31 enero 2019

POR LAS CASAS DE MOYA Y LOS CALARES II

A todo esto, el cielo se estaba poniendo muy feo. El viento arreciaba y comenzaba a preguntarme si no se habría equivocado "la tía del tiempo" o AEMET, al no pronosticar lluvias por nuestras latitudes. Le hice estas fotos a los alrededores de las Casas de Moya, en las que se pueden observar restos de los clásicos muros de contención que se realizaban para aterrazar las tierras de cultivo, evitando así la dificultad orográfica del terreno, a la vez que evitaban se erosionara la escasa capa de tierra en la que se cultivaban los cereales y leguminosas.


Como observaba que el cielo se presentaba cada vez más amenazante, decidí componer, aquí y ahora, el reportaje musical antes de marcharme. Con muchas dificultades y paciencia, más algún que otro percance y leve daño en algunos de los cedés, pude lograr estas instantáneas, ¡pero nunca más santo Tomás!   
Previendo el fuerte viento que me haría, solo me traje en esta ocasión una selección de cedés que elegí como casi siempre, a boleo.
Empezaremos en esta ocasión con una de mis divas preferidas del mundo del Jazz. Sarah Lois Vaughan (Newark, Nueva Jersey, 27 de marzo de 1924-Los Ángeles, California, 3 de abril de 1990), conocida como Sarah Vaughan​ y apodada Sassy La Divina, fue una cantante estadounidense de jazz. Junto con Billie Holiday y Ella Fitzgerald, es considerada por muchos una de las más importantes e influyentes voces femeninas del género.

 La voz de Vaughan se caracteriza por su tonalidad grave, por su enorme versatilidad y por su control del vibrato; su tesitura, similar a la de una cantante de ópera, le permitía saltar del registro grave al de soprano con gran facilidad. Sarah Vaughan fue de los primeras vocalistas en incorporar el fraseo del bebop a su canto, situándolo además, en su caso, al nivel de instrumentistas de la talla de Charlie Parker y Dizzy Gillespie. Sus capacidades más destacadas son su inventiva armónica y su alto sentido de la improvisación. A lo largo de los años, su voz se fue haciendo más oscura, aunque no llegó a perder nunca su poder y su flexibilidad. Fue también una maestra en el scat.


En 1989, la salud de Vaughan comenzó a declinar, aunque rara vez se reveló ninguna pista en sus actuaciones. Canceló una serie de compromisos en Europa en 1989, citando la necesidad de buscar tratamiento para una artritis en la mano, a pesar de que fue capaz de completar una serie posterior de actuaciones en Japón. Durante unas actuaciones en el Blue Note Jazz Club de Nueva York en 1989, Vaughan fue diagnosticada de cáncer de pulmón y estaba demasiada enferma para terminar el último día de lo que resultaría ser su última serie de actuaciones públicas. Vaughan volvió a su casa en California para comenzar la quimioterapia y pasó sus últimos meses de estancia alterna entre el hospital y su casa. Vaughan se cansó de luchar y exigió ser llevada a su casa, donde murió en la noche del 3 de abril de 1990, mientras veía una película en la televisión con su hija, una semana después de su 66.º cumpleaños. El funeral de Vaughan tuvo lugar en la Monte Zion Baptist Church, en 208 Broadway, en Newark, Nueva Jersey, la misma congregación cristiana donde creció. Después de la ceremonia, un carruaje tirado por caballos transportó su cuerpo a su lugar de descanso final en el Glendale Cemetery, en Bloomfield, Nueva Jersey. INOLVIDABLE E IRREPETIBLE.





La película y banda sonora (John Barry) de Bailando con Lobos, es una de mis preferidas, de las que suelo ver al menos una vez al año, y mira que hace ya casi 30 que se estrenó. En esta cinta, Kevin Costner está sublime, su mejor interpretación bajo mi humilde opinión. La novela de Michael Blake de quien se adaptó el guión cinematográfico, es preciosa. Muy recomendable.


Y qué voy a decir de Cinema Paradiso, que si tienes la suerte de no haberla visto todavía, pues no sé a qué esperas. Preciosa, maravillosa, sublime, incluida su banda sonora de Morricone. En esta legendaria secuencia, difícil resulta no emocionarse, por más veces que la hayas visto. Después de ver la versión comercial, aconsejo la más larga del director, en la que se revelan algunos flecos que quedan sueltos de la primera.


Este cedé es fantástico pues incluye una selección de las mejores bandas sonoras de la historia del cine. He aquí solo una muestra. Ni qué decir tiene que Yoda aprueba mi buen gusto para la música. En esas galaxias perdidas de dios sí que saben de arte polifónico y no como aquí que se contentan con verdadero pienso pa los pollos.



Este cedé de George Benson es una recopilación de algunos de sus mejores temas de los años 80. Se nota que me gusta mucho pues ya lo he traído por aquí en más de una ocasión. También en esta vamos a pinchar casi todo el disco porque me recuerda a mis años jóvenes y los viajes que hacía a Tarragona y más tarde Bilbao y Vitoria, por motivos profesionales, con la música que escuchaba durante su transcurso. Los frikis de la música y el sonido, que siempre han existido, solíamos llevar en el coche tan buenos equipos que nada tenían que envidiar a los de ahora. En mi caso, procuraba que el reproductor de casset fuera AIWA o PIONEER, por supuesto auto  reverse, con un buen ecualizador JVC o también Pioneer. Los altavoces tenían que ser sí o sí Pioneer, asequibles a bolsillos raquíticos, estado del que siempre ha adolecido el mío; los traseros de al menos 60 u 80 watios, con buenos graves y medios y los delanteros provistos de tweeters que entregaran buenos y coloridos agudos. En fin, en este tipo de música, no eran tan importantes los decibelios como sí la calidad del sonido. 




Para finalizar el apartado musical de esta entrada, teniendo en cuenta que no habrá nada más sui géneris que escuchar a Beorge Benson, música de películas y Sassy en las Casas de Moya, pinchamos dos preciosas baladas que también contempla esta recopilación, siendo una de ellas el título del que fuera el cuarto álbum de la desaparecida Whitney Houston, tema que ella haría famoso pero original de nuestro primoroso guitarrista. También me gusta mucho su versión, pero me sigo quedando con la original, que Benson crearía para una película sobre la vida de Cassius Clay, el boxeador que al convertirse al islam se cambiaría el nombre por el de Muhammad Ali, con el que sería mundialmente conocido y pasado a la posteridad por lo singular del personaje.



Tenemos que abrigarnos y taparnos bien porque lo peor del viento es la sensación térmica más álgida e incordiante que transmite. Nos da pena abandonar este bonito enclave y le echamos unas últimas fotos a las Casas de Moya según nos vamos alejando.
Olvidaba decir, pues nunca es tarde si el apunte es bueno, que el track que utilicé para esta excursión fue este, El Tejo y Los Calares, de nuestro insigne montañero Alfonso, alias alsamuz.
Esta medio derruida construcción que nos queda a la derecha de la pista que llevamos es el corral del Picón.
Justo enfrente del corral, nos tropezamos con un nuevo cebadero, parecido al que nos encontramos en el valle del Aceniche, aunque este algo menos sofisticado, pero seguro que igual de eficaz.
Siguiendo la pista y después de cruzar una barrera que impide el paso a vehículos, llegamos al cortijo de los Calares, donde al parecer vivían seis o siete familias que menciona Jesús García en su libro. No pude entretenerme mucho pues al llegar aquí, cambió el tiempo en cuestión de minutos y se puso a lloviznar, arreciando un viento gélido de cuchillos que cortaban la piel de mi cara a tiras. No existía amparo orográfico de ninguna clase y por no tener que detenerme para protegerme mejor, intenté cumbrar y registrar el momento a toda velocidad.
Enfocando hacia la Morra de la Albaíta, inmortalicé este hermoso y solitario pino.
Lo que queda de esta cortijá de los Calares
La botella de cava estaba medio llena, a saber el tiempo que llevará en esa alacena.
La pista que me había traído hasta aquí.
En el vértice llevaba idea de hacer que Yoda y un nuevo personaje, asomaran los bigotes como también los míos, pero cualquiera se paraba a preparar todo el montaje para el postureo...el fuerte viento reinante lo hacía de todo punto inviable.
No obstante, quedan estas instantáneas como prueba de que estuvimos aquí, obviando unas antiestéticas antenas de telefonía móvil que existen inmediatas al tubo.
Ya se aprecia en este sufrido pino hacia dónde bufa el viento.
En cuanto abandonamos la cima de los calares e iniamos el descenso, alcanzamos amparo y por tanto caminamos a resguardo del viento. El artístico cartel que hay en la barrera.
Regresando de nuevo a las Casas de Moya.
Otra sesión de fotos hacia las casas y enfilamos adonde tenemos el coche.
En el camino de las Casas de Moya, ya de vuelta, nos tropezamos con esta encina monumental y yo diría que casi milenaria. Da gusto verla.
Y este otro pino centenario tampoco anda a la zaga de aquella.
Alcanzamos el coche sin novedad, y pretendemos echarle un vistazo al cortijo Alto del Bebedor, pero se hallaba el acceso cortado con una sólida puerta y alambrada alrededor. Mi gozo en un pozo, pues la última vez que anduve por aquí se hallaba franca.
En su defecto, le echamos estas fotos al puente que existe camino del Bebedor, verdadera obra de ingeniería del hombre, cuya solida construcción y belleza arquitectónica, me sorprende en lugar tan apartado e inopinado.
Y con esta penúltima fotografía y un bizcocho, os emplazo a la tercera y última parte de este paseo por territorio orospedano, no sin antes indagar acerca de cual puede ser el orígen del término.
Para ello solicitamos la inestimable colaboración de nuestro amigo Pedro Antonio Muñoz, profesor del Instituto (IES) Oróspeda de Archivel, a ver qué nos puede decir al respecto:

 Al hilo de esta interesante reseña, rescato del libro de Y también se vivía, una pertinente reflexión con la que estoy muy de acuerdo: Entre las cabeceras municipales de ésta amplia comarca, formada por esa "coalescencia de campos" antes señalada, también se han atenuado los vínculos, sobre todo al quedar adscritas a comunidades autónomas diferentes (Andalucía, Murcia, Castilla-La Mancha). Precisamente, el hecho autonómico está dando la puntilla a las culturas espontáneas tradicionales, creando identidades artificiales en los núcleos de mayor tamaño, sobre la base de tópicos de amplia difusión en los medios de comunicación y redes sociales. Las instituciones autonómicas, en especial gobiernos y parlamentos, para justificarse a sí mismas han diseñado unas superestructuras "seudonacionalistas" que han arrasado cualquier herencia que pudiese quedar de la cultura rural, a la que, en todo caso, han manipulado. Banderas, días de la región, televisiones autonómicas al servicio de una imagen tópica del "andaluz", "manchego", "murciano", a cuya marca queda adscrita cualquier persona nacida a cada lado de esas nuevas fronteras. Hasta la propia escuela ha sido obligada a difundir los tópicos de cada Comunidad Autónoma, bajo denominaciones como "nuestras fiestas", "nuestras tradiciones" e incluso una Geografía e Historia "común", incluyéndolos en los currículos educativos, desde los primeros cursos de primaria hasta la finalización de la Enseñanza Secundaria Obligatoria.
FINAL SEGUNDA PARTE