18 diciembre 2021

CAMBRONES Y ALREDEDORES (ENCARAMADOR, 638m) VI

En mi siguiente excursión, llevo idea de coronar el Encaramador, punto más alto de toda esta circunscripción forestal y de paso, tomarle una foto al emblemático lugar donde se halla la Cruz de la Doncella, bello y sugestivo topónimo donde los haya. Dejo el coche al inicio de pista entre los montes, Alto de la Jabalina y La Albaidosa, más que nada, por activar el estárter e ir calentando el desvencijado aparato locomotor, previo a la subida, no sea que se gripe. Cuando llego al cruce con el Camino de las Casas Coloradas, sigo hacia adelante, sin desviarme.
Toda esta zona, apenas la recuerdo de haber pasado alguna que otra vez, con la bicicleta, y por la primera edición de la Falcotrail, en la que, siendo colaborador en su preparación y uno más de sus participantes, al llegar al Encaramador Pequeño, me perdí.
Sería por el 2011 o así, no lo recuerdo bien, en que la Falcotrail iniciaba su andadura, con mucha ilusión y pretensiones exclusivamente locales, sin sospechar siquiera, el auge y prestigio internacionales, que adquiriría unos años después. La distancia a recorrer, de algo más de cuarenta kilómetros, tenía su punto de salida en Cehegín y meta en el Parque Ecológico, sito en el Coto de Las Maravillas, que hoy transitamos y que por aquellos años, regentaba la misma persona que había concebido y fundado la primera edición y ulteriores de la Falcotrail, el señor Miguel Ángel González, alias El Conde.
El espíritu de aquel primigenio recorrido era meramente senderista, esto es, pateo de montes, caminos y sendas de nuestra comarca, y yo andaba de los primeros, seguramente, en puestos de podio. La parte que recorría las sierras de El Quipar y Burete, la podía haber hecho con los ojos cerrados pues me la conocía de memoria, no solo por haber contribuido a su diseño sino también a su señalización mediante cintas. Pero no así la parte comprendida entre la Jabalina Alta y el Coto de Las Maravillas, una vez atravesado el río Quipar, de exclusiva autoría del organizador, que por subestimarla, dadas sus humildes cotas, ni me había planteado echarle un simple vistazo, antes de la prueba.
Al que me precedía (que luego resultó ser el primero) le recortaba distancia por momentos. Y fue ese ansia por alcanzarle el que requirió de mí un sobre esfuerzo, que a la postre, acabaría pasándome factura, materializándose en la aparición del siempre inoportuno tío del mazo. Ya andaba pajarón perdido, mareado, muy desfallecido, tratando de seguir la sombra difusa que caminaba por delante de mí unos metros. Y en algún momento, debí rezagarme, despistarme y quedar solo y extraviado. Creo que caminaba en círculos, habiéndole dado ya, dos o tres vueltas completas a aquel enrevesado Encaramador chico. Me hallaba en estado catatónico profundo, muy desorientado, al borde del patatús cuando me tropecé con una pareja de bulleros que caminaban en dirección contraria a la mía. ¡Eh!, me espetó ella, al reparar en mi cara descompuesta y pajiza, -creo que te has perdido, síguenos que estamos a punto de alcanzar la meta. Aturdido, solté un gruñido y les seguí como dócil autómata a punto del cortocircuito. Más adelante, me recuperé bastante, pero hubiese sido ruin, sobrepasarles. Caminando tras su estela, logré cruzar la meta, por fin, en cuarto lugar. Tengo claro, que si no llega a ser por este providencial encuentro, aún andaría por allí, con pelo y barba hasta las rodillas, dándole vueltas como un beodo y en infinito bucle, al Encaramador Pequeño. Han transcurrido los años, y no hay ocasión en que mi amiga Charo, muy popular de los ambientes traileros, al verme, no me pregunte: -¿qué, te has recuperado ya de aquel descarrío que sufriste...?, a lo que yo, resignado y contrito, con sonrisa forzada le respondo: aún me sigue produciendo flojera y sofoco cuando lo recuerdo.
Estos paneles informativos, ajados y descoloridos, son la tónica general que uno se encuentra en gran parte de los puntos turísticos de nuestros montes y parajes naturales, inclusive, allende la provincia de Murcia. La inscripción, apenas legible, cuenta que a la pobre y bella doncella, natural de Bullas, la mató una granizada intempestiva combinada con un rayo fulminante que la dejaron frita, suceso que aconteció al parecer, mientras pastoreaba unas ovejas por estos pagos. Sobre este particular, escasea la información en Internet, pero he dado con un blog, cuyo autor nos relata la trágica historia de la doncella, en dos versiones alternativas sobre la causa de su muerte. Asimismo, la fotografía (la de abajo) de un panel mucho más indemne y legible que el capturado por mi, también es de su autoría.
"Cuántos parajes hermosos y a su vez llenos de poesía y misterio se esconden por nuestra tierra. Así es este lugar situado en una encrucijada del camino que conduce a la Fuente de Juan González y al Parque Ecológico de las Maravillas, muy cerca de la mina de Capel o Edisson donde se haya este letrero del título de esta entrada. Se trata de una leyenda muy antigua, cuando estos caminos todavía de herradura se utilizaban para el pastoreo, y donde los arrieros cruzaban con sus carretas hacia lugares lejanos, luchando por antiguas veredas con animales de carga que se dirigen al poblado minero de Gilico y finalmente a la ciudad de Cieza, o sabe Dios adonde".

"Por esos andurriales entre cabezos y pequeños montes, se cuenta esta triste historia, referida a una joven pastorcilla, natural de Bullas, que guardaba un rebaño de ovejas, cuando una fuerte tormenta con aparato eléctrico, descargo un rayo que la fulminó; pero para más incógnita hay otra versión que relatan viejos del lugar: "... allí pasó un terrible crimen, viajaba un arriero que se encaminaba a Cieza, y le llamó la atención la lozana hermosura de la zagala, ante lo cual afloró el deseo lujurioso del individuo, un desalmado sin escrúpulos que perdió el poco juicio que poseía e intentó violarla. La muchacha se defendió con todas sus fuerzas, ante esta oposición, el arriero forzó la situación con tal brutalidad que la asesinó. Ante esta desgracia, alguien que conoció el drama, construyó una cruz con dos ramas de un árbol, atravesadas y atadas con una soga, que fue clavada en el lugar donde perdió la vida la infortunada doncella".
A partir de entonces, al igual que en torno a otras desgracias o accidentes, se suele colocar en el lugar una lápida, un ramo de flores o una corona, en este caso los viandantes ofrecieron un singular homenaje a la pastorcilla: fueron colocando piedras junto a la cruz, que con los años han ido formando un pequeño montecillo en el entorno y que hoy podemos ver si pasamos por el camino. En recuerdo de aquel luctuoso suceso, se conserva un cartelón indicando toda esta misteriosa leyenda, donde reza un pequeño verso que advierte: "...Por este lugar que has de pasar, una piedra has de dejar..."

Nota: Algunos datos recogidos de la tradición oral y publicaciones entre ellas, 'Cehegin, Magia y Misterio' de F.º Ortega Bustamante.
Pues la versión de la tormenta y el rayo no me cuadran mucho. Quizá, la otra, canalla y vil, me resulte más verosímil. ¡Pero vaya usted a saber! En fin, no especulemos. El parque ecológico se halla cerrado a cal y canto y no observo vestigio alguno de actividad reciente. Sigo por la pista y al poco de rebasar la Cruz de la Doncella, en dirección a Fuente Capel/Minas Edison, se coge un camino a la izquierda que al poco se troca en senda, progresando la misma en dirección ESTE, hasta meterse en las mismas barbas del Encaramador. Abandono la senda y por un trazo cuasi vertical empero visiblemente pateado, enfilo en línea recta hacia donde indica el garmin que se halla el vértice geodésico. De vez en cuando, interrumpo mi progresión ascendente, para descansar, mientras registro con la cámara, el tupido y espectacular manto de verdor que va ofreciéndose a mis espaldas.
Refugio del Coto de las Maravillas. 
Después nos acercaremos a echarle un vistazo.
Al fondo y asomando por la izquierda de la imagen, sierra del Molino y al frente, Cambrones y apenas surgiendo el pico del Almorchón.
Encaramador Pequeño. 
A la derecha del Almorchón, la sierra del Oro (927m), otro lugar indeleble por su inolvidable barranco de Malojo, que me las hizo pasar canutas. A un nivel senderista petardo como es el mío, ¡qué de aventuras las ya vividas en solitario, dios mío!
Sierra de Ricote, la más alta de la zona, 1124m en los Almeces.
Cabezos de Juan González (603m)
Al fondo a la derecha, Cambrones (605m)
Decidido a superar la experiencia traumática, aún no resuelta, que había vivido en el Encaramador pequeño, me había propuesto, volver al coche, pistas a través, previo paso por aquellas siniestras sendas del mencionado cerro que a punto estuvieron de hacerme perder la chaveta, forzándome a cortarme la coleta en cuanto a seguir practicando senderismo se refiere. En un tris estuve de ello, aunque después, me he visto en tesituras mucho peores, ¡ay la virgen!
El vértice geodésico del Encaramador. No se ve un pijo, alrededor. 
Me recordó al del cerro de la Jarosa y algún otro.
Abandoné pronto el lugar porque el espeso follaje obstaculizaba el recreo de la vista en derredor. Tomé en dirección sur al objeto de conectar con los caminos que veía sobre el mapa, que a su vez me llevarían a las sendas del Encaramador Chico de marras. Estos montes se hallan surcados de bonitas empero antiguas sendas, que tal como ocurriera en los Villares, se deduce que ya apenas son utilizadas con la misma frecuencia de antes. El crecimiento sin freno de espeso matorral sobre sendas y trochas así lo delata.
La razón es la misma con la que ya me tropezara en días anteriores en el coto de los Villares, es decir, una espigada cerca cinegética de gran extensión longitudinal, interfiere y siega de forma súbita, la progresión de todo acceso en dirección sureste. Ignoro si existirá puerta de franqueo en un determinado lugar, pero me volvió a suceder lo mismo, que tenía la pista a la vista, y no podía alcanzarla. Tuve que dar marcha atrás, buscar de nuevo la senda de aproximación al Encaramador y volver por una vereda preciosa, que viene a salir justo enfrente de la entrada principal al Parque Ecológico. No hay mal que por bien no venga.
Utilizando la pista de acceso al refugio del Coto de las Maravillas. 
Encaramador Pequeño (634m) y Grande (638m).
Es un emplazamiento de ubicación estratégica y vistas privilegiadas, cuyo edificio de acogida (refugio) encontré sucio y desamparado, que ya presenta notables desperfectos en tejado, techo y chimenea. Si no se toman en breve, medidas de reparación, de aquí a cuatro días, amenazará inexorable ruina.
A escasos metros de este edificio, existe una caseta aledaña, que también puede ser utilizada como refugio. Se encuentra igualmente descuidada aunque su techo de momento permanece indemne.
Para volver a la pista de camino al coche, lo hice por una senda en vertiginoso descenso, que sale desde el mismo refugio y conecta con el Parque Ecológico. De camino, existen un montón de carteles (algunos ya degradados), en diferentes puntos que van informando de la flora y fauna del enclave.
Me pareció encontrarlo en franca decadencia. Desde su fundación en 2009 ha experimentado muchos altibajos, como si no dieran con la tecla de explotarlo de forma óptima para su rentabilidad y mantenimiento en el tiempo. El lugar es precioso y ha contado con todo tipo de colaboración y ayuda por parte del consistorio pero ninguno de los diferentes gerentes que han pasado por aquí, ha logrado promoverlo y sacarle partido. En fin, un expediente X en toda regla, al que podría dedicar uno de sus programas el facundo Iker Jiménez, 
El paseo está resultando la mar de agradable aunque a escasos metros antes de llegar al coche, me tropiezo con más carteles de prohibición, prohibido el paso por aquí, por allá, y a la hora de cerrar este capítulo, obligado a usar mascarilla incluso en espacios abiertos como es el caso; la virgen cana, nos toman por tontos y a lo peor están en lo cierto.
FINAL SEXTO CAPÍTULO