02 diciembre 2021

CAMBRONES Y ALREDEDORES (Minas de Gilico) II

Realicé una nueva incursión por la zona para comprobar el rumbo y cabo de la senda que había descubierto la jornada anterior y si las pistas que veía reflejadas en el mapa presentaban algún tipo de obstáculo que impidieran el paso. Desconozco si existe un plano o mapa de vallados que sirva de guía a los cazadores, pero lo más fidedigno es siempre comprobarlo por uno mismo mediante la exploración "a pata". Cuando rastreas una zona desconocida, cuyos parajes son un continuo descubrimiento, lo disfrutas el doble porque caminas con la seguridad que proporciona el lazarillo de la tecnología. No obstante, prevenido de que pudiera tropezarme con un nuevo e inoportuno vallado cinegético, sigo un camino muy metido en la umbría que al poco se convierte en sendero.
La senda, poco utilizada, se extingue en un punto del arroyo de Cambrones. Advierto sobre el mapa un camino en las proximidades que ignoro si podré utilizar ya que veo a lo lejos destellar un vallado que tal vez lo abarque. Merodeo la zona y cuando estoy a punto de desistir y desandar lo andado, descubro un derrotero que enfila directamente hacia el camino reflejado en el garmin. El sendero en algunos tramos se difumina y esconde por la exuberante maleza. Seguro que conoció épocas de mayor afluencia de paso. ¡Si los caminos hablaran...!
El ramal desemboca en una pista, muy cerca de las minas de Gilico. Vuelvo sobre mis pasos, porque la mañana no da para más, contento y con el presentimiento de que el descubrimiento de ese sendero me va a proporcionar mucho juego y posibilidades de confeccionar un interesante recorrido. Regreso al coche y guardo el track para estudiarlo con detenimiento en casa. En efecto, la ruta ya está bosquejada, solo falta hacerla de una tirada y perfilarla.
 El día que decidí hacer "mi recorrido", había caído entre la tarde y noche anterior, el diluvio universal. Sospechaba que podía embarrarme en algún que otro tramo de camino, pero un ansia irrefrenable impedía postergar mi propósito.
Durante el paseo, se obtienen vistas realmente majestuosas hacia el Almorchón, cara sur de la sierra del Molino y los extensos campos de labor de Gilico.
En un tramo del camino en que me veía forzado a marchar por los márgenes para no embarrarme, me tropecé con Cristóbal, que es gilense de pura cepa y morador del cortijo de Gilico. Estuvimos departiendo durante unos minutos muy agradables, mientras me informaba de las distancias de algunos enclaves emblemáticos, verbigracia, el pozo Quinito, hoy transformado en un precioso lago. 
Ochenta y seis años le contemplan, faenando las tierras que heredó de sus padres; toda una vida dedicada a las tareas del campo, que dado su saludable aspecto, no cabe duda que las trabajará por mucho tiempo más. 
Sigo el trazado que he marcado sobre el mapa, y de momento, todo marcha según el itinerario previsto
Antes de llegar a la alquería, que ya tenemos a tiro de piedra, torcemos a nuestra derecha, en dirección a las minas. Gilico es sin duda uno de los entornos más pintorescos de Cehegín. La mirada se pierde y confunde entre los vastos horizontes dedicados a la siembra de cereal y pastos para el ganado. El cultivo del almendro representa el agro de secano preferente junto con el de olivo. Antaño lo sería también el de esparto. Fue esta una comarca minera de primer nivel, de relevancia internacional, habida cuenta la calidad de la magnetita que se extraía de las minas de Gilico, con un 72% de pureza en hierro. Pero ya daremos alguna que otra pincelada sobre esta cuestión más adelante. Cristóbal me comentó que los fines de semana se ven pulular a bastantes ciclistas por aquí y en menor medida, senderistas. 
Estos parajes tan solitarios atesoran para mí un encanto especial. He quedado prendado. En cualquiera de las atalayas (cerros) desde las que uno puede escudriñar el horizonte, distingue vestigios (montones de piedras) de lo que fueran viviendas, que dan idea del censo, trasiego de gentes e intensa actividad agrícola, ganadera y minera que vivió esta región hace unas décadas.  
En una de las ocasiones en que hice la ruta con un amigo
Mi iniciativa exploradora se topó con un hallazgo sorprendente. Hacía poco, menos de un año, que alguien con mucho mimo y nostalgia de su tierra, acaso reacio a que la memoria de su infancia y antepasados se perdiera definitivamente, colocó estos carteles, con el patrocinio supongo del consistorio ceheginero. Desprenden enorme sensibilidad, denotan el cuidado y cariño que la persona (¿Antonio Magdalena Chico?) deposita en la seña de estas remembranzas. Sopesé la idea de echar el recorrido por las Minas de Gilico, para entre otros puntos, disfrutar de este encantador paseo cultural a través del antiguo poblado minero, pero entendí que ya se alargaba más de lo razonable, un itinerario cuya pretensión primigenia era la deportiva. El lugar se merece un paseo más tranquilo ex profeso, que permita disfrutar de los detalles y reminiscencias que despierta un rincón tan entrañable.
En todo caso, darse un garbeo por el poblado minero, la casa de correos y donde moraban la burra Sebastiana y la vaca Amancina, entre otros puntos a visitar, es cosa de desviarse trescientos metros y demorarse lo que se tarda en tomar unas fotos. A tu criterio lo dejo.
Cortijo de Juan Chico
Sierra de San Miguel y blanqueando, la ermita de mismo nombre, que existe en la cima. Calasparra quedaría a la derecha de la fotografía.
Comprobamos el potencial del paraje y decidimos, como es de rigor, hacerle una visita más pormenorizada, a través de excursión que tenga su inicio en las minas de Gilico. La senda medio escondida se halla cerca y tanto recrearse en los detalles ha hecho que la mañana se echara encima. Ahora toca apretar el paso y comprobar si soy capaz de enganchar y seguir la senda que el otro día hiciera a la inversa. 
Detalles de parte del camino en una ulterior ocasión
Estoy de vuelta y muy cerca de aquí, me aguarda el coche, al amparo de una frondosa pinada. He culminado un recorrido de entre 18 ó 19 km, según lo hagamos al 100% circular, cogiendo la pista, o lo iniciemos y concluyamos por la senda. Más adelante lo explico.
Al día siguiente, dejé el coche dos kilómetros antes de las minas de Gilico. Las fotos que vienen a continuación, corresponden al paisaje que se divisa desde la pista que conecta La Copa de Bullas con los Baños de San José, sitos en la carretera RM-552.
Este paraje se conoce como La Florida y su casa de labranza o cortijo, todavía se halla en relativo uso, luchando a duras penas contra la amenazante ruina. Seguro que su dueño lo intenta mantener operativo, con las tareas de reparación indispensables. A la derecha de este caserío, parcialmente oculta por una espigada y frondosa arboleda, se encuentra La Casa de la Florida. El enclave de la  vivienda resulta espectacular, yo diría que idílico. Pero esta y sus dependencias sí que amenazan un galopante deterioro amén de evidenciar un marcado e inexplicable abandono. Un remanso de paz, un oasis (hasta con palmeras) que me dejaron subyugado y enamorado ante tanta desbordante belleza. El lugar desprendía signos inequívocos de haber disfrutado de un pasado esplendor. 
En la parte inferior de la imagen, se adivina el álveo del río Quipar, cuyo caudal que presenta en estas latitudes logró sorprenderme. El paraje es hermoso y muy solitario. Ni del relajante murmullo de las aguas río abajo carece para considerarlo un lugar cuasi paradisíaco. 
La Casa de La Florida, semioculta bajo la exuberante pinada
Asomando el perfil inconfundible de El Almorchón, cita obligada para escaladores de todo pelaje y condición, murcianos y allende otras latitudes.
Los cuadros bucólicos se suceden sin cesar. Estamos recorriendo, vuelvo a insistir, uno de los rincones más pintorescos de todo Cehegín. ¡Qué bella eres Cehegín!
Es muy posible que quien visite por primera vez la mina de Gilico, sin haberse informado previamente del aspecto que presenta en la actualidad, se sorprenda. 
No he encontrado mucha información en Internet, y la que existe, publicada por otros deportistas en wikiloc, dimana la mayoría del  extraordinario trabajo que hizo el ayuntamiento de Cehegín, entre los años 2005/2006 a través de la revista ALQUIPIR (Revista de historia). Diferentes autores se dan cita para aportar su docto magisterio en pro de conocer la minería del hierro en Cehegín, a lo largo de su historia, porque ya en tiempos de los romanos, era conocida y codiciada la región por sus importantes yacimientos de este mineral y de otros, con alto grado de pureza. 
Recomiendo su lectura en ESTE ENLACE.
En el libro, se hace un somero repaso cronológico de las culturas y pueblos que se han ido alternando a lo largo de la historia para explotar los fecundos yacimientos cehegineros. Pero fueron los romanos quienes se llevaron la palma en cuanto a sacarle máximo rendimiento a la minería se refiere, y ello fue posible gracias a los conocimientos adquiridos durante sus conquistas por el Mediterráneo. Cuando llegaron aquí, saquearon lo que pudieron, explotando todo tipo de minerales, inclusive arcillas de Valentín. 
El pdf, que estimo muy interesante, se lee en un ratujo y en el mismo se van detallando las minas que estuvieron en funcionamiento en Cehegín, entre los siglos XIX y XX, con sus nombres, ubicación y quienes tenían la concesión. Entre otras curiosidades, llama la atención el suceso que tuvo lugar en la mina del Grupo Carlota, sita en las Atalayas, al norte de Cehegín, en el cerro frente a la parroquia Santa María Magdalena, puesta en funcionamiento en 1906 y cerrada en 1952 a raíz de un trágico suceso que conmocionó a todo el noroeste murciano. Al parecer, por la avaricia y mal cálculo de un ingeniero, se resolvió demoler un pilar que junto a otros, actuaba como soporte de una gran bóveda. La columna se hallaba trufada de ricas vetas de magnetita. Al cabo de unos días, el techo se vino abajo, atrapando en su interior a dos cehegineros y tres bulleros que resultaron muertos.
Contemplando los restos herrumbrosos de lo que fueran las instalaciones de la mina, leo por Internet que existen altas probabilidades de que la mina de Gilico, vuelva a ponerse en marcha. De hecho, ya se movió el asunto en 2013 cuando la reapertura parecía inminente. Algún problema tuvo que surgir entonces para que el proyecto se estancara, hasta hoy en que parece suenan nuevos vientos de reedición. "La canadiense Mineworx reactivará el yacimiento murciano de Cehegín, cerrado en 1989 cuando la explotación estaba en manos de Altos Hornos de Vizcaya, para extraer mineral de hierro. La compañía canadiense estima que podrá extraer en una primera fase algo más de 7 toneladas de magnetitas con una pureza de hierro superior al 60%". Más información AQUÍ.
Fue en 1975 cuando se da un fuerte impulso a la minería, con excavaciones a cielo abierto, aprovechando el lavadero y enriquecimiento del mineral, por medio de potentes electroimanes. La explotación minera que mejor funciona y produce mayor rendimiento, exenta de peligro, es la del grupo MARÍA, en Gilico, cuyo material se envía a Cartagena y desde esta ciudad, por medio de fletes a Bilbao.
Las extracciones de mineral a cielo abierto van originando un hoyo cada vez de mayor diámetro que terminan por afectar al mismo cauce del río Quipar, por lo que es necesario desviar su curso para paliar las inevitables filtraciones de agua que perjudican los trabajos en la mina. Dentro de la cavidad, va ascendiendo desde la parte más profunda de extracción, una carretera, por la cual discurren los camiones que sacan la magnetita arrancada al yacimiento mediante palas cargadoras. La enorme oquedad originada, debía semejar una mastodóntica plaza de toros, con anillos distribuidos en espiral para facilitar el acceso de los camiones a sus noventa y tantos metros de profundidad. El volumen del hueco se llegó a cuantificar en 3.600.000m³, todo un espectáculo que imagino sería parecido a la imagen que se muestra debajo, pero más grande y profundo.
Algunos internautas atribuyen el cierre de la mina a las repetidas inundaciones que sufrimos en Murcia hacia finales de los años ochenta. Pero no fue esta la causa de su clausura ya que en el libro se refiere que el mineral extraído de la mina era ya muy escaso, aún antes del aluvión. Durante los años 1986 y 1987 la mina María produjo su máxima cantidad de mineral concentrado, esto es, 140.000 toneladas. Sin embargo, al año siguiente se redujo la producción a cien mil toneladas. Por tanto, las inundaciones del año 1988 no influyeron en ese menor rendimiento, dado que los lavaderos no interrumpieron su actividad, gracias a las reservas de mineral en bruto que se hallaban almacenadas, antes de la riada.
La razón principal de esa reducción se debió a que la industria siderúrgica de los Altos Hornos de Vizcaya (AHV) comenzó a demandar menor cantidad de mineral de hierro por la entrada en liza de países como Brasil y Canadá, que ante la bajada del dólar, lo podían manufacturar y exportar a precios mucho más baratos. Ello ocasionó que la empresa vizcaína optara por comprarle el mineral a estos países en detrimento del elaborado en España que le resultaba menos rentable, lo que provocó se redujera drásticamente la producción en las minas de Gilico y por ende, su cierre definitivo en 1990.
En las postrimerías antes del cierre, la labor principal de los trabajos en la mina ya se limitaba a sacar el fango y los estériles que aún quedaban en el fondo del hueco como resultado de las fuertes lluvias que habían caído en noviembre del 87. Fue la primera vez que el pozo Quinito acabó inundado, convirtiéndose en el coqueto lago que continúa siendo hoy día.
Fue necesario vaciarlo con bombas y salvar la maquinaria que había quedado sumergida bajo el agua, con un equipo de buceadores. Una vez sacados los estériles y fangos se comenzó de nuevo a extraer mineral con cuenta gotas en el año 1989, pero una parte del personal minero, se encontraba ya en situación de regulación de empleo. Para entonces, el remate de la mina estaba ya sentenciado.
Si finalmente se procede a la reapertura de la mina por parte de la empresa canadiense, y se drena el pozo Quinito, habrá que estar atentos para comprobar las dimensiones del enorme agujero una vez haya sido desaguado. ¡Qué emoción, la virgen, es que no me lo pierdo, aunque tuviera que disfrazarme de cabra gilicense para pasar inadvertido ante los ingenieros! 
La glosa anterior no obedece más que a una licencia del autor del blog ya que en ningún caso, se va a drenar este hermoso lago minero. Los trabajos de sondeo previos a la extracción, al parecer, ya se han iniciado en los yacimientos existentes, adyacentes a este. Dígolo para conocimiento y esencia. 
FINAL SEGUNDA PARTE



 

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