Ya estamos arriba, en Malvariche I. A medida que se van sucediendo los kilómetros de esta ruta, me va gustando cada vez más. Las panorámicas hacia todos los puntos cardinales son inmejorables. A través de un collado, hemos de bajar, orientándonos hacia el Malvariche II, desde el que obtendremos una monumental vista del primero, el que tanto sudor y desgarro de un pantalón de 60 pavos nos ha costado conquistar. Como me viene sucediendo últimamente, me quedo anonadado de los rincones tan bonitos que estoy descubriendo a pocos kilómetros de casa, y yo sin enterarme.
Bueno, que diría aquel, nunca es tarde si la dicha es buena...y vaya si lo és.
Hemos de bajar por esta ladera realmente inclinada.
La fotografía no le hace justicia a la verdadera pendiente que tiene este tramo. Pero se baja sin mayores problemas.
Ya vamos cuesta abajo, y sin frenos (aunque esto es un decir), hacia Prado Mayor. Descalamos unos metros de una garganta muy coqueta en el barranco de la Hoz, (a la señorita Viky le costó minuto y medio decidirse a superar este obstáculo), desde la que me percato, una vez aterrizamos, que existe un pasamanos de cable de acero haciendo las veces de asidero, para facilitar tanto la subida como la bajada de este pronunciado escalón natural en el barranco.
Desde el barranco, enlazamos con un camino desde el que ya se avistan varias casas, algunas de ellas, en ruinas, como se puede ver en las imágenes. Siguiendo el camino, se puede observar un grupo de viviendas, actuales, perfectamente acondicionadas, que tienen toda la pinta de ser utilizadas como casas rurales, aunque es una afirmación que no puedo aseverar, porque igual se trata de casas de asueto y descanso de unos afortunados particulares, enclavadas en lugar, maravillosamente idílico.
Pero nosotros nos saldremos del camino y desviaremos a la izquierda, antes de llegar a la altura de las referidas casas, para después de atravesar la valla del parque natural sierra Espuña, coger una maravillosa y agradable senda, en bajada, que nos conducirá de nuevo a las casas de Malvariche y de los Quintana. Esta senda es para disfrutarla porque es senderista 100% pata negra. Gran parte de esta senda, que en el sentido que nos ocupa, discurre en bajada y lo hace a la izquierda de un delicioso barranco que llaman de Malvariche, está tan perfectamente perfilada, tan maravillosa y armoniosamente fundida con el paisaje, que recorrerla supondrá toda una orgía de voluptuosidad senderista para nuestros sentidos.
El paso por esta senda, es tan divertido que antes de que nos demos cuenta, estaremos de nuevo de vuelta, ante las casas de los Quintana.
Aquí, el menda que suscribe, disfrutará empapándose de las reminiscencias, de las viejas costumbres que le transmite el lugar; evocando remembranzas de un pasado esplendor .
Y mira que yo disfruto de mis paseos senderistas, pero esta criatura que aquí la vemos desfilando como una auténtica beldad perruna de modelo por tan encantadoras pasarelas derruidas, creo que se deleita y disfruta mucho más.
¿No resulta en verdad apasionante, imaginar a las diferentes personas que a lo largo de los siglos, miraron a través de esta ventana, de este portillo...?
Emprendemos la retirada.Viky, camina siempre a mi lado, a escasos metros de mí, por eso me resulta a veces tan difícil fotografiarla. Solo tengo alguna posibilidad, cuando ya cansada y barruntando la vuelta, se toma unos metros por delante, como alentándome para aligerar el paso. Pero sin parar de girar la cabeza para comprobar y cerciorarse de por donde ando.
Este animal es una joya. El mejor compañero que cualquier montañero desearía tener. No es que me siento solo, es que me considero el montañero mejor acompañado del mundo.
Y nunca se queja. Sea más o menos duro el recorrido, haga frío o calor, no dice ni guau...cuando algún día no pueda acompañarme, la voy a echar de menos, y mucho.
El mejor amigo del hombre, dices...?
¡¡¡El único y más leal amigo del hombre!!!
Estamos de nuevo en el Portillo y tras atravesar la valla, nos espera otra vez la pista que haremos a ritmo de trote cochinero, mientras estas dos criaturas, acaso de diferente especie animal pero movidos por similar engranaje emocional y sensitivo, van rememorando imágenes de ruta tan hermosa como la que han vivido. Sin duda, con la mochila cargada de tan estimulantes ambrosías senderistas, formamos una pareja, singular y feliz.
A modo de cloenda, que diría Carlos Herrera, palabra que procede del catalán y que en castellano vendría a significar algo así como resumen, esta ruta de Malvariche, por la región noroeste de Sierra Espuña, según el parecer de algunos, la parte menos conocida y por tanto, de momento, menos frecuentada de la sierra, es una gozada.
Pero no hemos de subestimarla.
La subida al morrón de arriba se las trae.
No es asequible para todo el mundo.
Hay que tener un mínimo de experiencia en pateos por el monte.
La subida por la pedriza no está definida.
Se va progresando de forma instintiva, por un lado u otro.
Por donde más cómodo te parezca.
Y hay que hacerlo de forma tranquila, sin apresuramientos.
Apoyando bien los pies, asegurando bien la pisada, pues hacerse un esguince, andando entre piedras tan sueltas, se me antoja a mí, bastante más que posible.
La subida hasta arriba marca unos aproximados 563m de desnivel.
Pero el peor tramo es al inicio ya que, la mayor cantidad de rocas, arrastradas por la lluvia, se concentran abajo, por tanto, conforme ascendemos, la cosa se va empinando, pero el terreno, por entre placas de piedra pulidas y limpias, también mejorando.
Yo es el que más disfruté y desde luego, me tomé mi tiempo para descansar y filmar con la cámara, cada equis metros de ascensión.
Olfateando ya la cumbre, nos damos cuenta que existen muchas vias posibles para coronar. La sensación de ascenso y las vistas a las paredes laterales del embudo son espectaculares.
Con el track de Alsamuz, irás bien encaminado en todo momento.
Aquí, el menda que suscribe, disfrutará empapándose de las reminiscencias, de las viejas costumbres que le transmite el lugar; evocando remembranzas de un pasado esplendor .
Y mira que yo disfruto de mis paseos senderistas, pero esta criatura que aquí la vemos desfilando como una auténtica beldad perruna de modelo por tan encantadoras pasarelas derruidas, creo que se deleita y disfruta mucho más.
¿No resulta en verdad apasionante, imaginar a las diferentes personas que a lo largo de los siglos, miraron a través de esta ventana, de este portillo...?
Este animal es una joya. El mejor compañero que cualquier montañero desearía tener. No es que me siento solo, es que me considero el montañero mejor acompañado del mundo.
Y nunca se queja. Sea más o menos duro el recorrido, haga frío o calor, no dice ni guau...cuando algún día no pueda acompañarme, la voy a echar de menos, y mucho.
El mejor amigo del hombre, dices...?
¡¡¡El único y más leal amigo del hombre!!!
Estamos de nuevo en el Portillo y tras atravesar la valla, nos espera otra vez la pista que haremos a ritmo de trote cochinero, mientras estas dos criaturas, acaso de diferente especie animal pero movidos por similar engranaje emocional y sensitivo, van rememorando imágenes de ruta tan hermosa como la que han vivido. Sin duda, con la mochila cargada de tan estimulantes ambrosías senderistas, formamos una pareja, singular y feliz.
A modo de cloenda, que diría Carlos Herrera, palabra que procede del catalán y que en castellano vendría a significar algo así como resumen, esta ruta de Malvariche, por la región noroeste de Sierra Espuña, según el parecer de algunos, la parte menos conocida y por tanto, de momento, menos frecuentada de la sierra, es una gozada.
Pero no hemos de subestimarla.
La subida al morrón de arriba se las trae.
No es asequible para todo el mundo.
Hay que tener un mínimo de experiencia en pateos por el monte.
La subida por la pedriza no está definida.
Se va progresando de forma instintiva, por un lado u otro.
Por donde más cómodo te parezca.
Y hay que hacerlo de forma tranquila, sin apresuramientos.
Apoyando bien los pies, asegurando bien la pisada, pues hacerse un esguince, andando entre piedras tan sueltas, se me antoja a mí, bastante más que posible.
La subida hasta arriba marca unos aproximados 563m de desnivel.
Pero el peor tramo es al inicio ya que, la mayor cantidad de rocas, arrastradas por la lluvia, se concentran abajo, por tanto, conforme ascendemos, la cosa se va empinando, pero el terreno, por entre placas de piedra pulidas y limpias, también mejorando.
Yo es el que más disfruté y desde luego, me tomé mi tiempo para descansar y filmar con la cámara, cada equis metros de ascensión.
Olfateando ya la cumbre, nos damos cuenta que existen muchas vias posibles para coronar. La sensación de ascenso y las vistas a las paredes laterales del embudo son espectaculares.
Con el track de Alsamuz, irás bien encaminado en todo momento.
No pensaba incorporar a esta seudo crónica, los diferentes cortos de video grabados durante esta ruta, pero por si en el futuro, buscando información a través de mister google, tropieza con este sitio, algún amigo senderista, que lo registrado aquí le sirva de muestra, para lo que él y sus amigos se van a encontrar.
En opciones de configuración se puede elegir verlo en calidad HD.
La música empleada para deleitar y acompañar el paseo, es de la sublime y dulcísima Hayley Westenra.
La música empleada para deleitar y acompañar el paseo, es de la sublime y dulcísima Hayley Westenra.
¡HASTA LA PRÓXIMA AMIG@S!
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