28 mayo 2022

HACIA LA TORRECILLA, MÁLAGA I

Pues resulta que hace unos días, hice un viaje relámpago, en dirección a la bonita ciudad de Málaga, acompañado de mi buen amigo Luque, con la intención de alcanzar el Pico Torrecilla, el que pensábamos nosotros, ostentaba el título de "techo de la provincia". De hecho, alcanzamos la cima, y así lo dejé escrito en el libro de visitas, como más tarde veremos. Pero al parecer, andábamos algo despistados. Según he leído a posteriori en un artículo, buscando información para documentarme sobre la excursión que nos ocupa, la cumbre conocida como La Maroma, oficialmente llamada Tejeda, está considerada, desde hace unos pocos años, como la cumbre más elevada de la provincia de Málaga. Tras aclararse que el vértice geodésico estaba en el término municipal de Canillas de Aceituno y no en el de Alhama de Granada, se despejó toda duda sobre a quien correspondía la medalla de oro en cuanto al punto más elevado se refiere de la provincia de Málaga, que hasta ese momento había recaído en la cumbre de la Sierra de las Nieves, La Torrecilla, la que coronamos nosotros y la que ahora me dispongo a ilustrar. Pero vamos, que el artículo en cuestión o investigación universitaria por mejor decir, sigue mareando la perdiz y hasta pone en tela de juicio que el punto más alto se encuentre en el pico llamado La Maroma.  Nosotros, por razones obvias, soslayamos esta polémica y aunque nos hayamos visto despojados de nuestro título de conquistadores del techo malagueño, para nada se empañó la que supuso una inolvidable e interesante excursión montañera. Aunque, eso sí, es muy posible que como la vimos de lejos, La Maroma digo, pues nos toque hacer de aquí a un tiempo, nueva incursión por tierras malagueñas, y entonces sí, nos tratemos de asegurar que pateamos y rendimos a nuestros pies, la techumbre boquerona.
En el centro de la provincia de Málaga, a un paso de la Costa del Sol, se ubica la Sierra de las Nieves, uno más de los variopintos paraísos terrenales que atesora nuestra bellísima península ibérica. En julio del 2021, todavía no hace un año, la Sierra de las Nieves se convertía oficialmente en parque nacional, y lo hacía con el número 16 en España y el tercero en Andalucía junto con Doñana y Sierra Nevada.
La ruta, entre otros alicientes paisajísticos, atesora el incentivo extra de conocer los pinsapos y quejigos de datación centenaria, joyas de la botánica, de lo más singulares de la península ibérica. En mi caso, y a fuer de ser sincero, antes de esta excursión, ni idea tenía de la existencia de tan insólito árbol de la familia de los abetos, ni me sonaba el término vamos, de manera que supuso para mí todo un descubrimiento, aunque ya iba prevenido de su presencia en estas latitudes por mi amigo. Más adelante, y frente a alguno de ellos, contaré su peculiar historia, ya que tuvo que venir un suizo para hacernos tomar conciencia de la importancia botánica de estos relictos árboles, que no tenían parangón en el resto de Europa. Pero no adelantemos acontecimientos, y ya daremos algunas pinceladas sobre la cuestión cuando llegue su momento.
Nos trasladamos al punto de inicio de ruta y a través de una zigzagueante pista, hemos llegado a un bonito mirador que se conoce por Puerto Saucillo o de Juan Ceballos, a 8 kilómetros de Yunquera, con una deficiente visibilidad en derredor, que nos impide divisar con claridad desde la mencionada villa en el Valle del Guadalhorce, hasta la Sierra de Mijas, ofreciéndosenos si un día de horizontes más nítidos nos acompañara, la ciudad de Málaga al fondo. A ver si a la vuelta tenemos mejor suerte (no la tuvimos). Comenzamos la marcha sin más preámbulos y antes de un kilómetro, nos encontramos con este Pozo de la Nieve restaurado, parecido a los que tenemos en Burete y Sierra Espuña, aunque este, sin apenas profundidad. Ya que nos encontramos a mi compañero de fatigas, leyendo el cartel, aviso que su presencia me servirá de frecuente referencia visual, durante toda la excursión montañera.
La Sierra de las Nieves abarca un total de 23.000 hectáreas incluyendo una zona periférica de protección de más de 75.000 hectáreas. Declarada Reserva de la Biosfera en 1995, como ya hemos referido, buena parte de su territorio ha quedado incluido en el parque nacional desde el 1 de julio del año pasado, fecha desde la que esta sierra inicia su caminar, integrándose oficialmente en la Red de Parques Nacionales de España.

Este recién estrenado parque, limita al sur con la Costa del Sol Occidental, al este con el valle de Guadalhorce, al oeste con la Serranía de Ronda, ya cerca de la provincia de Cádiz, y al norte con la comarca de Guadalteba.
Superamos un bosque bastante cerrado donde se alternan pinsapos, pinos y cedros. Una particularidad que me estuvo explicando mi compañero sobre estos árboles, es que, suelen crecer dos pinsapos muy juntos, y cuando ambos llegan a cierto tamaño, uno de ellos se ha de sacrificar y fenecer en beneficio del otro, para que crezca fuerte y tenga más posibilidades de sobrevivir, por ello es muy habitual ver un pinsapo que crece robusto, precioso, al lado de otro que ya se ha convertido en despojo. La ruta es completamente lineal, esto es, la ida y regreso por el mismo itinerario, excepto el tramo al que corresponde la imagen inferior donde vemos a mi colega subiendo una fuerte rampa. He aquí el track que utilizamos como asistente de guía.
Sierras Prieta y Cabrilla, una frente a la otra, de siluetas espectaculares que visualmente resultaban muy sugestivas, que a la ida, de norte a sur, vamos dejando a nuestra espalda. Lástima de horizontes poco diáfanos en el día de hoy. Mirando en derredor, como en mí es costumbre, ¡cuántos lugares que diviso en la lejanía, no estudiaría para hacerles una futura visita, pero es que Málaga, nos queda en cadiós
El bonito pueblo de Yunquera, donde paramos a desayunar y agenciarnos unos bocatas para más tarde almorzarnos.
Continuamos ascendiendo y al poco de superar unos majestuosos pinsapos, de alguno de los cuales ya solo quedan restos de sus troncos secos, llegamos a una zona despejada con espléndidas vistas hacia la izquierda. Nos hallamos sobre la Cañada de Juanisco Huelva. Podemos observar la zona del Puerto de la Perra, el Tajo de la Caína, el mirador de Luis Ceballos o del Caucón y el magnífico pinsapar que vierte sus escorrentías al Arroyo de Zarzalones. Continuamos subiendo y después de atravesar otra zona de pinsapos, llegamos a la base de un cerro pelado, muy desprovisto de vegetación. Nuestros pasos se dirigen hacia la base del mismo en varios zigzags, todo en campo a través. Se trata del Cerro de El Cuco con 1681 m de altura. A continuación pasamos por un tramo que se deduce, muy expuesto a los vientos, de hecho, es conocido como El Ventisquero. Entretanto, procuramos inmortalizar cuantas panorámicas se nos ponen a tiro.
Luque, indicándome en lontananza, la existencia de un bosque de quejigos. Él, que es malagueño, de la capital, se conocía la ruta y su paisaje, por haberla pateado ya, en tres o cuatro ocasiones.
El pico de la derecha es adonde nos dirigimos. El Torrecilla.
Saltan a la vista las labores de conservación y mantenimiento de los árboles ya mencionados, aunque con fortuna y desenlace desigual, en muchos de los casos.
Luque, ilustrándome sobre la singularidad de las formaciones botánicas que luchan por prosperar sobre estas latitudes.
Recreándonos en los perfiles de las montañas que en lontananza, el difuso horizonte nos permite vislumbrar.
Buscando el conectar de nuevo con la senda que antes habíamos abandonado, atravesando terreno sembrado de cojines de monja.
Dos pinsapos, como se puede observar, creciendo muy juntos. Uno de ellos se habrá de sacrificar para que el otro tenga más posibilidades de subsistencia.
A punto de reconectar con la senda que transita por debajo de esos pinsapos.
Conectando de nuevo con la senda clásica de ascensión al Torrecilla, situado en los 1918 metros de altitud, durante muchos años, considerada la cota más elevada de la provincia de Málaga.
El clásico recorrido montañero de subida al Torrecilla, se presenta perfectamente balizado en toda su extensión, aunque una vez inmersos en su orografía, nos damos cuenta que existen ramales de otros orígenes, convergiendo con la senda principal en diferentes puntos. ¡A saber la de interesantes combinaciones ergo variadas rutas que se pueden realizar en esta sierra de las Nieves...!
Quejigos que ayudados por la mano del hombre, porfían en su supervivencia. Por toda la zona, existen vallados donde intentan progresar repoblaciones de los referidos árboles aparte de algunos otros como el tejo, pinsapo y otras plantas tapizantes. Esta zona aún está pastoreada por ganado doméstico y otros animales salvajes, y si así no se hiciera, se comerían los brotes verdes de estos árboles, aún antes de darles tiempo a crecer.
Uno de los lugares emblemáticos y punto de referencia de esta ruta, el conocido como "Peñón de los Enamorados", 1780mts.
He leído en alguna parte que al Peñón de los Enamorados se le conocía originalmente por el nombre de La Torrecilla, tan solo hay que observar su forma de torre almenara para así constatarlo, pero que por un desliz involuntario, al pasar los datos a los mapas, alguien debió bailar los nombres y colocó Torrecilla sobre la cima que hoy conocemos con ese topónimo. Respecto del apelativo "Enamorados", esperaba encontrarme una leyenda parecida al amor prohibido entre bella mora, hija de rey árabe y un cristiano, que deciden suicidarse antes que renunciar a su inquebrantable amor, pero no me he encontrado con nada de esa jaez ni de ninguna otra.
Mi compañero, en la lejanía, ascendiendo por el sendero en dirección al peñón. Entretanto, dos buitres leonados, que curiosos, nos estuvieron sobrevolando.
Llegamos a un cruce que si hubiésemos tomado a la izquierda nos hubiera conducido al Puerto de las Boas, el Puerto de la Perra y el mirador de Luis Ceballos de donde venimos. Nosotros continuamos topalante. 
Luque decía que a estos quejigos datados en el siglo XVII, había que inmortalizarlos sí o sí.  Se trata de un quejigal de alta montaña situado entre los 1600 y los 1800 metros, dispuesto en formación adehesada a cuyos ejemplares les pueden contemplar más de 300 años; auténticos matusalenes, en la mayoría de los casos con troncos ahuecados que presentan una típica fisonomía modelada por la nieve.
Pues nada, colocamos la compacta en modo disparador automático y allá que voy corriendo a posar al lado de Luque. La ocasión lo merece porque tampoco sabemos la vida que les queda ya a estos vejestorios, no parece que mucha aunque, quién sabe si no aguantarán todavía cien años más.
Al poco de estas fotos, pasaremos junto a la entrada de la sima de los Enamorados, de unos 15 metros de profundidad. Y al parecer, tras de un afloramiento rocoso, que se observa desde el sendero, también pasamos muy cerca de otras simas de esta sierra, las conocidas por Raja Helada y sima GESM, esta última, de las más hondas del mundo, con más de 1100 metros de profundidad. Pero de su existencia y emplazamiento tuve conocimiento a posteriori, tras de mi visita por estos lares.
Continuamos progresando por entre esta muy disfrutona caminata. 
Atravesamos una pequeña depresión siguiendo el sendero inequívoco que nos lleva por una zona con muy poco desnivel, a la meseta de Tolox, donde seguiremos viendo centenarios quejigos de montaña, adaptados a la altitud y pobreza del terreno. También algunos enormes troncos de estos árboles, que yacen sobre el suelo durmiendo ya, el sueño de los justos.
Apuesto a que estos vetustos árboles caminando durante la noche, pueden parecernos gigantes siniestros y amenazadores, que danzan entre las tinieblas. 
Durante la ruta, atravesamos varias preciosas dolinas. Sería un lugar ideal que yo escogería para hacer un vivac.
Nos encontramos ya, no demasiado lejos del Pilar de Tolox, lugar emblemático de estos contornos, verdadera antesala de la atacada definitiva al pico Torrecilla, que consideramos buen momento para poner punto y final a este primer capítulo de nuestra aventura malagueña.
FINAL PRIMER CAPÍTULO

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