Después de pasar el segundo grupo de casas, se hacen unos cientos de metros por el camino hasta que hemos de coger una senda que sale a nuestra derecha y que nos conduce a un impresionante canchal que hay que superar.
Viky parece exclamar: ¡Madre mía!
¿A dónde me ha metido este tío insensato?
¡Mamá turrón!, que diría mi padre...
Según vamos subiendo, se puede eludir el pedregal, por la derecha del barranco o por la izquierda...a gusto del montañero.
La visión de estas paredes, siempre es espectacular. Hay poca luz, por eso la calidad de las fotos, es manifiestamente mejorable.
El rincón es precioso. Solo se deja escuchar a lo lejos, el canto de los pajarillos y a intervalos, un sibilante y fresquito viento del norte. De un momento a otro, estoy esperando el ataque de los indios.
El lugar es perfecto para una emboscada...a lo lejos, entre las crestas, creo divisar, cuernos curvados de muflones, acechándonos...
Signos de belleza pueden brotar en cualquier rincón, por inhóspito que a priori, este pueda parecer...me olvido de los indios, y me concentro en el singular encanto que sin duda atesora el lugar.
Nos falta poco para coronar y el último trecho de la subida es el más divertido porque hay que trepar...la cosa se pone bastante cuesta arriba, pero no nos faltarán asideros de todo tipo para irnos ayudando en la ascensión, hasta incluso cojines de monja...jajaja, que no se les ocurra a los neófitos echar mano de tan espinoso arbusto...a estos matorrales, ni tocarlos, solo mirarlos, que tienen de cojín de monja lo que yo de butacón de cura...
¿A dónde me ha metido este tío insensato?
¡Mamá turrón!, que diría mi padre...
Según vamos subiendo, se puede eludir el pedregal, por la derecha del barranco o por la izquierda...a gusto del montañero.
La visión de estas paredes, siempre es espectacular. Hay poca luz, por eso la calidad de las fotos, es manifiestamente mejorable.
El rincón es precioso. Solo se deja escuchar a lo lejos, el canto de los pajarillos y a intervalos, un sibilante y fresquito viento del norte. De un momento a otro, estoy esperando el ataque de los indios.
El lugar es perfecto para una emboscada...a lo lejos, entre las crestas, creo divisar, cuernos curvados de muflones, acechándonos...
Signos de belleza pueden brotar en cualquier rincón, por inhóspito que a priori, este pueda parecer...me olvido de los indios, y me concentro en el singular encanto que sin duda atesora el lugar.
¡Oh estas paredes, qué bonitas son...!
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