En esta ocasión, tal y como hiciéramos con Natalie Cole, por aquello de
que lo prometido es deuda, vamos a dedicar un monográfico a
Whitney Houston, artista, en todos los sentidos, que llegó a cautivarme desde su
primer disco, allá por el año 1985. Dado su inmenso talento,
sobrehumanas dotes vocales, innata capacidad hechizante sobre los
escenarios, todo a favor para haber disfrutado de una boyante y larga
carrera artística, lo que ocurrió fue todo lo contrario, esto es, que
una vez alcanzada la fama, su vida comenzó a descomponerse de manera
extravagante y trágica. La película "The Bodyguard" (El Guardaespaldas),
que supondría su primera incursión en el cine, la catapultaría al
estrellato y fama mundiales lo que a la postre significaría el preludio
de su destrucción. Tal arrolladora progresión y acaparamiento de
talento, belleza y otras virtudes, reunidos en un solo ser, auguraban un
futuro sin precedentes en lo conseguido hasta la fecha por ningún otro
artista, fuera blanco o negro, hombre o mujer. Pero hete aquí que vino a
tropezarse en su rutilante camino, un calavera follarín, un tarambana,
un jarramantas barriobajero de lo más ordinario y mendrugo, un beodo
rapero tan envidioso como cerril que contribuyó de modo decisivo a
frenar y más tarde arruinar la que hasta ese momento estaba siendo la
más insólita y meteórica carrera cosechada nunca antes por una artista.
De sobra es conocido que siempre tiene que acontecer algo o alguien que
viene a fastidiarlo todo. Pero injusto sería que endilgáramos toda la
culpa al rapero, sobre todo si tenemos en cuenta que Whitney ya consumía
estupefacientes, incluso mucho antes de conocerlo. Como se suele decir
en estos casos: ¡cada palo que aguante su vela...!
La mayoría de las veces, identificamos canciones o temas musicales
concretos con momentos inolvidables que en muchos casos nos marcaron. A
veces me ocurre que escuchando una determinada canción, para bien o para
mal, esta me recuerda a una persona, un momento o incluso una época de
mi vida. Los tres primeros discos en vinilo de Whitney, me evocan la saga de
"Los hijos de la Tierra", de Jean Marie Auel, ya que, mientras leía las dos primeras novelas de la
fabulosa odisea, escuchaba los discos de la Houston a un nivel muy
bajito para no perderme ningún lance de las aventuras y desventuras que
tenían lugar entre Ayla y Broud, Iza y el Mog-ur, Whinney y Bebé y más tarde Jondalar. La cantante también rememora los
largos viajes que hacía desde mi casa a mi lugar de trabajo en Vitoria.
No hace mucho, apareció como en una revelación, aquella cinta de casset
donde se encontraban grabados sus tres primeros discos y cuando me puse
a escucharla, lágrimas me brotaron de pura emoción y nostalgia. En mi
mente todavía tintineaba el orden de los temas mezclados que
había dispuesto en la grabación; en la cara A, las baladas, en la B, los
más moviditos. Por entonces contaba con un flamante equipo de música que
en su día me agenciara en Andorra, al que había suplementado con dos
platos giradiscos de ocasión, en excelente estado de conservación, de la
marca TECHNICS (de lo mejor que había entonces), combinado con una
mesa de mezclas AKIYAMA, que en proporción, me costaron más caros que el
propio equipo. Todo a cambio de renunciar a ponerle el aire
acondicionado a un Opel Kadett que había adquirido en la capital
alavesa; a pagar en cómodos plazos durante tres años (por entonces, el
lujo del aire era optativo y considerado como un extra) y cuya
diferencia ahorrada venía a costar lo invertido en la cadena de música y
demás complementos. Recuerdo que me decía el vendedor, oriundo de
Almería: ¡pero hombre de dios, piénsatelo bien que no siempre vas a
estar aquí, que algún día volverás a tu tierra, a no ser que te enganche
alguna alavesa; que en Murcia hace mucho calor, que te vas a arrepentir! Pero yo estaba más
tieso que la mojama y tenía no solo que pagar la primera entrada del
coche, sino irme de vacaciones y hacer un viajecito a la zona franca
para intentar pasar de contrabando un equipo de música, que es lo que
por entonces se llevaba y con el que soñaba desde hacía mucho tiempo.
Era por así decir, mi sueño dorado, el anhelo más deseado. Con un
excelente equipo de sonido en el que zumbara como yo esperaba, mi música
preferida, me imaginaba a mí mismo como el mozuelo más feliz del
universo. Claro, había que escuchar el sonido dulce, delicioso que era
capaz de emitir este equipo, con el tiempo mejorado con unas cajas
INFINITY, que aún conservo y que todavía aguanta digno, los avatares del
tiempo y del uso, gracias a que en aquellos años, aún no existía eso del
principio de la obsolescencia programada, de la que hoy no se libra ni
una simple bombilla; y a las pruebas me remito, más de treinta años
funcionando y ahí lo tienes, regalando dulzura y melodía a raudales, tal
y como el primer día.
Whitney Houston nos dejaba un sábado 11 de febrero de 2012. Cuando
aquella fría mañana de domingo me enteré de su muerte, me quedé
perplejo y durante bastante tiempo, callado. Viajaba con unos amigos
camino de la sierra de las Cabras albaceteña, y en ese momento no
podía dar rienda suelta a toda la torrencial nostalgia que me
embargaba. Andábamos mentalizados de que aquella mañana pasaríamos
mucho frío, ya que se pronosticaban sensaciones térmicas de al menos
diez grados bajo cero, y en el coche no se hablaba de otra cosa. Ya
había pasado antes por la casa de mi amigo Eloy, y me decía que las
cañerías de su casa estaban congeladas. En el techo de Albacete, a
dos mil y pico metros de altura, la percepción térmica sería todavía
más gélida. En la radio comentaban de pasada la luctuosa noticia que
despertaba en mí las emociones más tristes y encontradas porque al
final se cumplían mis peores augurios pues conocía que, pese a sus
muchos intentos de desintoxicación, no acababa de conseguirlo. Tan
pronto me llegaban noticias de que estaba a punto de grabar un disco
o actuar en un filme como que todo se suspendía por súbitos problemas de salud. Me conocía el percal y tantos altibajos presagiaban el peor
desenlace. La había visto en un par de ocasiones, muy mejorada, más
guapa que nunca, con unos kilos de más que le sentaban fenomenal,
sobre todo después de haberse divorciado (¡por fin!) de Bobby Brown,
ese lastre, esa mala influencia que tanto había intoxicado su vida,
malogrando una carrera que tenía todos los mimbres para haberse
convertido en la más brillante de toda la historia de la música Pop
y R&B. Entonces pensé que todavía quedaba alguna esperanza de
volverla a ver sobre los escenarios, que tenía alguna posibilidad de
recuperarse y reconectarse a la estela de su antigua estrella. Que
seguiría el ejemplo de recuperación de su amiga Natalie cole, con
unos cuantos buenos años creativos de margen por delante, para
rectificar y recuperar el tiempo perdido. Conocíamos que su compañía
discográfica la estaba ayudando, por puro interés, resultaba
evidente, pero eso que más daba si lograban recuperarla y rescatarla
de sí misma. Pero al final, todo fue en vano pues aquella fría
mañana del mes febrero,
mientras me dirigía a la sierra de las Cabras con unos amigos, me enteraba por la radio de que a Whitney se la habían encontrado
muerta, ahogada por accidente en la bañera de un hotel,
probablemente, víctima de la tiránica dependencia de un vicio del
que nunca se pudo librar. Comprendí de pronto, con infinito e
indescriptible pesar, que su fulgurante estrella se apagaba para
siempre.
Wihtney ES una de las mayores artistas de nuestro tiempo. Años después de su
muerte, se realizaron varios documentales y una película, con las
consiguientes polémicas y debates suscitados en ellos. Si bien lo
fundamental de lo vertido y sugerido en estos, ya era
vox populis incluso antes de su muerte, se hacen algunas
conjeturas que pertenecen a la mera especulación, sobre todo cuando
aborda la cuestión de las verdaderas causas que pudieron gestar su
permanente infelicidad y talante auto destructivo. En los documentales
se plantean razones y claves para su declive, que no solo las drogas,
sino también los posibles abusos que sufrió durante la infancia, por
parte de una de sus tías y una bisexualidad oculta que terminarían
forjando sus demonios internos. Hasta incluso se plantea como trauma personal ulterior el que
un día sorprendiera a su madre, yaciendo en su propia casa con el
pastor de su iglesia y que para más inri, la invitaran a participar de
la "comunión sexual". Cabe suponer que si ese episodio fue cierto, las
relaciones entre madre e hija debieron haber acusado algún tipo de
aprensión consecuente, pero no parece que fuera el caso, y si lo fue,
lo disimularon muy bien. Así pues, creo en lo que se postula en los
documentales, lo justo y necesario, es decir, lo cojo con pinzas,
hasta que no se demuestre lo contrario pues ambos reportajes tienden a
un evidente sensacionalismo. Nippy, por quien sentía verdadera pasión desde bien pequeñita era por su
padre, aunque ya veremos más adelante que también su relación con él
acabo de la forma más sórdida, cuando enfermo este de cáncer, postrado
en la cama de un hospital y quedándole dos telediarios de vida, fue
capaz de demandar a la hija en cien millones de dólares, por la
comisión de unos contratos que supuestamente se hallaban pendientes de
pago en el periodo en que había sido su representante. Como se puede
entender, tan mezquina maniobra de su propio padre, afectarían
sobremanera a Whitney.
De hecho, cuando al poco tiempo murió, Whitney decidió no acudir a su
entierro. Así de triste acabó la relación con su padre. Volviendo a la
relación entre Bobby y Houston, he visto con atención ambos
documentales e impresiona comprobar a través de algunas escenas, el
grado de grosería arrabalera en que llegó a caer la pareja, cuando en
estado de embriaguez y delirio estupefaciente, son entrevistados (y
televisados) por algún periodista, al que, mirando a la cámara, entre
bostezos y eructos, profieren exabruptos de lo más zafios que solo
pueden despertar vergüenza ajena. Evidencias de lo más chabacanas que
pueden hacer tambalear el mito de cualquiera. No obstante, entrambos
documentales se advierte la evidente intención efectista de tal modo
que no queda claro que las razones esgrimidas fueran suficientes
por sí mismas para que la cantante orientara su vida hacia el propio
aniquilamiento. Sabemos que otros artistas han acabado del mismo modo
y no por ello se han barajado experiencias previas que justificaran
tal desenlace. Opino que el inusitado éxito, fama, ingresos
astronómicos y despilfarro consustancial a todo ello, y sobre todo, la
ingesta de todo tipo de drogas y alcohol a mansalva, fueron los
desencadenantes de una pérdida de control y capitulación fácil hacia
el inframundo de las sensaciones (efímeras) que proporcionan las
sustancias psicotrópicas y estupefacientes, sin que subyaciera en
tales hábitos, abusos precedentes, complejos, sexualidad reprimida o
en definitiva, traumas infantiles o juveniles no resueltos. A Whitney,
el consumo de crak y cocaína le venía de lejos, proporcionada por sus
propios hermanos, desde que era una jovencita, (14 años) ya que en su
entorno, era lo que por entonces se estilaba, inconscientes tal vez
del peligro de adiccion de que serían víctimas y arrastrarían en el
futuro. En aquellos años, consumir droga con fines recreativos era
considerada una práctica de lo más popular y cotidiana. Bobby Brow, lo
que ya traía en sus alforjas y aportó al matrimonio fue un alcoholismo
en ciernes, por lo que no es dificil colegir que de esa combinación no
pudiera surgir nada saludable. En una de las escenas del documental,
el mayor de los hermanos Houston, el que había sido jugador
profesional de la NBA, a la sazón inhabilitado precisamente por dar
positivo en consumo de drogas, se mofa del ex cuñado, cuando entre
risas, mirando a la cámara, manifiesta que Bobby era un flojeras que
con media raya se colocaba. Una vez más, las apariencias y las
maniobras de blanqueo tan en boga en nuestros días, engañan, pues
aquí, en esta lamentable y triste historia, la que le pegaba fuerte a
la cocaína y otras "yerbas" era la santurrona con cara de no haber
roto nunca un plato, la divina, LA VOZ, esa que aparecía sobre los
escenarios con su aureola de DIOSA, desplegando sobrenaturales alardes
vocales, sin apenas despeinarse. Siempre me he preguntado porqué ese
que llaman "el hacedor" se empeña una y otra vez en proveer de pan
(voz) a quien no tiene dientes (seso).
Pero comencemos desde el principio, y en la medida de lo posible,
de manera cronológica porque lo sucedido a esta prodigiosa artista,
todavía hoy parece inexplicable. La profusión de material que existe
en Internet de Whitney Houston, en cuanto a fotografías y videos,
libros y artículos se refiere, parece inabarcable. De hecho, para
esta humilde biografía de la cantante, que me he propuesto elaborar,
he tropezado con muchos apuntes sobre su vida y milagros que
ignoraba. Así que, comencemos. En los años ochenta, una guapísima
joven de New Jersey conquistó el mundo con una voz absolutamente
increíble. Se llamaba Whitney Elizabeth Houston y entre su gente se
la conocía por el cariñoso apelativo de “Nippy”. Su éxito fue tan
arrollador como apoteósico. Según las cifras del Guinnes, a día de
hoy, Whitney sigue siendo la artista con más premios y cifras
récords de la historia: nada menos que dos premios Emmy, seis
Grammy, treinta premios del Billboard. Más de 400 trofeos a lo largo de su carrera, más de 170 millones de discos
vendidos, la única artista que ha conseguido siete números uno
consecutivos en Estados Unidos. En los años ochenta, Whitney era la
diva de la música pop en todo el mundo. Hija de John Russell Houston y de Cissy Houston, a los once años
comenzó a formarse como vocalista en el coro góspel infantil de la
iglesia New Hope Baptist de Newark, New Jersey, y más tarde,
acompañaría a su madre en los conciertos. Aunque de denominación
cristiana bautista, estudió en un colegio católico.
Después de aparecer en el álbum de 1978 de su madre, "Think It
Over", empezó a hacerle los coros a otros intérpretes reconocidos,
tales como Chaka Khan, Jermaine Jackson, y Lou Rawls. A los 16 años,
le ofrecieron ser la voz principal en el sencillo de la banda de
Michael Zager, "Life’s a Party" en 1978.
En 1982, hizo su primera grabación como cantante con el conjunto de
Jazz-Funk Material. La canción se titulaba "Memories" y fue incluida en el álbum del grupo
"One Down".
Lo de Whitney Houston fue un caso de talento precoz, artista en ciernes a
la que los buitres de la industria discográfica, también llamados
cazatalentos, seguían los pasos desde tiempo atrás, atentos al menor
indicio de su eclosión. Una vez se confirmaron las muestras inequívocas de
su enorme potencial, varios sellos discográficos se la rifaron,
rivalizando en obtener sus servicios, pero fue el fundador de Arista
Record, Clive Davis, quien en 1983 se llevaría el gato al agua, después de
escuchar una portentosa actuación en un club neoyorquino llamado
"Mikell's". Al poco, el proceso de realización de su primer álbum se puso
en marcha.
En 1984, obtuvo su primer éxito comercial con "Hold Me" un dueto con Teddy
Pendergrass (el cual fue incluido en el álbum del cantante, "Love Language"
y, después, en su primer álbum). El sencillo, alcanzó el puesto 50 en la
lista de éxitos pop de Estados Unidos y el top 5 en la lista de éxitos de
R&B.
Lo mismo ocurriría con una preciosa balada de ritmo movidito (de las que
a mí tanto me gustan), que cantaría a dúo con Jermaine Jackson, el más
guapo de los hermanos Jackson, cuyo innato talento no andaría muy a la
zaga del de Michael, aunque nunca lograría alcanzar ni el éxito ni el
prolífico genio creador del hermano, que siempre terminaría eclipsándolo.
"Take Good Care Of My Heart" fue incluida en su elepé de 1984, "Jermaine"
y un año después, en el disco debut de Whitney Houston.
Durante ese tiempo, cuando porfíaba por abrirse paso en el mundo del
espectáculo, decidió presentarse a una prueba para el papel de Sondra
Huxtable en The Cosby Show (el cual perdió frente a Sabrina Le Beauf)
y apareció como estrella invitada en programas como Gimme a Break y
Silver Spoons.
En 1985 debuta por fin con el nombre artístico por el que se la conocería en el mundo entero y parte de la galaxia. Tenía 22 años. Su ascenso en las listas de ventas, fue promovido por el éxito de sus sencillos "You Give Good Love" con el que consiguió la posición número 3, y "Saving All My Love For You", "How Will I Know" y "Greatest Love Of All" que fueron todos ellos números uno.
En 1985 debuta por fin con el nombre artístico por el que se la conocería en el mundo entero y parte de la galaxia. Tenía 22 años. Su ascenso en las listas de ventas, fue promovido por el éxito de sus sencillos "You Give Good Love" con el que consiguió la posición número 3, y "Saving All My Love For You", "How Will I Know" y "Greatest Love Of All" que fueron todos ellos números uno.
"Greatest Love Of All" era un tema que ya conocía porque George Benson,
uno de mis guitarristas y cantantes de R&B preferidos, lo había
incluido en los setenta, en uno de sus discos. La canción, de Linda Creed y Michael Masser fue grabada originalmente como "The Greatest Love of All" para la
película de 1977, Muhammad Ali film The Greatest. Pero el tema
alcanzaría cotas de popularidad mundiales en la versión de Whitney, que
en opinión de algunos, la cover superaba la original. En
mi caso, si tuviera que decidirme por una u otra, me pondría en un
brete, dado que al tratarse de estilos y compases diferentes, la comparación se me antoja, no solo odiosa sino también ociosa. No obstante, la fuerza emocional y efecto
hipnótico que logra transmitir Whitney en este videoclip es incomparable
y además, luce divina, espectacular. Otro tanto ocurrió con el éxito de
Glen Medeiros "Nothing's Gonna Change My Love For You". Tema
compuesto por Gerry Goffin y Michael Masser, cantado por George Benson, que pasó sin pena ni
gloria hasta que en la versión del joven y guapo norteamericano, supuso todo un hit, un auténtico bombazo.
Volviendo a la Whitney, he leído que ya desde el principio de su
carrera, se decantó por el uso de pelucas, ignoro si por decisión propia
o recomendaciones de imagen. También aparece en el video, su madre,
aquella que tanta coerción y férrea disciplina ejercería durante su
adolescencia para forjarla como artista. Hacia el final, el mensaje que
parece escenifica el videoclip es precisamente el agradecimiento que la
estrella siente por su bienhechora. La canción es tan bonita que ya en
su momento sentí la curiosidad de traducirla al español para entender
mejor lo que se describía en ella. Como les sucede a tantas personas,
"consejos vendo que para mí no tengo", pues lo cierto es que nunca supo
aplicar la esencia de la canción a su propia vida (quererse a sí misma),
pues como hemos sabido después, todo lo que le rodeó, incluida su
familia, fue una soberana mentira, sintiéndose siempre incapaz de
profesar e inculcar esos buenos valores a su propia hija, lo que
resultaría de lamentables consecuencias para ambas.
Creo que los niños son nuestro futuro;
Enséñeles bien y déjelos liderar el camino.
Muéstrales toda la belleza que poseen por dentro.
Dales un sentido de orgullo, para que sea más fácil;
Dejemos que la risa de los niños nos recuerde cómo solíamos ser.
Todos buscan un héroe;
La gente necesita a alguien a quien admirar.
Nunca encontré a nadie que satisficiera mi necesidad.
Un lugar solitario para estar, así que aprendí a depender de mí.
Hace mucho tiempo que decidí no caminar a la sombra de nadie.
Si fallo, si triunfo.
Al menos viví como creo.
No importa lo que me quiten
No pueden quitarme la dignidad.
Porque el amor más grande de todos me está sucediendo.
Encontré el mayor amor de todos dentro de mí.
El mayor amor de todos es fácil de lograr.
Aprender a amarse a sí mismo es el amor más grande de todos.
Creo que los niños son nuestro futuro;
Enséñeles bien y déjelos liderar el camino.
Muéstrales toda la belleza que poseen por dentro.
Dales un sentido de orgullo, para que sea más fácil;
Dejemos que la risa de los niños nos recuerde cómo solíamos ser.
Decidí hace mucho tiempo no caminar nunca a la sombra de nadie.
Si fallo, si triunfo, al menos viví como creo.
No importa lo que me quiten
No pueden quitarme la dignidad.
Porque el amor más grande de todos me está sucediendo.
Encontré el mayor amor de todos dentro de mí.
El mayor amor de todos es fácil de lograr.
Aprender a amarse a sí mismo es el amor más grande de todos.
Ese lugar tan especial con el que siempre has soñado
se encuentra en tu corazón, en la fuerza del amor.
En marzo de 1986, Whitney Houston alcanzó el primer lugar de las
listas de ventas de discos. El álbum vendió cerca de 28 millones de
copias en todo el mundo, 13 millones sólo en Estados Unidos. A mí en
aquellas fechas me pilló en Tarragona y aunque siempre había que
esperar no menos de un año a que los éxitos de USA nos llegaran a
España, recuerdo que ya comenzaban a pinchar en la radio algún que
otro tema del disco. Ni qué decir tiene que al haberme sentido siempre
un marginado en cuanto a gustos musicales se refiere, lo primero que
escuché de Whitney llamó poderosamente mi atención y ya anduve desde
ese momento a la caza y captura de cuanto pudiera enterarme sobre
artista de tan prodigiosa y angelical voz. En aquellos tiempos, los
únicos cauces de que disponía para informarme sobre mi música
preferida era, o bien las pocas primicias de estilo R&B que
llegaban desde las emisoras de radio FM o en la revista catálogo,
Discoplay. La de abajo es una balada contenida en este disco que me
gusta especialmente.
El segundo disco de la cantante fue todavía más completo y exitoso. Los productores de Arista le preparan un repertorio de canciones hechas a su medida, entre baladas y algunos temas aptos para las pistas de baile. Lanzado en junio de 1987 con el genérico título de "Whitney", llegó a ser el primer álbum de una artista femenina en debutar en el puesto número UNO en Estados Unidos. El primer sencillo, "I Wanna Dance with Somebody" subió directo al número uno, junto con los sencillos "Didn’t We Almost Have It All", "So Emotional" y "Where Do Broken Hearts Go". Una auténtica locura. Incluyo un directo en el que se pueden apreciar las capacidades vocales absolutamente extraterrenas de la cantante.
Con ello, logró un total de siete números uno consecutivos en los
Estados Unidos, superando la marca previa de seis números también
seguidos, compartidos por The Beatles y Bee Gees, ahí es
nada. Con el sencillo "One Moment In Time", un tema de dificilísima
interpretación, solo al alcance de unos pocos, consiguió el número
uno en Inglaterra en 1988, además de un nuevo top 5 en su país natal
y un clásico internacional. Esta legendaria actuación en los premios
Grammy de 1989, en vivo y en directo, sin trampa ni cartón, todavía
logra emocionarme y provocarme un transitorio nublamiento visual
trocado al poco en rendida admiración hacia la cantante. La
actuación es prodigiosa y roza lo divino. Muchos de los artistas
presentes, entre ellas Natalie Cole, que asisten embelesados a la
interpretación, saben que primero está ella, estrella de otra
galaxia, y después, todas las demás. La simbiosis perfecta en
cuanto a potencia, control, emoción, alma, acrobacias vocales,
vibrato, notas altas y bajas, pronunciación, tono, belleza...,¡ay la
virgen! Whitney representaba la perfección, lo sublime en cuanto a
interpretación y cualidades vocales se refiere.
Uno de mis temas preferidos del disco. ¡Ay, esa entrada de saxo, cómo
me gusta...!
El tercer disco de su carrera, "I’m Your Baby Tonight", fue lanzado en noviembre de 1990, consiguiendo llegar al puesto número 3 en la lista de ventas de la revista estadounidense Billboard. Las baladas siguen manteniendo el nivel pero los temas rápidos me gustan algo menos, ya que el sonido propio de los noventa, más sobrio, enlatado, sintético, escaso de instrumentos de viento y cuerda, nunca me llegó a entusiasmar. La portada del disco está muy lograda, acorde a los noventa y el mote por el que se la conocía entre los amigos, luce en la placa de matrícula de la moto. Los primeros dos sencillos; "I’m Your Baby Tonight" y "All The Man That I Need" fueron números uno en los Estados Unidos, proporcionándole un total de nueve en este punto de su carrera, algo inaudito.
Dos canciones más se añadieron a su colección de sencillos, "Miracle"
y "My Name Is Not Susan", logrando el número 9 y el número 20
respectivamente. Otra canción del álbum, "I Belong To You" también
alcanzó repercusión en emisoras urbanas a lo largo del país y subió al
número 10 en las listas de R&B. El álbum vendió 14 millones de
copias en todo el mundo, siendo cuatro de ellos en los Estados
Unidos. Era habitual que después de cada lanzamiento, la compañía
discográfica pusiera en marcha la respectiva gira mundial de la que en
el documental queda evidente que Whitney acababa hasta el moño. Pero
ello contribuía a que obtuviera más premios y con ello, dinero a norre
para todos los implicados. El pelotazo de Arista con la cantante tuvo
que ser tremendo, ingresando dividendos a pajera.
En enero de 1991, cantó el himno nacional de Estados Unidos, en la
Super Bowl nº XXV (la final de fútbol americano) celebrada en Tampa
(Florida). Supuso toda una sensación.
Esta interpretación fue posteriormente grabada como sencillo
debido a la demanda popular, alcanzando el número 20 en los
Estados Unidos, siendo la única versión del himno americano que
consigue ser un éxito de ventas, obteniendo el disco de platino.
El sencillo también ayudó a recaudar fondos para la Cruz Roja
Americana en beneficio de los Veteranos de la Guerra del Golfo y
sus familias.
En 1992 hizo su primera incursión en el cine junto a Kevin
Costner en la película "El guardaespaldas". Whitney grabó seis
nuevas canciones para la banda sonora, incluyendo una versión
del tema de Dolly Parton "I Will Always Love You" con la que
rompió esquemas y superó todas las expectativas. En el guión original figuraba que el personaje de Whitney
cantaba “What Becomes of the Broken Hearted”, pero fue
el mismo Kevin quien propuso al compositor y arreglista David
Foster, incorporar a la banda sonora, en sustitución de
aquella, la canción de la exuberante cantante de country, y
que esta comenzara a capella. El productor atendería la sugerencia que le hiciera el
protagonista de Bailando con Lobos, corroborando el efecto hipnótico e imponente que ese modo de
arrancar el tema podía conseguir. Ni qué decir tiene que la
decisión fue todo un acierto.
En la foto de abajo, Whitney embarazadísima y guapísima, con
Kevin Costner.
Bajo mi punto de vista, a partir de ese momento, y tras su matrimonio (ese mismo
año) con Bobby Brown, comenzaría una lenta decadencia trocada
con el tiempo en inexorable caída hacia el abismo.
Pero ese desastroso final, aún tardaría en llegar.
En una grabación de estudio.
Lanzado como sencillo en noviembre, fue su décimo número uno en
Estados Unidos llegando a ser el sencillo más vendido de 1992 en el
Reino Unido y Estados Unidos, manteniéndose 10 semanas y 14 semanas
respectivamente en ese puesto.
Andando el tiempo se convirtiría en uno de los sencillos más
vendidos de la historia. El álbum también incluye "I Have
Nothing", escrito por David Foster y Linda Thompson, llegando a
ser un súper ventas en 1993, siendo nominada como mejor canción
para los Premios Óscar.
Le siguieron más sencillos exitosos: una versión del "I’m
Every Woman" de Chaka Khan, y "Run To You" (también nominada
para los premios Óscar a la mejor canción) y "Queen Of The
Night", coescrita por la propia Whitney. El álbum vendió 43
millones de copias en todo el mundo en su primer año y más de
48 millones hasta ahora, convirtiéndola en la banda sonora más
vendida de toda la historia de la música.
El 18 de julio de 1992, pese a las reticencias de gran
parte de su familia, sobre todo de la madre, (¡ay las
madres, qué sabias son las madres!) Whitney se casó con el
cantante Bobby Brown. En sendos documentales, la mayoría de
familiares de la cantante, no se cortan ni un pelo en sus
manifestaciones y echan pestes sobre Bobby Brown, haciéndole
responsable de todos los males que en vida afligirían y
condicionarían a Nippy.
No hay comentarios:
Publicar un comentario