05 octubre 2018

TORNAJUELO Y TEJO II (Sierra de Castril)

Abandonamos la primera cota lograda de la jornada y nos dirigimos hacia nuestro próximo objetivo que creemos otear a lo lejos, el Tejos. Para ello seguimos instintivamente la linea de cumbres por el lugar que nos parece más favorable, avanzando entre cojines de monja, agracejos y enebros rastreros. En esta zona empezamos a ver algunos ejemplares de la cabaña caprina made in Castril, apacentando en libertad. También algún que otro ejemplar de pino aislado que presenta la típica formación en bandera debido a la influencia de los vientos dominantes. Y llaman especialmente nuestra atención, como después veremos, esos enormes socavones sobre el suelo denominados dolinas. Estos hoyos son habituales en los paisajes calizos y se forman por el hundimiento del terreno, cuando las galerías subterráneas, perforadas por el agua, se reblandecen y hunden. Las que vemos por aquí son enormes. Parecen similares al cráter de un volcán.
El Tornajuelo ya queda muy atrás.
 Ya vemos a lo lejos, nuestra siguiente cota a alcanzar.
 El terreno como se puede observar resulta bello pero ingrato, muy arisco, con tan acusado lapiaz que no puedes relajar ni un segundo el lugar donde pones los pies para avanzar, so pena de introducirlos en alguna oquedad y hacerte daño cuando no originarte un percance mayor. Este áspero terreno calcáreo presenta agujeros de todas las formas y tamaños, al modo de un queso Gruyère. No me imagino laberinto más terrible que este, para un maldito roedor, que diría aquel célebre gato de Pixie y Dixie.
 He aquí unos esbeltos y bonitos laricios.
Y una muestra de las enormes dolinas de las que hablábamos antes.
Nos encontramos ya en el Tejos. 
La panorámica en 360 grados resulta grandiosa.
Podremos divisar el Cabañas, la Lancha de Almicerán, y tras ella, el valle de Guadalentín y Peña Juana. Un primer plano de la sierra de las Cabrillas, La Sagra y sierra de las Villas. Por supuesto El Buitre, que ya lo tenemos a tiro de piedra y el pantano del Portillo. Con unos buenos prismáticos, hasta seríamos capaces de identificar desde esta atalaya y en un día claro, como es el caso, los vértices de las lejanas sierras de María, sierra Espuña, sierra de Baza, sierra Mágina etc.
 Reconociendo a pie de foto los barrancos de Los Quemados y Lande que desembocan en el embalse.
La Cabrilla y la Sierra del Pozo, dominando El Cabañas, la cima más puntera de la imágen.
Y aquí tenemos de nuevo al Increíble Hulk, empuñando la bandera de su país de acogida, haciéndolo con orgullo y por derecho propio.
Y como buen inmigrante que viene a trabajar honradamente en nuestro país, le son otorgados todos los derechos, habidos y por haber, como a cualquier español, incluida la sanidad universal. Aunque de momento, no le daremos de alta en la seguridad social, para ahorrarnos el gasto y que contribuya a la misma, otro más tonto que yo. Si le damos alguna propina será en verde tirando a negro. En todo caso, contemplando todo ese manojo de músculos de pvc, que con tanto donaire, repelente buena salud y petulante naturalidad exhibe, no parece que visitar al médico, al menos de momento, se halle entre sus prioridades.
Con ese rostro y mirada bizca de fiera o alimaña indomable, bien podemos decir que sería capaz de acojonar al mismísimo miedo.
Mi primigenia idea con este personaje era parodiar al Dr. Bruce Banner, y simular que al subir una cima, en el esfuerzo último antes de coronar, en que suben las pulsaciones a mil (como en la película), experimentara la transformación temporal en Hulk, que ilustraría el que suscribe, con unas cuantas tomas, adoptando caras, gestos y poses esquizofrénicas, de perturbado mental total, a cual más oligofrénica. El resultado fue tan esperpéntico y extravagante, tan grotesco, que a la hora de decidir incluirlas en la presente crónica, me he echado para atrás, arrepentido, sofocado, temiendo perder a los últimos seguidores, que tal vez me quedan.
Dejaremos las cosas como están, que mientras me reste algún atisbo de sentido del ridículo, no está todo perdido.
Aquí tienen ustedes al comentarista de esta anticrónica senderista, posando de forma razonable y cabal, menos mal, en lo alto del Tejos. (1987m)
FINAL SEGUNDA PARTE


No hay comentarios:

Publicar un comentario