresando hacia la cumbre central, se presenta tan espaciosa que transmite seguridad y aleja cualquier sensación de vértigo. Coronamos y descubrimos que esta atalaya como mirador, es todavía más excepcional que la anterior. Se nos brindan las mismas panorámicas de la otra solo que ahora, desde esta, ganamos vistas hacia nuestro noroeste y el torreón cimero, que ostenta la máxima cota del Almorchón. Ya sabemos que nos tendremos que resignar a admirarlo desde alguna distancia, e incluso, casi casi que desde la misma altura. Lo observo con los prismáticos y obtengo la turbadora sensación de que lo puedo tocar con las manos. 
Eso sí, con el zoom de la cámara, soy capaz de escalar y alcanzar cuantas cotas y distancias se me pongan por delante. (¡No seas jodido, y te habrás quedado a gusto soltando tamaña perogrullada, donde las haya...!)
Mirad al fondo la sierra de Mojantes y apenas distinguible, la inconfundible silueta de la sierra del Carro y por supuesto, las omnipresentes canteras de mármol de la Puerta, el campo de Cagitán y Cambrones y alrededores. ¡Quién me iba a decir a mí, aquel primer día en que me adentré por La Jabalina, Los Villares etc, y tropecé con las vallas, que iba a terminar en lo alto del Almorchón...? Es que, se podría decir, que los caminos del senderista antojadizo son inescrutables.
He visto en YouTube unos cuantos vídeos escalando y haciendo rápel en esta mole así como en el resto de paredes del Almorchón y el emblemático y espectacular "Diente", donde destacan por un lado, la vía clásica que llaman "Correcaminos", y otra apertura más reciente bautizada "Sinfonía Heróica".
Anduve unos días, navegando por Internet, absorto, asombrado, admirado, "abismado", sumergido en el universo alpinista/escalador. A mí, que soy un entero profano en la materia, ver a los aficionados escalar estas paredes, ya me parece una proeza, una actividad inasequible a mis capacidades físicas y mentales. No diré por la edad, ya que se aprecia en vídeos y fotos, a cada cascorro..., que transmiten la impresión de que las paredes, la montaña y la escalada, la llevan en la sangre, y mientras el cuerpo les aguante, la seguirán practicando, porque la mayoría de las veces, se trata de una cuestión mental más que física. Pues bien, como no podía ser de otro modo, buscando información y material sobre el Almorchón, me tropecé en repetidas ocasiones con el blog del insigne montañero ciezano, Jose Antonio Pastor González, alias Montañas del Sur.
Supone toda una delicia el leerle, porque escribe y describe sus aventuras montañeras, con una precisión y lirismo absolutamente sublimes. Pero de lo que pretendo dejar constancia ahora, es de un hecho luctuoso. En la primera fotografía, tras la de cabecera, de esta entrada, se puede observar a seis montañeros encaramados en la cúspide del Almorchón, la mole que estamos mostrando ahora en versión panorámica. Hemos de centrar la atención en el hombre que aparece justo en el centro de la imagen manejando un móvil para tomar una fotografía. Pues bien, hace unos meses me ocurrió una cosa increíble y por demás, muy triste.
A mediados del año pasado, en mi Facebook, apareció una publicación, cuyo amigo homenajeaba por su cumpleaños, a un colega senderista con el que, yo mismo, había compartido algunas aventuras. Lo hacía, utilizando un tiempo del verbo y sentido "in memóriam", en verdad, inquietantes. Cosa que despertó toda mi consternación, zozobra y por demás, intriga. ¿De qué podría haber fallecido, de infarto, covid, accidente...? Y tuve una revelación, una intuición, de esas sensaciones en que de pronto aparece todo diáfano frente a ti. No tuve ni que consultar vía telefónica, como más tarde hice, para obtener la confirmación definitiva. Me fui a la noticia que la prensa publicaba meses antes sobre un accidente montañero, con resultado mortal, acaecido en el Peñón de Ricote, para ratificar que se trataba de Pedro, nuestro inquieto amigo montañero, que una vez jubilado, pretendía recuperar todo el tiempo perdido, realizando todas aquellas actividades lúdicas que hasta ahora, sus obligaciones laborales le habían impedido practicar. 
Da la casualidad que por aquellas fechas, anduve yo por la zona de Ricote, y aunque tuve conocimiento de la fatal noticia, nunca indagué ni imaginé que podía tratarse de alguien conocido y mucho menos de Pedro Segura. En fin, la afición y práctica de la escalada, se le revelaron de forma tardía aunque seguro que el tiempo que pudo, lo disfrutaría. Que allá donde se encuentre, siga escalando las más altas paredes y sirva esta digresión en mi relato, como humilde homenaje a su ya indeleble recuerdo en este blog. 
Ahora toca descender. Nosotros no tendremos problemas en seguir el camino ya que hemos puesto el gps al 80% de zoom y lo vamos a consultar las veces que haga falta. El track siempre va a ir pegado al paredón de la cima principal del Almorchón, orientándose hacia el SUR y sabemos que hay que tener cuidado con las culadas, porque si caes con las dos piernas hacia delante, te puedes hacer daño en el pompis y en algún brazo al apoyar pero no tanto como si se te queda alguna pierna pillada por detrás que origine, hiper flexión brusca de la rodilla, esguince de la ídem al canto, y luego a ver como consigues realizar el resto de la bajada, y eso, si puedes. En fin, pasico corto y vista larga, sin prisa pero sin pausa y ya se sabe, cuando tomas  tantas precauciones por algo de lo que se te previene, luego parece que la cosa no era para tanto, pero jodía la bajada, lo es, y más para un paquidermo de 95 kg como el que suscribe. Si aterrizo de espaldas, salvo que la cervical se resienta, me protege la mochila pero si lo haces de boca...ay la virgen, no quiero ni pensarlo así que, no le demos más suspense al descenso que no lo merece. Hemos llegado de nuevo a las inmediaciones del merendero, y por ende, al camino, sin novedad, y eso es lo único importante.
Durante la bajada, enfocando hacia las sierras Del Molino y La Palera.
La mole de la cima principal, ya vista desde el camino
Yo creo que atacándola desde su arista sur, asumiendo algún riesgo, hasta podría ser escalable sin cuerdas, aunque está claro que se trataría de una temeridad.
Una vista integral de su lado al oeste, destacando su cima principal en mitad de la mole.
Después de comer algo, mientras disfrutamos de estos apacibles y ya conocidos parajes, continuamos la jornada de hoy en pos del molar.
Escrutamos atentamente la formación dolomítica
Intentamos introducirnos en sus recovecos con ayuda del zoom.
Todo un espectáculo visual, sin duda.
El Almorchón me parece espectacular, sorprendente. Lo he tenido descartado de manera inexplicable. Pero en fin, más vale tarde que nunca, que siempre es tiempo de aprender y conocer aquello que tuvimos ignorado, cuando le llega "su momento".
Disfrutemos con la grandeza pétrea de estas paredes

Ya tenemos enfrente al famoso DIENTE. Desde este ángulo no parece revelar la escisión que en verdad representa respecto del mastodonte dolomítico. 
Abordar esa empinada ladera no resulta tan sencillo y cómodo como visualmente puede parecer, aunque los espartales ayudan bastante. Llegar a la encía del diente, me recordó el esfuerzo y áspera orografía que tuve que superar para colocarme a los pies de la "Piedra del Reloj" de Mojantes.
Menos mal que para atemperar los principios de indigestión por causa del bocadillo de salchichón y queso que andaba centrifugándose en mi estómago, acudieron en mi ayuda, dos simpáticas cabritillas, con aspecto algo sarnoso. Las que veo pulular en los montes del noroeste, gozan de mejor talla y estampa.
Con la evolución y captura fotográfica de estos bichos, me entretuve un rato mientras recuperaba el resuello.
Las criaturas andaban en buena lid y creo que solo jugaban a toparse
Aquí lo dejamos para emprender el definitivo último episodio por el Diente del cerro Almorchón y de Cambrones y alrededores. Al menos, eso creo. 
FINAL DÉCIMO QUINTO CAPÍTULO

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