De momento, mes de noviembre del 2020, las aguas siguen brotando en Las Fuentes de Mula, y con buen caudal, aunque no sabemos por cuanto tiempo, ya que se trata de un surgimiento frágil que al menor indicio de sequía, volverá a secarse. Y si no hay agua para los regantes de Mula, estos volverán a reivindicar que se abra el pozo de Ucenda para intentar paliar la debacle de sus cultivos, y entonces, ya tenemos de nuevo liada la discordia. En todo caso, ahora que se encuentran con buen flujo de agua manando de modo natural por el venero, hay que aprovecharse, no sea que mañana vuelvan a quedarse las fuentes, tan mustias como una chumbera atacada de cochinilla.
Estas fuentes se encuentran en el mismo lecho de la Rambla del Ceacejo, a escasos doscientos metros de la carretera del Portugalés, cerquita de Bullas y vienen del arroyo del Bancal de la Sierra, en Burete, convirtiéndose a la altura de Venta del Pino, en una rambla de amplio cauce.
He leído en alguna parte que por aquí existe un yacimiento eneolítico en la margen izquierda y otro romano, en la margen derecha.
Por aquí es que circundan al río Mula muchas estribaciones montañosas, la cuales, conozco y he pateado la gran mayoría, surcadas todas ellas, de notables barrancos como el de Ceperos, Cañales, Madroñosa, Del Estepar, de Ballesteros, etc, y ramblas de largo recorrido como la del Ceacejo, El Aceniche, Doña Ana, Madroño etc. Es que soy propenso a meterme sin querer en berenjenales, en camisas de once veras y por demás, en barrancos que ni las cabras. Por eso acabo a veces desollado, con las pantorrillas y brazos en carne viva, y con algún arañazo que otro en la cara. A veces me preguntan que si tengo gato, y yo contesto que sí, para evitarme tener que dar más explicaciones. En fin, debería ponerme pantalones largos de hojalata, para prevenir rasponazos y golpes varios. Sin ir más lejos, el otro día me metí con un amigo por el barranco de Los Ballesteros, en la Burete más meridional, y me pilló desprevenido que existiera en su ya de natural, abrupto curso, tanto árbol caído atravesado, que en qué nos vimos de sortear el intrincado y espeso ramaje, ay dios, que rato más malo pasamos. Menos mal que mi amigo es de los estoicos, que nunca se queja y de los que piensan y sienten que a toda gran satisfacción le precede siempre una prueba de superación.
Esta zona entre Bullas y Cehegín es que es muy bonita. Nosotros no nos damos cuenta porque casi nadie valora lo que tiene, pero la gente que viene de fuera sí sabe apreciarlo. Paisaje de laderas montañosas cubiertas por densas masas de pináceas de variada tipología y sotobosque con las especies típicas mediterráneas, y valles intramontanos utilizados de forma tradicional para usos agrarios. No hay más que fijarse en esos ribazos, que parecen murallas, apuntalados de piedras. ¡A saber la cantidad de años de ripio, sin prisa pero sin pausa que esos agricultores precisaron para limpiar y robarle terreno al monte donde poder cultivar! Tierra desmenuzada, exuberante, fecunda, otrora sembrada de riscos, incultivable. De hecho, para los lugareños, esta particularidad de nuestro relieve, que a nosotros nos parece de lo más natural y ordinaria, tanto que ni siquiera reparamos en ello, para personas de otras latitudes que no están familiarizadas con nuestro paisaje, les parece de lo más extraordinario que entre los corredores y valles que conectan nuestros montes, existan feraces cultivos de almendrales, cereales, olivares y viñedos, compartiendo armoniosa y solidariamente terruño con matas de romero, enebro, estepa, boja, aliaga, matapollo, retama y frondosos ejemplares de pino carrasco. Cultivos todos ellos en régimen de secano, a expensas de recibir aportes pluviales concentrados mayoritariamente, salvo algún temporal de ocasión, en los equinoccios.
Arriba se puede observar la Morra Alta, estribación noreste de la sierra de Garci Sánchez, que algunos recordarán que ya recorrimos hace algún tiempo. Abajo el Pasico Ucenda, de ordinario, vertiendo sus aguas al cauce, procedentes de la extracción del pozo "El Pradillo", pero cerrado su grifo en esta ocasión. A cien o doscientos metros de este enclave, río abajo, se halla el vertido del Corral de Comba, que de momento, como ya sabemos, se encuentra sellado.
Gr-252, camino Lorca-Bullas
Al regreso, volvemos a fotografiar este paraje por parecernos el rincón más bonito de todos los recorridos. Lugar tan bello y apacible, que al respirar la belleza y tranquilidad de la escena, no se me ocurre mejor homenaje a Jose María Ortega, que dedicarle allá donde se encuentre, estas humildes fotografías, en prueba de que su lucha no fue en vano ni cayó en saco roto. Las Fuentes de Mula se lo agradecen y premian, emperifollándose con la mejor de sus galas. Entretanto, alegres pájarillos, moradores agradecidos de estos contornos, llenan el aire mañanero con sus gorjeos y trinos.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIGOS!
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