07 mayo 2022

CUERDA DE LA SERRATA, (Caneja) VII y Final

Enfocando hacia Caneja y sierras del Buitre, del Quipar y Burete, mis sierras por antonomasia, las que más frecuento por ser las más próximas a casa; los cerros "de mis dominios" por así decir. 
Mirando hacia Barranda
Estos días se hallan los montes del noroeste murciano exultantes, henchidos, ahítos de agua y verde, de exuberancia por doquier. Estoy viendo correr y manar el líquido elemento de forma permanente por lugares, hasta ahora para mí, insospechados. En ramblas y barrancos donde apenas veía correr un hilillo de agua tras de una tormenta, ahora discurre un torrente que cuesta sortear sin poder evitar tener que meter el pie hasta el tobillo. El mismo arroyo de Burete, que al iniciar o consumar la mayoría de mis caminatas, he de cruzar y se franqueaba fácilmente brincando sobre dos piedras, ahora resulta imposible porque parece un río cuyo lecho ha triplicado su anchura. El paraje que en las inmediaciones de Cehegín, los lugareños llamamos "Las Pozas", estos días luce espectacular, con un caudal y salto en cascada de agua, de una belleza sin igual.
Sin embargo, los murcianos, por no estar acostumbrados a tantos días grises y húmedos, nos hallamos ya un poco hartos de tanta precipitación ininterrumpida. Resulta obvio, que los beneficios para nuestro campo, de común tan árido, serán muy importantes a largo plazo, ya que tendrán garantizado el riego durante una buena temporada, ahora bien, las pérdidas causadas a nuestra agricultura por las incesantes lluvias, tormentas de granizo, etc, acaecidas las últimas semanas y sobre todo, en los últimos días, se cifran ya, a día de hoy, en millones de euros, dado que se han producido estragos en las cosechas de diversos cultivos, sin hablar del importante riesgo de futuras plagas y enfermedades, que si no se adoptan medidas urgentes a tiempo, también sobrevendrán. En fin, está claro que como reza el dicho, nunca llueve a gusto de todos.
Para lograr mi objetivo de darme nuevo garbeo por la Serrata y explorar un ramal en oblicuo que a esta le sale por el ESTE, introduje en el gps este track que me vino al pelo. Hice la parte que me interesaba y debo confesar, que llevaba en mente registrar también la entrada a la cueva de la Columna, que este recorrido contempla, pero se me fue el santo al cielo, y como al parecer, la abertura se halla un poco escondida, cuando vine a reparar en ella, ya la había sobrepasado un trecho importante. En fin, para explorarla hay que acudir pertrechado de conocimientos y equipo espeleólogo, por tanto, yo no hubiera logrado más de lo conseguido por esta fotografía birlada de Wikiloc. Ruego a su autor, si descubre mi osadía que perdone mi apropiación indebida.
Como se puede observar, el verde de estos predios, resulta mucho más intenso que el registrado en la ocasión anterior.
Puesto del "pajaró" en esta "tala" de la Morra Pelada, a tiro de piedra de la caseta de vigilancia.
En Corral de Enmedio y desde el Cerro de los Chotos, descubrí un paraje de paisaje con encanto. 
Me "jarté" de retratarlo a tutiplén.
El camino del Collado de las Oícas, en cuyo uno de sus márgenes e inmediaciones, se halla al parecer, la cueva de La Columna.
Pronto alcanzamos la conocida pista de acceso a la torre de vigilancia que nosotros obviamos y enfilamos en descenso hacia el Cortijo de la Tejera. Pero que no pare la fiesta digo la cámara.
En vez de dirigirnos hacia la carretera antigua de Barranda, como manda el track, nosotros enfilamos por el camino de la Molineta y el de las Talas de la Paciencia, que hemos cogido a la salida. Pronto completamos el círculo y alcanzamos de nuevo el coche. Ahora llevamos intención de tomarle dos o tres fotos a Caneja y referir algo de su historia que hemos leído en Internet, dando así por concluido este interesante recorrido por capítulos, que hemos ido realizando a la Serrata de Caneja.
Cortijo de la Tejera
A lo primero que disparo es a este antiguo pozo, del que antaño extraían agua sus habitantes. Ahora es un edificio que amenaza ruina. Aunque me acerco por si adentro o en sus inmediaciones observo algo interesante, al final me quedo con estas fotografías que le tomo de cerca y a cierta distancia, a la parte mejor conservada de la construcción. Al parecer, se hallaba provista de una noria de madera en su interior, de ahí su planta octogonal. En lo que queda del antiguo pozo se puede observar un cuerpo de torre y cubierta con la forma poligonal referida, que al quedar en desuso, es trocada en palomar.
A priori, no conozco gran cosa que fotografiar en la villa caravaqueña, si exceptuamos su ubicación y entorno, que como espero haber dejado ilustrado, se me antojan idílicos; y algún que otro edificio histórico, que todavía permanece, ya que la mayoría de los que existieron, han sido paulatinamente demolidos por sus dueños, con el fin de habilitarlos y reconvertirlos en viviendas habitables de arquitectura más moderna. En la fotografía, el pórtico que da acceso a la calle "La Molineta".
Caneja conserva su topónimo de forma invariable, desde la Edad media y como otras pedanías próximas o anejas a ella (Barranda, Archivel, Singla, Navares, etcétera), se encuentra en torno a los 845 metros sobre el nivel del mar, y por ello en invierno, hace un frío que pela y en verano, hasta hay que dormir tapado. Su historia no parece demasiado conocida, dado que hasta la fecha, apenas se han encontrado unos pocos vestigios arqueológicos que nos puedan indicar de forma indubitable, algo sobre su verdadera génesis, pero por su situación y la prolija historia que caracteriza a toda la comarca caravaqueña, se le suponen unos orígenes de época romana, tales como los de su vecina Archivel, esta sí, fecunda en hallazgos arqueológicos procedentes de esa cultura. Lo más probable es que predominaran las villas de producción agrícola. Las características de sus tierras, en áreas llanas al pie de la sierra, posibilitarían las labores de labranza y creación de predios, con un primer poblamiento iberromano, que continuaría en la Edad Media y época musulmana hasta el último tercio del siglo XIII.

Respecto de los vestigios encontrados en la zona, es de destacar, por su cercanía, la villa romana de la Fuente de las Tosquillas, situada a kilómetro y pico de Caneja, donde sí se han hallado abundantes restos de cerámica romana, ánforas y otros utensilios foráneos, pertenecientes a la época republicana y alto imperial. También de la época árabe hasta el siglo XIII se conocen diversos yacimientos arqueológicos muy cercanos a Caneja, y que atestiguan una dilatada población en esta horquilla cronológica. A dos kilómetros de Caneja se localizaron dos yacimientos situados en el Llano de Navares, que revelan la presencia islámica en la zona. También destacan por su proximidad a Caneja, los yacimientos islámicos de La Torrecica de Singla, torre vigía que controlaba un amplio territorio y la Tercia o Molino de Singla donde, posiblemente, estaría situado un poblado de época árabe.
En los siglos XIV y XV, esta comarca, por su ubicación en llanura, sin baluartes naturales, y por tanto, muy expuesta, sin defensa, quedando a merced de los recurrentes ataques de los moros granadinos, fue quedando yerma y vacía, considerándose una tierra peligrosa de frontera, hasta que en los últimos años del siglo XV y primeras décadas del XVI, tras la conquista de Granada por los Reyes Católicos y la consiguiente seguridad ergo estabilidad que ello representaba, fue paulatinamente repoblándose, alcanzando su cenit poblacional durante el siglo XVIII, centuria de la que Caneja, hasta hace no demasiado tiempo, aún conservaba regios edificios de familias nobles, que en el culmen de su señorío, proporcionaron prestigio y pujanza a la pedanía.
Ejemplos de ello son estas dos casas solariegas de la familia de los Escolanos, familia noble emparentada con la hidalga familia de los Sánchez Amoraga, los cuales disponían de abundantes tierras en la población vecina de Cehegín. Una de estas casas, perteneciente al linaje de los Escolanos, aún se conserva y se puede vislumbrar todo el poderío y belleza que debió atesorar. Es un caserío que poseía un hermoso jardín, ahora un tanto abandonado. El edificio consta de dos plantas, con vanos y ventanas de madera al estilo colonial y rejas decoradas con una hermosa forja. Se halla coronada por una torre con tejado a cuatro aguas y vanos con arco de medio punto. Es la que vienen ilustrando las anteriores y siguientes fotografías.
Y concluyo ya esta serie de capítulos (por fin) que han transcurrido por la Cuerda de la Serrata, con la fachada de la iglesia que en su villa tienen los canijenses (¿será este su correcto gentilicio?).
Siempre la recordaré porque durante su prolongada elaboración, aconteció entretanto, el fatídico deceso de Viky, que debido a la confluencia de diversas afecciones, consecuencia de sus muchos años, era lo más previsible que en cualquier momento, así ocurriera. En mi próxima publicación en este blog, y en cuanto me lo permita el estado de ánimo, trataré de hacer un pequeño repaso, a modo de homenaje, donde iré evocando algunas de las vivencias y anécdotas de que sufrí y disfruté, con el ser canino más genuino que haya parido la naturaleza.¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!

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