En esta nueva ocasión, y recién estrenado el nuevo año, pretendo volver a darme un amplio garbeo por la sierra de la Pila, que ya recorrimos hace algunos años, en sendas excursiones, partiendo un día desde La Garapacha, hasta coronar su punto más elevado, donde se encuentran las antenas, y otro para visitar Sanjoy, esa aldea cuasi abandonada, semiderruida, de la que me llevé empero, una agradable impresión, que transcurridos diez años desde entonces, me gustaría comprobar, en qué estado se encuentra en la actualidad. Si aquellos hippies o eco aldeanos, como se les denomina ahora, siguen allí, o por el contrario, Sanjoy es un pueblo fantasma donde ya solo quedan montones de escombros producto del olvido y el abandono. Algo que no me sorprendería constatar, nada en absoluto, pues estos movimientos, iniciativas o intentos de "vivir de lo que se cría", de otros lugares que he conocido, han perdurado como mucho, unos pocos inviernos. No deja de ser por tanto, un gran estímulo para mí, comprobar estas cuestiones, pero sobre todo, mi gran propósito es coronar el Caramucel, enclave que se hizo famoso en su día porque un tal Félix Rodríguez de la Fuente, junto con su equipo, permanecieron en la sierra durante algunas semanas mientras estudiaban y filmaban al búho real en su hábitat. Dicen que por la noche dormían en Sanjoy, en la Casa del Manco, pero en fin, lo cierto es que en aquella ocasión de 2015, en que visité por vez primera estos pagos, dejé pendiente la subida al Caramucel, lo que implica que hoy se erija en mi principal e inaplazable cometido.
Recordemos, que por aquellos años, me acompañaba Viky, con la que mantuve una seria discusión con ocasión de nuestra visita a Sanjoy y el rapto de hippismo que de pronto me invadió, con serio riesgo de volverme un anacoreta y echarme a la bartola, vivir a lo hippie, a lo asceta, en plan comuna, sin pagar impuestos, comer lo justo para no fenecer de inanición y sobre todo, vivir sin ataduras, libre como el viento, haciendo el amor y no la guerra, aunque fuera conmigo mismo, y fumando porros a cascoporro. Viky, en un alarde de preclara y práctica mente perruna, de lúcido raciocinio y acertado criterio, me puso a caer de un burro y me tachó poco menos que de majareta y chiflado. Me volvió a la realidad con una samanta de hostias dialécticas que me quitaron de un plumazo mis eco bio loables ensoñaciones y a ella responsabilizo de que hoy siga comportándome como el necio capitalista materialista que soy, entregado a un consumismo feroz, a una existencia de lo más vacua y disipada, siendo esclavo y atrapado en el más pueril de los hedonismos.
Para llevar a cabo mi propósito, he conformado este recorrido sobre el plano, combinando dos track que he estudiado en Wikiloc. Un detalle a tener en cuenta para no complicarme es tener bien claro el itinerario de aproximación (por la Estación de Blanca y carretera RM- A20, dirección El Rellano) y elegir el punto de inicio que todavía no he decidido.
En primera instancia barajo la posibilidad de asumir el inmisericorde alpargatazo que existe desde la mencionada carretera hasta Sanjoy y luego continuar por pista hasta llegar a las inmediaciones del Caramucel. Pero me parece que es mucha tela, sobre todo pensando en la vuelta, así que, decido hacer ese tramo en el utilitario y comenzar el recorrido desde las inmediaciones de la aldea.
La pista de subida hacia Sanjoy, evoluciona durante unos metros paralela al barranco del Mulo, donde existe una gran explotación de invernaderos y se encuentra la Fuente La Canaleta. Se halla en aceptable estado, y pronto observo a derecha e izquierda, vistosas prominencias que llaman mi atención. Me detengo para tomar algunas fotos.
Estaciono el coche en una explanada que existe a la izquierda de la pista, unos metros por encima de las ruinas de La Casa del Cura.
Desde la distancia, tomo estas panorámicas de Sanjoy, que todavía conserva su aspecto apacible y reconocible, esto es, se mantiene en pie, que no es poco. Enfrente, la sierra de Ricote y Los Cuernos por donde descendí el otro día con los Amigos Senderistas.
Esta alargada prominencia es la sierra del Viar y se sitúa al Sureste (SE) de Sanjoy. Nos viene acompañando desde el mismo inicio de la pista que hemos cogido en coche, con dirección a la aldea y de momento, se adueña del paisaje durante los primeros kilómetros de nuestro caminar.
Con su larga cresta rocosa, nos recuerda la quilla invertida de un barco. Por aquí existen infinidad de paredes rocosas del mismo tenor que constituyen el hábitat ideal para la chova piquirroja. Una bandada de ellas pasa graznando a gran altura. Sin duda deben tener su refugio en alguno de esos roquedos.
¡Qué deleite ir caminando por la pista de la Fuente del Lobo! Un montón de elevaciones orográficas me van saliendo al paso. No camino nada aburrido por estos parajes. Aquella elevación que descolla es el Almorchón, y a continuación comienza la sierra del Águila.
La cima de la Pila, donde se sitúan las antenas, se erige a 1265 metros de altitud.
Peñascos de Sanjoy
Aquella del fondo debe ser la sierra de Carrascoy, y a medida que gano altura, observo el mar de plástico que representan los invernaderos, con el agua extraída del subsuelo que se necesita para su riego. Algunos pantanos son de enorme capacidad. Mirando la cartografía, me atrevo a afirmar que estoy enfocando hacia los campos de la Casa de Serrano y El Rellano.
Según indica el mapa, hacia donde enfoco debía hallarse la Fuente del Lobo, lugar de donde se aprovisionan para beber los habitantes de Sanjoy. Pero no es así. Me pasó inadvertida por desconocimiento de su ubicación real, unos metros por detrás del depósito que ahora veremos. Se encuentra a la izquierda de la pista, dirección al Caramucel, siguiendo durante unos cientos de metros, un camino en bajada. Si no conoces su emplazamiento exacto, es bastante probable que la pases de largo. Si vuelvo por aquí, me he de beber un buen trago de su caño. Tiene el aspecto que se observa en las fotos que agrego, gentileza de Internet, siendo rincón que frecuentan muchos ciclistas, buenos conocedores de estos andurriales.
Peñascos de Sanjoy, hábitat ideal, paraíso terrenal para la Chova Piquirroja.
Al traspasar este portillo, ya podemos decir que tenemos a tiro de piedra las inmensas paredes amarillas del Caramucel, algo que no me me esperaba y por ello me sorprendieron.
Y desde aquí, vistas privilegiadas hacia la sierra del Oro, la Atalaya de Cieza, el Almorchón ciezano, sierra de la Palera, y cordilleras montañosas de Caravaca y Moratalla, en fin, el abanico visual que se abre hacia las montañas del noroeste que tan bien conocemos, es soberbio. Todo un disfrute.
Estas paredes del Alto de las Manojeras, vistas desde el camino, se tornan espectaculares. Y pensar que tengo superarlas, sometiéndolas por la derecha de la imagen, me hacen caer en la cuenta de que la subida es de aúpa. ¡Hay que apretarse los machos, sí o sí...!
La sierra de Ricote
Sierra del Oro, con su cota más alta situada en los 927 metros y su barranco del Malojo, más largo que un día sin pan y de grato e intenso recuerdo para mí.
Yo sinceramente ignoraba que existiera tanto potencial de agua almacenada por aquí.
Pues nada, ahora viene cuando lo matan porque la subida es trepidante y cuasi vertical. No existe sendero bien definido salvo a intervalos aunque mojones colocados en puntos clave, ayudan sobremanera a ir evolucionando por la empinada subida con decisión y seguridad. Es la parte aventurera y exigente que proporciona un plus a la ruta.
Ya hace tiempo que hemos sobrepasado la máxima altura de la sierra del Viar. Desde aquí la contemplamos con cierta petulancia.
Ya hemos coronado el Alto de las Manojeras, sito a 1058 metros de altitud, 33m más que el vértice del Caramucel que se encuentra a 1025 metros. Desde aquí, como en toda la cuerda, las vistas hacia el Sur se ofrecen espectaculares. Sin arrimarse demasiado al cortado, es un tramo que caminando en dirección al cilindro, se convierte en prolongada atalaya para disfrutarla a rabiar.
De vez en cuando, tendremos que ir sorteando algunos obstáculos producidos por el follaje, vivo o medio muerto.
FINAL PRIMERA PARTE
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