15 diciembre 2020

CASTELLÓN DE LOS MIRABETES I

Hace unos días, me di un garbeo por las inmediaciones de La Sagra para visitar el Castellón de los Mirabetes. Cuando transito la carretera de los collados o subo a La Sagra, la mirada siempre queda cautiva por esas dos moles de piedra que forman un paisaje muy característico de la zona. El enclave, fue lugar de cierta importancia en el pasado.
Al estar tan elevados y divisarse desde su cima, vastos y despejados horizontes en derredor, históricamente han sido enclaves considerados estratégicos, elegidos por el hombre para instalarse, considerando el amplio margen de vigía, seguridad y maniobra que se conseguía desde cualquiera de sus atalayas. Incluso durante la conquista musulmana, en el Castellón más alto, se construyó un castillo que concentraría la población de los alrededores. Sin embargo, en el año 1243, el Castillo de los Mirabetes caería a manos de las tropas de la Orden de Santiago, que acabarían destruyéndolo. Hay que ver estos cristianos la que liaban cuando se topaban con un moro. No dejaban piedra sobre piedra ni castillo en pie ni de chiripa. 
El día de mi visita a estos parajes, tuve la gran suerte de pillar a La Sagra, tocada de una fotogénica mantilla blanca, lo que me brindó capturar algunas panorámicas bien chulas. Salvo alguna perugrullada o astracanada de las mías, llevo idea de escribir más bien poco en esta entrada. A ver si lo consigo.
Al principio de esta excursión no las tuve todas conmigo ya que recién salido del barranco de Montilla, en el que hay que tener precaución mientras se transita por una estrecha cornisa elevada, me tropecé con dos o tres morlacos que metían miedo por la longitud y aspecto de sus astas. Yo de cuernos o por mejor decir, de toros, vacas, vaquillas, becerros etc., no tengo ni idea, quiero decir, que no sé distinguir por su aspecto o especie si uno de estos astados topa o no, si es manso o bravío, si es toro o buey, así que, cuando me di de bruces con la primera vacada, anduve esquivándoles un buen tramo por la loma de Montilla ya que no me fiaba ni un pelo y porque para colmo, iba vestido con prenda de color rojo…cágate lorito, ya me la podía haber colocado amarilla, azul o negra, colores de los que también dispongo, en fin, que no andaba yo muy seguro de que uno de esos bovinos se fijara en mi jersey y decidiera embestirme, teniéndole que hacer dos verónicas con la mochila, que para colmo, también era roja, (era negra, menos mal) ¡ay dios!, en cualquier momento se conjugan los astros y del modo más inopinado se te complica la vida. Pues más adelante y al otro lado del barranco pululaban más unidades de estos bichos y digo yo que caso de existir riesgo real de embestida, habría un cartel o algo que lo avisara a los senderistas. Por lógica, deben ser mansos. Pero cualquiera se fía. Llevo un cortavientos, negro, ¡menos mal! y me lo encasqueto, por si las moscas, mejor prevenir que curar. 
¡Con esos cuernacos, mejor no confiarse…!
La Sagra siempre se lleva bien con la cámara
Bueno, vale, llevo a Hulk, que se supone que es mi guardaespaldas, no tan guapo como Kevin Costner pero sí más fuerte, pero estos musculitos la mayoría no tienen más que apariencia, se les va la fuerza por la boca, a las primeras de cambio, se cagan y salen por patas. Pues, a punto de coronar el Castellón de los Mirabetes, cuando ya parecía que les había perdido el miedo a los astados, antes de encarar la subida final, me encuentro a un toraco paciendo junto a su harén, que al verme, da tres trancadas hacia mí. Me quedo petrificado. Ellas ni se inmutan y siguen a lo suyo. Inmediatamente noto por la retaguardia la típica sensación acuosa de algo que mana y empapa que no es otra cosa que un jiñarse patasabajo, tal cual, y a punto estuve de salir por patas muela arriba, pero ¿hacia dónde?, si una vez arriba no tenía escapatoria pues no había más que cortados a todo alrededor de la muela. Fueron solo segundos lo que duró mi sensación de canguelo, pero que por nadie pase…te ves venir pa ti a un bicho de estos, y ya me contarás qué puedes hacer. En fin, bien está lo que bien acaba. Al final, creo que eran más mansos que yo, que ya es decir, pero mi instante de cagalera no me la quita nadie.
Nos tropezamos con dificultades para la fotografía porque el sol siempre lo tuvimos de frente. El deslumbre era constante. 
La ruta sale del hotel los collados de la Sagra. Cogemos hacia el observatorio astronómico para ir enfilando hacia el barranco de Montilla. 
El observatorio astronómico
Nos hallamos en el paraje que llaman de la Erica, asomados al valle del río Raigadas donde se ubican los Cortijos Nuevos. 
A todo esto, Hulk me dio las quejas. Dice el desagradecido que está cansado de mí. Por lo menos se mostró sincero y eso es de agradecer, viniendo de un pelele. No es de esos que solo hablan por la espalda y te apuñalan. Este no, este te dice las cosas a la cara. Así me gustan a mí los fantoches de pvc, que no se escondan y digan lo que piensan sin ambages, para evitar malentendidos. Pero me echó el gas. Dice el julay que se aburre. Que con el rollo este del virus y que me ve de un perezoso que no veas, que ya no ando ni patrás, que me he echado a la bartola; que se pasa días y días en la estantería, acumulando polvo, atrofiándose y echándose a perder, que así no puede seguir, que los chinos no lo fabricaron para tan bajo rendimiento operativo; me suplica que le dé carta de libertad que quiere volver a USA a ver si encuentra un fotógrafo profesional o aficionado aunque sea, con quien lucir palmito y seguir conociendo mundo. Que fue bonito mientras duró pero que nuestra relación está acabada y bien amortizada. En fin, no me sorprende que un tipo de plástico duro tenga el corazón de la misma materia. Está el mundo lleno de gente desagradecida que a las primeras de cambio, te fallan y abandonan. Cría cuervos para que te dejen tirado. Ve con dios, le digo. Que no te obligo a nada. Allá cada cual. Si quieres marcharte, eres libre. Y no hace falta que cierres la mochila al salir. Vete y cuando quieras volver, hazlo, aquí estaré para recibirte con los brazos abiertos.
Este es el Castellón Chico (1811m), tomado desde un determinado ángulo 
Junto al Castellón de los Mirabetes (1939m)
El sempiterno chopo que siempre los custodia
Me da juego para algunas tomas
Captura desde las cercanías del cortijo de Mirabetes. 
¡Menudos riscos!
Lo he dejado pensativo y rumiando si habrá hecho bien o no, mostrándose tan sincero. Yo le aliento a que tome sus propias decisiones en libertad porque mantenerse al lado de alguien por simple compromiso, es absurdo. Eso nunca puede acabar bien. Que sea feliz y que me envíe de vez en cuando alguna foto, que podamos saber de la belleza de los lugares que ha visitado. Con eso me conformo. Disfrutemos de nuestra última excursión juntos y ya tendremos tiempo de pensar si el adiós es definitivo o solo se trata de un cabreo pasajero. 
Bien mirado, ya comenzaba a resultar un engorro, cargar con su peso, sin apenas contraprestaciónes a cambio…siempre la misma cara de mala leche, el mismo gesto de crispación…anda y que le zurzan. Si se quiere marchar, ya está tardando.
Hace una mañana preciosa, y tal es así, que enseguida he olvidado la tensa conversación mantenida con Hulk. Relájate y disfruta, le digo, y mañana decides. Y no te preocupes, que hagas lo que hagas, me parecerá bien. Tanto si te marchas como si te quedas, lo aceptaré sin mayores problemas. ¡Hale, ponte la mascarilla…!, y si no, sigue dentro de la mochila y así no te hace falta. 
Oye, moño hueco, el que me quiere dar giro, ¿no serás tú?
Me hago el tonto y el sordo.
Oigo que rebuzna y refunfuña, pero al poco se calma.
¡Anda que no le gusta al fardón este chupar cámara...! 
¡El tío no tiene hartura!
Castellones y cortijo de los Mirabetes. 
Lo he visto también escrito con uve.
Muy bien Hulk, no esperaba menos de ti. Cumpliendo las normas, como debe ser. Por cierto, así estás más guapo y no parece que tengas tan malas pulgas.
La subidica está más empinada de lo que parece. 
Lo voy a echar de menos si termina marchándose porque me da mucho juego.
Las miradas hacia La Sagra eran constantes, y eso que durante la ascensión hacia los castellones, nos quedaba a la espalda.
Mar de brumas sobre el horizonte
La Sagra, siempre majestuosa.
Las defensas bovinas que me pusieron a estudiar
Este ejemplar bien a las claras denota, por color y aspecto, que es inofensivo, pero el de arriba y abajo, con semejante cornamenta, un profano en la materia no puede estar seguro del todo. Además, ya lo dice el dicho, el miedo guarda la viña...
FINAL PRIMERA PARTE

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