Las siguientes capturas están tomadas desde el frontispicio de la ermita. Bajamos hasta la fuente de la Capellanía. El bello y coqueto lugar bien merece un alto en el camino para tomarnos un respiro y merecido descanso; refrescarnos y prepararnos para acometer la recta final de nuestro recorrido. En este remanso de paz no existe caño (ignoro si dispondrá de él la caseta, que se encuentra cerrada) donde rellenar la cantimplora pero sí discurre buen caudal por la acequia. Siempre he oído referido de sus aguas que son cristalinas y de gran calidad. Como ya hemos visto, en tiempos pasados, los habitantes de Retamalejo y Mancheño se surtían de esta fuente para beber ya que era la mejor que se podía conseguir de los alrededores. No obstante, a día de hoy, los batracios son habituales moradores de esta alberca y las tortugas también, bichos acuáticos que he visto pulular con mis propios ojos. Y una explotación pecuaria, sita más arriba, queda no muy lejos de aquí, por lo que, no es descabellado pensar, que estas límpidas aguas, pudieran estar empero, adulteradas por excrementos de ganado. De manera que, en mi opinión, salvo superior parecer de persona mejor informada, yo preferiría traerme el líquido elemento de casa, que no es el primero que se ha estado jiñando patas abajo durante una semana, después de haber bebido de una fuente, agua contaminada. Pero para refrescarse cara, piernas y brazos viene que ni pintada. Te deja como nuevo.
Y estas fotos las tomé algunos días después de haber hecho la ruta en todo su recorrido. Me levanté con la fresca y acompañado de Yoda, me acerqué a darme un garbeo motero por estos andurriales. Asimismo, aproveché la coyuntura para, cámara en ristre, mariposear un poco y hacerle un pequeño homenaje fotográfico al florido colorido primaveral de La Capellanía, registrando de paso, lo poco que queda en pie de Retamalejo. Esta cuarta parte, me la tomo por tanto como una suerte de digresión floral y colorista a mi relato.
Yoda sigue opinando que no hay planeta en toda la galaxia, más bonito que La Tierra y como país para vivir, se queda con España. Y más le vale no pensar en otro, por la cuenta que le trae.
La entrada del castillo.
Estampa característica de la Fuente de la Capellanía, con los altos chopos, el inmenso nogal y hasta una platanera de pega que se halla entremedias.
También existe un estanque que encontré muy descuidado, comido por la maleza y las algas. Si estuviera limpio o mínimamente despejado, el paraje ya tendría la consideración de idílico.
La primavera, inundando de color y vida la Capellanía.
Los chopos llegan al cielo. Casi tan altos como los de la vecina Junquera.
La primavera luciendo en todo su esplendor
FINAL CUARTA PARTE
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